VALLE DE GUERRA

 

TOMADO DEL LIBRO INEDITO:

EL MENCEYATO DE TEGUESTE: APUNTES PARA SU HISTORIA 

 

CAPITULO II

(PARA ESTA SEPARATA)  

 

Eduardo Pedro García Rodríguez  

 

 

Hernán Guerra

 

Ya hemos visto como Lope Fernández de la Guerra divide el valle entre sus dos herederos universales sus primos Hernando Joanes y Hernán Guerra, invasor conquistador y escribano publico. Lope Fernández los había perdonado y a ellos pasaba su cuantiosa herencia.

 

En escritura de arras otorgadas por Hernán Guerra a favor de su primera esposa Juana Fernández, dice que casó con ella en la villa de Fuentes de León, de donde ambos eran naturales. Reconoce recibió al casar con ella 150.000 maravedís y le da en arras 50.000 más. Ante Antón de Vallejo, 13 de abril de 1513, reg. 606 del A. N. T.. folio 1024,—El testamento del mismo, en el reg. de Vallejo, núm. 610, fol. 782.

 

El colono Hernán Guerra había recibido diversos repartimientos de tierras en concepto de botín de guerra como conquistador, entre ellos los siguientes:

635-35.—Hernando Guerra, Juan Ordoñez. Digo q. por cuan­to yo hove fecho merced en nombre de sus Altezas a vos H. G., escribano público, e a vos J. O. vs. e porque vos el dho. F. G. fuestes a Castilla e se pensó en esta isla q. érades muerto, yo hice repartimiento en Lope Fernandes, v° e regidor, del Valle de Osma con sus aguas e tas. de s. en dho. L. F. fasta tanto q. se supiese de vos, e agora acatando q. vos el dho. F. G., escribano público, sois v° e fuestes conquistador en esta isla vos hago merced de dho. valle con sus aguas e tas. de s. q. le pertenecía según está dho. por el alvalá q. yo os di primero a vos y al dho. Juan Ordoñez e por esta mi alvalá vos fago merced de dho. valle a vos solo, no embargando cualquier renunciación q. a otra persona haya fecho, por cuanto el dho. J. O. es ido d esta isla e no es v° d ella. 20-V-1508.

También recibió tierras en Tegueste ya que se le cita como colindante en la data: 1.207-36.—Goncalo Martín d Alcántara, v°. 3 c. de s. q. son en Tegeste, linderos tas. de Hernando de Llarena a donde está un drago grande lindero del dho. Fernando de Llarena y un lomo de camino q. va a Tocorronte [sic] asomante a las tas. de Andrés Suarres y de la otra parte un lomo q. linda con Hernán Gera, es­cribano público desta isla, e de otra parte con tas. de Catalina Hernández, vuestra muger. Vos do 2 c. 3-XII-1515.

Además un solar en Aguere ( La Laguna ), citado en la data 1.491-37.—Juan de Mesa, mi criado. 6 h. en mis tierras de Heneto para viñas y también vos hago merced de un solar en la villa de arriba, linderos Alonso Lopes y Fernán Guerra y Andrés d Armas. El Adelantado. 7-H-1515. En otra donación  que no indica el lugar: 1841-8.-Hernán Guerra, vº, 150 f. de s. Le do 100 f. 15-III- 1505.

Figura en diversos documentos de su propia escribanía de los que reproducimos solamente  tres de ellos en honor a la brevedad, con fecha 2 de septiembre de 1510 al fol. 199 r.  Hernando de Ormán da poder especial a Pedro Isasaga para que le haga su testamento, tome sus bienes y pague las deudas que debiere, conforme a una memoria que deja en casa de Leonor Núñez. Da poder a Hernán Guerra juntamente con el dicho Pedro Isasaga. Ts.: Manuel de Gibraleón y Fernán Esteban Cárdeno.— Sin firma. El 14 de octubre de de 1510 al fol. 445 r. Pedro López, zapatero, reconoce deber a Juan Pacho, mercader, 1.800 mrs. porque se los debía a Hernán Guerra, esc. púb., de 2 procesos, y el dicho Hernán Guerra a Juan Pacho. Los pagará en dineros de contado de hoy, día de la fecha, en 20 días primeros siguientes. Ts.: Fernán Esteban y Diego Ortiz.—Pero López. Y por último, al fol. 446 r., de fecha de las misma fecha: Gonzalo Muñoz y Hernán Guerra, vs., reconoce deber a Diego Fernández Amarillo, v°., 10 doblas de oro que éste dio a Francisco Baldaya a cuenta de 17.000 mrs. que le prometió por casamiento con su hija Leonor Fernández. Se obligan a pagar estas 10 doblas de oro si no se hiciera el dicho casamiento con Francisco Baldaya, por defecto de no desatar el casamiento de la dicha Leonor Fer­nández con Juan de Meló. Ts.: Fernán Esteban y Juan Galán.— Gonzalo Muñoz y Hernán Guerra.

 

Y veamos, por último, qué fue de los herederos de Lope Fernández. “Elena Velázquez, vivía aún en 1514, viuda, en la calle de Vallejo; luego casó con Diego del Castillo, con quien no tuvo descendencia, otorgó su testamento ante Alonso Gutiérrez, el 24 de abril de 1527, y muere antes del 18 de julio siguiente, fecha en que ante el escribano Alonso Gutiérrez, para perdonar a Juan Martín, que había dado muerte a Lucía, su esclava negra. Ésta es, también, la última noticia del hijastro de Lope. Hernán Guerra, su primo y heredero, conquistador que había sido de Tenerife y luego escribano público de esta isla, recibido en cabildo de 29 de abril de 1505, continuó viviendo en la isla por algunos años. Como del bando de Lope, figuró entre los contrarios al Adelantado y recibió poder del licenciado Cristóbal Lebrón, para que lo defendiera en su nombre ante Sus Altezas de las acusaciones hechas en su residencia, de las que seguramente no era ajeno don Alonso Fernández de Lugo, cuyas actividades estuvo encargado de refrenar. En La Laguna , y ante sí mismo, otorgó testamento, el 12 de abril de 1519, con motivo de hallarse enfermo.

 

Dispone ser enterrado en San Francisco, en la sepultura de Lope y en hábito franciscano, y además de mandas a las iglesias de la Concepción y los Remedios, a los hospitales y monasterios de esta ciudad y para la obra de la ermita de la Candelaria , dispone se digan misas en el monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, como también en esta isla, por sus padres, Rodrigo Alonso y Juana Fernández, y por los de su mujer, también llamada Juana Fernández, que fueron Alonso Álvarez y Catalina García.

 

Funda capellanía en la iglesia de la villa de Fuentes, a cuyo fin lega 450 ducados para comprar bienes para su dotación, y nombra primer capellán a su hermano Juan Guerra, al que sucederán

luego sus parientes más próximos, con la obligación de cuatro misas semanales: la una por su tío Lope Fernández, otra por sus padres y las dos restantes por su alma, y que la rememoración se haga en la sepultura de sus padres en dicha iglesia.

 

Instituye por sus herederos, por partes iguales, a sus hijos: Juana, Francisca, María y Nufro y al que espera su mujer. Nombra tutores de sus hijos menores a su mujer, a su hermano Juan y a su concuñado Nufro de Figueroa. Lega a Hernando Esteban el ganado que tenía, salvo alguna res de la que dispone para otras personas, entre ellas una para Beatricica, hija de Hernando Esteban, la que luego había de ser mujer de Alonso Vázquez de Nava. Y encarga a su mujer y a su hermano hagan un altar en la iglesia de la villa de Fuentes, en el que pongan un retablo pintado de Nuestra Señora, San Miguel, San Nufro y San Gregorio, y compren para el mismo un cáliz de plata y los ornamentos necesarios.

 

Aunque Hernán Guerra no muere de aquella enfermedad, a poco se marcha de la isla con su familia, para regresar a la villa las acusaciones hechas en su residencia, de las que seguramente no era ajeno don Alonso Fernández de Lugo, cuyas actividades estuvo encargado de refrenar.

 

En La Laguna , y ante sí mismo, otorgó testamento, el 12 de abril de 1519, con motivo de hallarse enfermo.

 

Dispone ser enterrado en San Francisco, en la sepultura de Lope y en hábito franciscano, y además de mandas a las iglesias de la Concepción y los Remedios, a los hospitales y monasterios de esta ciudad y para la obra de la ermita de la Candelaria, dispone se digan misas en el monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, como también en esta isla, por sus padres, Rodrigo Alonso y Juana Fernández, y por los de su mujer, también llamada Juana Fernández, que fueron Alonso Álvarez y Catalina García.

 

Funda capellanía en la iglesia de la villa de Fuentes, a cuyo fin lega 450 ducados para comprar bienes para su dotación, y nombra primer capellán a su hermano Juan Guerra, al que sucederán uego sus parientes más próximos, con la obligación de cuatro misas semanales: la una por su tío Lope Fernández, otra por sus padres y las dos restantes por su alma, y que la rememoración se haga en la sepultura de sus padres en dicha iglesia.

 

Instituye por sus herederos, por partes iguales, a sus hijos: Juana, Francisca, María y Nufro y al que espera su mujer. Nombra tutores de sus hijos menores a su mujer, a su hermano Juan y a su concuñado Nufro de Figueroa. Lega a Hernando Esteban el ganado que tenía, salvo alguna res de la que dispone para otras personas, entre ellas una para Beatricica, hija de Hernando Esteban, la que luego había de ser mujer de Alonso Vázquez de Nava. Y encarga a su mujer y a su hermano hagan un altar en la iglesia de la villa de Fuentes, en el que pongan un retablo pintado de Nuestra Señora, San Miguel, San Nufro y San Gregorio, y compren para el mismo un cáliz de plata y los ornamentos necesarios.

 

Aunque Hernán Guerra no muere de aquella enfermedad, a poco se marcha de la isla con su familia, para regresar a la villa de Fuentes, no sin antes vender sus derechos a las tierras de Tacoronte (la mitad del Valle de Guerra) a Juan Pacho, al que traspasa dos tercios de las mismas, y el resto a Gaspar Jorba, derecho que este último vende luego a Alonso Vázquez de Nava. Más tarde se entabla pleito entre Hernán Guerra y los adquirentes de sus bienes, porque aquél afirmaba que en la venta de las tierras no había incluido el patronato fundado por Lope, y que no podía venderlas, por expresa disposición de su tío, a lo que los compradores se oponen. Hernán Guerra, para seguir el pleito, hace nuevo viaje a Tenerife, en fecha que ignoramos, pero ha de regresar a Fuentes sin resolverlo.

 

Hernán Guerra muere en la villa de Fuentes de León, pendiente aún el pleito, y sus hijos, Alonso Álvarez, presbítero, Juan Guerra, Juana Fernández, que estaba viuda de Francisco Vázquez, vecinos éstos de dicha villa, Francisca Alvarez, mujer de Pedro de Vergara, que residían en Cala, y Nufro Guerra, que estaba ausente, transan por cien coronas de oro de a 450 mrs., que les entregó Diego Rodríguez, criado de Juan Pacho, y ceden sus discutidos derechos, por escritura otorgada en la citada villa extremeña, el 19 de junio de 1546, ante el escribano de la misma Alonso López.

 

Y así termina la vinculación de los descendientes de uno de los dos herederos de Lope Fernández con sus bienes y con la isla de Tenerife.

 

El otro heredero, Hernando Esteban, el hijo de Bartolomé Joanes, era menor de edad a la muerte de Lope, lo que hace desechar la afirmación de los genealogistas y del poeta Antonio de Viana de sus heroicidades en la conquista de Tenerife, de las que no pudo ser protagonista. El 14 de diciembre de 1512 se presenta ante el teniente de gobernador Lebrón y, por tener pleitos pendientes, pide se le nombre por curador a su primo el escribano Hernán Guerra, a lo que accede Lebrón; el nombrado acepta el cargo y comparece luego a otorgar poderes para los pleitos pendientes y para la transacción con Elena Velázquez, en nombre de Hernando Esteban.

 

Este vivía con su primo Hernán Guerra; pero, al parecer, también vino a Tenerife su madre, Beatriz Domínguez, e igualmente se establecieron en la isla su hermana Marina Guerra con su marido Benito González y sus hijos.

 

De Hernando Esteban, que por mucho tiempo se le conoce de esta forma, si bien más tarde se nombra Fernán Guerra, asi como de su matrimonio y descendencia, hay sobradas noticias de antiguo conocidas. Vino a ser el fundador de la que hasta principios del siglo XIX fue la opulenta familia de los Guerra en La Laguna, y nuestros genealogistas se han encargado de ella con generosidad.

 

De Hernando Esteban podemos añadir que tuvo que ver con la Inquisición , aunque no podamos conocer el motivo, pues mano amiga ha hecho desaparecer los folios que a él se referían. Pero el motivo no fue, seguramente, por falta de limpieza de sangre, pues cuando a algunos de sus descendientes se les sigue proceso por tal motivo, no es precisamente por proceder de Hernando Guerra.” (Leopoldo de la Rosa Olivera).

 

Juan Primo de la Guerra , fragmentos de su  Diaro 1801

Como en  el resto del menceyato La mayoría de los terratenientes vivían fuera del valle desplazándose al mismo en épocas vacacionales o en las de recogida de las cosechas para controlar las mismas.

Del Diario de Juan Primo de la Guerra extraemos algunos pasajes para ilustrar un poco las relaciones entre los hacendados en Valle de Guerra durante las primeras décadas del siglo XIX,  sus medianeros y jornaleros.

Enero

Año 1801 el lunes 19 de enero esperaba a Pedro Díaz para tomar algunas medidas y continuar la parte del camino en contorno de la casa, pero a la fecha de hoy todavía no ha llegado. Tiene entre manos, en La Laguna , la com­posición de una casa perteneciente al Cabildo, y en estos días se ha dado algún golpe por unas piedras que cayeron en la obra. Aquí se ha trabajado desde el sábado. Ayer se alistó parte del callejón o serventía que va por un costado de la viña. La piedra se condujo para continuar la pared, y el paso quedó libre para la carrera y las corsas que traen la piedra de un pajar antiguo que está en paredes hace tiempo.

 

Casi todos los días que he pasado aquí he recibido carta de mi madre. En la del 16 me da noticia de haber llegado a La Palma un barco que viene de Cádiz y va para América y de que, entre los estragos que refiere haber hecho la peste en aquella ciudad, dicen haber muerto allí el obispo don Antonio de la Plaza , quien del obispado de Canaria fue promovido a aquella diócesis, donde per­manecía. También se dice haber muerto de la misma epidemia doña Juana Cólogan, hija de don Tomás Cólogan y de doña Isa­bel Fallón, la que en el año antecedente había salido de esta isla y de la casa de sus padres establecida en el Puerto de La Orotava , habiéndose verificado su casamiento con su pariente don Tomás Costello, quien pasó a esta isla y llevó a su mujer en su compa­ñía a dicha ciudad de Cádiz.

5 de febrero, en el Valle.—El 21 del mes pasado volví a La Laguna , dejando al cuidado del medianero Ángel Figueroa la continuación de la pared en que se trabaja.

Domingo 1 de marzo, en el Valle de Guerra.—Ha vuelto de Tacoronte esta tarde el medianero Ángel Figueroa, lo envié a ver un caballo que vende don Sebastián Casilda. Es hijo de yegua inglesa. Me ha dado noticia de que no es malo y acaso podré tomarlo.

 

Jueves 5, en el Valle de Guerra.—Mi madre, en carta de ayer, me pondera los estragos de la enfermedad que se experimenta en Santa Cruz. Dice de haber venido a tierra el corregidor don Marcos Herreros, quien subió a La Laguna. Se piensa que a éste le ha valido la recomendación del marqués de Branciforte para que el comandante general le abreviase el término de su deten­ción a bordo, no obstante haberle representado en contra la Junta de Sanidad. También me da noticia mi madre de haberse pre­sentado por frente de Santa Cruz siete navíos y una fragata de guerra inglesa, mientras que por alguna otra parte de la isla se dice haberse visto algunos otros. Se piensa si las presas hechas por el corsario « La Mosca » y otro francés que cruza por estas inmediaciones (de las cuales están en La Palma dos portuguesas hechas por « La Mosca » y en Santa Cruz una del otro corsario) podrán haber atraído los ingleses sobre estas islas. Quizá es con­voy que lleva otro destino. Hoy se han visto de aquí dos embar­caciones, la una que cerca del anochecer parecía haber echado algunas lanchas en contorno y la otra más pequeña. En esta se­mana se ha continuado la pared de la cerca.

3 de diciembre, en el Valle de Guerra.—Me he mantenido en la ciudad hasta ayer, que vine por la mañana. El día antecedente había enviado algunos árboles que me trajeron de Icod y ayer y hoy ha estado plantándolos Juan Melián, hijo de Josef Melián, medianero en las tierras del Valle de Jiménez. Compónese de manzaneros, cereceros, guinderos y algunos limoneros. Dudo que algunos peguen por el tiempo que llevan fuera de la tierra.

18, en el Valle de Guerra.—El miércoles 9 fui por la tarde a La Laguna. El maestro Juan Antonio me había dado noticia de que el miércoles 2 del presente en que vine de La Laguna , estuvo a hablarme don Antonio Basilio, comprador de la hacienda de Reguera, quien le dejó a otro maestro el tes­timonio de la escritura. Fui a su casa, le hablé del reconocimien­to del tributo y testimonio de él que debía quedar en mi poder. En orden a atrasados y satisfacción de la décima, me contestó que tenía pronto el dinero de ésta y que creía corriente las pagas del tributo y que Reguera le había hecho papel para su segu­ridad; pero hay equivocación, pues aunque después de secues­tradas las haciendas de Carta por el descubierto de la tesorería, se sacó despacho de la Audiencia para que el administrador (que lo ha sido don Antonio Angles) pagara el tributo y que efectiva­mente lo ha pagado en el tiempo del depósito, antes de él se debían algunas pagas que están por satisfacerse.

 

Año 1802

 

Enero

 

4, de enero en el Valle de Guerra.—He venido ayer tarde de la ciudad. Allí se dice de las nuevas elecciones o empleos de la república. Fue electo personero general de la isla don Bartolomé González de Mesa; prior del Consulado don Juan Próspero de Torres y Chirino. El día primero del año comieron en casa mis tíos don Lope y su mujer y su hermana. Mi tío recibió por uno de los últimos correos algunos libros que le envía de Madrid don Bartolomé Benítez. Entre ellos viene un librito que su mujer doña Antonia María de Nava regala a mis hermanas, cuyo título es El anatomista de las modas. Dirígese a desengañar al público de que muchas de las que corrían con más rigor en el año 1797, que es el de su impresión, encerraban el disimulo de varios de­fectos naturales y a ridiculizar la frivola presunción de los que llama currutacos y son los que observan con más empeño tales modas. Otro librito moderno envía la misma doña Antonia de Nava a los niños del marqués su hermano, con el título de El ropavejero en las 'ferias de Madrid. Esta obrita encierra una crí­tica o sátira más fina, no tanto de la exterioridad de los trajes cuanto de las costumbres y educación de las gentes de la corte; los peligros a que conduce el lujo y la disipación y las trampas más ordinarias que se encuentran en las malas compañías y ter­tulias en que reina el libertinaje. El marqués leyó en casa este libro en algunos ratos de por la noche y después continuó leyen­do El nuevo Robinsón, que mi tío don Lope ha recibido también recientemente.

11 de enero, en el Valle.—Ayer, a la vuelta de misa, encontré en casa a Diego, el cochero de mi madre, con carta de mi herma­na enviando a saber de mi salud. El constipado me continúa. En la mañana hice plantar algunos limoneros que me envió mi madre en días pasados. Me hizo el plantío el peón Josef Gómez. Por la tarde estuvo a verme Antonio García y su mujer María de Cairos; me regalaron huevos.

 

12 de enero, en el Valle.—Mi desazón me incomodó ayer bas­tante. Por la tarde se aheitó una fanega de trigo para amasar en casa, el primero que se prepara con este destino. Anoche dejé despachado el criado con carta a mi hermana, devolviéndole dos órdenes de que he dejado copia, una la declaración de la paz co­municada al Consulado, otra dirigida al comandante general so­bre la sentencia del Consejo de Guerra celebrado en la plaza de Santa Cruz el 21 de mayo último, para juzgar al capitán don Luis Lacy, oficial del regimiento de Ultonia. Es notable que la orden de la paz no haya sido comunicada al comandante general, ni se haya publicado con la acostumbrada formalidad. Dícese que en Cádiz ha sucedido lo mismo de no recibirla sino el Consulado, por lo que mira al comercio. Cuéntase que entre algunos oficia­les españoles que se paseaban en la alameda de Santa Cruz se suscitó conversación acerca de la célebre doña Eufrasia Víctor (cuyas gracias y buen aspecto no han desmerecido). Uno aseguró que había tenido lugar en sus últimas caricias y que una mujer del mismo pueblo la había conducido a su cuarto en las noches antecedentes. Oía esta relación otro oficial de América, llamado Alais, que pasa por novio de doña Eufrasia. Déjase conocer con el empeño y ardor que tomaría la averiguación. Púsose en claro que la tal mujer que se dijo haber sido la conductora tenía intro­ducción en la casa de Víctor; que le pidió a la señorita un traje de su uso, prendido y flores de la cabeza, con lo que adornó a una joven de Santa Cruz que se hizo pasar por la hija de don Josef Víctor. Tomó éste con toda seriedad la venganza del agra­vio y se dice que a la autora de él la han paseado en Canaria, por decreto de la Audiencia.

 

15, en el Valle.—Los días próximos han sido aquí de una lluvia casi continua con algunos relámpagos y tronadas; pero los traba­jadores sufren el agua y en los ratos de ocio se presentan a con­cluir la sementera, al plantío de parras y cava de las viñas, con más gusto que en el día más sereno. Hacía tiempo que afligía al campo una sequedad sin intermisión. Mis árboles recién planta­dos brotan en la mayor parte.

17, en el Valle.—El tiempo sigue todavía de agua. Se piensa que las sementeras retardadas no sean menos útiles que las que se hicieron al principio del invierno. Yo había hecho juicio de dar este año de medias algunas suertes hacia la costa. Tres con especialidad, llamadas la Marlesa , el Pajar Grande y la suerte de don Luis. Los labradores rehusan tomarlas al partido de me­dias teniéndolas por estériles, y que raro año participan de un invierno abundante. No obstante, algunos estaban convencidos en tomarlas, siendo de mi cuenta las dos terceras partes de la semi­lla, pero se desanimaron a vista de la sequedad. Yo hice sem­brar desde el 12 del presente la de don Luis. En efecto, se ama­saron ayer en casa cuatro almudes de harina que produjeron 34 libras de pan. Don Tomás del Castillo ha estado hoy a decir la misa. Me ha dado noticias de haber naufragado una lancha sobre las costas de Canaria, en cuya desgracia se dice haber perecido cinco hombres ahogados. Me dijo también que el 12 del corriente (o en los días inmediatos) había salido de Santa Cruz el barco mercante en que van para Burdeos don Domingo y don Tomás Saviñón, hermanos, hijos de don Tomás Saviñón, célebre abogado de La Laguna y regidor del Ayuntamiento, y de doña Jerónima Yanes. Don Domingo hizo en España sus estudios de medicina, la ejerció algún tiempo en Madrid y había ocho años que volvió a Tenerife, dejando en aquella corte el concepto de un facultativo sobresaliente. Lo esperaban aquí una regular con­veniencia, varias librerías de parientes que ejercieron las facul­tades de jurisprudencia y medicina y con especialidad la de don Carlos Yanes, su tío, cuya instrucción, genio curioso y buen gusto son bastante conocidos en el país y que añadió a ella varios muebles y alhajas preciosas; pero estas proporciones, ni las utili­dades de su profesión, su casa, ni la estimación con que el públi­co le aprecia, no pudieron detenerle. Anhelaba por volver a Euro­pa y tomó la resolución a consecuencia de estar asistiendo al capitán que le lleva a su bordo. Su hermano, don Tomás, pasó también a España, pero alguna indisposición de salud le impidió el emprender el estudio de las leyes, a que pensaba dedicarse.

27, en el Valle.—Ayer salí de casa después de las cuatro. El tiempo estaba fresco y corría niebla que cubría los horizontes. Las aguas de los días antecedentes, con especialidad la del 24, pusie­ ron difícil el tránsito de los caminos. Cerca de la ciudad encon­ tré al teniente coronel don Josef de Mesa, quien llegaría a ella antes de la noche. Lleváronme ayer de Santa Cruz a La Laguna dos fanegas de cebada para sembrar aquí en las tierras de la costa; su precio, a 3 pesos corrientes. También dejé encargado al maestro Juan de comprarme cinco fanegas de papas de semillas para poner en esta hacienda en las huertas cerca del monte. Traje el pagamento de la sementera del trigo que importa cincuenta y un pesos y cinco reales de plata.

 

27, en el Valle.Ayer tarde satisfice a Antonia Cairos, mujer del medianero Figueroa, el importe de la sementera en la costa.

 

27, en el Valle.—Ayer por la mañana estuvo en casa el alcalde de este lugar, Francisco García, mayordomo de don Juan Dapelo. Díjome que Figueroa le ha dado cuenta de los vecinos de Guamasa que entran, a robar leña en el monte, que ha castigado al­gunos sacándoles las multas, pero que para la enmienda se re­quiere despacho del corregidor.

 

Febrero

 

7, en el Valle.—Ayer por la mañana llevó el pedrero Antonio; Agustín cuatro pesos correspondientes a los dos días de trabajo que el dicho, su compañero y el peón han empleado en la última composición de la casa.  Se halla bien nacida la sementera trigo hecha en mis suertes. El tiempo de agua no ha permitido que se siembre la cebada.

 

7, en el Valle.—Ayer (domingo) estuvo el tiempo lluvioso, el  capellán de este pueblo no vino a decir la misa. Por la mañana acabó de techar el pajar que he hecho para el caballo.

 

11, en el Valle.—Ayer por la mañana escribí el pésame al con- de del Palmar. Escribí también el recibo para don Antonio Angles, arreglándome a la cantidad que él dice, habiendo visto algún papel le que infiero ser la que pagaba don José Carta antes del embargo de sus bienes. La hacienda de Carta (a quien antes daba un solo recibo) paga en el día tres tributos con separación:   el primero le 5 por 100 por el terreno vinculado; otro de 150 por la suerte de Pedro de Villarroel (que llaman el Rosario), que entra a dis­ frutar Basilio, y el tercero de 385 por la hacienda del Boquerón, que actualmente gozan por mitad don Diego Reguera y don Luis Fonspertuis.

 

11, en el Valle.—Figueroa me dio ayer la cuenta de la semen- era de la cebada. Se han sembrado en la suerte del Pajar Grande una fanega, nueve almudes y medio, empleándose en esto siete yuntas y dos peones. Por la mañana envié a mi hermana la carta para el conde del Palmar y el recibo para don Josef Carta. Me respondió en el día. Me da noticia de haber estado gravemente malo el comandante general, de un ataque de la gota que le tiró al pecho, donde se le aplicó un vejigatorio, que se le han dado dos sangrías y que se halla bueno. Me dice también de haberse hecho en las monjas catalinas de la ciudad un oficio fúnebre al que concurrieron las comunidades religiosas, corriendo con los costos el prior de Santo Domingo, y que se ha guardado secreto acerca del objeto de esta función o quién la ha ordenado. Mi her­ mana me dice no estaba enteramente recobrada de su indispo­sición, que el frío la desazona y que se alegrará pasar algunos días en el Puerto de La Orotava , donde, si me acomoda, buscaría una casa y que el carnaval es buena ocasión, por las diversiones que se presentan en dicho pueblo.

 

11, en el Valle.—Ayer no he tenido noticia de la ciudad. Yo he pasado estos días leyendo en La Araucana.

15, en el Valle.—Yo hice sembrar nueve almudes de cebada en noviembre, hacia un costado de la viña, inmediato al callejón del servicio de la hacienda, y contaba sobre esto para darle verde al caballo en el presente mes. Pero el terreno elegido no es apro-pósito. Se añade que los animales la maltrataron y en el día me precisa tomar otro arbitrio, dejando el alcacel corto y des­medrado para recoger a su tiempo la cosecha que produjere. Mi hermana me dice de tener compradas las cinco fanegas de papas de semilla, dos y media de las comunes a tres pesos y medio y las otras de semilla holandesa, que me dice son papas mayores y salen a dieciocho reales de plata la fanega. Ya el 11 me había dicho de tener en casa dos fanegas y media de papas, mitad de las que ha cogido Santiago Padrón en la huerta de la casa del ma­yorazgo de Guillen del Castillo. En orden a la venta de vinos, escribí también a mi hermana proponiéndole dirigirme a don Archibaldo. Me contesta recomendándome que los haga trasegar.

 

18, en el Valle.—Ayer se plantaron las dos fanegas de papas que me habían traído el 15. Yo subí luego que me levanté a las huertas donde se pusieron. Vine antes del mediodía y volví por a tarde. Mi ajuste con Figueroa es de sacar yo a la cosecha las cinco fanegas de papas de semilla que ahora suplo. Corren por su cuenta los demás costos y partir el producto.

Marzo

 

5, Marzo en el Valle.—Ayer no he tenido noticia de la ciudad. Figueroa ha estado con algunas yuntas, labrando las tierras para plan­tar el millo en las inmediaciones al monte.

 

5, en él Valle.—He determinado ayer dar en verde a mi caballo la cebada que había sembrado con este destino y que a beneficio de las últimas aguas se ha renovado y está en buena sazón. Desde por la tarde se empezó a segar. Figueroa ha continuado el plantío del millo. Recibí dos cartas de mi hermana Teresa, me dice que corría en la ciudad que el marqués de las Palmas piensa en pasar a la Corte con su mujer, en pretensión de un gobierno para la América.

 

7, en el Valle.—Nada he podido averiguar del paradero de Ana Fajardo. Algunos de aquí han dicho que a su salida la vieron tomar el camino de Tacoronte. Acaso se haya vuelto a Icod.

 

7, en el Valle.—En estos días ha llovido abundantemente; los labradores miran estas aguas como muy provechosas. Algunos me han dicho del buen progreso de mis sementeras de trigo y cebada en las suertes de la costa.

 

10, en el Valle.—Ayer recibí carta de mi hermana, en que me da noticia de haber entrado en Santa Cruz dos embarcaciones, una francesa, la otra dicen ser procedente del Senegal. Me dice también de haber muerto en la ciudad don Rafael de Castilla.

Lorenzo de Neda me trajo ayer la media fanega de papas de se­ milla que faltaba para completar las cinco fanegas.

 

10, en el Valle.—Ayer plantó Figueroa la última media fanega de papas.

 

10, en el Valle.—El tiempo ha continuado fuerte, ayer granizó. Me dijo Figueroa que, por lo que oyó a su padre, tiene noticia de que antiguamente se hacía plantío de papas en las mismas huer­ tas que este año he destinado a ellas.

 

10, en el Valle.—Juan González, medianero de doña Bárbara Rodríguez, me ha enviado ayer tarde diez limones pequeños.

 

Abril

20, en el Valle.—Ayer, día de San Josef, a la salida de misa dio el alcalde García una reprimenda al vecindario por haber hallado tiznado el cartel de una cédula real que había mandado fijar en la puerta de la ermita. Esta cédula (que vi ayer tarde) es cometida al comandante general y contiene el arbitrio de media anualidad sobre todas las rentas dimanadas de donativos de la Corona, con destino a la extinción de vales reales. Recibí con Juan Melián carta de mi hermana. Me da noticia de haber entrado correo el 17 y de que se ha esparcido la noticia de que hay cambio matrimonial entre los príncipes de España y Ñapóles. Me dice también de haber malparido, en La Orotava, doña Margarita Ascanio, mujer de don Lorenzo Machado. Juan Melián me dio cuenta de haber empezado a recoger la cosecha de papas inverneras en el Valle de Ximénez, de la que ha traído a La Laguna cuatro fanegas y media.

Septiembre de 2013.

 

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Continará ---»

 

Capítulos anteriores:  

Menceyato de Tegueste - Valle de Guerra (IV)

Menceyato de Tegueste - Valle de Guerra (III)

Menceyato de Tegueste - Valle de Guerra (II)

Menceyato de Tegueste - Valle de Guerra (I)