¿QUIÉNES
SOMOS LOS MAZIGIOS CANARIOS?
CAPITULO
IX
Eduardo Pedro García Rodríguez *
15.-
La
figura del genio mediador fue transformada por el catolicismo, de un genio
travieso en un diablo cortado a imagen y semejanza del Satanás cristiano, una
prueba de lo dicho la aporta una leyenda que hasta finales del siglo XIX,
circulaba en boca de los ancianos de las bandas de Chasna (Chinech). Esta
ancestral leyenda del pueblo guanche fue recogida entre otros autores por el
boticario español, Cipriano de Arribas y Sánchez.
Entendemos
que toda leyenda encierra en sí un hecho o acontecimiento histórico, que con
el transcurso de los siglos o milenios ha llegado hasta nosotros deformado o
envuelto en las brumas de la mitología, en algunos casos enriquecidos con los
aportes literarios de las sucesivas generaciones, las cuales van añadiendo al
relato elementos propios de cada época.
Era
un matrimonio guanche de la nobleza del gran Tinerfe, tenían un hijo sumamente
apuesto, de gran agilidad en las pruebas deportivas y de gran valor en los
combates, pero de carácter bullanguero y amante de las comilonas y del ocio,
además de gustarle en extremo el juego de las apuestas hasta el punto de
consumir todos sus ganados.
Viéndose
completamente perdido, desde Goimar donde residía, fue a parar a las cumbres de
Vilaflor (Chasna). Allí aburridísimo invoca a guayota (el genio del Teide),
aparécele un maxio (espíritu) que le impulsa adelante. Andando andando encuéntrase
entre unos gigantescos pinos, donde sale a su encuentro una vieja que lavaba
unas pieles en una charca. La vieja le dice: “vuelve a tras que vas perdido
que por aquí no se sube a la residencia de Guayota
(el Teide); Si éste es tu deseo continua por este risco
arriba”. Al poco rato sentadas al píe de una cascada de cristalinas pero
aciduladas aguas (agrias) halla a tres hermosas guanches, estas eran hermanas y
se llamaban Vilaflor, Jaruma y Tindaya. Como la Vilaflor estuviera lavándose
los píes, el joven cójele un una
soleta de su calzado y se marcha huyendo, pero ella le grita que se la devuelva
y se casará con él. Entrégale el mozo la soleta a la hermosa Vilaflor le
dice: -pues bien yo te ayudaré en tus propósitos; mi padre es Guayota, el
genio del Teide que tú buscas y estas jóvenes son mis hermanas; mira ahí
viene mi padre, si te envía con un gánigo a sacar agua de otra vasija muy
grande, es para empujarte y ahogarte, no vayas, le dices que tu no eres plebeyo.
Le
conduce Vilaflor a su cueva y el padre entonces ordena que para casarle con su
hija, habría de ir a la montaña cercana, zorribarla, sembrarla y recoger las
habas maduras. Fue a ello con Vilaflor dejando ésta una saliva encima de una
laja dentro de su gruta, la que respondía por ella a todo lo que desde su cueva
le preguntaba a gritos su padre Guayota. Entrégale al fin el joven a
Guayota las habas cosechadas, pero de nuevo que fuera al mar en busca de un
collar cuentas de barro almagre que su mujer había perdido cuando se estuvo bañando.
Fue también en busca del collar y un anillo de barro, pero en compañía de
Vilaflor, al llegar a la orilla del mar ordenó ella que con una punzante tabona
la picase en un brazo y recogiese la sangre en una pequeña calabaza de agua que
al efecto llevaba y que tuviese mucho cuidado al arrojarla al mar que no se
derramase ni una sola gota y que además tocase el pito taxaraste (tambor) y el
silvato (flauta de caña) para no dejarse dormir, teniendo sumo cuidado y el oído
alerta para acudir a sacarla del agua tan pronto como le llamase; cansada de
gritar ella y medio dormido él oyó los gritos y acudió a sacarla del agua
cuando ya Vilaflor estaba medio muerta, tendiéndola en la playa. Como el
descuidado mancebo había derramado una gota de sangre fuera del mar, Vilaflor
llegó a tierra con un dedo de menos en su mano derecha, aunque había logrado
rescatar del fondo del mar el collar y el anillo de barro.
Cuando
llegaron a su cueva rendidos de cansancio, oyeron los gritos de Guayota que decía
-venga, entrégame el collar y el anillo si nó mueres-. Se los presentó y
entonces la mujer de Guayota le dice a este -ya ves que es más diablo que tú,
pues ha traído lo perdido en el fondo del mar.- En vista de esto dicénle que
le van a casar con una de sus hijas. Para escoger a una de las tres hacen que éstas
introduzcan a través de un tabique de cañas sus manos, nuestro héroe escoge
la mano a la cual le faltaba un dedo y que naturalmente correspondía a
Vilaflor, Guayota consintió en que los jóvenes se desposasen.
Ya
de noche Vilaflor dice a su marido: -Esta noche padre nos viene a matar a los
dos.- Para evitarlo acordaron llenar dos zurrones de cabra con sangre de oveja y
viento y los colocaron en la cama tapándolos con pieles huyendo a continuación
hacía Adeje. Tal como había previsto Vilaflor, sobre la media noche Guayota se
introdujo sigilosamente en la cueva del nuevo matrimonio y de repente comienza a
dar macanazos (garrotazos) limpio sobre los bultos que estaban en la cama hasta
cansarse, y por último los pinchó muchas veces con su lanza de barbusano
(madera) y como soplaba el viento contenido en los zurrones Guayota creía que
era los lamentos de sus moribundos hijos; como consecuencia de los macanazos se
abrió las bocas de los zurrones esparciendo por el suelo de la cueva parte de
su contenido, con lo cual Guayota quedó persuadido de que había dado muerte y
desangrado a los jóvenes, por lo
cual se retiró convencido de que había llevado a cabo sus propósitos.
Al día
siguiente la mujer de Guayota descubrió el engaño, y se lo contó a su marido
riéndose del engaño de que había sido objeto le decía: ¿mira bien no ves
que son cueros? La verdad es que ellos son más diablos y hechiceros que tú;
pero corre en su seguimiento y mátalos en el camino. Púsose en marcha y al ser
reconocido por su hija transformase ésta en mocán (árbol) y su esposo
comienza a recoger en el suelo el fruto caído. (yoya) Guayota le pregunta por
la pareja y él le contesta que a nadie ha visto pasar. Vuélvese a su
residencia y su mujer riendo estrepitosamente le dice: pedazo de goro
(cochino= cerdo) -también significa el chiquero o pocilga- aquel a quien
preguntaste era el marido y el árbol de mocán tu hija, vamos a cogerlos. Los
hijos escalan el risco llamado hoy “Monte del agua agria” y al acercarse
Guayota a ellos como por encanto la hija se convierte en agua agria y el marido
en risco por donde manaba el agua. Entonces la mujer de Guayota cansada y
jadeante se vuelve a su cueva. Al día siguiente al amanecer vuelve a buscar a
sus hijos y estaban en el mismo Vilaflor, aún durmiendo la mañana entre unos
pinos gigantes que es el llamado hoy Pino gordo y ella en el pino
denominado Madre del agua. Entonces la mujer de Guayota desesperada por
no hallarlos exclama: ¡Olvidados seáis el uno del otro! Los pinos quedaron
para eterna memoria y ellos, vueltos de su encantamiento, se desconocieron; ella
fue para Adeje y él quedó en Chasna, después Vilaflor. Pasado un año trata
de casarse el héroe ya referido, y en una reunión de muchas gentes y guanchas
de cabellera rubia y rostros algo moreno y bello, entra dentro de la cueva donde
estaban reunidos una esbelta joven, se pone en medio de todos cantando, silbando
y de pronto se arrodilla y mira al techo de la gruta invocando rezos o
exorcismos que el resto de los asistentes no comprenden, la miran creyéndola
loca: debajo de su tamarco de pieles traía un envoltorio de pedazos lanudos de
cuero de cabra en forma de una persona y fijando su vista en el novio que iba a
casarse y golpeándole con el citado envoltorio en forma de muñeco le dice: ¿Te
acuerdas del gánigo de agua que mi padre te ordenó sacaras de la vasija
grande? -a que respondió ¡NO! A cuya repuesta la joven menudeaba de
lo lindo los golpes con el muñeco. Lloraba él, y ella continuó. ¿Te
acuerdas de la montaña, su sorribo, siembra, recolección y entrega de las
cultivadas habas?: Si recuerdo un poco – ya los golpes no le dolían tanto- ¿Te
acuerdas cuando me sacaste del mar con un dedo de la mano derecha menos por ir a
buscar un collar y un anillo de barro? El joven fijándose en la mano, pone
las suyas sobre las sienes como queriendo traer a su memoria vagas ideas
y ella continua diciéndole: ¿no te acuerdas cuando coloqué dos cueros con
sangre de oveja para librarte la vida, cuando me convertí en Mocán y después
en pino?; recuérdolo perfectamente, ven a mis brazos, tú eres mi bella
Vilaflor, con quien me caso ahora es contigo, efectuándose la boda con gran
contentamiento de los presentes. La novia celosa y airada dio su mano en el acto
a otro que también la pretendía, dirigiéndose después cada matrimonio a su
auchor (hachón) o cueva habitación. Al entrar hóyese un terrible estruendo,
la tierra se conmueve, los temblores se suceden con rapidez, un horroroso trueno
se oye, todos salen asustados fuera de sus viviendas, y el espacio a pesar de la
oscuridad de la noche, se ve iluminado por un resplandor rojo oscuro que ilumina
toda la atmósfera; Se dirige la vista al Teide y éste vomita de su profundo
seno rocas ardiendo con ruidos espantosos, repetidos por los ecos delas montañas;
cenizas ardientes caen a los píes de los atemorizados guanches, un olor a
azufre penetra por el olfato y formidable río de lavas ardiendo en forma de
cascada de fuego se precipita por una montaña. Es el volcán del Teide,
residencia de Guayota, que al saber el casamiento de su hija Vilaflor, duramente
enojado por creer que eran muertos sus hijos, les envía el fuego de los antros
infernales y terrestres, dando espantosos estampidos, que son los gritos
desesperados de Guayota, al querer convertir con sus fuegos la isla de Chinech
en una quemada roca volcánica pelada, desierta y aislada en medio del Océano;
lo que no pudo conseguir porque todos pedían a Achuran (el Sol) que tenía más
poder que él y la isla se salvó.
Imagen
tomada de: Mundo Guanche.
Mayo
de 2012.
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