¿QUIÉNES SOMOS LOS MAZIGIOS CANARIOS? (II)

CAPITULO II. (II)

 

Eduardo Pedro García Rodríguez

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A la izquierda, ánfora procedente de Los Frontones (f. E. Delgado); a la derecha, ánfora procedente del Volcán de La Botija (f. E. Delgado)

    Espinosa baraja varias posibilidades sobre la ascendencia del pueblo guanche, las que, por demás, forman parte de las leyendas que hemos comentado al principio, pero veamos una de las exposiciones con cierto viso de posibilidad histórica partiendo de la base de que las islas fueron pobladas en sucesivas oleadas y en diferentes épocas como parece desprenderse de los materiales arqueológicos estudiados hasta la fecha, y en el caso concreto de Tenerife, en las notables diferencias étnicas y culturales  existente entre los habitantes de las bandas norte y sur de la isla. «...Los naturale guanches viejos dicen que tienen noticias de inmemorable tiempo, que vinieron a esta isla sesenta personas, mas no saben de dónde, y se juntaron  y hicieron  habitación  junto a Icod, que es un lugar de esta isla, y el lugar de su morada llamaban en su lengua Alzanxiquian abcanahacxerac, que en su lengua quiere decir “lugar del ayuntamiento del hijo del grande”.

 

    De estas opiniones puede seguir el lector la que le pareciere y más le cuadrare; que la mía es  que ellos son africanos y de allá traen su descendencia, así por la vecindad de las tierras como por lo mucho que frisan en costumbres y en lengua, tanto que el contar es el mismo de unos que de otros, allégase a esto también que los manjares son los mismos, como es el gofio, leche, manteca, etc. Sean lo que se quisieren, desde que hay gentes en estas islas hay memoria de más de mil quinientos y tantos años, »

 

    Está claro por lo expuesto por Espinosa, que en tiempos remotos hubo un desembarco y asentamiento pacífico de un grupo de personas no muy numeroso, quizás mercaderes fenicios de Gadir, o cartagineses, los que establecerían una factoría en la zona no sólo para aprovechar las pesquerías de túnidos y otras especies para la elaboración del garum, una pasta alimenticia elaborada a base de las especies piscícolas mencionadas y cuyo valor en el mercado era equivalente al mejor caviar en estos tiempos, sino que además, se aplicarían al  aprovechamiento forestal, explotando los bosques de Cedros existentes en los Menceyato de Icod y Daute, madera sumamente valiosa en la época, y posiblemente los moluscos productores del tinte de la púrpura, y con el mismo fin el aprovechamiento de la hierba orchilla (Rocella tintórea, L.) de estas actividades quedan vestigios en la Comarca tales como el topónimo barranco de la madera que nace en las proximidades de la zona productora de  cedros y desemboca en la playa. El templo feno-púnico cuyos restos están en la cañada de los ovejeros y unas importantes muestras de ánforas de filiación feno-punicas encontradas tanto en el interior del menceyato cómo en las costas del mismo, las que están siendo estudiadas por expertos del Museo Arqueológico del Cabildo Insular de Tenerife. Además de otras encontradas en las islas de Erbane o Erbania, (Fuerteventura) Titoreygrata, (Lanzarote) Benehuare, (La Palma) y Tamarant (Gran Canaria).

 

    Fray J. Abreu Galindo, en su Historia de la  Conquista de Las Siete Islas de Canaria, dedica nada menos que seis capítulos de su libro para tratar de explicar la procedencia de los primitivos canarios y el porqué de los diversos nombres supuestamente dados a las islas por los autores clásicos europeos, (griegos y latinos) sin que aporte nada sustancial al tema, limitándose a desgranar toda la sarta de leyendas y fábulas que sobre nuestros orígenes se han venido tejiendo, obra que por otra parte, no esta exenta de graves errores sobre nuestra  historia. Otro autor, Núñez de la Peña , se limita a copiar al píe de la letra lo expuesto por Abreu Galindo y otros historiadores sin que aporte nada personal. El ingeniero cremonés al servicio de la corona de España, Leonardo Torriani, quizás debido a su formación técnica y un tanto alejado del fanatismo religioso de los autores eclesiásticos, se atreve tímidamente a sugerir un poblamiento auspiciado por los cartagineses, no sin antes haber desplegado dilatados argumentos en favor de una supuesta descendencia de los canarios, de un nieto de Noé llamado Gomera o Gomar, argumento esgrimido en el mismo sentido por otro autor como tendremos oportunidad de ver.

 

    Don José de Viera y Clavijo, en su Antigüedades de las Islas Canarias, es tenido por los historiadores oficiales u colonialistas como referente constante en sus trabajos. Éste autor,  se limita a redundar en lo expuesto por sus antecesores, sin ninguna aportación personal relacionada con el tema que nos ocupa, siendo su obra básicamente una larga lista de Obispos y Capitanes Generales de Canarias, los cuales según se desprende de lo expuesto por este autor, fueron todos unos santos, y los otros, no rompieron jamás un plato. El resto, no pasa de ser en su conjunto una copia de otros autores y además contiene errores historiográficos de bulto, impropios de la ilustración que se le supone.

 

Sobre esta líneas, grabado con signos alfabetiformes procedentes de El Centenero, Los Baldíos, La Laguna, Tenerife.

   

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A la izquierda, un grabado con motivo naviforme localizado en la cueva del Almogaren del Bentaiga, Tejeda, Gran Canaria. (Según Angel Cuenca Sanabria, 1996); A la derecha, un grabado representando una nave fenicia de las denominadas “hipo” enmarcada dentro de la figura de un pez,  procedente de El Cercado, Garafía, isla de La Palma. (Según Ernesto Martín Rodrígues, et al: 1996)

Arriba, bajorelieve procedente del Palacio de Sequerib, actualmente expuesto en el Museo Británico de Londres. Obsérvese que la proa de la nave se dirige hacía un cangrejo, (Según Torriani, las Islas Canarias están situadas bajo el signo de cancro (cáncer, el cangrejo) y que el buque está rodeado de peces, posiblemente túnidos, especie que los fenicios venían a pescar a las Islas Canarias para elaborar el “Garum”, una salsa que era considerada el manjar por excelencia de la época.

Fotografía: Archivo del Autor.

 

Canarias, Enero 2012

 

 

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