Razones de un sentir canario (y III)
Francisco
R. González Alonso *
Los españoles
peyorativamente dicen que somos españoles políticamente; es verdad. Somos
españoles sometidos a sangre y fuego en desigual lucha, y hemos tenido que soportar
siglos de dominación, porque nos han impedido por la fuerza alcanzar nuestra
liberación. También esto ocurrió en toda la América Hispana.
Ahora bien, la
emancipación americana que se inicia a raíz del descalabro de la monarquía
reinando Fernando VII de Borbón, las primeras manifestaciones de rebeldía
contra la monarquía española absolutista, comienza con el alzamiento del
canario nacido en la isla de El Hierro Juan Francisco de León. Le siguen
"los Tres Comuneros en Colombia", hijos de canarios que fueron
fusilados, y más tarde, por el Generalísimo don Francisco de Miranda, cuyo
nombre figura en el Arco de Triunfo de París, llamado el Precursor de la
Independencia de Venezuela, también hijo de un canario nacido en el Puerto de
la Cruz, Tenerife, don Sebastián Miranda Ravelo.
Hemos sido
libertadores de pueblos que sufrieron el dominio español, porque al ser
obligados a emigrar a las nuevas tierras descubiertas por Cristóbal Colón, a
cambio de no ser vendidos como esclavos en la Europa medieval, conocimos la
libertad que aún hoy nuestro pueblo canario no ha podido lograr, manteniéndose
un falso sistema democrático colonialista bajo muchos aspectos políticos que
nos hacen ver que somos una región más de la España invertebrada, regida por un
Gobierno autónomo que durante varias legislaturas se ha confabulado con
intereses políticos del poder central español, el cual ha limitado el
desarrollo integral del magnífico y potencial enclave geográfico y estratégico
de nuestras Islas Canarias, que en la antigüedad fueron conocidas por Islas
Afortunadas y que son muy ricas, aunque nos haga ver todo lo contrario. Hoy
vivimos en un estado miserable de postración social y económica.
Para el poder central
español que históricamente ha regido el destino de nuestros pueblos insulares,
somos un pueblo mantenido, inmaduro y no estamos preparados para
autogobernarnos ni mantener el "modus vivendi" que nos da la
metrópoli hispánica. Nos dan a entender que moriríamos de hambre y seríamos
víctimas de nuestra propia destrucción. Esto también lo pregonaban en la
América Hispana, pero ellos lograron emanciparse; nosotros seguimos manipulados
políticamente con la complicidad de nuestras autoridades representativas, que
presumen de un falso nacionalismo y nos hacen sentir como si pensáramos con el
estómago (barrigocéfalos) para seguir en una perenne
pesadilla sin poder despertar, y así ver con más claridad nuestro estatus
colonial que hemos sufrido durante siglos.
¡Qué realidad más
triste viven nuestros pueblos insulares canarios! ¿Más de cinco siglos de
colonialismo no son suficientes para merecer nuestra liberación? ¿En qué se
fundamenta tanta ambición de dominio? ¿Es por consideración a nuestra estúpida
solidaridad hispánica? ¿O es porque las Canarias producen más de lo que nos hacen
ver? Razona, pueblo canario, con sentido nacionalista, con criterio propio, y
llegarás a la conclusión de que somos la última posesión colonial hispánica por
liberarse. Tal razonamiento te hará comprender que no se puede tapar la
realidad de nuestro colonialismo.
Observemos con mucha
atención lo que está pasando en nuestro mundo globalizado: la juventud
consciente de su gran responsabilidad ha tomado las calles para hacer escuchar
sus anhelos de libertad con democracia, y en cierto modo, con sus protestas,
está convulsionando sistemas políticos entronizados por mucho tiempo, a los que
se les está exigiendo mejores condiciones de vida para todos los estratos
sociales y aspirando a establecer sistemas democráticos auténticos. Este
despertar de la juventud ha iniciado la etapa de la socialización democrática
con justicia y equidad social del planeta Tierra. Es un movimiento
socio-político que nadie podrá detener.
La Organización de las
Naciones Unidas, ONU, a pesar de no estar actuando con la libertad que debe
tener para hacer justicia, debido a la multiplicidad de intereses creados por
las grandes potencias, tendrá que estar vigilante para que los pueblos
sometidos por la fuerza alcancen su libertad. Si aún existen dictaduras, en el
futuro están condenadas a desaparecer, pues la democracia representativa,
participativa y protagónica, con todos sus males originados por la mala praxis
democrática, sigue siendo el mejor sistema de gobierno.
Nuestros pueblos
insulares canarios no pueden permanecer sometidos al poder español y tienen
todo el derecho a la autodeterminación política. Solo la miopía de nuestros
imberbes políticos, compinches del poder central español que nos ha gobernado
durante siglos, acatan sus disposiciones para así autocomplacerse
con su parte alícuota que le corresponde mantener en pro
de la especulación sistemática colonialista.
En nuestro pasado
histórico se realizó la división política de nuestras Islas Canarias en dos
provincias, separación maquiavélica alimentada, sugerida y ejecutada por la cachifa política de turno, en un momento trágico para el
devenir histórico de Canarias, justificando así la estrategia política del
poder central español: divide y vencerás.
Entiendan los
españoles que ya Canarias llegó a su mayoría de edad política, que pueden
seguir disfrutando de nuestra hospitalidad conviviendo pacíficamente en
nuestras Islas Canarias; no es el odio social el que alimenta nuestro espíritu
nacionalista; vuestra presencia será la de un inmigrante más, como hemos sido
los canarios en América que convivimos a plenitud, en cualquier país a donde
hemos emigrado por fuerza mayor, pero el "statu quo" político de
Canarias no es el de permanecer antagónicamente dividida en dos provincias,
para que el poder español siga pescando en el río revuelto de las intrigas que
han establecido en el seno de nuestras comunidades insulares. Aprecien o no,
les guste o no la independencia, tarde o temprano será una realidad, y cada
Isla será un ente confederado, unido políticamente bajo leyes comunes, regidas
por un sistema de gobierno federal democrático.
Este cambio político
debe realizarse pacíficamente y con pleno entendimiento entre los poderes que
hasta ahora han regido nuestro destino político en Canarias. Lo que sí sugiero
es que no sigamos con nuestra forma indolente de reaccionar.
La libertad política
se logra con tenacidad y perseverancia, exigiendo nuestros derechos, no
eludiendo responsabilidades que a todos nos incumben como canarios. Es lógico
que se recurra a los organismos internacionales que defienden la
autodeterminación política de los pueblos conquistados por la fuerza.
No olvidemos que
sufrimos el sistema colonialista más largo del poderío español, y nuestra
liberación es la meta que debemos alcanzar para así justificar "las
razones de un sentir canario".
Publicado en el periódico El Día, 20-09-2011
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