¿QUIÉNES SOMOS LOS MAZIGIOS CANARIOS? (II)
CAPITULO III. (III)
Eduardo Pedro García Rodríguez
Buenaventura Bonnet, aventura la llegada a las islas de Fuerteventura y
Lanzarote, de una de las expediciones de ocupación procedente de las costas del
continente, esta expedición partió del Cabo Num entre los años 1.150 al
De las tribus que se arriesgaron a la empresa, la principal o directora del movimiento sería la de los Mahu-haría que antes de ahora hemos nombrado. La expedición partió del cabo Num donde mueren las últimas estribaciones del Anti-Atlas y desemboca en el Draa, puntos geográficos bien señalados para indicar una nueva ruta a los pueblos emigrantes.
Los invasores arribaron a las
costas orientales de Fuerteventura por algunos de sus puertos, tales como el de
las Lajas, Tegurame o el de Tuineje”.
Continua Bonnet exponiendo su teoría sobre la ocupación de diferentes
partes de la isla por los recién llegados, afirmando que éstos construyeron
ciudades y fortificaciones desde las que se defendieron no sólo de los
primitivos habitantes de la isla sino de posteriores invasiones provenientes
también del continente, dice además que estas construcciones estaban formadas
por grandes piedras muy bien trabajadas pertenecientes al tipo llamado ciclópeo
o pelásgico análogo al usado en Micenas o Argos. Igual procedencia le atribuye
a la muralla que separa la Península de Jandía del resto de la isla, apoyándose
para esta afirmación en la supuesta autoridad literaria del frayle
J. Abreu Galindo.
Es sorprendente que autor, tan bien documentado en cuanto a las razas
humanas, no nos aclare quienes eran éstos habitantes trogloditas pertenecientes
a la raza de Cro-mañon que ya ocupaban las islas, y en que época anterior a
los Cro- mañón arribaron a las mismas, extremos éstos que nos es aclarado por
el paleontólogo don Francisco García Talavera, como veremos más adelante.
Creemos oportuno hacer algunas observaciones a los planteamientos de
Bonnet, empezando por los habitantes que moraban en la isla cuando la arribada a
ésta de la segunda oleada de inmigrantes, no es probable que los antiguos
habitantes fueran tan numerosos como para ofrecer una tenaz resistencia a los
nuevos invasores, o por el contrario los recién llegados debían ser pocos. En
cuanto a las construcciones ciclópeas, no lo debieron ser tanto ya que poco más
de dos milenios después no existían tales construcciones, y aunque los restos
que hasta nosotros han llegado son de proporciones considerables, no son lo
suficientes ciclópeos como para compararlos con los de Creta o Micenas, en
cuanto a la muralla que separa en dos partes a la isla muy bien pudo ser
construida para formar un gran redil para concentrar el ganado guanil o como
reserva de pastos en los que los rebaños pudiesen pastar en determinadas épocas
del año. Es probable que, aunque la isla estuviese dividida en dos reinos, el
relativamente reducido espacio que ocupa la Península de Jandía no sería uno
de ellos, ya que este restringido y árido territorio es insuficiente para
sostener a una comunidad humana de cierta entidad, y mucho menos para sustentar
los rebaños necesarios, que eran la base económica de la población.
Posteriormente, se produce otra arribada a las islas de la tribus Chahun
procedente del continente, esta vez parten del cabo Juby, y no del cabo Num como
la anterior. Estas tribus probablemente procedían de los montes Atlas, según
se desprende de lo expuesto por Plinio en su historia natural refiriéndose al
Atlas, (L.V, cap. I.) “Los que habitan
los más cercanos montes llenos de elefantes y fieras y todo género de
serpientes, se llaman Canarios, porque el sustento de los perros es el mismo que
el suyo, y comparten con ellos las carnes de las fieras”. Por los datos
que nos suministra Plinio, podemos ver que los Chahun supieron desde
tiempos remotos domesticar y utilizar a los perros como ayuda en la caza y
control de los rebaños y, por consiguiente, compartían con ellos parte de los
despojos de las piezas obtenidas, de ahí el ancestral afecto que el hombre
canario a profesado a los perros.
Apunta Abreu Galindo y otros
autores, que la isla de Canaria toma el nombre de unas tribus que habitaban las
faldas del monte Atlas y a quienes los demás habitantes de la región llamaban
Canarios o Canarií, aventurando que los primeros en descubrir y habitar la isla
fueron estos Canarios, dando por consiguiente nombre a la misma, la cuestión es
que, a juzgar por lo expuesto, estos autores desconocían que los naturales
daban a la isla el nombre de Tamaránt o Tameránt, nombre de origen púnico,
por lo que creemos que el nombre de Canaria le fue impuesto a la isla por los
primeros europeos que en la baja edad media aportaron a ella para efectuar
razzias de esclavos y ganados. También cabe la posibilidad de que la isla
tomara el nombre de la tribu Canarií, una de las transportadas por los fenicios
cartagineses para la fundación de factorías en las islas. Esta tribu
indudablemente acabó imponiéndose a los primitivos habitantes.
Veamos la probable ruta seguida por estas tribus hasta aportar a las
islas: desde los montes Atlas, los Chaun o Kahun se fueron
acercando a las costas de Mauritania, Tholomeo (libro V, Cap. VI) afirma que
existía en el continente un cabo denominado Chahun extrema, es decir la
última canaria, lugar que se corresponde con el actual cabo Juby, (el cual toma
su nombre actual del rey Juba II,
quien ordenó un reconocimiento de las islas, usando información tardía
obtenida de los romanos) siendo este punto el más meridional alcanzado por las
tribus Chahun. Desde el cabo Chahun extrema la nueva emigración
aportaría a las costas de Fuerteventura, y desde el sur de esta isla navegarían
hasta la de Gran Canaria, invadiéndola por la parte oriental y por el sur
dominando como hemos dicho a la población pre existente.
Origen de los guanches de las islas de Chinech (Tenerife), Benehuare (
Aproximadamente a unos
Si bien los habitantes de Tenerife y
Vamos a tratar de acercarnos a la procedencia de este pueblo, nos
remontaremos a los faraones egipcios de
Caristiés-Jomard, en su “Descriptión des ruines situées prés de
la pyramides d’ Hauoarah” en “Descriptión de l’Egypte”, tomo IV,
páginas 478-524, y Lepsius en su “Briefen ans Aegipten”, págs. 74 y
siguientes, ponen fuera de dudas la fundación de la primitiva ciudad por
Amenemhait III, la que más tarde bajo el reinado de Ramsés III, sería poblada
por tribus libias, éstas tomaron el nombre de la ciudad que habitaron. De Haouarah
derivó la voz Haouar-ythes, terminación ésta última de origen griego
que significa pobladores, descendientes, y también valientes o guerreros, como
en hopl-ytes. La traducción será: “los oriundos o los valientes de
Haouarah”. Unidos con los Guan-shait, “los hombres de las tierras
del lago”, fueron emigrando en etapas sucesivas hacía el occidente, hasta
Argelia, invadiendo Marruecos y desde allí, posiblemente impulsados por las
sequías o el empuje de otros pueblos a las Islas Canarias, estableciéndose
principalmente en las islas de Tenerife y La Palma, (Benehoare=
Ben-descendientes (los de la tribu) de Haouarah.) Aunque a algunos les
pueda parecer que la distancia
recorrida por estas tribus pueda parecer larga, debemos recodarles que las
distancias recorridas por los iberos desde el Cáucaso a hasta España, los
germanos desde el centro de Asia, y los árabes desde el centro de su península
atravesando todo Áfrika hasta España y sur de Francia, fueron notablemente
mayores.
En buena medida se puede aplicar a la isla del Hierro lo expuesto para el
resto del Archipiélago, aunque algunos autores sugieren tres etnias como
primitivas habitantes de la isla, y que clasifican de la siguiente manera:
Tribus de cráneo dolicocéfalo, de gran estatura, frente ancha, órbitas
rectangulares prolongadas en el sentido horizontal y coronadas de fuertes
arcadas superciliares; la cara muy ancha en la parte superior y la nariz recta y
corta.
Entre las tribus que sucesivamente fueron ocupando la isla del Hierro,
Hero o Ecero, cabe destacar una
de indudable origen semítico, de estatura más baja, de cráneo dolicocéfalo
también y a veces subdolicocefalo, menos alargado que el de los guanches, y
perfectamente ovalado: con cara alta y estrecha, ojos también altos, redondos
muy abiertos, con arcadas superciliares poco salientes, nariz larga y estrecha,
con escasa depresión en la raíz, pómulos deprimidos, maxilares estrechos y
barbilla un poco puntiaguda y saliente. Estos hombres vivían en un estadio
menos desarrollado que los de las otras islas. Su economía se basaba en rebaños
de cabras, ovejas y cochinos (cerdos), y del cultivo de cereales, basando su
alimentación en carne asada, leche y mantequilla, posiblemente practicarían
algún tipo de pesca de costa. El marisqueo está ampliamente documentado en los
antiquísimos concheros que existen en varios puntos de la isla. También
utilizaban raíces de helechos las cuales una vez limpias y secas molían,
consiguiendo una harina que empleaban como gofio, con el que alimentaban
especialmente a los niños recién nacidos, dándoles de comer usando como
cucharas unas raíces hilachadas o hilachazas las cuales llamaban aguamanes.
Eran de por sí de carácter bastante melancólico, aunque extremadamente
sociables y muy aficionados a las Guativoas o Guatativoas,
banquetes comunales en los que participaban toda la comunidad, bailaban y
cantaban endechas en extremo triste acorde con su carácter natural. Careciendo
de instrumentos musícales, se acompañaban con el sonido de las palmas de las
manos haciéndolas sonar de manera rítmica y acompasada. Vestían de manera
similar al resto de las islas, y dormían sobre pieles y paja de helechos.
La práctica de la religión estaba diferenciada por sexos, las mujeres
adoraban a una deidad denominada Moneiba y los hombres a otra que
llamaban Era Orahan, variante Eraorahan, tenían por cierto que el
espíritu del mal se les aparecía en forma de cerdo al cual llamaban Aranfaibo.
La principal fuente de agua de la isla la constituía un árbol, probablemente
un Til, (posiblemente un Oreodaphne foetens Nees,) al que llamaban Garoe
o árbol santo. El núcleo de población más importante era la aldea de Amoco,
rebautizada por los españoles como Valverde. A la leche llamaban achemen,
a la mantequilla mulan y a las raíces de helechos haran. Esta última
es la palabra de “pan”, pero no representa la forma silha aggurn (de awwurn),
sino que se aproxima al gadamés abaren, mzab. wargla, senhaza aren.
Posiblemente se presente aquí haren con h o, simplemente aren.
En mazigio no encontramos guatibao (banquete) es posible que sea
error de escritura, Tinubga es la hospitalidad” y, tal vez hayamos de
leer –bga el sospechoso –bao. Pero también puede haber otra
formación análoga.
Amoco, es palabra que recuerda al silha tuga “pradera”, que bien puede
traducirse por “valle verde”. En
tuga el artículo femenino está fusionado con el nombre. En Titoreygatra
hay un cortijo Uga, citado por Berthelot que quizás sea igual
Vga, citado por Torriani.
En la costa de Ecero, hay unas rocas llamada
Roque del Zalmor, en las que había grandes lagartos. Se trata aquí
de Zalmor. Nada sería más natural que haber llamado a las
rocas “roques de lagartos”.
En silha tazelmemuit es el “lagarto”, en la kabilia tazermemuit
y en ghadamés tezeruit. En Zalmor hay un colectivo sin artículo,
cercano al silha azelmamu en
el Sus. Suponemos zalmum.
Después de esta digresión centremos nuestra atención en el tercer
grupo significativo, éste está compuesto por individuos braquicéfalos, de cráneo
corto y narices anchas, cuyas características se corresponden con los
habitantes de
Nosotros discrepamos de tal denominación, más para ello hemos de hacer
presente a quien nos lea, que en árabe y en beréber sólo existen tres
mociones o signos para expresar los cinco sonidos de nuestras vocales;
unos traducen por “a” y otros por “e”, la primera de dichas
mociones, denominada “fataja”; la segunda “quesra” por la “e” o la
“i”; y la tercera, “damma” una veces por “o” y otras por
“u”.
Siendo esto así, vemos que según Abreu Galindo, pág. 197, los
habitantes de la isla de Tenerife habían tomado el nombre de “Bincheni”,
corrupción según el señor Berthelot de “Beny`Cheni”, transformado en
“Ben-Cheni” o “Bin-Cheni”, según opinamos de conformidad con las reglas
enunciadas. También pudo deribarse esa última palabra de “Beny`Chinerfe”,
y ésta de “Tchinerfe”. Como “Beny” o “Ben” significa hijo,
descendiente o tribu, y “Chenerfe” o “Tchinerfe”, Tenerife, la traducción
sería “hijos de Tenerife”.
De la voz “Bin-cheni” nace la de “Bin-Ben-Cheni” o
“Bin-Ba-cheni” (transformada la “e” en “a” o sea “Binbanche” o
“Binbache” por pérdida de la segunda “n”, al pasar esa voz al
castellano), cuyo primitivo origen fue “Ben-Ben-Cheni”, que quiere decir en
beréber “hijo de los hijos de Tenerife”; así el nombre de “Binbachos”
expresa claramente que un ramal guanche de Tenerife pasó al Hierro”.
En referencia a un modesto trabajo mío, publicado en la separata La
Prensa del periódico local El Día, en el cual hago referencia a una
interpretación que del gentilicio Bimbache, hizo Don Buenaventura Bonnet, el
investigador canario don Antonio Cubillo Ferreira, tuvo la gentileza de enviarme
unas corteses líneas en las que me expone su desacuerdo en la interpretación
que del gentilicio Bimbache hizo el mencionado Sr. Bonnet. Entiendo que la
aportación del Sr. Cubillo puede ser esclarecedora del tema, por ello, me tomo
la libertad de reproducir en estas páginas, parte del contenido de la
mencionada nota: “...De acuerdo con lo que dice sobre la piedra Zenata y
sobre mi estimado amigo el Pro. Muñoz. Noto sin embargo al leer su art. que
admite la traducción del Sr. Buenaventura Bonnet para el significado de
Bimbache y Bincheni. Aquí el Sr. Bonnet se equivoca en la partícula BEN aunque
por otro lado acierta sobre el origen de los Bimbaches. En efecto, BEN significa
hijo de ...en las lenguas semitas pero no en el berber donde hijo se dice AITU y
también AIT. Pero ¿qué ha
sucedido con los muchos BEN..., que existen en Canarias como antropónimos o
como topónimos.?
Cuando los castellanos llegaron a Canarias se encontraron con un pueblo y
una lengua que tenía la consonante W y en el castellano esta letra no existía.
Sin embargo ellos debían traducirla o copiarla tal como la oían, por ello una
veces empleaban la G y otras la B castellana. Publiqué algo de esto en una
publicación hecha hace unos años donde empecé estudiando el castellano del s.
XV para ver como los conquistadores oían a los guanches y como lo escribían.
En Canarias existía una variante dialectal donde
WA-N berber siempre significa “el de...” y el plural se dice WIN, es
decir “los de.”Aquí se da el mismo fenómeno para el oído de los
conquistadores y escribían BIN.
En lo de BINCHENI, es fácil de ver de donde viene: WIN-CHINET, es decir
los de Chinet, podría ser una solución. ¿y como se llega a Bincheni?. Fácil,
en guanche si dice WIN-CHINET tiene un efecto eufónico que tiende a
transformarse con el tiempo, por evolución natural de la lengua en WINCHENIT,
que es más fácil de pronunciar con inversión de la I en E y cuando los
conquistadores llegaron ya se había producido la evolución, pero ellos oyeron
y escribieron BINCHENI, con caída de la –T-, final.
Lo de Bimbache, hasta el momento no se de donde viene. Desde luego no
tiene nada que ver con el nombre de la isla que era, HERO. Pudiera ser que era
otro grupo humano venido de otra parte, o que estaban en otra parte de la isla y
se diferenciaban de los primeros por otro origen; no se por el momento.”
Hemos querido dejar en último lugar el estudio de los primitivos
habitantes de la isla de Ghumara por las especiales características étnicas
que muestran notables diferencias con el resto
de los antiguos habitantes del Archipiélago. Esta particularidad es
debido a que no recibió aportes poblacionales importantes después de la
primera arribada manteniéndose prácticamente pura, exceptuando dos pequeños
grupos compuestos de individuos con ascendencia cromañoides prehistóricos y
semitas históricos, el resto mayoritario de la población lo compone un tipo
racial del cual Verneau, dice: “otro tipo de cráneo corto y narices anchas
y cuya procedencia se ignora, constituía una pequeña minoría de Canaria y
Hierro, y abundaba en la Gomera. Era de pequeña estatura, sepultaba sus cadáveres
en cuevas, y el núcleo principal residía en la Gomera.” y a la cual
Buenaventura Bonnet, imbuido por su espíritu nacionalista se empeña en
encontrar para la misma un origen europeo, denominándola
raza de Furfooz.
Veamos los planteamientos que
sobre los primitivos gomeros expone Bonnet, “ Todavía florecientes las
tribus de Cró-Magnón, vivían al occidente de Europa otras razas, que se
distinguían por ser más o menos braquicéfalas. Estas razas estuvieron
representadas por escaso número de individuos hasta la dispersión los
cazadores del reno, en que nuevos grupos vinieron a repoblar los lugares que éstos
dejaron vacantes. Estos nuevos pobladores no desarrollaron su historia sino en
el periodo neolítico.” continua más adelante diciendo: “Una
particularidad de esta raza era la frecuencia de la perforación oleocraniana
del húmero, que se encuentra en 25 individuos de ciento a principios del
periodo neolítico. Esta perforación que se interpretó equivocadamente como
carácter simio, o por lo menos de inferioridad, es común en mayor o menor
grado en casi todas las razas actuales. Sin embargo en las dos primeras razas fósiles,
la de Canstad y la Cro Magnon, no se ha observado dicha perforación, lo cual
prueba e induce a creer que fue introducida en Europa por la tercera raza
cuaternaria, la de Furfooz”
“...Estos hombres pulimentaban la piedra; vivían en moradas o en
cuevas; en estrechas canoas surcaban los lagos y las costas de los mares; disponían
de alimentación: pescado, carne, leche, frutas de todas clases, la mayor parte
de nuestros cereales y algunas legumbres; poseían animales domésticos, el
perro, el buey, la cabra, la oveja, el cerdo y quizás el caballo; sin dejar de
ser cazador y pescador, es principalmente pastor, y se ensayó en los rudimentos
de la agricultura; tallaba la piedra con admirable perfección, la pulimentó y
supo elaborar una cerámica, si tosca, no desprovista de cierta elegancia.
Con el coral, ámbar y otras materias, trabajó pendientes, collares y
brazaletes de formas muy variadas; vivía en sociedades bastantes numerosas,
organizadas en clases por la división del trabajo; consideraba a la mujer a
cuyo cargo estaban las faenas de la casa y quizás las del campo; en cuevas
naturales entierra a los muertos, cree en la inmortalidad del alma y en la
existencia de otra vida, practica la magia y rinde culto a los espíritus,
apareciendo así las manifestaciones más primitivas del sentimiento religioso.
De las descripciones anteriores se ve perfectamente que entre los cráneos
estudiados por Verneau en la Gomera y los de la raza Furfooz, existe una
verdadera conformidad. El cráneo es corto en ambas, las fosas nasales anchas,
la estatura pequeña y sepultaban a sus cadáveres en cuevas naturales. La
semejanza es tan notable que no es posible rechazarla.
Del examen verificado por nosotros en el Museo Municipal de húmeros
gomeros auténticos, hemos comprobado con verdadera sastifacción que también
tienen perforada la fosa oleocraniana. La identidad, es pues, indiscutible.
...Este derrotero conviene en un todo con las narraciones históricas.
Gomer, fue hijo de Jophet, según la Biblia, progenitor de los cimerianos que se
establecieron en el norte del Ponto Euxino (mar negro), extendiéndose después
por parte de la Grecia, Italia, Alemania y Francia. Parte de la descendencia del
mismo Gomer se estableció en el país que fue de los gálatas, en la Galacia,
región del Asia Menor, que en tiempos de los emperadores romanos formó parte
de la provincia del Ponto, afirmación que se deduce el hecho de que los pueblos
anteriores a los gálatas en la posesión de aquel territorio se llamaban
“Gomares”, descendientes de Gomer. A éstos alude Ezequiel en su profesía,
cuando habla de los pueblos de Gog, que se reunían contra Israel.
Del Asia Menor, esos pueblos de espíritu aventurero y expansivo se
trasladaron al Africa. De los “Gomares” del Ponto descienden los
“Gomer”, una de las cinco antiquísimas tribus que poblaron Berbería, sobre
todo en las costas del Mediterráneo, desde los confines de Ceuta hasta el río
Muluya, que en otra época dividió la Mauritania Tingitana de la Cesariense.
De estas regiones, los Gomer o Gomeros, por etapas sucesivas aportaron a
la Canarias, principalmente a la isla de la Gomera, que de ellos es indudable
que tomó el nombre, como también, Vélez de la Gomera.
( B. Bonnet, 1925:161-168)”.
Según Antonio de Lebrija (Década 2ª. l.4º, cap.3), en África existe
un belicoso género de hombres que se llaman gomeros, y se suelen asoldar para
la guerra, que andan a viva quien venza, y estas mismas cualidades se encuentran
en nuestros gomeros.
Ante éste cúmulo de incertidumbre sobre nuestros ancestros, un sabio
francés enamorado de la rica cultura de nuestros antepasados, vino a poner
un poco de luz y orden en éste cajón de
sastre en que la historiografía oficial había
convertido la Historia de Canarias. En su libro publicado en 1890, premiado por
la Academia de Ciencias de París, Cinco años de estancia en Canarias,
el doctor René Verneau, (1852-1938) acaba su
introducción a la obra mencionada con las siguientes palabras: “...Quizás
este libro interese al lector, aprendiendo en
él lo que han sido son las islas Afortunadas, demasiado alabadas por
unos, demasiado despreciadas por otros y mal conocidas por casi todos”.
Creemos que este pensamiento de Veneau, encierra todo un compendio sobre
la realidad social y cultural en Canarias, ya en el encabezamiento del primer
capítulo de su obra nos advierte que: “Estas no son ni la Atlántida, ni
las Górgades, ni las Hespérides, ni los Campos Elíseos de los griegos.”
Verneau, con toda su carga científica nos describe la auténtica historia de
este nuestro pueblo. Un pueblo otrora autosuficiente, noble y orgulloso de su
patria y portador de unos valores éticos y humanos superiores, se vio sin
transición previa en una situación donde el hombre es explotado de manera
inmisericorde por el hombre hasta las máximas consecuencias. Verneau desarrolla
la micro historia, alejada de las rimbombantes historias de cartón piedra
creadas para satisfacción y adulación de unos pocos colonizadores sin
historia. La historia que nos
muestra Verneau, es la real, la de unos canarios embrutecidos por el corrompido
poder colonial y sus fieles cancerberos, la oligarquía y el caciquismo locales,
nos muestra un pueblo plagado de enfermedades, de miserias sin cuento, infectado
por los piojos, las chinches y las pulgas. Las enfermedades de piel y pulmonares
son tan frecuentes que se aprende a mal vivir con ellas como si fuesen un hecho
natural, y donde además la mendicidad es la principal ocupación de los
habitantes de las islas, esta situación de extrema miseria obliga a buscar en
la brujería remedio para sus enfermedades, que una medicina sostenida por y
para los ricos se niega a darles, y un consuelo espiritual que la corrompida
iglesia católica les niega simplemente porque no pueden pagarlo. Esta fue la
verdadera realidad social del pueblo canario-mazigio y no la que edulcorados
autores han pretendido trasmitirnos. Si bien la situación descrita tuvo lugar
en un tiempo pasado no muy lejano, estimamos oportuno recordarlo por dos
razones: la primera, porque en la actualidad continua existiendo en Canarias un
mayor índice de pobreza que en tiempos anteriores, si comparamos el número de
habitantes actuales con el de épocas pasadas; segundo porque, lamentablemente,
los ciclos históricos en Canarias suelen repetirse más veces de las que desearíamos.
6.4
LA PIEDRA COMO SOPORTE TRASMISOR DE CULTURAS
Cuando consultamos algún tratado sobre la Historia del Pueblo Guanche,
invariablemente nos encontramos con que, todo lo referente al periodo histórico
pre-colonial, los autores lo encasillan como prehistoria guanche. Como hemos
dicho, entendemos que este vocablo referido a un periodo de nuestro pasado no es
adecuado, ya que este término se aplica a aquella parte de la historia del
hombre de la cual se tiene conocimiento mediante los estudios arqueológicos sin
que medien documentos escritos.
Por consiguiente, si tenemos en cuenta que la definición de prehistoria
se aplica a un pasado anterior a la historia escrita (al margen del tipo de
soporte empleado para la escritura), el periodo histórico de Canarias a que nos
referimos debe ser tratado como Historia Antigua o Historia Precolonial, ya que
abundan los documentos escritos antes de la invasión y conquista del archipiélago
que tratan del mismo, estando escritos -además- en el soporte más perenne que
el hombre ha usado para trasmitir sus mensajes a la posteridad, dejando
reflejados en él sus pensamientos, perpetuar el recuerdo de hechos acaecidos,
las suplicas a sus deidades e incluso sus leyes, este soporte no es otro que la
piedra.
En cuanto al estado actual de la cuestión sobre nuestro patrimonio
arqueológico y etnográfico, da la impresión de que en torno al mismo se ha
creado en Canarias una especie de comisarios culturales que se han autoerigido
en los únicos interpretes del pasado cultural de nuestro pueblo, amparándose
en la “profesionalidad” o “especialidad” que les confiere sus títulos
académicos, y que les sirven para formar círculos blindados donde sólo unos
pocos privilegiados que, creyendo estar en posesión
de la verdad absoluta sobre el acontecer histórico, deciden a su antojo que
parte de nuestro pasado puede ser divulgado o no, dándose el caso de que
determinados medios de comunicación no publican los trabajos que les presentan
algunos estudiosos de nuestra historia sin antes pasarlos por la censura de los
directores de ciertos organismos. Por otra parte, es frecuente que cuando estos
profesionales realizan alguna prospección o estudio en los yacimientos arqueológicos
canarios, los resultados obtenidos suelen manejarse entre los miembros de un círculo
muy limitado de especialistas o son publicados en revistas especializadas
extranjeras, o en otras locales también especializadas y
de difusión muy limitada por sus
precios elevados, por ello los canarios de a “pie” nos vemos obligados a
ignorar los avances habidos en este campo, a pesar de que, tanto los estudios
realizados, como quienes los llevan a cabo, se sustentan de los presupuestos
procedentes de los impuestos que pagamos todos los canarios. Sería deseable
que, tanto estos profesionales como los organismos de que dependen, mantuviesen
un contacto más frecuente con la sociedad a través de los medios de comunicación
populares locales, para que los ciudadanos estemos debidamente informados de los
avances llevados a cabo en esta importante parcela de nuestra cultura.
Cuando se hace referencia al primitivo pueblo canario, se nos dice, con
cierta carga peyorativa, que éste era un pueblo estancado en la era neolítica.
Es indudable que quienes así se expresan conocen de manera muy superficial
nuestro pasado. Si bien es verdad que en aquellas islas donde abundan las cuevas
amplias y espaciosas éstas eran preferidas como habitación, no es menos cierto
que las mismas eran ocupadas por solo un
20% de la población, el resto vivía en poblados de casas construidas de dobles
piedra seca, y con la techumbre compuestas de troncos y paja o ramas, cubiertas
con una torta de barro o bien con lajas. La mayor parte de las cuevas
utilizables eran dedicadas a centros culturales y hospitales, pero
principalmente para guardar los ganados, principal fuente económica de la
sociedad guanche. Las cuevas situadas en lugares escarpados
de difícil acceso eran destinadas generalmente para guardar granos,
otras que reunían determinadas características se usaban como sepulturas.
Siendo la sociedad guanche esencialmente ganadera, y que
practicaba la trashumancia estacional desplazando grandes rebaños, como
es natural, poco interés pusieron en desarrollar una cultura urbana. Aún así,
quedan suficientes vestigios arqueológicos para afirmar que en épocas
inmediatamente anteriores a la llegada de los conquistadores europeos existieron
núcleos urbanos estables donde se desarrolló una cultura humanamente avanzada.
Este aislamiento forzó a los isleños a valerse solamente de los medios
materiales que el entorno natural les ofrecía. Es bien sabido, que las islas
carecen de metales factibles de ser manufacturados artesanalmente, aunque es
evidente que los mismos ya manufacturados se conocieron y fueron utilizados en
las islas como queda patente por las obras de ingeniería llevadas a cabo y de
las cuales el cronista de la conquista de Gran Canaria, Antonio Sedeño, nos da
las siguientes noticias: “...Tenían muchas
acequias de agua y con grande admiración tienen una gran peña viva agujerada
por espacio de un cuarto de legua que atraviesa un gran cerro por donde
condujeron parte de buena cantidad de agua por aprovechar con el riego buenas
tierras; que llaman la Vega, y el principio nace de unos barrancos muy hondos y
la subieron por unos acueductos haciendo calzadas por donde llaman Tejeda...”.
(Es posible que un acueducto similar al descrito por Antonio Cedeño y que se
encuentra en el barranco del infierno en Adeje,
Tenerife, sea obra de la época.)
Canarias, Febrero 2012
Anteriores:
¿Quiénes somos los mazigios canarios? III (II)
¿Quiénes somos los mazigios canarios? III (I)
¿Quiénes somos los mazigios canarios? II (II)
¿Quiénes somos los mazigios canarios? I (I)
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