La “vergüenza maligna” (y II)

 

 

Ramón Moreno Castilla

 

Continuando con el demoledor informe del eminente psiquiatra irlandés Garrett O'Connor[1], sobre los estragos producidos en la población católica irlandesa la prolongada acción del colonialismo británico en su país, que hemos extrapolado a Canarias, dados los parámetros coincidentes con el colonialismo español, vemos como la patológica inhibición del pueblo canario en asuntos cruciales que le afectan, no desmerece las cualidades de los canarios cuando están fuera de las Islas, cuya impronta les ha valido reconocimientos sin precedente en los negocios, las leyes, la medicina, la política, la religión y las artes. Sin embargo, muchos de ellos, incluso algunos de los más exitosos, confiesan que en privado se tienen que enfrentar a sentimientos crónicos de vergüenza y a una dolorosa sensación de inferioridad personal y cultural.

Las vivencias contadas por el doctor O'Connor son bastante reveladoras. Durante su adolescencia, explica, llegó a pensar que todo lo que fuera irlandés (incluido él mismo) era de alguna manera defectuoso o de segunda clase en comparación con Inglaterra. Idéntico a los canarios, para los que todo lo que viene de fuera es mejor, y sobrevaloran más a los españoles que a ellos mismos. Ello explica los devastadores efectos que ha tenido el colonialismo español en la psique canaria.

En el comportamiento cotidiano del pueblo canario se observan conductas realmente inconcebibles y degradantes, como las batallas por el poder político que se desatan dentro de las familias, y en la relación maestros alumnos en la escuela. Las estrategias para provocar vergüenza, la ridiculización, el hostigamiento, el desdén y la humillación pública tienen claramente su origen en la realidad histórica de la opresión política. El disimulo mal intencionado y el silencio como forma de comunicación, la traición interpersonal y el regocijo secreto frente a la desgracia ajena, éstos son recordatorios contemporáneos del salvajismo familiar y la perfidia tribal a los que tuvieron que recurrir nuestros antepasados para sobrevivir bajo el mandato colonial español, que se perpetúa hoy en día.

Haciendo alusión al impacto psicológico de la dominación política y extranjera en Canarias, habría que señalar la necesidad de explorar psicológicamente la propensión canaria a "decir una cosa y hacer otra". En este sentido, existen varios estudios al respecto que ahondan en la patología social que aqueja a este pueblo, que se traduce en el síndrome del colonizado[2] [3].

Lo que el profesor O'Connor denomina "vergüenza maligna", extrapolada al pueblo canario, más que una simple emoción es una identidad: un estado más o menos permanente de auto-estima baja que ocasiona que incluso las personas exitosas se consideren indignas, que vean sus vidas como algo vacío y sin realizar. No importa cuánto hagan el bien; estas personas nunca son lo suficientemente buenas. Los individuos regidos por la vergüenza pueden considerarse a sí mismos, a nivel privado, como seres repugnantes, pueden sentirse secretamente fallidos y defectuosos como personas, y vivir con el constante temor de ser expuestos como seres estúpidos, ignorantes o incompetentes.

La vergüenza maligna es un mecanismo psicológico de supervivencia que hace imposible que las personas abusadas expresen sus sentimientos de enojo o rabia, ya que al hacerlo correrían el riesgo de incurrir mayor daño con la represalia del perpetrador. Así, las víctimas del abuso permanecen frecuentemente pasivas frente al castigo, porque sospechan que la rabia y la crítica del perpetrador son puntuales y justas. La vergüenza maligna es un elemento importante en la dinámica de protección que hace que los rehenes veneren a sus celadores (síndrome de Estocolmo), que las prostitutas amen a sus chulos, que los revolucionarios admiren a sus opresores y que los "los canarios imiten a los españoles en todo, mientras al mismo tiempo aparentemente los odian".

La auto-estima disminuida o carente puede llevar a los niños abusados a crear personalidades falsas o caricaturas de si mismos, para desviar la atención de aquello que consideran es la verdad odiosa y vergonzante de su identidad "real". Esos niños literalmente no son "ellos mismos". Al haber perdido el contacto con su autenticidad y sus emociones, como adultos pueden llegar a depender desmesuradamente de la aprobación y el juicio de otros para obtener el reconocimiento de su propia valía.

Resumiendo, la auténtica "Canarias oculta" está sepultada bajo la vergüenza maligna de cada uno de los isleños. ¿No va siendo hora ya de rescatarla y ponerla en su sitio? [4] [5] [6] [7] ¿A qué estamos esperando?

 

[1] reconocer-y-sanar-la-verguenza-maligna

[2] Endofobia en Canarias

[3] Psicología del pueblo canario

[4] Liberación psicológica en las naciones aún colonizadas: el caso de las Islas Canarias

[5] Psicología de la Liberación

[6] Descolonización de Canarias para la liberación psicológica

[7] Vendrá un tsunami independentista que nadie podrá detener 

 

Artículo anterior: La "vergüenza maligna" (I)

rmorenocastilla@hotmail.com

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