Armas Silenciosas para Guerra Tranquilas en Canarias (V)

Jorge Ancor Dorta

 

["el soberanismo o independentismo no es una ideología. Es la expresión de una voluntad social de definir un nuevo marco político territorial, un instrumento para el desarrollo social y humano de una comunidad. Por tanto, puede haber independentistas de izquierda, centro, derecha, así como nacionalistas y no nacionalistas. Lo esencial es la difusión de información contrastada sobre la viabilidad económico-social de una Canarias independiente. Anteponer o yuxtaponer la ideología al independentismo es confundir el fin con los medios."]

El independentismo canario sigue desconectado de una realidad a la que ha sido incapaz de hacer frente. En realidad es la falta de formación de los cuadros y lideres. Esos individuos, fruto de generaciones anteriores y marcados por la transición y el mundo de la guerra fría, simplemente han resistido como han podido. No podían enfrentarse al "enemigo" y han resistido de la única forma que podían hacerlo. Pero los tiempos ahora tienen otras exigencias.

 

"Para cambiar radicalmente el comportamiento de un régimen tenemos que pensar con claridad y audacia, porque si algo hemos aprendido es que lo regímenes no quieren que se los cambien. Tenemos que pensar más allá de lo hicieron quienes nos han precedido y descubrir cambios tecnológicos que nos de valor para actuar de formas que nuestros antepasados no pudieron" (Julián Assange- Gobierno, Poder)

 

Nos encontramos en un punto de inflexión. El cambio y la evolución asusta y se cometen errores estratégicos graves. Las viejas formas ya no son válidas y aparecen nuevas exigencias y nuevos paradigmas. Pero todavía hay muchos que se resisten presos de las antiguas dinámicas.

 

Se está con una visión del mundo y de los procesos sociales obsoleta. Están complacientes en su utopía. La visión que han ofrecido al pueblo canario desde la izquierda radical no la quiere nadie. La visión que han ofrecido desde el folclorismo tampoco convence a nadie. Creo que 30 años de fracasos debe ser constatación suficiente de que esa tampoco es la vía.

Alguien me dijo recientemente que  "el soberanismo o independentismo no es una ideología. Es la expresión de una voluntad social de definir un nuevo marco político territorial, un instrumento para el desarrollo social y humano de una comunidad. Por tanto, puede haber independentistas de izquierda, centro, derecha, así como nacionalistas y no nacionalistas. Lo esencial es la difusión de información contrastada sobre la viabilidad económico-social de una Canarias independiente. Anteponer o yuxtaponer la ideología al independentismo es confundir el fin con los medios."

Pero la falta de formación, el amateurismo y la marginalidad hacen que se vuelva a caer en los procesos ocultos, a caer en placebos y señuelos fruto de la frustración cayendo en un círculo vicioso y marginal que impide la vertebración de un proyecto. La gente se aburre y se desconecta, y el paso hacia adelante que se había conseguido se convierte en dos pasos para atrás y esto genera un bucle de negatividad y frustración que se autoalimenta. No les hacen falta enemigos, ellos solos se bastan para autosabotearse. Cuerpo a tierra que vienen los nuestros.

 

Se vuelven a cometer los mismos errores del pasado, pero el pueblo canario no se puede permitir seguir otros 20 años bloqueados por la falta de formación de unos pocos. Creo que hay que empezar por formar cuadros políticamente. Elevar el nivel, pasar del amateurismo al profesionalismo. Sobran líderes y falta liderazgo bien entendido. 

 

Se pretende cambiar la sociedad pero asusta el cambio propio. Se pretende descolonizar una nación pero se es incapaz de ir más allá de la marginalidad minoritaria. Se pretende seguir con un discurso de disco rallado que no ha funcionado durante 40 años y que está desconectado con el mundo globalizado de hoy en día. 

 

Se tiene vocación de minoría en lugar de mayoría. Se busca un techo electoral del 5% conforme a las reglas de juego actuales en lugar de aspirar a cambiar las reglas de juego. Se quiere vivir dentro del sistema en lugar de cambiarlo. Se pretende seguir tapando los errores en lugar de actuar con transparencia. Se sigue sin proyecto serio de construcción nacional más allá de cuatro vaguedades ecosocialistas que funcionan bien como declaración de intenciones pero que son claramente insuficientes para articular un proyecto de construcción nacional. No se tiene visión de Estado.

 

No entienden como les ataca el enemigo en realidad y no saben defenderse. Cuando se defienden refuerzan la estrategia del enemigo en un círculo contraproducente y vicioso. Sienten instintivamente que algo no va bien, pero no puede expresar su sentimiento de manera racional o tomar las riendas para enfrentarse al problema y se refugian en posturas ideológicas o utópicas. En consecuencia, no saben como organizar las cosas o asociarse con otros para defenderse o cómo gritar para pedir ayuda.  

 

No entienden el proceso y en el fondo se esté complaciente en la marginalidad, aunque de boquilla se asuma otro discurso. En el fondo no se quiere cambiar nada, solo se quieren liberar ansiedades y frustraciones con un discurso irreal y utópico anclado en el pasado. 

 

Por eso se sigue con el estilo de la calumnia, la difamación personal, la mentira, la intoxicación informativa y la actitud infantil de que todo el que difiera lo mas mínimo de nuestro planteamiento trabaja para la policía. La conspiranoia fruto de la inmadurez. El legado maldito de la vieja forma de hacer las cosas.

 

Solo se aspira a una cuota de poder, a liberar tensión y a mantener chiringuitos particulares. No se quiere cambiar la sociedad y para ese viaje no necesitamos alforjas.

 

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Fuente: menceymacro.blogspot.com