Eduardo
Pedro García Rodríguez
(14).
BENCOMO-BENCHOMO- O WEN-N-KUMU
Como bien comentan las hermanas Casalón en su “diario”, por esas
fechas de 1826 don Pedro José Bencomo y Rodríguez,
primer deán de Tenerife y primer Rector de la Universidad de San
Fernando, hoy más conocida como de La Laguna,
era ya un anciano venerable.
Don Pedro José, al igual que sus hermanos don Cristóbal y don Santiago,
fueron preclaros sacerdotes católicos que contribuyeron en gran medida a
la consecución del establecimiento de la Universidad de San Fernando,
impulsaron las obras de la catedral de La Laguna y contribuyeron a la creación
del Obispado Nivaríense.
Don Santiago Bencomo y Rodríguez fue deán y canónigo de la iglesia
catedral de Canarias, caballero pensionado de la Real y distinguida Orden de
Carlos III, obispo electo de Astorga y doctor en sagrada teología. Es digno de
destacar que siendo canónigo de Canarias en 1810, cuando se desató en las
islas la epidemia de fiebre amarilla, los responsables políticos, militares y
eclesiásticos, en las Palmas huyeron en desbandada hacía el interior de la
isla, excepción hecha de don Santiago Bencomo, quien se mantuvo en su puesto
prestando inestimable ayuda a los afectados.
Don
Pedro José, canónigo de la catedral de Canarias y primer deán de Tenerife,
como hemos dicho, fue comisionado regio conjuntamente con don Alonso de Nava y
Grimón, para el establecimiento de la Universidad de San Fernando de la cual
fue su primer rector, interinamente en un principio por una cuestión de posible
incompatibilidad al ser uno de los dos miembros
de la comisión regia encargada de ponerla en marcha, siendo titular
posteriormente. Asimismo fue el primer doctor en cánones, doctorado concedido
por el claustro en su primera reunión de apertura llevada a cabo el domingo 12
de enero de 1817, fecha histórica para todo el archipiélago canario.
Don Cristóbal Bencomo y Rodríguez fue
el alma mater , el verdadero impulsor de la creación
de la Universidad española en Canarias. Su situación privilegiada en la
corte española le permitió abogar por algunos asuntos del máximo interés
para el desarrollo de algunos aspectos culturales y sociales de la burguesía
Canaria, pero lamentablemente, no supo o no quiso aprovechar su situación
predominante en la corte de la que llegó a ser el hombre más influyente, para
arrancar a ésta algunas medidas de gobierno en beneficio del pueblo llano.
Veamos algunos rasgos biográficos de este ilustre descendiente del gran
Kebehi Benchomo, el último gran caudillo del pueblo guanche.
Nace
don Cristóbal en la calle del Agua (hoy de Nava y Grimón) de la ciudad de La
Laguna, el 30 de agosto de 1758. Descendiente por línea directa del Gran Kebehi
Benchomo de
Siendo un
excelente estudiante se aplicó con gran aprovechamiento y en seis años concluyó
los estudios de Filosofía y Teología, no teniendo la edad reglamentaria para
obtener el presbiteriado, haciendo uso de la astucia solicitó y obtuvo, con el
objeto de mejorar su currículo vitae, tomar parte en las oposiciones para los
beneficios vacantes en el obispado, haciendo luego lo propio en las Cátedras de
Filosofía del Seminario de Canarias.
Se destacó de tal manera en las referidas oposiciones que, el Obispo Fr.
Joaquín de Herrera le confirió, en el mismo año de 1790, la tonsura y el título
de predicador, así como el nombramiento de maestro de pajes y sagradas
ceremonias.
Atendiendo al dicho de que nadie es profeta en su tierra, don Cristóbal
se desplazó a la metrópoli con la esperanza de conseguir mejores horizontes
donde desarrollar sus talentos y donde su condición de indígena sería vista
con mayor beneplácito que en la cerrada élíte criolla Canaria, y donde además
podría ampliar sus estudios. Domiciliado en Madrid, se dedicó al estudio de la
literatura y la lengua griega, cuyas materias dominó en sólo seis meses, lo
que unido a sus amplios conocimientos de la lengua y literatura latina, le valió
en gran manera para el ulterior desarrollo de sus actividades docentes.
Las dotes académicas del Presbítero Bencomo debieron ser lo bastante
sobresalientes como para captar la atención del monarca español Carlos IV,
quien le nombró en 1793 maestro de Filosofía y Política de sus caballeros
pajes primero, y posteriormente profesor de latinidad del príncipe Asturias,
con la dignidad de Chantre de Plasencia, después en 1780 confesor del príncipe,
cargo que era de los más espinosos y delicados, lo cual justifica la prudencia
y el talento que revestían la figura del entonces canónigo Bencomo, quien a
partir de aquel momento siempre tuvo sobre el voluble e indeciso y futuro
Fernando VII, de quien supo sacar buen partido en beneficio de sus hermanos y de
la oligarquía local.
El desastre de Trafalgar movió a Napoleón a variar los planes que tenía
concebidos sobre la Península Ibérica,
aunque mantenía vigente el tratado de Fontainebleu (1807). Ante el
incumplimiento de Portugal del bloqueo continental impuesto por Napoleón contra
la marina Británica, Éste decide invadir Portugal y dividirlo en tres partes:
una para la reina viuda de Etruria; otra para el ministro español Godoy y la
tercera parte restante se fijaría el destino una vez finalizada la guerra. Con
tal objeto entró en España un cuerpo de ejército francés al mando de Junot,
que pasaron por Madrid e invadieron Portugal en condiciones bastantes precarias.
Ante las dificultades que tenían las tropas francesas para mantener la ocupación
de Portugal y para evitar la total destrucción de las mismas, Napoleón envía
varios cuerpos de refuerzos al mando de Murat, quien obtuvo del gobierno español
se le facilitase la vía del Duero en su camino hacía el país Luso. En tal
estado de cosas, afloran una vez más las corrupciones internas en la corte española,
decantándose en dos facciones, una la de los godoyistas y la otra de los
fernandistas, dirigida esta por el príncipe de Asturias, Fernando, y su
preceptor el canónigo Ezcoiquiz y del cual indudablemente formaba parte
Bencomo; en su odio hacía Godoy llegó este partido a solicitar el apoyo de
Napoleón, descubierta la conjura por Carlos IV prendió a su hijo y le sometió
a proceso. En este estado de cosas, Junot ordenó el avance del ejército francés
de refuerzo maniobra que ya había sido prevista con anterioridad por Napoleón.
La maniobra intimidó de tal manera a la familia real española que abandonó la
corte para embarcarse rumbo a América, viaje que se hubiera llevado a cabo de
no haber estallado un motín hábilmente preparado por el partido fernandista,
que obligó a Carlos IV a abdicar en su hijo Fernando para salvar la vida de
Godoy.
La anárquica situación de España aceleró los planes de Napoleón, y
para evitar una posible ocupación del estratégico territorio por parte de
Inglaterra, decidió formar un gobierno estable que le permitiese contar con el
país como base de operaciones francesas. Estos planes fueron el motivo de la
reunión de Bayona, en la cual Napoleón trató de conciliar a Carlos IV con su
hijo.
Ante la intransigencia de Carlos IV, Napoleón arrima la braza a su
sardina, y cortando por lo sano, nombra a su hermano José Bonaparte rey de España,
que ya lo era de Nápoles. Deseando iniciar su reinado con algunos cambios en la
retrograda decadente, y absolutista
monarquía española, crea la junta de Bayona compuesta por noventa y dos
miembros procedentes de todas las clases sociales quienes votaron una constitución
que no pasó de papel mojado a pesar de su magnifica orientación.
Ante la nueva situación impuesta por Napoleón, los absolutistas
fernandinos optaron por retirarse a sus cuarteles de invierno entre ellos
nuestro ilustre don Cristóbal Bencomo, quien retorna a su patria, sentando sus
reales en su ciudad natal, y queda a la espera de que mejoren las circunstancias
políticas en el reino de España. Durante su estancia en la isla mantiene
continuos contactos con los grupos absolutistas locales pero no toma conciencia
de los problemas populares posiblemente porque éstos no formaban parte de sus
planteamientos políticos.
Al implantarse de nuevo en España el régimen absolutista con el regreso
y subida al trono de Fernando VII, éste se hace rodear de muchos de sus
antiguos correligionarios del partido fernandista, y reclama la presencia en la
corte de don Cristóbal Bencomo, y desplaza a la isla un buque de guerra con el
sólo propósito de trasladar a España a don Cristobal. En esta segunda etapa
al lado de Fernando VII, el arzobispo gestionó
una serie de nuevas prebendas obtenidas a la sombra de su protector que
beneficiaron su situación personal. En 1815 se le confiere honores de miembro
del consejo y cámara de Castilla y la gran Cruz de la real y distinguida Orden
de Carlos III cuya insignia le fue puesta por el propio monarca en 1817, en este
mismo año fue presentado por el monarca y
preconizado Arzobispo de Heraclea in partibus por el Papa Pío VII,
siendo apadrinado en la consagración por el infante Carlos, quien le regaló un
valioso pontifical.
En medio del fausto y boato de aquella corte Borbonica, nuestro Arzobispo
no olvidó por completo los intereses de la clase dominante de las islas y
desplegó sus influencias para la consecución de algunos proyectos que venían
gestándose desde hacía tiempo, entre ellos la implantación de una Universidad
de letras cuyo proyecto tomó visos de realidad por R.C. de 15 de septiembre de
1830, y el Obispado nivaríense, aspiración que se venía gestando desde 1707,
en ambos proyectos la actuación de Bencomo fue decisiva como tendremos
oportunidad de ver en otro lugar de esta obra.
En 1818 es nombrado por el monarca inquisidor general, institución que
afortunadamente estaba bastante quebrantada desde la constitución de las Cortes
de Cádiz, Bencomo hombre sagaz e inteligente comprendió que el Santo Oficio
era una institución a extinguir, que no gozaba de las simpatías de la mayoría
de los estamentos seglares e eclesiásticos,
que a pesar del sistema absolutista trataban de adecuar sus actuaciones a
los nuevos tiempos. Ante la delicada situación en que le colocaba la designación
como inquisidor general, Bencomo opta por renunciar al cargo y presenta la
renuncia al mismo ante el Rey, tras
varias negativas por parte del monarca éste termina aceptándola, dando así
comienzo la pérdida de influencia de nuestro Arzobispo con Fernando VII.
Los largos y fríos inviernos de Madrid acabaron afectado a la salud de
nuestro biografiado, quien enfermo y achacoso yante la pérdida de influencia en
la corte pidió permiso al Rey para fijar su residencia en un lugar más cálido,
pero no deseando alejarse demasiado de la corte, instaló su residencia en la señorial
Sevilla, en cuya metropolitana disfrutaba la dignidad de Arcediano de Carmona,
asistiendo como tal a coro. Instalado en la capital andaluza desde 1822, su vida
fue allí retirada de las intrigas palaciegas, dedicándose a las prácticas
religiosas y al ejercicio de la caridad. Prestó su apoyo a la población en
casos de calamidad pública, como fue en el caso de la célebre epidemia de cólera
que azotó a la ciudad 1823, donando sumas de consideración en beneficio de los
desvalidos, en ocasiones directamente y en otras a través del párroco de San
Esteban. Como prueba del reconocimiento de los sevillanos a la figura de Bencomo
su retrato está expuesto junto a los de otros ilustres personajes en la
biblioteca colombina de la Catedral Sevillana, cita en el patio de los Naranjos.
Durante los últimos años de su vida, fue protector de un destacado
miembro de la iglesia española, consultor del concilio del Vaticano, fundador
de la institución religiosa de las hermanas de la Cruz, el insigne gomero,
doctor Torres y Padilla.
De la obra literaria del Arzobispo Bencomo se ha publicado muy poco
permaneciendo inédita la mayor de ella. Donó su biblioteca personal a la
catedral de Tenerife además de muchas joyas, pontificales y cuadros de gran
valor, más tres mil duros con destino a las obras del frontis catedralicio, en
su testamento dispuso que su cuerpo reposara en la nueva catedral.
Don Cristóbal Bencomo fallece el 15 de abril de 1832. Fue sepultado
provisionalmente en la Catedral de
Sevilla, en la capilla de nuestra Señora de Concepción la Grande, contigua a
la capilla real, desde allí sus restos mortales fueron trasladados en
I. Constanza Antonia Alonso, casa con el colonizador portugués Gil
Marrero, otorga testamento ante Juan Marques el 20 de septiembre de 1518. De
este matrimonio nacen entre otros:
II. Juan Marrero, quien casó con Juana Díaz Hernández, hija legítima
de Juan Gaspar Hernández hijo primogénito de Gaspar Hernández (Adxoña),
Mencey que fue de Abona, y de Mencía Bencomo (Dácil), hija de Kebehi Benchomo,
y nieta paterna de Andrés de Llerena También conocido como Andrés de Güimar
, príncipe de Güímar y de María Díaz Bencomo y Lugo, hija ésta de don
Diego de Adexe (Pelinor), y de su esposa Dña, Catalina de Lugo, de Juan Marrero
y Juana Díaz fue hija legítima:
III.
María Díaz, quien casó con Alonso Gomes, quienes fueron padres a su vez, de:
IV. Cristóbal Marrero Bencomo, casado en la ciudad de La Laguna, en la
Parroquia de la Concepción, el 25 de agosto de 1608, con Leonor Marrero o González,
con quien tuvo a:
V. María de las Nieves Marrero Bemcomo, quien casó con Salvador
Salgado, hijo de Hernán Martín y de María Francisca, habiendo celebrado su
enlace en la Parroquia de los Remedios en 1636. (folio 80, lib, 2º.), siendo
aquellos padres de:
VI. Cristóbal Marrero, casado en los Remedios en 1669 (folio 62 vº,
lib.) 5.º), con María Negrín, hija de Juan Negrín y de Juliana Marrero,
siendo hijo legítimo de aquellos:
VII. Cristóbal Marrero Bencomo, quien casó también en los Remedios
(1711, lib.) 7º, folio 168 vº), con María de la Encarnación Alfonso, hija de
Asensio Alfonso y de María Sebastiana, aquellos fueron causantes de:
VIII. Francisco Basilio Bencomo, casado en los Remedios con Bárbara Rodríguez
de Fleitas, hija de Cristóbal Rodríguez, oriundo de Tacoronte, y de Teresa María
de Fleitas, padres que fueron éstos de: Don Cristóbal Bencomo y Rodríguez,
Arzobispo de Heraclea, don Santiago, Obispo electo de Astorga, don Pedro, primer
deán de Tenerife y primer Rector de la Universidad de San Fernando.
Por lo expuesto queda claro la ascendencia Real de los hermanos Bencomo y
Rodríguez, por vía materna descienden directamente del Gran Kebehi Benchomo, y
por la paterna del Menkey de Abona Adxoña, y por ambas líneas son
descendientes directos del legendario Gran Tinerfe.
La familia Bencomo, como otras muchas familias Canarias, aportó su
tributo de sangre a la colonización de América, veamos algunos ejemplos: Diego
Bencomo, en 1707 embarca para La Habana como cirujano del navío San José,
alias Los dos Leones.
Domingo Martín Bencomo, hizo un viaje a la Habana, del que regresó en
la fragata Nuestra Señora de la Rosa,
que llegó a Santa Cruz el 13 de septiembre de 1773. Posteriormente, regresó a
América, pues en 1788 figuraba como vecino de Coro.
Eusebio Bencomo, su esposa Francisca Vizcaína y los hijos de ambos,
Nicolás, Francisca Juana, Rosa y María Bencomo. Fueron una de las muchas
familias tinerfeñas que pasaron a repoblar Santo Domingo, con los emigrantes
que llegaron en enero de
Los supervivientes se instalaron en sus nuevas tierras. Bencomo, en quien
animaba el espíritu de justicia de sus antepasados fue uno de los menos
contentos con el asentamiento, se le acusa de fomentar protestas e incluso se
alude a la posibilidad de detenerlo por sedicioso. Las cosas en la nueva colonia
debieron arreglarse ya que en 1738 era uno de los diez colonos que habían
trabajado sus tierras de labranza.
Francisco Basilio Bencomo (padre de nuestro biografiado), que falleció
en Santo Domingo, siendo sepultado el 25 de
mayo de 1778. Francisco Basilio se dedicó al tráfico de Indias, en 1732
viajó a La Habana como pasajero de “combés” del navío Nuestra Señora
del Rosario alias La Estrella del Mar, pagando 14 pesos al contado
como importe de su pasaje. Hizo numerosos viaje a La Habana, el primero conocido
fue en 1760, con escritura riesgo de 232 reales. Por los años de 1764-1765
viajaba como maestre de la fragata Jesús Nazareno. Su comercio no debió
estar muy acorde con las normas de la Casa de Contratación pues en 1766-1767 ésta,
le abre un proceso sobre cuentas y flete de algunos de éstos viajes.
José Bencomo, embarcó en calidad de mozo en el barco Nuestra Señora
de los Remedios alias La Perla, que arrumbaba a la Guaira en 1765.
Nicolás Bencomo, natural de Tenerife, estaba avecindado en La Habana en
1709, fecha en que hace escritura de deuda por 667 reales a José de Torres,
vecino y soldado del castillo de Santa Cruz de Tenerife.
Rafael Bencomo, fue conquistador de Indias, participó en la campaña de
Pedro de Valdivia en Chile, muriendo en un enfrentamiento con los indios
araucanos.
ORIGEN DE ALGUNOS APELLIDOS ESPAÑOLES EN
CANARIAS
Es frecuente que cuando se trata del
tema de la identidad Canaria, quienes defienden el origen español o
portugués de todos los canarios suelen basar sus argumentos en dos
falacias históricas mantenidas durante centurias por los estamentos dominantes:
la primera afirma sin ningún tipo de pudor, que los guanches fueron
exterminados a raíz de la conquista; en la segunda, se suele argumentar que si
somos descendientes de guanches ¿cómo es que portamos apellidos españoles
tales como Delgado, Rodríguez, García, Hernández, Lugo, González, Pérez,
Albertos, Bonilla, Vizcaíno, hidalgo, Regla, Moreno, Flandes, Galván, Romano,
etc.? Es indudable que quienes así se expresan hacen gala de su desconocimiento
de los pocos humanitarios métodos de evangelización que los conquistadores
empleaban en sus campañas de rapiñas, conquistas y “cristianización”. Una
de las primeras medidas aplicadas por los invasores en los pueblos dominados
consistía precisamente en cortar de raíz la identidad nacional del pueblo
sometido; para ello no dudaban en imponer por todos los medios la eliminación
los elementos unificadores más importantes, como son la lengua y la religión
de los pueblos conquistados, dando a elegir a los sometidos entre la aceptación
de la nueva religión y lengua, o la esclavitud, como alternativa para poder
conservar la cabeza unida a los hombros.
Ante tal situación los sometidos, unos de grado y los más por conservar
la vida, se sometían al rito cristiano del bautismo, en este acto de anulación
de la identidad personal era frecuente que los nuevos neófitos tomasen el
nombre o los apellidos del circunstancial padrino, quien solía ser el nuevo dueño
de las tierras y personas las cuales eran incluidas en una misma data.
Posteriormente a la conquista, los guanches que de una manera u otra se
vieron obligados a integrarse en el nuevo orden impuesto, mantuvieron una lucha
soterrada para ocupar un puesto en la nueva sociedad que por derecho les
correspondía, la situación de discriminación étnica en que vivían las
familias guanches propiciaron el que éstas creasen falsas genealogías o
ocultasen sus orígenes guanches, única formula que les permitía el que
algunos de sus miembros pudiesen acceder a empleos civiles, militares o eclesiásticos,
pasando el tamiz de los expedientes de limpieza de sangre instruidos por la
“Santa Inquisición” para aquellos que aspiraban a realizar estudios
superiores en las universidades españolas o deseaban formar parte de los ejércitos
reales e incluso del clero. No deja de tener una gran carga de cinismo el hecho
de que un pueblo como el español compuesto de multitud de naciones y culturas
y, que en gran parte esta compuesto por descendientes de Mazighios, -Bereberes-,
Árabes y Judíos, instituyera los expedientes de limpieza de sangre cuyo fin último
era impedir el ascenso social de éstos últimos. Por otra parte debemos tener
en cuenta que los apellidos familiares se imponían en honor de alguno de los
padrinos o parientes, siendo frecuente que los hijos de un mismo matrimonio
ostentasen diferente apellidos.
Para en parte, ilustrar lo expuesto, damos a continuación una breve
lista de canarios que asumieron o le fueron impuestos nombres o apellidos españoles.
Por otra parte no es infrecuente el hecho de que en ocasiones cuando estamos
hablando con un Mago o campesino, un artesano, un modesto ventero o una amable
ama de casa etc., lo estamos haciendo con un descendiente de las antiguas
realezas isleñas o de su nobleza, quienes a pesar de las penurias sufridas
durante centurias, aún conservan el porte, la prestancia,
nobleza y el orgullo en la mirada, de sus ancestros.
Guize. Último rey de Maxorata (Fuerteventura), fue bautizado el 18 de
enero de 1405 tomando el nombre cristiano de Luis.
Amaluyge. Rey de la isla
de la Gomera en 1372, quien se enfrentó a la invasión del
conde de Ureña, Fernando de Orimel. Después de acorralados los
invasores, Amaluyge, tuvo piedad de los sitiados perdonándoles la vida.
Tomó el nombre cristiano de Fernando, llamándose Don Fernando Amaluyge.
Hera;Hupalupu;Hupalupa,
Pablo. Uno de los artífices de las rebeliones de los gomeros, consiguió
escapar de la masacre organizada contra los gomeros por la sanguinaria Beatriz
de Bobadilla, y Pedro de Vera, conquistador de Gran Canaria. En una balsa de fóles
se desplazó a Tenerife refugiándose en una cueva de la playa de Alcalá. La
familia Álvarez, de Chio son descendientes directos de Hupalupu.
Aythamy. Hermano de Thenesor Shemdan (Fernando Guanarteme),
se entregó a los españoles se hizo bautizar tomando el nombre de Diego.
Guayarmina. Princesa hija de Thenesor Semidan, llamada
después de bautizada Doña Margarita o Catalina Guanarteme, casó con el
conquistador Miguel de Trexo Carvajal.
Thasirga;Tazirga. Aya de la noble Tenesoya Vidina, fue
hecha prisionera con su ama y una sierva por los hombres de una fusta de Diego
de Herrera en las playas de Galdar, tomó el nombre de María.
Teneguana; Thenesoya o Thenesoya
Vidina. Fue raptada por hombres de Diego de Herrera en las playas de Galdar.
Casó con Maciot Perdomo Bethencourt, y tomó el nombre cristiano de Luisa. El
30 de agosto de 1528, hace información de nobleza en Galdar, ya viuda de Maciot
II de Bentaconr, quien dice ser «hija de Armide Iacocon, hermano de
Ventagoo, Guanarteme de Telde,»; en dicha información fue testigo entre
otros doña Catalina de Guzmán (Tenesoya), y declara que «es parienta de
la dicha Luisa de Ventancor, e de sus hijos, porque su padre de la dicha Luisa
de Ventacor e el padre de este testigo fueron primos, hijos de dos
hermanos».
Thenesor Semidán conocido como
Fernando Guanarteme, de la casa real de Telde, frecuentemente confundido por
algunos historiadores con Guanache Semedán, su tío, Guanarteme de Telde. Fue
hecho prisionero en unas cuevas (quizás de manera concertada) por tropas de
Alonso Fernández de Lugo, que estaban acantonadas en la torre del Gaete.
Conducido a España y presentado como trofeo de guerra a los reyes católicos en
el bautizo se le impuso el nombre de
Fernando en honor del rey aragonés y tomó como apellido el título de su tío,
Guanarteme, de regreso a Canaria luchó al lado de los españoles en la
conquista de su isla, consiguiéndose por su mediación la rendición de Ansite,
y con ella, la de la isla. Posteriormente
tomó parte en la conquista de Tenerife, siendo pieza clave en la batalla de La
Laguna donde su intervención hizo posible la victoria de los españoles. Éstos
lo distinguieron con importantes datas de tierras.
Fue de los primeros en recibir repartimiento en 6 de junio de 1499 se le
conceden 60 fanegadas de sembradura en las lomadas de Acentejo, el 4 de agosto
de 1504 se le confirman, en el mimo año le conceden 3 cahizes también en
Acentejo; en 1508 le asientan otros 3 cahizes; en 1507, recibe unas fuentes en
tejina de Guía y unas cuevas en la fortaleza de adeje en Abiyo; en 1508, una
fuente y tierras entre Terasuy y Tegueste; unas cuevas más 3 cahizes de tierras
en Abona, un solar en La Laguna, en 1517, además obtuvo repartimientos en Icod
y Teno.
Había casado con una canaria, María Fernández Vizcaína, quien aportó
como dote al matrimonio 3 esclavos guanches y una casa en Santa Cruz la cual
conservaba aún en 1525. No tuvo descendencia según Ciuranescu, pero es posible
que este autor estuviese en un error, pues el 7 de diciembre de 1564, Juan
Alonso, presenta un alvalá de fecha 20 de junio de 1522, de las tierras de
Abona, en nombre de Leonor Hernández, ya difunta, como hija y heredera de
Fernando Guanarteme, quien pide el asentamiento en el registro en nombre de sus
hijos y de Leonor Hernández, su mujer ya difunta.
Fernando Guanarteme fállese en Tenerife y, según presumen algunos
autores murió envenenado, fue enterrado en la ermita de San Cristóbal de La
Laguna, ermita que está ubicada en los terrenos donde tuvo lugar la batalla de
Aguere en la que él había dado las
máximas pruebas de fidelidad a los españoles.
Tenesoya hija del Guanarteme
Guanache Semedán, era la heredera de su padre y de la isla estaba bajo la
tutela de Fernando Guanarteme, Bautizada como Catalina y la casaron con el
conquistador Hernando de Guzmán, por lo que fue conocida como Catalina de Guzmán.
Marín de Cubas la llama Arminda, dice que tenía 18 años y estaba casada con
un hijo del Guanarteme de Telde llamado Tazartico. Ésta debía obediencia a su
tío Fernando Guanarteme su tutor, a instancias de éste decidió seguirle y
entregarse a los españoles como hemos apuntado en otro lugar. El acto de
entrega de la princesa a los españoles Marín de Cubas nos lo describe de la
siguiente manera:
«Después del mes de junio envió Pedro de Vera recado á D.
Fernando Guadharteme, que hiciese venir a su sobrina, con los demás nobles sus
parientes, al Real á entregarse como estaba pactado, y luego dieron orden de
traerla desde Tirajana por Telde, sin que viniese con ella ningún cristiano
español; traíanla en hombros de cuatro capitanes nobles, de cabello largo y
rubio, en unas andas de palo á modo de parihuelas, sentada, vestida de gamuza
á modo de badanas ó pieles adobadas, de color acanelado; venían delante de
las andas cuatro capitanes con capotillos de badana llamados tamarcos,
braguillas de junco, majos en los píes y guapiletes en la cabeza, y lo demás
desnudo; al lado de las andas algo hacía atrás, dos tíos suyos faisajes, y
después se seguía un grande acompañamiento de hombres todos que servían de
traer las andas á remuda. Salió Pedro de Vera con mucha gente al recibimiento,
y ellos hicieron su entrega por medio de la lengua ó interprete, diciendo que
allí venía la Señora de toda la tierra, heredera única y legítima hija de
su señor Guanartemy Guanachy Semidán, legítimo dueño y señor de la
verdadera línea y sucesión de dominio y señorío de la tierra; y que ella hacía
entrega voluntaria, y todos sus tíos y parientes que allí venían,
gobernadores de la tierra, en nombre y debajo de la palabra de su señor muy y
católico Rey D. Fernando entregaba su persona y personas al Capitán Mayor de
los cristianos que allí presente se halla que es Pedro de Vera, del Rey de
Castilla y León. Pedro de Vera y demás caballeros la recibieron a píe, y fue
abrazando a todos con mucho cariño; Traían todos los canarios el cabello
suelto por las espaldas, y la Señora Arminda, que los españoles llamaron
Almendrabella, vestido un ropón de gamuza con medias mangas hasta la sangradera
y largo hasta los píes, y zapatos de lo mismo pespunteados, y vestía una
tunicela debajo de la ropa con cuerpo de jubón á modo de justillo, de más
delgada badana; era el cabello largo y rubio, aderezado con arte, y en él
puestas algunas cosas de tocado que le habían dado a uso de España; y el
faldellín pintado á colores; tendría veinte años, era gruesa y más de
mediano cuerpo, robusta, el color algo moreno, ojos grandes y vivos y el rostro
algo alegre y celebrada de hermosura, la boca algo larga, la nariz pequeña,
algo anchas las ventanas, el cuello redondo y crecida de pechos...».
Tiferan. Encontrándose Gadifer en la rada de Gando, donde
descansaba de una de sus rondas de saqueo, se acercó a nado hasta el navío un
canario que portaba al cuello un zurroncito que contenía una relación escrita
por unos náufragos españoles, quienes referían el siniestro sufrido en el año
1382. Este canario había sido bautizado en secreto y se le puso por nombre
Pedro.
Aguaberque. Auxiliar de los conquistadores españoles, también
conocido por Fernando aguaberque el viejo, sus hijos fueron datados en Tesegue,
Valle de Guamara y Punta del Hidalgo. Una de las datas consigna: Francisco
Hernández, hijo de Hernando Aguaberque el viejo.
Francisco Hernánez o Fernández,
casó con la viuda Catalina Gaspar, madre de Asensio Martín, el mozo.
Anagua. Fue mujer de Deriman, nieto de Kebehi Benchomo,
se cristianizó como Ana Hernández.
Ayateronte. Noble de
la familia real de Adexe, conocido después por Agustín Delgado.
Badeñol. Conocido
por Francisco Hernández.
Gáima;Guáima.
Miembro de la familia real de Tahoro, mujer de color claro y rubia, era
dueña de los terrenos situados entre los barrancos de Guanaba (hoy de la
Arena) y el de la vieja o el Pinito, la Orotava, tomó el nombre de Beatriz Sánchez.
Guindama. Uno de los guanches que acompañaron al adelantado en
una de sus razzias a berbería, conocido como Diego Guindama.
Izora.
Hermano de del rey Pelinor y Achimencey de Guía de Isora en el tiempo de
la conquista. Los españoles le mantuvieron algún tiempo preso en La Laguna(de
donde fue liberado con maña por los hermanos Tacoronte, como se vera en más
adelante) por creerle implicado en el alzamiento del Mencey Ichasagua,
llevado a cabo cinco años después de la conquista. Después de bautizado se le
impuso el nombre de Hernán Pérez (testamento de su hija Catalina Pérez, ante
Sancho de Urtarte, año 1575), pero fue más conocido como D. Pedro de Adeje.
Uno de los episodios más divulgados de este personaje ha sido el de su
prisión en La Laguna, acusado de amparar al último Mencey de Tenerife, Ichasagua,
es probable que así fuera, pues la solidaridad entre los guanches “libres”
y los alzados fue siempre manifiesta. Creemos oportuno insertar el acuerdo
tomado por el cabildo en la sesión del
25 de noviembre de 1505, referente a esta cuestión y en la que actuó como
interprete Guillén Castellano, canario y regidor,
donde unos guanches de Tacoronte vieron la oportunidad de conseguir la
libertad de don Pedro y la aprovecharon. El contenido del acuerdo del cabildo
fue como sigue: «...E luego paresçió ende presente Simón e Fernando
Tacoronte e Gaspar e Fransico de Tacoronte, guanches, por lengua de Guillén.
E hizieron un requerimiento al dicho señor alcalde mayor Pero Mexía que
estava presente, que por cuanto el señor Gobernador Alonso de Lugo e por la señora
Bovadilla e regidores les ha sydo mandado que tomen los guanches ladrones, que
ellos están presto de lo hazer e cumplir e trabajar en ello con todo su poder,
con tal que le sean dados los mantenimientos y espensas necesarias y las otras
cosas; e que por cuanto al presente el señor alcalde tyene preso a un guanche
que se dize don Pedro de Adexe, el
cual sabe la tierra del reyno de Adexe do andan los alçados, que por tanto se
lo mandase dar e que ellos se obligavan e obligaron con sus personas e bienes
muebles e raíces para se lo dar cada que se lo pediese e demandare, so pena de
sus personas a merced del rey e los bienes perdidos.
E luego el dicho señor alcalde dixo que lo requerido por los dichos
guanches le paresce bien, pues que le dan fiador de la faz que les da el dicho
guanche; que pedía a los señores regidores le digan su parecer.
E luego todos los dichos regidores dixeron que su voto e parecer es que
al dicho guanche que asy está preso se lo de el dicho alcalde a los dichos
guanches para sacar los dichos alçados, pues que es servicio de Dios e bien e
pro de la ysla; con tanto que el dicho alcalde reciba fiança bastante de la haz
del dicho guanche.
E luego el dicho alcalde respondió al voto e parescer de los dichos
regidores, en que dixo que en presencia de todos, que la señora Bovadilla le
encomendó la vara de justicia, con acuerdo de todos ellos, para que él feziese
justicia a servicio // de Dios e de sus Altezas, y que el dicho guanche él le
tenía preso por ciertas querellas que dél dieron, de las cuales el dicho ha
quesydo saber la verdad y no ha hallado por do pueda proceder contra él por
ningund rigor de justicia, e que el dicho guanche está preso y que él no lo ha
soltado fasta más se ynformar, y pues que al parescer de tos los señores
regidores e suyo es que el dicho
guanche puede aprovechar para ayudar a tomar los alçados que andan robando la
tierra e vecinos della, e que le plaze dar
en fiado a todos los cuatro guanches que hizieron la dicha obligación, para que
e cuando se lo pediere el alcalde u otro juez lo pornán en la cárcel segund
que se obligaron».
Que sepamos don Pedro de Adeje jamás volvió a la cárcel, y los
Tacoronte, continuaron manteniendo sus vínculos con el cabildo e incluso
algunos de ellos fueron jefes de cuadrillas de los ganados, y algunos alcaldes
de la Mesta.
Malagua. Después de bautizado fue conocido como Hernando Malagua.
Moreque. Príncipe de Adeje, segundo hijo de D. Diego, gobernador
de la “provincia” de Chasna, bautizado como Alonso Díaz, casado con
Catalina Ferrandes (Fernández?), Fue persona bien situada económicamente tal
como se desprende de algunos documentos de la época y donde se titula «Alonso Díaz, hijo del rey de Adeje». En 1514, cede a su primo
Juan Delgado, seis fanegas de tierras en Maca (Mazca), en la madre del
agua en el lugar de Çeque, con toda el
agua que le correspondía. El 20 de octubre de 1514, fue presentada la
data por Juan Delgado, y en 7 de diciembre de 1534, presentó el documento Juan
de Bonilla (de la familia real de Adeje), heredero de Mazca quien daba
por buena la venta ante el escribano Rodrigo Fernández, en San Pedro de Daute.
Napay Guacherbe. Mayoral de los ganados que los guanches tenían
asignados a la Chaxiraxi (Virgen de Candelaria). Estos rebaños tenían
destinado como lugar de pastoreo el término de Igueste de Candelaria,
donde los pastores tenían prohibido entrar con otros ganados bajo pena de
muerte, fue conocido como Francisco
Napay.
Ruyman. Hijo de Kebehi Benchomo, después de bautizado se
llamó Antonio Bencomo, casó con la princesa Guacimara, de Naga,
quien tomó el nombre de Ana Hernández.
Tacorote. Mayoral de la cuadrilla de pastores que cuidaban de los
ganados que pastaban entre Behía y Benehian, y entre Tejina
y las montañas (acuerdos del Cabildo. Año 1503), bautizado como Francisco Tacorote.
Texena. En 1512 elevó un mensaje de protesta a la corona española, fue
conocido por Juan Texena.
Andrés de Güímar, también conocido como Andrés de Llerena,
fue esclavo de Lugo, y después del conquistador y regidor Fernando de Llerena,
siendo de los bandos de paces, la esclavitud de Andrés fue ilegal.
Por este motivo Andrés de Güímar en cuanto se vio libre gracias a una
herencia dejada para su ahorramiento por su tía Catalina Fernández, en 1505,
puso demanda al adelantado ante la corona reclamándole a éste y a Llerena los
años que estuvo privado de libertad y sirviéndoles los cuales cifró en 50.000
maravedíes. Por carta de fecha 9 de diciembre de 1508, se cita a Andrés de Güímar
para que comparezca ante el consejo para declarar en el pleito que sigue contra
el adelantado. La resolución del consejo debió ser favorable a Andrés pues
siete años más tarde el consejo remite una orden al teniente de gobernador de
La Palma y Tenerife, para que ejecute una sentencia del Ldo. Lebrón, juez de
residencia al adelantado de canarias, y gobernador ambas islas, a pagar a Andrés
5.000 maravedíes que aún le adeudaba más las costas.
Andrés de Gúímar o de Llerena, mantuvo otros pleitos con el adelantado
Alonso Fernández de Lugo, éste era un enemigo peligroso por los métodos
expeditivos que acostumbraba a emplear para eliminar obstáculos en su camino o
simplemente a quienes se oponían a su “santa” voluntad, por ello era
frecuente que los vecinos de la isla –incluso los poderosos-acudieran a la
corona en solicitud en de cartas de seguro, y autorización para portar armas,
pues no era infrecuente que quienes osaban enfrentarse a Alonso de Lugo, fueran
victimas de accidentes mortales.
En 1515, el consejo cursa comisión al licenciado Cristóbal de Valcárcel,
teniente de Gobernador de La Palma y Tenerife, para que entienda en la demanda
presentada por Andrés de Güímar, natural y vecino de Tenerife, que se queja
del adelantado de canaria, gobernador de dichas islas, en nombre de los
restantes guanches. Los motivos de agravios son los siguientes: expulsarles de
la isla cada vez que lo desea, impedir el regreso de quienes se hallan fuera de
ella, prohibirles el llevar armas en el campo, los caminos y en sus casas,
ordenar que se presenten en la villa de San Cristóbal y permanezcan en ella
cuatro o cinco días descuidando sus haciendas y ganados, y obligarles a
perseguir malhechores (alzados) sin pagarles por ello.
Andrés de Güímar a pesar de sus años de esclavitud al servicio del
conquistador Fernando Llerena, después de horro continuó manteniendo
relaciones amistosas y comerciales con el regidor.
Octubre de 2011.
Fig 2: Don Cristóbal Bencomo y Rodríguez.
Fig 3: La lagunera calle del Agua, lugar de nacimiento de Bencomo. Foto: Archivo del Autor.
Fig 4: Después, los conquistadores trocaron el acero de sus espadas, en indignas cadenas de esclavitud. Foto: Archivo del Autor.
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