Masivo síndrome de Estocolmo

 

 

Ramón Moreno Castilla

 

[…En Canarias, todo está cautivo: las ideas, la cultura, la información, el derecho a decidir, el progreso y el desarrollo, las instituciones, el mercado, etc. etc.]

Parafraseando al recientemente fallecido premio nobel de literatura, el colombiano Gabriel García Márquez, cuando dijo que "lo peor de la muerte es que es para siempre", lo terrible del colonialismo español que nos subyuga, aparte de su perversidad y continuo saqueo, es que pretende perpetuarse sine die en Canarias. Un insostenible e indefendible anacronismo en pleno siglo XXI, que la legalidad internacional ya no contempla ni ampara hoy en día.

Y producto de ese feroz y despiadado colonialismo, al que España nos somete desde hace seiscientos años, es el síndrome de Estocolmo, que afecta a buena parte de nuestra población. Esta sintomatología forma parte, entre otras graves e irreversibles patologías, de la gran epidemia que aqueja a este pueblo, salvo raras excepciones, entre las que me encuentro. Esto es, el pueblo canario está preso no solo del síndrome del colonizado, tras seis siglos de cruel y depredador colonialismo, sino que, pese a estar en la práctica en cautividad, perdona a sus captores y simpatiza con ellos. Porque en Canarias, todo está cautivo: las ideas, la cultura, la información, el derecho a decidir, el progreso y el desarrollo, las instituciones, el mercado, etc. etc.

Como decía en mi artículo, "Refinado colonialismo"[1], si alguien tiene la menor duda del estatus colonial que padece Canarias, a pesar de la milonga que nos cuentan de que "somos una comunidad autónoma del Estado español, y una RUP de Europa"; no tiene sino que observar atentamente todo lo que sucede a su alrededor y constatar cuantas veces se ha denunciado esa ignominiosa y canallesca situación en los editoriales de EL DÍA, y en mis numerosos artículos sobre el particular, denunciando, una y otra vez, el infame e ignominioso colonialismo español, el más antiguo y sanguinario del mundo.

Precisamente, el 7 de noviembre de 2011 publiqué en este diario un esclarecedor artículo titulado "El manual del colonialismo"[2], en el que destacaba el récord Guinnes del colonialismo español en Canarias, que se remonta a 1496; y el 3 de diciembre de 2013 publique, asimismo, "Colonialismo impecable e implacable"[3], en el cual denunciaba por enésima vez la inhumana e intolerable subyugación de Canarias desde hace seis siglos por parte de España, y las numerosas tropelías y arbitrariedades que a diario comete con estas Islas.

Canarias es una rancia colonia medieval de un país europeo; y el decimonónico criterio de "soberanía política" ejercido ilegalmente por España -pese a estar ya periclitado- para sustentar la impuesta y ya insostenible "españolidad de Canarias", hace tiempo que dio paso al principio emergente de "localización geográfica" consagrado en el Derecho Internacional contemporáneo; y puesto de manifiesto, en el proceso de descolonización e independencia de los llamados países del Tercer Mundo, mediante la Resolución 1514 (XV) de las Naciones Unidas. Resolución que España tiene el cinismo de reclamar para Gibraltar, pero se niega aplicar a Canarias, tal como establece taxativamente el mandato de la ONU.

España ha sido históricamente la abanderada del colonialismo mundial, entendido desde el sometimiento de los pueblos aborígenes por las grandes potencias europeas de la época, y que tuvo en Canarias, archipiélago costero africano, su primigenia actuación de la mano de las bárbaras tropas de Castilla, y de los vándalos mercenarios, que entraron a sangre y fuego en nuestra tierra, con la aquiescencia de la Iglesia Católica de entonces (en una mano la espada y en otra la cruz). Y cuya implacable evangelización y sanguinaria conquista, ¡que duró casi un siglo!, se llevó a cabo entre 1402 y 1496.

La acción colonizadora, como la que ejerce España en Canarias, se identifica en territorios ocupados por la fuerza de las armas y administrados por un Estado, anteriormente ajeno a éstos, mediante la conquista y asentamiento de poblaciones foráneas (en este caso los colonos peninsulares), y en los que se impone una autoridad extranjera apoyada en el Ejército.

Colonialismo es cuando un pueblo o gobierno ejercen su soberanía y establecen un control político sobre otro territorio y pueblo extranjero como fuente de riqueza y de poder, ¡caso inequívoco de Canarias! Esa relación impuesta y, por tanto, no deseada, concluye cuando el pueblo subyugado alcanza su propia soberanía, constituyéndose en un Estado libre y soberano, miembro de pleno derecho de la comunidad internacional.

¡¡Es a lo que debe aspirar ya Canarias!!

rmorenocastilla@hotmail.com

[1] refinadocolonialismo

[2] manualcolonialismo

[3] eldia.es/2013-12-03

 

Otros artículos de Ramón Moreno Castilla publicados en El Guanche y en El Canario