NOTAS
AL DIARIO DE LAS HERMANAS CASALON (XII)
Eduardo Pedro García Rodríguez
(Viene
de la entrega anterior)
Esta complicada maniobra, digna del genio de Nelson, no fue intuida por
Villeneuve, empecinado en su idea de mantener una sola línea -y tan imperfecta
como hemos visto- todos sus barcos; pero si por Gravina, que, valiéndose del
telégrafo de señales, pidió a aquél autorización para maniobrar
independientemente con los doce navíos que componían la escuadra de observación,
no obstante lo cual le fue ordenado mantenerse en línea como hasta entonces con
lo que perdería una posibilidad de contrarrestar la maniobra británica.
Cabe asegurar que bien distinto habría sido el resultado de la acción
si el almirante en jefe de la armada combinada se hubiese aceptado las
indicaciones de Gravina.
A
las once y media las fuerzas británicas llegaban a tiro de cañón de la línea
aliada. El Victory, buque insignia del vicealmirante Nelson, un gran tres
puentes de 100 cañones, guiaba la primera columna, seguido de otros dos navíos
de tres puentes, el Temeraire y el Neptune,
ambos de 98 cañones; detrás iban el Conqueror
y el Leviathan, de 74, y a continuación
el Britannia, tres puentes de 100 cañones
(barco insignia del contralmirante Nortesk); luego, tras un amplio espacio, el Agamemnon,
de 64; el Ajax, el Orion, el Minotaur y el Spartiate,
todos de 74, y el Africa,
de 64, que sotaventeando durante la noche, forzaba de vela para ocupar su
puesto. La segunda columna estaba encabezada por el magnifico tres puentes Royal
Sovereign, de 100 cañones, navío insignia de Collingwood; seguíanle
el Belleisle y el Mars, ambos de 74; el Tonnant,
de 80; el Bellerephon, de 64; el Colossus,
y el Achi,lles, los dos de 74, el Polyphemus,
de 64; más a la derecha componían una segunda fila el Revenge,
el Swiftsure, el
Thunderer, y el Defence,
todos de 74, y, finalmente los tres puentes de 98, Dreadnought
y Prince, un poco más alejados hacía
la columna de Nelson, navegavan a toda vela haciendo grandes esfuerzos, ya que
eran malos veleros para mantenerse en sus puestos.
Era medio día cuando Nelson
dirigió a su armada, por medio del telégrafo de señales, la famosa alocución:
“England expects that every man to do
his duty”. (Inglaterra espera que cada cual cumpla con su deber)
A las 12 y veinte minutos el Victory,
a unos quinientos metros de la línea aliada, comienza a recibir el fuego varios
navíos enemigos, pudiendo decirse que éstos, con mejores artilleros y encontrándose
el mar en calma, habrían logrado que el barco de Nelson resultara casi
destrozado tras soportar un cañoneo de enfilada de más de 200 piezas durante
cuarenta minutos; pero sólo experimentó ligeras averías y cincuenta bajas,
por lo que prosiguió derecho a cortar la línea aliada entre el Bucentaure y el Santísima
Trinidad. A todo esto, el Royal
Sovereign, que era uno de los más veloces navíos ingleses, se adelantó a
las demás unidades de su columna, soportando un fuego semejante al que llovía
sobre el Victory, y fue a cortar la línea de la escuadra hispano francesa
entre el Fougeux y el gran tres
puentes Santa Ana, al pasar a popa del
cual le disparó de enfilada los 50 cañones de sus baterías de babor cargados
con doble y triple proyectil, que tuvieron graves efectos pues produjole
terribles averías, haciendo que quedaran fuera de combate
El Royal
Sovereingn, resultó prácticamente inutilizado por el fuego del Santa
Ana, y Collingwood hubo de abandonarlo, pasando a una fragata.
Los navíos ingleses
que avanzaban tras el Belleisle, o
sea: el Mars, el Tonnani,
el Bellerophon, el Colossus,
y el Achilles, habían atravesado la línea
aliada, en tanto que el Revegenge, el Defiance,
el Thunderer, Swiftsure y el Defence,
al llegar a ella viran a estribor para completar la maniobra tendente a envolver
la retaguardia hispano francesa, buscando entre dos fuegos a los navíos aliados
próximos al Santa Ana, abrumándolos
con una superioridad local de tres a uno, a fin de, que cuando estuviesen
rendidos correrse hacía el extremo de la retaguardia venciendo a los buques
aliados uno tras otro a favor de la ventaja
que le daba el viento, en tanto que a Gravina le era casi imposible
maniobrar para acudir en auxilio de los buques aliados situados en la cabeza de
la retaguardia. Además el Pholipemus,
y los tres puentes Dreaadnought y Prince,
aún muy retrasados, constituían una reserva presta a reforzar a los
atacantes.
Pocos minutos después del momento en que Collingwood -adelantado al
almirante en jefe Nelson gracias a su más veloz navío- cortaba la línea
aliada, lo hacía una milla más al Norte Nelson, con el Victory.
Este marchaba directo a penetrar por el espacio existente entre la popa del Santísima Trinidad, y la proa del Bucentaure, navío insignia
del almirante jefe de escuadra aliada, Villeneuve; pero los dos barcos
mencionados cerraron distancias entre sí, y el Victory
víóse obligado a orzar, maniobrando para atravesar la línea por la popa del Bucentaure,
y al pasar le disparó de enfilada
las cincuenta piezas de las baterías de babor cargadas con doble y triple
proyectil que produjeron verdadero estrago y considerable número de bajas en
navío galo. El Redoutable, que seguía
en la línea al Bucentaure, maniobró para apoyar a éste y abordó al Victory
cuando se hallaba ya algo a sotavento de la línea, combatiéndose tan próximos
ambos barcos que casi no podían
utilizar la artillería. Sobre el Victory llueve
el fuego de fusilería que desde las cofas del buque francés hacen grupos de
tiradores, y Nelson que según su costumbre, se hallaba sobre cubierta, cae
herido por una bala que le penetra por el hombro izquierdo con trayectoria hasta
la columna vertebral. En aquellos momentos los tres puentes
Temeraire y Neptune
atraviesan la línea aliada por el hueco producido entre el Bucentaure
y Redoutable, acudiendo en apoyo
del Victory, rodeado de enemigos. El Temeraire
va a situarse por la otra banda del Redoutable
y el Neptune
cierra contra el insignia de Villneuve, que poco después soporta también el
fuego de del Conqueror por la otra
banda. El Redoutable, ya muy mal
trecho por el fuego del Victory, acabó
de ser destrozado por los disparos de éste navío y del Temeraire, ambos de mayor potencia. Desmantelado por completo,
reducido a un casco acribillado y con 522 bajas a bordo, de su dotación de 643,
se rendía minutos antes de las dos de la tarde, media hora después de haber
herido mortalmente a Nelson uno de sus hombres, con lo que causó una pérdida
irreparable a Inglaterra. El Bucentaure,
encerrado en un círculo de fuego, al ser batido por el Neptune
a estribor y por el Conqueroro a
babor, soportando además el fuego cruzado de una banda del Victory, situado en ángulo de tiro utilizable quedó en poco tiempo
completamente inutilizable y desmantelado, con el casco acribillado y más de
doscientas bajas entre muertos y heridos. Villeneuve hubiera querido pasar a
otro navío para proseguir desde allí la acción, pero tenía todas las lanchas
inutilizadas por el fuego enemigo, viéndose precisado a rendirse antes de las
dos y media.
Después los británicos
concentraron sus esfuerzos contra el
gigantesco Santísima Trinidad, ya
atacado por el Leviathan y el Africa, reforzados después por el tres puentes Neptune y por el Conqueror,
y tan horroroso es el fuego que recibe el navío español de todas las bandas
que acaba por quedar desmantelado y raso como un pontón, con su inmensa
arboladura vergas y velamen tapando las baterías que por ello no pudieron ser
utilizadas. A pesar de tener a bordo más de 600 muertos y heridos, entre éstos
al general Cisneros, que llenan cubiertas y entre puentes, la gran nave
española no se rinde y los buques enemigos que la asedian, atendiendo a
combatir contra otras unidades de la vanguardia aliada que se les echa encima,
la abandonan momentáneamente. El gigantesco navío queda inmóvil, sin que
hasta el final de batalla tomaran posesión de él los británicos.
Durante el transcurso de éstos hechos, la maniobra tan acertadamente
llevada a cabo por la columna de Collingwood, tendente a envolver la retaguardia
de la flota aliada, va ofreciendo sus frutos. El Bellisle,
después de batir al Fougeux,
obligandole a salirse de la línea y abatir hacía el Norte – donde será
atacado y rendido por varios navíos de la primera columna ataca temerariamente
al grupo formado por tres navíos franceses, que parece van a dar cuenta de él;
pero acuden el Polyphemus, el Defence y el Swiftsure,
que restablecen la supremacía británica. El Mars
ataca al Pluton y el Tonnant al Algésiras,
buque insignia del contralmirante Magon. Nuevos navíos ingleses entran en
liza, y su esfuerzo combinado irá abrumando a los enemigos. De dos a cuatro de
la tarde nada menos que diez buques franceses y españoles son puestos fuera de
combate y capturados por la implacable tenaza que forma la columna de
Collingwood. El Tonnant obliga a rendirse al Algésiras,
casi destrozado y con 450 bajas a bordo, después de haber muerto el valeroso
Magon; el Aigle, combatido
primeramente por el Bellerephon,
sucumbe al esfuerzo combinado del Revenge
y el Defence; el Berwick es
rendido por el Achilles y el Defence;
el Swiftsure, es dejado fuera de combate por el Coossus y el Bellerophon;
el Achille, rodeado por tres navíos
enemigos, Polyphemus, Bellisle y Swiftsure,
que le dejan destrozado, al tres puentes Prince
cuando éste, que entra en liza completamente fresco, le dispara sus andanadas,
con lo que el navío francés, convertido en acribillado pontón, con más de
400 bajas a bordo, arde vorazmente para acabar volado al final de la acción.
Mientras tanto, el discurrir de la batalla no marchaba con mejor suerte
para los españoles, el navío Monarca, mandado por Argumosa, y Bahama, que dirigía el brigadier Alcalá Galiano, tuvieron que
rendirse ante el ataque combinado de varios buques ingleses; el Argonauta,
al mando de Pareja, sucumbía igualmente ante el Swiftsure
y el Belleisle, y el San Juan Nepomuceno, mandado por el heroico
Churruca, fue acometido por el Defiance,
el Tonnant y otro navío más
contra los que se sostuvo valerosamente, sí bien poco tiempo después le
atacaron otros tres barcos más, uno de ellos el Dreadnought, de tres puentes dejándole completamente desarbolado.
Una bala de cañón destrozó a Churruca una pierna, pero continuó dirigiendo
el fuego, pese a que se desangraba por momentos, no permitiendo que fuese
arriada la bandera mientras él viviese; mas, imposibilitado de romper el círculo
de fuego que formaba los seis barcos enemigos, el San Juan Nepomuceno sucumbió
después de tan increíble resistencia, con más de 400 muertos y heridos a
bordo.
La vanguardia aliada al mando de Dumanoir, había permanecido inactiva
durante la primera parte de la batalla. El comandante en jefe de la flota aliada
Villeneuve había enviado señales en su apurada situación repetidas veces a
Dumanoir, para que virase yendo al centro y retaguardia, atacados por las
cabezas de las columnas inglesas, a
fin de restablecer la situación; pero Dumanoir desconfiaba de poder realizar
dicha maniobra dada la débil brisa reinante, por lo que los navíos españoles
que formaban parte de la vanguardia decidieron acudir por su cuenta en auxilio
del centro, por lo que, virando trabajosamente el San
Francisco de Asis, el San Agustín y
El Rayo, éste de tres puentes, avanzan desde sotavento, seguidos de
los franceses Héros y Intrépide,
gobernando derechos sobre el Santísima
Trinidad y Buncentaure. Pero las
cinco unidades van llegando escalonadamente y encuentran cortado el paso por los
seis barcos ingleses más retrasados de la columna de Nelson, que todavía no
han intervenido en la acción: Britannia,
de tres puentes; Ajax, Orion, Agamemnon,
Minotaur y Spartiate. El Rayo,
el San Francisco de Asís y el Héros
logran atravesar la barrera de barcos enemigos y se dirigen a retaguardia, donde
aún resiste Gravina; pero el San Agustín
es atacado por el Minotaur, el Spartiate
y el Leviathan, siendo derrotado
por el violentísimo fuego concentrado, que le deja completamente desarbolado y
con gravísimas averías. Dumanoir, decidido finalmente a virar, logra hacerlo,
pese a las dificultades derivadas de la falta casi total de viento, y hacía las
tres, con el Formidable en cabeza,
seguido del Montblanc, el Scipion,
el Duguay Trouin y el español
Neptuno, pasa a barlovento por el través
del Victory y encuentra el centro
aliado completamente reducido y a
siete de los navíos vencedores frescos o casi indemnes, preparados para
recibirles, por lo que, considerando inútil intervenir, cambia
a distancia algunas bordadas con los enemigos y orzando luego se aleja
por el Oeste. No le puede seguir el Neptuno,
que atacado por el Spartiate y el Minotaur, quien después de una valerosa resistencia no le queda más
remedio que rendirse.
A retaguardia de la ya deshecha línea aliada resistía un último grupo
de navíos, apelotonados alrededor del buque insignia de Gravina. Atacado el Príncipe
de Asturias, por el Defiance y el Revenge,
se defendió con ventaja; pero acuden sucesivamente, para rendirle el Thunderer,
el Polyphemus y el Dreadnought,
combatiendo durante algún tiempo con cinco enemigos a la ves. Llegan en su
defensa el Pluton y el Neptune; pero Gravina, que se encontraba herido, hace señales de
reunión, y con su desarbolado navío a remolque de una fragata y siguiéndole
el Montañez, el San Justo y
el San Leandro, españoles, y los
franceses Indomptable, Neptune,
Pluton, y Argonaute y Héros, se
dirige hacía Cádiz, sin que los británicos, bastantes de cuyos navíos no
estaban en condiciones de intentar la persecución, se lo impidieran. El último
barco aliado rendido por los ingleses fue el Intrépide, después de mantener un combate con cinco navíos
enemigos, que le dejaron casi destrozado y con más de trescientas bajas a
bordo. Eran más de las cinco y media de la tarde cuando finalizó el combate,
hora en que Nelson quedaba liberado de las glorias y miserias de ésta vida, en
medio de su mayor triunfo naval, en la que posiblemente fue la más grande
batalla marítima entre buques de vela llevada a cabo en todos los tiempos, y
donde se empleó quizás por primera ves una táctica de combate que podríamos
denominar de “ataque en manada” o de “acoso y derribo”, y
cuya eficacia quedó sobradamente demostrada.
De los treinta y tres navíos que formaban la armada franco-española,
dieciocho fueron derrotados por los buques británicos, once lograron retirarse
hacía el puerto de Cádiz, siguiendo
a Gravina, y cuatro franceses lo hicieron siguiendo a Dumanoir, quien tomó
rumbo hacía el Oeste. La batalla no dio una victoria fácil a los británicos,
pues como en todas las grandes batallas las pérdidas sufridas por ambos bandos
fueron cuantiosas, entre las pérdidas humanas sufrida por ingleses, hay que
destacar (aunque toda vida es valiosísima) la de Sir Horacio Nelson, abatido
por un disparo efectuado desde la cofa del palo de mesana del navío Redoutable
por el marino Robert Guillermard, natural de Six Fours, cerca de Tolón,
atraviesa el pecho del ilustre marino y se aloja en su espina dorsal.
Unas horas más tarde el ídolo del pueblo Británico muere acabando así
la carrera de quien fue sin lugar a dudas el mayor caudillo naval de todos los
tiempos, quien con su genio y valor ayudó a crear el mayor imperio marítimo
que jamás tuvo Europa y cuyo punto de referencia será siempre el de antes y
después de la batalla de Trafalgar.
La victoria inglesa tuvo un alto coste, tanto en vidas humanas como en
navíos, entre las unidades seriamente dañadas se encuentran el Victory,
buque insignia, Royal Sovereign,
Temeraire. Mars, Colossus, Tonnat, Bellerephon, Belleisle, Achilles, Defiance y
Revenge, las que sufrieron grandes
desperfectos y más de 1.400 bajas a bordo. Aquella victoria se debió en gran
parte a la nueva táctica artillera empleada por los ingleses, pues, además de
que disparaban sus cañones con mayor rapidez que los artilleros franco-españoles,
-por tener un mejor adiestramiento - los ingleses dirigían sus tiros
preferentemente hacía las partes vitales de los buques enemigos, especialmente
contra las baterías, además de cargar las piezas con dos o más proyectiles,
mientras que los aliados lo hacían a las arboladuras, por ésta razón, los
británicos causaron tantas bajas a los aliados. Las españolas fueron de 35
jefes y oficiales y 1.022 marineros y soldados muertos y 31 jefes y oficiales y
2.405 marineros y soldados heridos. El de las bajas francesas fue mayor, por lo
que cabe asegurar que los aliados perdieron más de 7.000 hombres. Una
relación inglesa dio como bajas sufridas por su armada 449 muertos y
1.241 marineros y soldados heridos, lo que da un total de 1.690 bajas. Mientras
la armada inglesa después de la batalla navegaba rumbo a su base en Gibraltar
remolcando a los navíos de presa y a los propios averiados durante la travesía,
se desató un violento temporal de varios días de duración, que alcanzó a la
flota, y como consecuencia del mismo la mayor parte de los buques remolcados se
perdieron, salvándose solamente cuatro de ellos, el San
Juan Nepomuceno, Swiftsure, Bahama y San
Idelfonso, mientras que el Santísima
Trinidad, el Fougueux, el Berwick, el Redoutable y
el Argonauta, se fueron a pique o se
estrellaron contra escollos y arrecifes, Por
parte de la escuadra franco-española se recuperaron cinco navíos, los Santa
Ana, Neptuno, Aigle, Algésiras y Bucentaure,
con los que hicieron rumbo a Cádiz, pero recrudecido aparatosamente el
temporal, se hundieron en las proximidades del puerto los Indomptable,
Bucentaure, Aigle, San Francisco de Asís, Neptune y Rayo,
muriendo ahogados más de 2.000 hombres.
Los cuatro Navíos de Dumanoir,
después haber doblado el cabo de San Vicente y haber costeado el litoral
lusitano, fueron sorprendidos el 4 de Noviembre junto al cabo Ortegal por la
escuadra del vicealmirante Strachan, que sostuvo con ellos rudo combate,
consiguiendo rendirlos.
La
derrota de la armada aliada frustró los planes de Napoleón para la invasión
de Inglaterra, y como consecuencia de la misma, murieron varios distinguidos
marinos españoles, entre ellos Gravina, Churruca, Alcalá y Galiano.
Después de la batalla de Trafalgar, la Armada española que había
llegado a ser una de las más importantes del mundo, jamás pudo recuperarse de
las consecuencias inherentes a la derrota, lo que supuso el total declive de su
anterior poderío, después de la batalla de Trafalgar.
La victoria inglesa tuvo un alto coste, tanto en vidas humanas como en navíos, entre las unidades seriamente dañadas se encuentran el Victory, buque insignia, Royal Sovereign, Temeraire. Mars, Colossus, Tonnat, Bellerephon, Belleisle, Achilles, Defiance y Revenge, las que sufrieron grandes desperfectos y más de 1.400 bajas a bordo. Aquella victoria se debió en gran parte a la nueva táctica artillera empleada por los ingleses, pues, además de que disparaban sus cañones con mayor rapidez que los artilleros franco españoles, -por tener un mejor adiestramiento -los ingleses dirigían sus tiros preferentemente hacía las partes vitales de los buques enemigos, especialmente contra las baterías, además de cargar las piezas con dos o más proyectiles, mientras que los aliados lo hacían a las arboladuras, por ésta razón, los británicos causaron tantas bajas a los aliados.
El número de las españolas fue de 35 jefes y oficiales y 1.022
marineros y soldados muertos y 31 jefes y oficiales y 2.405 marineros y soldados
heridos. El de las bajas francesas fue mayor, por lo que cabe asegurar que los
aliados perdieron más de 7.000 hombres. Una
relación inglesa dio como bajas sufridas por su armada 449 muertos y
1.241 marineros y soldados heridos, lo que da un total de 1.690 bajas. Mientras
la armada inglesa después de la batalla navegaba rumbo a su base en Gibraltar
remolcando a los navíos de presa y a los propios averiados en la contienda, se
desató un violento temporal de varios días de duración, que alcanzó a la
flota, y como consecuencia del mismo la mayor parte de los buques remolcados se
perdieron, salvándose solamente cuatro de ellos, el San
Juan Nepomuceno, Swiftsure, Bahama y San
Idelfonso, mientras que el Santísima
Trinidad, el Fougueux, el Berwick,
el Redoutable y el Argonauta,
se fueron a pique o se estrellaron contra escollos y arrecifes,
Por parte de la escuadra franco-española se recuperaron cinco navíos,
los Santa Ana, Neptuno, Aigle, Algésiras y
Bucentaure, con los que hicieron rumbo
a Cádiz, pero recrudecido aparatosamente el temporal, se hundieron en las
proximidades del puerto los Indomptable, Bucentaure,
Aigle, San Francisco de Asís, Neptune y Rayo,
muriendo ahogados más de 2.000 hombres. Los cuatro Navíos de Dumanoir,
después haber doblado el cabo de San Vicente y haber costeado el litoral
lusitano, fueron sorprendidos el 4 de noviembre junto al cabo Ortegal por la
escuadra del vicealmirante Strachan, que sostuvo con ellos rudo combate,
consiguiendo rendirlos.
Enero
de 2012.
Ilustraciones:
1)
El Santísima Trinidad, orgullo de la flota hispana es
abatido por la armada británica. Foto: Archivo del Autor.
2)
Bote del Rey de España Carlos IV, casa marinos,
Aranjuez. Foto:
Archivo del Autor.
3) Nelson cae mortalmente herido por un disparo efectuado por un marinero francés desde la cofa de su navío. Foto: Archivo del Autor.
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