VALLE
DE GUERRA
TOMADO
DEL LIBRO INEDITO:
EL
MENCEYATO DE TEGUESTE: APUNTES PARA SU HISTORIA
CAPITULO
IV
(PARA
ESTA SEPARATA)
Eduardo
Pedro García Rodríguez
Viene de la página anterior.
La
marquesa de
Doña Juana del Hoyo sobrevivió a su hijo cerca de cuatro años; murió en
De los tíos paternos de don Juan Primo, doña María de los Remedios de
Su viuda, doña Antonia Fierro y Massieu, vivió hasta el 30 de marzo de 1835, en que dejó de existir, también en
Y así terminó en Canarias la familia criolla de los Guerra, que tuvo su principio en el mercenario invasor de esta isla a comienzos del
siglo xvi Lope Fernández de
La
hacienda de los Guerra en Valle de Guerra
Refiriéndose
a esta casa, el doctor don Fernando Gabriel Martín Rodríguez en su obra Arquitectura
doméstica canaria refiere lo siguiente:
“Pertenecía
a la hacienda de los Guerra, que fue adquirida por el poderoso capitán Matías
Rodríguez Carta el 14 de febrero de 1726 por compra a Lope Fernández de
Y continúa diciendo que en el testamento de Carta, dado en 1742 (fallecería el
año siguiente) declara que dicha hacienda:
“la hemos
plantado y reedificado a nuestra costa por estar toda ella perdida, arruinada y
atrasada y asi mesmo hemos hecho las obras de casas, cisterna, lagar y vodega, y
todo lo demás que en ella se halla en lo que hemos gastado muchos reales”.
Como quiera
que los Guerra dieron nombre a este valle al ser favorecidos en los
repartimientos posteriores a la conquista con él, su hacienda debe ser
considerada como primigenia en su poblamiento, y por tanto la construcción
original que ellos levantaron la más antigua del mismo, de la que ciertamente
es heredera parte de la construcción actual, que como veremos responde a un
proceso de sucesivas ampliaciones en el tiempo hasta llegar a la configuración
que hoy vemos y que puede estimarse es la alcanzada en la segunda mitad del XIX.
El
doctor Martín Rodríguez completa esta información con datos obtenidos del
inventario que, en 1747, cuatro años después del fallecimiento de su padre,
hace su sucesor don Matías Bernardo Rodríguez Carta, en el cual:
“Jacinto
Hernández Perera y Juan Pérez Izquierdo, maestros albañiles, aprecian la
casa, bodegas y caballerizas, casa de mayordomo, despensa, cocina, estila,
portadas, piedra del lagar y todo lo demás, en 7.255 reales. Por su parte, los
carpinteros Francisco Melián de Olivera y Antonio Pérez Chacón la aprecian en
5.993 reales” y en el que se relaciona de forma pormenorizada el contenido de
las distintas dependencias de la casa: “cuarto, sala, aposento de dormir,
alcoba de dormir, corredor, despensa y bodega”.
A la vista
de ello, podemos afirmar que esta Casa de los Carta, una construcción a la
manera tradicional canaria, con paredes de mampostería encaladas, techos y
huecos de carpintería de tea y cubierta de teja curva, estaba constituida por
la crujía norte, es decir la que mira al valle, del edificio actual. El
precioso plano del valle levantado en 1833 por el prebendado Antonio Pereira
Pacheco y Ruiz, confirma esta hipótesis, pues muestra esta construcción todavía
reducida a una sola crujía con dos pequeños apéndices los extremo noroeste y
suroeste, en el XIX, cuando quizá ya la casa no era de los Carta. Es entonces
cuando se produce una primera ampliación, en la que se añade el costado de
poniente (se ve claramente que para respetar la esquinería de la construcción
inicial comienza más adentro) con una primera dependencia cuyo uso fue al
parecer de capilla (carece de ventana pero no de ventanal alto) en recuerdo de
que en aquella hacienda, tal como indica en sus memorias Lope Antonio de
Fueron los Carta la familia más influyente en Santa Cruz de Tenerife durante el
siglo XVIII, tanto por su indiscutible poderío económico, cimentado sobre sus
actividades mercantiles y marítimas, cuanto por su proyección en la vida
social, tanto civil como religiosa del entonces Puerto y Plaza Fuerte.
El
iniciador de la saga fue don Matías Rodríguez Carta, nacido en 1675, en Santa
Cruz de La Palma, de padres también palmeros (él de la Villa de San Andrés y
ella de la propia capital palmera) que, dedicado al comercio canario-americano,
se casó el 17 de diciembre de 1696, por tanto con sólo 21 años, con la
santacrucera doña Concepción Domínguez Perdomo en Santa Cruz de Tenerife,
donde a partir de ese momento se avecindó. (Sebastián Matías Delgado).
Juan
Primo de
El 11 de enero, en
el Valle.—Ayer por la mañana escribí el pésame al
con- de del Palmar. Escribí también el recibo para don Antonio Angles, arreglándome
a la cantidad que él dice, habiendo visto algún papel le que infiero ser la
que pagaba don José Carta antes del embargo de
sus bienes. La hacienda de Carta (a quien antes daba un solo recibo)
paga en el día tres tributos con separación:
el primero le 5 por 100 por el
terreno vinculado; otro de 150 por la suerte de Pedro de Villarroel (que llaman
el Rosario), que entra a dis frutar
Basilio, y el tercero de 385 por la hacienda del Boquerón, que
actualmente gozan por mitad don Diego Reguera y don Luís Fonspertuis.” (J.
Primo de la Guerra, 1976).
La
Hacienda de los Guerra-Casa de los Carta en la actualidad
La Casa de Carta, actual sede del Museo de Antropología de Tenerife
perteneciente al Organismo Autónomo de Museos y Centros del Cabildo Insular, ha
sido declarada Bien de Interés Cultual por considerarse uno de los inmuebles más
ejemplares de las grandes haciendas rurales históricas de Tenerife.
En 1976 el Cabildo
Insular de Tenerife adquiere la antigua hacienda de los Guerras y posterior Casa
de Carta, restaurándola cuyo trabajos de rehabilitación concluyen en 1987.
Dedicándola a Museo de Antropología de Tenerife y está dedicada, por tanto, a
la investigación, conservación y difusión de la cultura popular.
En la actualidad,
El trámite para
declararla Bien de Interés Cultural (B.I.C.) se inició en diciembre de 1984
mediante la resolución de la Dirección General de Cultura del Gobierno de
Canarias. En noviembre de 2003 el Organismo Autónomo de Museos y Centros del
Cabildo Insular de Tenerife emite un informe favorable a este trámite.
Analizada la propuesta
de declaración del inmueble como Bien de Interés Cultural por el Consejo de
Patrimonio Histórico de Canarias con fecha de 28 de junio de 2004, se ha
resuelto por el decreto de 27 de enero de 2006 ser declarado como tal, en la
categoría de Monumento, delimitando su entorno de protección. Dicho perímetro
de protección establecido tiene como finalidad la necesidad de prevenir
posibles impactos futuros que afecten el entorno del edificio; esto es, sus
valores arquitectónicos y la apreciación de éste.
CAPITULO
IV
La
explotación de la tierra en Valle de Guerra
Las
tierras del Menceyato de Tegueste, así como en sus Achimenceyatos
especialmente el del actual Valle de Guerra fueron destinadas
preferentemente al cultivo de cereales, viñedos árboles frutales y hortalizas
tal como quedó recogido en la datas de repartimiento, no permitiéndose el
cultivo de la caña de azúcar, posiblemente por la carencia de grandes
corrientes de agua. También tuvo especial incidencia, la cría de ganados.
A
principios del siglo XVI, una ves que los invasores dan por sometida la isla
comienza a implantarse en la colonia el naciente capitalismo europeo, siendo que
para la época las clases sociales que preponderaban eran los señores feudales,
los pisatarios y los esclavos tanto guanches como los moriscos traídos del
continente.
Los
colonos implantaron el modelo económico, político, social y
religioso de la metrópoli. Políticamente en esta época el gobierno
estaba representado en la figura del Monarca
y el Papa. En cuanto a lo religioso todo giraba en torno a un Dios monoteísta,
el cual colocaban como centro del universo.
Desde
el punto de vista cultural en la época no hubo adelanto científico
significativo pues los alquimistas eran castigados a través de la inquisición,
por eso se califica como la época obscurantista, pues la investigación científica
se realizaba de manera clandestina, a espaldas del Estado y del Clero.
Desde los inicios de la
colonización La economía de Valle de Guerra ha estado y está fundamentada
principalmente en la agricultura, en principio existía una agricultura pobre,
de subsistencia, desarrollada en las zonas de medianías y cumbres
principalmente, configurando un paisaje característico de huertas de secano que
subían por las laderas hasta cotas bastante elevadas.
En esta
época se extiende el cultivo de la papa, un tubérculo muy habitual
en la dieta canaria y que fue traído desde Perú en el siglo XVI. En los
tiempos difíciles para la población de pocos recursos, la papa salvó de la
hambruna a muchos isleños.
En
los siglos XVI y XVII el vino se consideraba un elemento indispensable en la
alimentación. Para los españoles y portugueses que llegaban a la colonia el
vino era imprescindible, de modo que lo llevaban en sus expediciones, a pesar
del riesgo de que un viaje largo y unas condiciones adversas estropearan el
preciado contenido de los centenares de barricas que tapizaban las bodegas de
las naves. Era, por tanto, una necesidad vital traer el cultivo de la vid a las
nuevas tierras colonizadas, asegurando así una provisión de vino para sus usos
sociales y, más importante, religiosos. No era extraño ver desembarcar frailes
acompañados de sarmientos que, al llegar a su destino, plantaban en las huertas
de los conventos que fundaban y desde los cuales imponían religión y
costumbres. La vid vinífera, cuyo fruto era indispensable en la consagración,
halló en Tenerife un territorio nuevo, de enorme riqueza climática en el que
ya vivía una especie de Viti Vinifera en los Menceyato de Tegueste
e Icod
en estado silvestre.
La
existencia de la viti vinifera en la
isla Chinech (Tenerife) se remonta a
la época precolonial está documentada arqueológicamente según recoge
En este
aspecto, es sumamente interesante un trabajo de la profesora y arqueóloga María
del Carmen del Arco Aguilar y su equipo relativo al hábitat guanche en el
Menceyato de Icod de los Vinos en
Tenerife. De dicho trabajo reproducimos algunos párrafos que consideramos de
interés para el tema en cuestión, al tiempo que queda desmontada una de las
tantas falacias históricas como es la de que las higueras en Canarias fueron
introducidas por lo mallorquines: “Además,
nuestros estudios paleocarpológicos han venido a señalarnos que en Don Gaspar se cultiva Vitis
vinifera desde comienzos de
Aunque los restos identificados
son escasos, no se trata de un
hallazgo aislado pues determinamos varias unidades en distintos niveles pertenecientes todos ellos a la secuencia de ocupación
guanche. Indudablemente desde nuestra
perspectiva estamos ante el mismo planteamiento que
el expresado más arriba sobre el stock fundacional, el tipo de simientes y productos agrícolas con los que se planifica la colonización de la
isla, y éste es un cultivo plenamente introducido
en el Occidente Mediterráneo y N de África para las
fechas del primer milenio a.C. que barajamos.”
En ese mismo sentido no debemos
olvidar que otro de los cultivos, en el campo
de la arboricultura, siempre relegado a su introducción postconquista o en manos de los navegantes mediterráneos del S.
XIII-XIV (mallorquines) fue la higuera y que en la Cueva de
Las Palomas los estudios antracológicos han permitido identificar carbón de Ficus
carica desde el S. III a. C, hallazgo del que hoy podemos
presentar su confirmación por similares determinaciones en la Cueva de Los Cabezazos (Tegueste).
Nosotros hemos dicho siempre: lógico,
es otro de los cultivos mediterráneos bien
implantados. Por lo tanto, debe estar en el paquete fundacional y, en ese sentido, nuestra hipótesis es que, con
probabilidad, el espectro de cultivos se ampliará. Así,
en el campo de la arboricultura, no nos resultaría nada extraño la determinación del olivo, el granado o de la palmera dactilífera.”
(María del C. del Arco et al. 2000:193-4).
Teniendo en cuenta que los
menceyato de Tacoronte y Tegueste
son limítrofes, es muy probable que en Tacoronte
por esas mismas fechas también se cultivase la viña.
El vino era vital
a los frailes para
desarrollar con pleno potencial su papel en la nueva sociedad colonial.
Ciertamente,
los frailes comprobaron pronto que con la buena calidad del suelo y el excelente
clima de esta región las viñas prosperaban de forma más que satisfactoria.
Animados
por sus éxitos, los frailes experimentaron con la cepa silvestre tinerfeña y
consiguieron crear vides híbridas que producían buen vino.
El vino del Menceyato
de Tegueste, adquirió gran fama en
los mercados europeos y americanos, creando un auge económico hasta el siglo
XVIII, cuando una nueva crisis, redujo la importancia de la viña a cifras
testimoniales y provocó importantes dificultades económicas a la isla.
Los
cereales estaban presentes en el trigo, la cebada y en menor medida el centeno,
también ocupaba un espacio importante el cultivo de las habas de las cuales había
una variedad autóctona, posteriormente se introdujo el cultivo del millo.
La medianería
José Manuel Rodríguez Acevedo en un documentado estudio expone: “La
interpretación dominante en la actual historiografía canaria sobre la transición
del feudalismo al capitalismo enfatiza la trascendencia de un proceso
de proletarización campesina que experimenta una considerable aceleración
desde mediados del siglo XIX, dando lugar a la generalización de relaciones de
producción capitalistas en la agricultura insular. La definitiva transformación
capitalista del campo canario se produciría, así, a partir de este momento,
con la conversión de los antiguos campesinos en un auténtico proletariado
agrario, al tiempo que, paralelamente, la antigua terratenencia feudal se
convertía en una auténtica burguesía agraria. De este modo, la contradicción
principal en el ámbito rural habría pasado de oponer terratenientes a campesinos
a oponer burguesía a proletariado agrario.
Efectivamente, la
medianería fue la principal forma –junto a la enfiteusis– mediante la cual
los grandes propietarios criollos tinerfeños explotaban sus tierras en la época
feudal, durante los siglos XVI-XVIII, cuando la vida era aquí poco menos que
patriarcal. Se trataba de una evolución de la clásica renta en especie o
renta en producto, que, a su vez, no era más que una evolución histórica –aún
precapitalista– de las rentas en trabajo, de la antigua prestación personal a
través de la cual los señores feudales se apropiaban del trabajo sobrante de
los campesinos. Durante los siglos XIX y XX esta forma precapitalista de obtención
de la renta de la tierra continuaría existiendo, sin demasiadas modificaciones,
en muchas fincas de la isla, tanto en las áreas de medianías como en la franja
costera. La naturaleza feudal de
este tipo de relación de producción no había cambiado esencialmente. Prueba
de ello son las significativas connotaciones semiserviles que acompañaban a una
forma de explotación de la tierra que, para ciertos autores contemporáneos, no
pasaba de ser una óptima estrategia capitalista de los grandes propietarios.
Para que estos autores pudieran presentar esta visión “dulcificada” de la
aparcería ha sido necesario, entre otras cosas, analizar los siglos XIX y XX
aislados respecto de la etapa precedente. Si, por el contrario, los ponemos en
relación con los siglos anteriores observamos, sin ningún género de dudas,
que la vieja medianería del XVI-XVIII es la misma vieja medianería que pervivía
aún en los siglos XIX y XX; la vieja aparcería del Antiguo Régimen era la
misma vieja aparcería de
La puesta en práctica
de
Para los campesinos de
Adeje y Vilaflor
Contrato tipo a medianeros
Hacienda de Juan primo de
Condiciones bajo las cuales entran a hacer la viña los nuevos medianeros:
1.
Será de su cargo el velar y guardar la hacienda que le señalare, así la viña
como las tierras de sembrar, los árboles y el monte, tener limpias las abiertas, listos los tomaderos y mantener las paredes que están en
ser y será responsable a cualquier daño o atraso que le
sobrevenga a la hacienda por su descuido.
2. Serán de cuenta del
medianero los costos de todos los cultivos y fábricas
anuales, percibiendo por ello la mitad de los frutos de la tierra que hiciere.
3. El amo dispondrá de la mitad de los frutos
que le corresponden al tiempo y del modo que le
acomode, separando las uvas según tuviere a bien
o haciéndola vendimiar cuando le parezca; entendiéndose por frutos todos los
aprovechamientos y producciones útiles de la hacienda, como la hoja del millo, paja y demás.
4. El medianero se obliga a llevar la mitad de
dichos frutos (a excepción del mosto) a cualquier
parte de la isla en que se hallase el amo, corriendo
asimismo por su cuenta la venta de la fruta a que le mandare dar este destino, trayéndole de ello razón puntual, acabada que sea la
venta.
5. Los medianeros, sus mozos y
las bestias que tuvieren, estarán sin excusa
a la disposición del amo a la hora en que a éste se le ofrezca, pagándole su trabajo cuando éste no sea en la conducción de los frutos,
según queda dicho, o en los beneficios que se ofreciere
hacerles.
6. Será del cargo del medianero
el cuidado y beneficio del mosto hasta que
salga de la bodega, entendiéndose en esto la trasiega del vino, quema de las madres y lavado de pipas, a excepción de la composición de éstas
y de los lagares que son por cuenta del amo.
7. Corresponde a la determinación
del amo lo que se haya de plantar o sembrar en las tierras,
por lo que el medianero le dará parte cuando llegue a
la sazón de hacer la sementera.
8. El amo separará, siempre que le acomode, la
tierra que le parezca para sembrarla por su cuenta.
9. Siempre que el amo ponga la semilla así de trigo y millo como de
papas y demás por no tenerla el medianero, la sacará al tiempo de la cosecha con la mitad del producto, separándose primero el diezmo de todo
lo que produjere la tierra, entendiendo que cuando el
medianero ponga la semilla, él la habrá de sacar
en los mismos términos.
10. En el plantío de parras el medianero pagará
los peones que se mantengan con una fanega del trigo
que dé para este fin el amo, trayéndole de ello
cuenta puntual.
11. En la hacienda no se herrarán animales,
sino de medias con el amo, y éste pondrá todos los años
los que le parezcan a dicho partido, con el medianero.
Siempre que por faltar a algunas de las condiciones referidas o por
otra causa determinase el amo despedir al medianero, éste
habrá de salir de la hacienda sin detención alguna,
satisfecho que sea de los costos que tuviera empleados
para la cosecha próxima.
El
impuesto de sangre
El comercio con las
otras colonias españolas en América durante los siglos XVII
y XVIII
estaba condicionado por numerosas restricciones por parte de la metrópoli que
se implantaban a las mercancías. La más llamativa era el impuesto de sangre,
establecido en 1678 y que consistía en limitar la licencia para comerciar con
América con la salida obligatoria de determinado número de familias canarias,
–se exigían 5 familias por cada 100 Tm embarcadas-. De hecho Uruguay fue
fundado por un contingente de estas familias. También descendientes de aquellas
familias de emigración forzada son gran parte de la población que vive hoy en
Louissiana o Texas.
A partir
del siglo XVIII comienza a descender la exportación de vinos debido a
diferentes causas.
Con el
desrumbe del mercado británico para los vinos canarios y las cortapisas puestas
por la metrópoli para el comercio con las colonias que les restaba en América,
las islas, Tenerife y el antiguo menceyato de Tegueste volvieron a revivir una época de miseria y hambrunas, lo
que indujo a las autoridades coloniales a tratar de paliar la situación buscado
cultivos de exportación alternativos.
Durante algunas décadas
del siglo XIX, el cultivo dominante pasó a ser la cochinilla, un parásito de
las tuneras o nopales que se usaba como tinte textil y que entró en apuros a
finales de ese mismo siglo, debido a la invención de las anilinas, un tinte
sintético.
“En
Valle de Guerra como en el resto de la isla de Tenerife la cochinilla fue el
cultivo de recambio en la etapa 1860-1878. Llegó a alcanzar el 90 por ciento de
las exportaciones, transformando sustancialmente la economía.
Los isleños eran
extremadamente resistentes a la innovación agraria. Un visitante británico
Charles Piazzi Smyth, en 1856, manifestó
que los pequeños agricultores destruyeron las primeras plantaciones por la
noche y tacharon a su introductor de loco porque era una innovación no tolerada
en una tierra que se resistía a romper con 300 años de historia del cultivo de
la viña.
Pero el hundimiento del
sector vitivinícola había originado que “apareciera el hambre cara a cara
entre los isleños” y el gobierno apoyó decididamente la iniciativa de la cría
de la cochinilla. Según Piazzi Smyth, para evitar un disturbio agrario algunos
cactus con cochinilla se preservaron en partes aisladas de la isla.
Las dificultades por
las que estaba pasando la agricultura a principios del siglo XIX se remontarían
con la introducción de un nuevo producto de exportación: la cochinilla. El
desarrollo de ese nuevo mercado “hizo a Canarias tan próspera que todas las
otras actividades comerciales fueron o descuidadas o abandonadas”.
Mayores proporciones
alcanzarían su expansión con el establecimiento del régimen portuario de las
franquicias en 1852. De esta manera, la tunera o penca dejaría de ser una
fuente de suministros de frutos de alimentación de las clases pobres para
convertirse en la cuna del insecto que más “riqueza” creó en tan poco
tiempo.
En Canarias las tuneras
(
Los frutos de la
primera eran comestibles, los llamados higos de pico, tunos o chumbos. Ambas
plantas eran aptas para la cría de la cochinilla.
Ante las nuevas
perspectivas económicas que se divisaban con la posible explotación industrial
de tales plantas,
La introducción de la
cochinilla en las islas se realizó en 1820 desde México vía Cádiz, donde habían
llegado ocho nopales, o higueras tunas (Coccus cacti, cactus opuntii,
etc.) con dirección a su Sociedad Económica de Amigos del País. Los más
destacados introductores de la misma en la isla de Tenerife fueron el canónigo
José Quintero Estévez, Juan Megliorini y Santiago de
Un cura en La Laguna
(el canónigo José Quintero Estévez) fue el único que preservó y reprodujo
el insecto, y consecuentemente cedió las plantas al jardín de Megliorini en
Santa Cruz (Tenerife). De este jardín, un oficial militar, Santiago de la Cruz,
transfirió la planta al Sur de Tenerife, y también a la isla de Fuerteventura
del grupo de la Canaria.
[*]
[Obsérvese en
la
imagen
la fisonomía y vestimenta de los magos canarios ¿africana o
europea?]
Continúa en la entrega
siguiente.
Imágenes:
Archivo del autor (Casa de Carta) y Revista Rincones del Atlántico.
Continará
---»
Capítulos anteriores:
Menceyato de Tegueste - Valle de Guerra (V)
Menceyato de Tegueste - Valle de Guerra (IV)
Menceyato de Tegueste - Valle de Guerra (III)
Menceyato
de Tegueste - Valle de Guerra (II)
Menceyato
de Tegueste - Valle de Guerra (I)