VALLE
DE GUERRA, TOMADO DEL LIBRO INEDITO:
EL
MENCEYATO DE TEGUESTE: APUNTES PARA SU HISTORIA
Benehean
[Valle de Guerra]
Es Achimenceyato o
comarca del Menceyato de Tegueste,
localidad costera del nordeste de la isla Chinech
(Tenerife) actualmente perteneciente al municipio de San Cristóbal de La
Laguna. Según fuentes del Instituto Canario de Estadística, a fecha de enero
del año 2011 contaba con 6.150 habitantes, siendo el barrio de Las Toscas
(comprendido por las Toscas de Arriba y las Toscas de Abajo) el más poblado.
Antes de la llegada de
los invasores conquistadores españoles, la zona que hoy se conoce como Valle de
Guerra, era un importante núcleo de población precolonial guanche, prueba de
ello son los restos arqueológicos encontrados en diversos auchones y asentamientos temporales del Achimenceyato; los más
conocidos son los provenientes de las Cuevas de El Calabazo, situadas en las
laderas costeras del Achimenceyato.
Especialmente
en el auchón de La
Barranquera, el cual es uno de los pocos que permanece relativamente bien
conservando, además en su entorno existe gran parte de su flora autóctona. Las
cuevas de este ofrecen un paisaje que puede evocar los tiempos en que nuestros
ancestros guanches vivían en este lugar posiblemente de manera estacional como
era habitual, mariscando (recolectado) moluscos, y
con la recolección de
especies vegetales silvestres; la caza
de animales, fundamentalmente aves y reptiles de gran tamaño;
la pesca de orilla mediante caña y anzuelos de hueso y el método del
embarbascado, para capturar los peces de las zonas intermareales, charcos y
zonas de poca profundidad, eran un aporte
importante en la dieta, según se constató en una excavación en una cueva de
El Calabazo, además de la carne leche y productos derivados de los rebaños,
por lo que son frecuentes los concheros, grandes amontonamientos de conchas de
moluscos.
Las
cuevas de habitación presentan tres partes bien diferenciadas, como la cocina,
el lugar de reunión y el sitio para dormir.
La
Barranquera, como el resto del valle, pertenece al Menceyato de Tegueste,
y más concretamente al sector occidental de dicho reino guanche, cuyos
habitantes, siguiendo a su mencey Tegueste II, prefirieron combatir al soldado
de fortuna Alonso Fernández de Lugo y sus huestes.
El
grupo guanche que habitó en
Entre
los elementos arqueológicos de la zona se encuentra una gran piedra de molino
de El Roquillo, a la que, según la tradición, iban a moler poniéndose de
manifiesto la característica comunitaria del núcleo poblacional. Hace una
treintena de años pude ver en la orilla de la playa frente a las Cuevas de el
Calabazo una gran piedra basáltica con un hueco grabado representando un pie o
huella humana.
Son de sumo interés
arqueológico los yacimientos guanches localizados en la costa de Valle de
Guerra. Es una ladera que comienza en
Lamentablemente estos
yacimientos arqueológicos de Valle de Guerra, de gran importancia histórica,
están siendo objeto de un atentado que los pone en peligro por parte de los
propietarios de fincas próximas que unido a la falta de sensibilización de la
autoridades coloniales, sin ningún tipo de conciencia ni de respeto a la
cultura material guanche. El ejemplo de deterioro más significativo que ponen
como ejemplo se encuentra en Barranco del Chamorro,
Punta de La Romba y Caleta el Palo,
cuyos accesos han sido cerrados y donde los volúmenes de basura son de tales
dimensiones que alcanzan
Otros yacimientos arqueológicos
Playa de la Barranquera. Valle de Guerra. Conchero. Hallazgos: conchas y tahonas.
Las Toscas. Valle de Guerra. Cueva de habitación. Hallazgos: ajuar doméstico.
Playa de la Barranquera. Valle de Guerra. Conchero. Hallazgos: conchas, moluscos, y tahonas.
El Roquillo. Valle de Guerra. Cueva de habitación.
Los hallazgos efectuados sólo pertenecen a pequeños recovecos de
las mismas: fragmentos cerámicos y de obsidiana, así como una piedra de molino de mano.
El Roquillo. Situada en las proximidades de la
Barranquera y hacia el O. de este lugar. Se
han recogido un punzón de hueso y 8 cuentas de collar de
barro cocido. (La carencia de restos humanos se explica por el lavado del
interior de la cueva por las aguas de lluvia que penetran en él).
Callao Márquez: Ocupa la parte baja del poblado emplazado en la Caleta
Méndez y está a unos 10 m. de la orilla. En
ella se encontraron restos humanos y
cuentas de collar.
Las Cardoneras. Valle de Guerra. Naturaleza
Sepulcral. Hallazgos: restos humanos
y ajuar sepulcral.
El Boquerón.
Valle de Guerra. Poblado con
necrópolis.
Hallazgos: cestos de cocina, punzones, cerámica,
conchas, tabonas y útiles
de piedra. (Carta Arqueológica de Tenerife)
Etapa
colonial: La
“desinteresada” colaboración de Lope Fernández, Viaje a la metrópoli de veedor
Francisco Gorvalán.
La escasez de vituallas debió
ser menos grave y angustiosa de que los cronistas aseveran. Piénsese
que ellos inmovilizaron prácticamente al ejército conquistador
desde noviembre de 1494 hasta diciembre mientras
que de acuerdo con la nueva cronología apenas si se percibe un breve compás de espera para tomar aliento. No es lo mismo unos meses
de estrechez
y racionamiento de víveres que un año de angustiosa expectativa.
Sobre
el problema concreto que ahora nos ocupa adoptan
posturas discrepantes.
Espinosa,
como siempre, es el más discreto: “Había gran falta de mantenimientos, porque en la tierra no se sembraba por causa de la guerra y
enfermedad; y los armadores, como estaban obligados, no
traían de fuera...”. Líneas
adelante relata el generoso rasgo de un conquistador:
“Uno de los cuales, hombre no menos valiente que liberal que
la dificultad toda era una la necesidad que se padecía, como se estimaba más la honra que la hacienda, ofreció toda la que tenía a1 gobernador,
para reparo y socorro de la gente, y así despachó a vendió
sus ingenios y haciendas que en aquellas islas tenía por mil ducados, con que se pertrecharon de armas, gente y vituallas para
acabar la conquista; este caballero fue Lope Fernández de la Guerra, de quien adelante
haremos mención.» Cargando más las tintas, añade: “Pasaron en e1
ínterin los soldados seis meses de trabajo, con sólo cebada y carne, hasta
que vino el socorro que Lope Fernández traía”.
Si
analizamos los párrafos transcritos, lo primero que salta a la vista es la errónea
interpretación del contrato estipulado por Alonso de Lugo con los armadores Palomar, Viña,
Blanco y Ángelate, pues tratándose de una compañía
mercantil, los cuatro socios se limitaron a aportar capital para enjugar los débitos de la primera entrada y cubrir el presupuesto de la
segunda. Por tanto, no les incumbía el servicio de
intendencia del ejército, ni nadie podía reclamarles la
entrega de víveres ni acusarles de demora en abastecimientos.
Particular estimación debe merecemos, en cambio, el auxilio prestado el conquistador Lope Fernández, que Espinosa y sus seguidores evaluan en 16.000 ducados, obtenidos por la venta de los
ingenios azucareros, dinero invertido totalmente en la
adquisición de vituallas y material. Si nos atenemos
al testimonio de Diego Fernández Amarillo, testigo presencial de los preparativos bélicos para el segundo desembarco, al capitán mayor
“le había prestado
Lope Fernandes... al pie de ochocientas doblas; lo qual oyó generalmente en aquel tiempo a muchas personas y vido este testigo doblas que dezían que el dicho Lope Fernandez le avía de prestar; que
con estos socorros e remedios y socorros volvieron a
tornar a conquistar...”.
Como se puede ver no hay correlación alguna en ambos préstamos.
Por este motivo, ha parecido lógico considerar el último
crédito reseñado, de 800 doblas, como anterior a la segunda entrada”. Con idéntico criterio hay que estimar que el préstamo de 16.000
ducados se produjo en el preciso instante que estudiamos, y
con la finalidad apuntada de contribuir a
abastecimiento de víveres.
El cronista-poeta Antonio de Viana recoge, de la mamano de
Espinosa, lo sustancial de
la colaboración económica de Lope Fernandez (venta de dos ingenios y
aportación en dinero de 16.000 doblas de oro), aunque antedatando de
la promesa, pues la localiza en las horas dramáticas del éxodo
del camamento de Santa Cruz de Añazo, a raíz del desastre de Acentejo. En cambio añade
un pormenor que merece ser tenido en cuenta: el consuelo recibió
Alonso de Lugo con el rasgo de su compañero de armas, lo que le movería
a erigir, en el propio lugar donde se hizo efectivo el ofre cimiento-—una
laja penetrante en el mar—, una ermita bajo el patrocinio de Nuestra Señora
de
Núñez de
Los historiadores Castillo y Viera y Clavijo
se pronuncian asimismo por situar
la ayuda en este preciso instante.
Como andando el tiempo se erigió la ermita
de la Consolación, la dotó Lope Fernández con una capellanía de misas
perpetuas, este conjunto de
circunstancias inducen a considerar como válido el subsidio, que a su vez se
tradujo en vituallas para el ejército en apuros.
El cronista Viana, por su cuenta y riesgo, se
inventa unas negociacions en cadena para solventar el arduo problema
del abastecimiento de viveres. Entre
el fárrago de sus versos cabe bucear un cierto orden en los tr´çamites
y obstáculos que hubo que planear y vencer para sacar adelante la empresa. En
síntesis fueron éstos:
1.° Otorgación de
poder por Alonso de Lugo y Bartolomé de Estriñan a favor
de Juan de Sotomayor, criado del duque de Medina Sidonia para que gestionase de los armadores el envío
de víveres.
2.º Pleito incoado en Las Palmas de Gran Canaria
ante el gobernador por
el mencionado mandatario, en presencia del escribano García de la Puebla. La denuncia es contra los armadores.
3.° Sentencia
favorable a los capitanes de la conquista, y
4.°
Arribo de una «carabela de Canaria», el 1 de diciembre de 1495, Sotomayor al frente, «con mucha provisión
de pan y vino, en harina vizcochos
y zebadas». ,
Podrá sospecharse que en términos muy
similares se expresan N.
Hay que rechazar de plano toda la laboriosa
negociación antedicha trata de una invención más del fantástico Viana.
Empecemos por confesar que el comisionado
Juan de Sotomayor nunca existió. Desde punto distinto, no parece lógico ver emparejados en la
Otorgación de poderes al capitán-conquistador,
autoridad suprema, con su lugarteniente, a fin de cuentas
un subordinado. En segundo término, los armadores no moraban Canaria
de manera permanente, sino que alternaban la residencia metrópoli
y el archipiélago (salvo Mateo Viña, que era conquistador), última
instancia, no estaban obligados por el contrato —como de sobra sabemos—
a abastecer el ejército. (A. Rumeu de Armas, 1991: 262-268).
El primer repartimiento
de tierras en el actual Valle de Guerra y de quien toma su nombre castellano fue
concedido a Lope Fernández de
la Guerra, mercenario a las órdenes de Alonso Fernández de Lugo, quien según
el historiador Lepoldo de la Rosa Olivera fue: “Uno de los conquistadores de
nuestras Islas de más acusada personalidad fue, sin duda, Lope Fernández.
Después de tomar parte en la campaña de Gran Canaria y obtener en ella, en
premio a sus méritos, importantes repartimientos, sigue a Alonso de Lugo
en sus empresas de La Palma y Tenerife, para establecerse luego definitivamente
en esta última isla, de la que fue regidor y alcalde mayor. Amigo del
Adelantado, al que prestó generosa ayuda en los momentos de mayor apuro y uno
de los hombres de su confianza, fue más tarde su acusador en los procesos que
le fueron seguidos; es figura central
del poema épico Antigüedades de las Islas Afortunadas, compuesto para
exaltar a su familia frente a ciertos juicios que sobre sus deudos había
vertido fray Alonso de Espinosa, quien, por otra parte, es el primero en
relatar sus méritos y, a través de la obra de Antonio de Viana, pasando
a la del inmortal Lope de Vega Los guanches de Tenerife y conquista de
Canarias, su figura no puede menos de despertar marcado interés. A
reconstruir su biografía, en la parte que nos la muestran documentos
indubitados, dedicamos estas líneas.
Su
genealogía
Don Francisco Fernández
de Béthencourt afirma que Lope era hijo de Sancho Fernández de
Sobre el lugar de donde
inmediatamente procediera, cabe pensar se tratase de la extremeña villa de
Fuentes, en la actual provincia de Badajoz, que formó parte de
León, de
Marina Guerra, hija de
Bartolomé Joanes Cárdeno o Cárdenas, primo de Lope, declara en su testamento
que era natural de Fuentes de León, y Fernán Guerra, asimismo su primo y
heredero, también dice que era nacido y casado en dicha villa, y cuando testa,
como veremos luego, funda altar y capellanía en su iglesia, donde tenía
enterrados a sus padres, y a Fuentes regresa a terminar sus días.
Desgraciadamente los intentos hechos en ella y en Fregenal de
No parece aventurado suponer también a Lope Fernández nacido en Fuentes
de León y no en la Montaña, como dicen las genealogías consagradas de los
Guerra de Tenerife.
En los documentos contemporáneos sólo se le llama Lope Fernández o Hernández,
que era lo mismo, nunca Guerra ni de
Las mujeres de Lope
Dos veces casó Lope Fernández: la primera, con Catalina Rodríguez, a la
que dio muerte en Gran Canaria, así como al carpintero Juan de Segovia,
seguramente por adulterio, por lo que fue condenado a muerte y a la pérdida de
sus bienes. Conocemos estas noticias porque el Adelantado, enemistado con Lope
Fernández cuando le tomó residencia el gobernador de Gran Canaria Lope de
Sosa, para desacreditarlo, porque era testigo de cargo, pregunta a los suyos si
les consta tal hecho, y Diego Fernández Amarillo, que había sido alcaide de la
cárcel en Gran Canaria, declara lo tuvo preso por dicha causa, y Diego Iñiguez
de San Martín, que el propio Lope Fernández le había dicho que había matado
a ambos y añade que vido que se dio la sentencia en la plaga, en que le
condenaron a pena de muerte e perdimiento de sus bienes», por lo que lo vio «retraído»
en Santa Ana, aunque otro testigo dice lo fue en San Francisco." El caso es
que debió de justificarse y obtener el perdón, pero seguramente no quiso
permanecer en Gran Canaria.
Casa luego Lope, en la isla de Tenerife y en el año 1507, con Elena Velázquez,
hermana del procurador Alonso Velázquez, otro de los acusadores del Adelantado
en la residencia de Lope de Sosa; de Francisca Velázquez, casada primero con
Antonio de Peñalosa, muerto en Berbería, y luego con el escribano Antón de Vallejo,
y de Ana Velázquez, mujer de Francisco de Malpica, alguacil de campo y
encargado del puerto de Santa Cruz, hijos los cuatro de Alonso González,
natural de Valladolid, y de Juana Velázquez,
de los que Lope, por escritura otorgada en diciembre de 1507, reconoce
haber recibido en dote cincuenta mil maravedís, parte en dinero y la otra en
joyas, preseas y ajuar de casa. Pero tal reconocimiento debió de ser sólo el
precio del arreglo de la boda, pues en su testamento Lope afirma que no recibió
tal cantidad y que Elena vino a su poder ”vestida de paño e no traxo otros
bienes algunos”.
Una y otra mujer habían
tenido, antes de casar con Lope, un hijo de anterior unión: el de la primera,
llamado Alonso Ruiz, premurió a Lope y éste dispone sufragios por su alma; el
de la segunda, Diego Velázquez, es aquel al que parece referirse fray Alonso de
Espinosa cuando afirma que a Lope lo heredó un hijastro suyo, lo que, como
hemos de ver, no es cierto.
Si la primera mujer de
Lope Fernández no le fue fiel en su matrimonio, la segunda tampoco le guardó
luto por mucho tiempo, pues a poco de su muerte casa de nuevo con Diego del
Castillo, conquistador de la Isla.
Lope no tuvo hijos de
ninguna de sus dos mujeres, ni hay noticia
de que los hubiese fuera de matrimonio.
Lope
en la
conquista de las islas
Para fray Alonso de
Espinosa Lope Fernández fue conquistador de Gran Canaria y luego vino con
Alonso de Lugo a Tenerife, en su segundo desembarco. Después de la victoria de
Relata más tarde Espinosa la intervención de nuestro biografiado en una
salida, en la que muestra su valentía, así como en la victoria de Acentejo, en
la que dice mandaba una de las alas del ejército castellano.
E1 bachiller Antonio de Viana afirma que Lope llegó a las Islas con Juan
Rejón (1478) y que vino con Lugo a Tenerife en el primer desembarco, como
maestre de campo. Naturalmente lo hace intervenir en todos los hechos de armas
de la conquista, en los que destaca por su valentía; dice fue herido en la rota
de Acentejo y relata la venta de los dos ingenios en Gran Canaria por dieciséis
mil doblas de oro, que entrega para los gastos de la empresa. Para el poeta
acompañan a Lope, desde su llegada a Canarias, sus sobrinos Hernando Esteban y
Hernán Guerra, que también se comportan heroicamente en todos los hechos
guerreros.
El auxilio de Lope Fernández para la conquista de Tenerife se produjo,
según los documentos de
La ayuda, pues, de Lope Fernández a don Alonso, en aquellos graves y
decisivos momentos, es cierta, aun cuando se exagerase más tarde su cuantía.
Que Lope estuvo también presente en la toma de la isla de
Y en cuanto a su intervención en esta parte del África, el propio Lope
declara, en 20 de febrero de 1506, que “puede aver seis años poco más o
menos que este testigo fue a Tagaos, que es en Berbería, tierra de moros, por
mandado del Señor Adelantado y estando en el dicho Tagaos aposentado en una
torre que los moros le avían dado por posada...” La misión que llevó a Lope
a tal lugar fue, como se ve, pacífica y hasta amistosa, y su fecha puede
coincidir con la de su inasistencia a los cabildos, desde mayo de 1498 a abril
de 1500, en que está de regreso. Luego, en las expediciones de Lugo a la costa
africana, por mandado de Sus Altezas, Lope fue seguramente de los que le acompañaron.
Cuando don Alonso deja a la Bovadilla el gobierno de la Isla, Lope Fernández no
era de los que habían quedado en Tenerife.
Pocos meses antes de su muerte, el 15 de marzo de 1512, Lope Fernández
practica información testifical ante el teniente de gobernador licenciado Cristóbal
Lebrón, para probar que había sido conquistador de las Islas, seguramente para
defenderse en relación con los
repartimientos, tachados de excesivos, que le había hecho don Alonso de Lugo.
Lope
Fernández y Alonso de Lugo
Agradecido Alonso Fernández
de Lugo a la ayuda de Lope Fernández, lo hace regidor de la isla de Tenerife,
aun antes del formal nombramiento de los miembros del Cabildo, hecho por el
Gobernador el 20 de octubre de 1497, y lo confirma entonces en el cargo, para
nombrarlo el 9 de marzo del siguiente año alcalde mayor de la isla, y en 2 de
enero de 1505 le da poder, en unión de Fernando de Trujillo y Guillen
Castellano, para “señalar” las tierras y aguas que Lugo había repartido en
el Arautava.
Pero no había de
transcurrir mucho tiempo sin que las relaciones entre el Adelantado y Lope Fernández
se enfriaran. Lope es de los testigos de cargo del llamado proceso de Canarias,
o sea el que siguió a don Alonso Fernández de Lugo el licenciado Juan Ortiz de
Zarate, enviado a las Islas con el nombre de «Reformador» y el encargo de
revisar los repartimientos hechos por el Gobernador, pero que en realidad
constituyó un verdadero enjuiciamiento de toda la labor del Adelantado. Lope
declara el 29 de abril de 1506: dice que la Isla no está bien poblada y culpa
del escaso vecindario del puerto de Santa Cruz a Lugo, por haber llevado a todos
a Berbería, donde murieron en su mayoría, y porque la Bovadilla no dejaba
salir a los vecinos de sus islas, para que no se despoblasen. También ataca a
don Alonso por haber quitado a algunos vecinos el agua de El Realejo, y cuando
Ortiz de Zarate pregunta a Lope si se ha administrado bien la justicia, éste se
hace leer el capítulo de la Instrucción que el Reformador traía en que los
Reyes le autorizaban para hacer tal pesquisa, y considerándose así justificado
y obligado, declara acusando al Adelantado de haber llevado a Berbería contra
su voluntad a muchos vecinos, y precisa que Pedro de Vergara, alcalde mayor de
la Isla a la sazón, de 8 de dicho mes resuelven, por el contrario, mandar a
Pedro de Vergara, alegando que
Lope, que había ofrecido ir, “está muy enfermo de gota”. La realidad es
que había triunfado el Adelantado y sus incondicionales, y Lope Fernández no
era ya uno de ellos.
Agosto de 2013.