Ramón Moreno Castilla
El colonialismo universal, entendido desde el
sometimiento de los pueblos aborígenes por las grandes potencias europeas de la
época, tuvo en Canarias, archipiélago africano, su primigenia actuación de la
mano de las tropas castellanas y las hordas mercenarias que entraron a saco en
nuestra tierra, con la aquiescencia de la Iglesia Católica de entonces. Y cuya
sanguinaria conquista e implacable evangelización se llevó a cabo entre 1402 y
Sin entrar en la
historiografía del colonialismo, lo que sería prolijo, y del que, por otra
parte, existe una amplia y extensa bibliografía, sí es importante resaltar
algunos aspectos de este fenómeno mundial. Para ello, conviene precisar que
colonialismo es el periodo de la historia que va de
La acción
colonizadora, pues, se identifica con territorios ocupados y administrados por
un Estado anteriormente ajeno a estos mediante la conquista y asentamiento de
poblaciones foráneas, y en los que se impone una autoridad extranjera. Puede
hablarse de colonialismo cuando un pueblo o gobierno extiende su soberanía y
establece un control político sobre otro territorio o pueblo extranjero como
fuente de riqueza y de poder. Esa relación, no deseada, concluye cuando el
pueblo subyugado alcanza su propia soberanía, constituyéndose en un Estado
independiente.
Centrándonos de forma
sucinta en el colonialismo moderno (¡¡aunque el colonialismo español en
Canarias se remonta a la época medieval!!), vemos que el colonialismo de la
Europa moderna comenzó en el siglo XV y puede dividirse en dos fases que
coinciden en el tiempo: la primera, desde 1415 hasta 1800, aproximadamente, y
la segunda, desde esa fecha a la Segunda Guerra Mundial. En la primera etapa
Europa occidental, encabezada por España y Portugal, se expandieron por las
Indias orientales y América; en la segunda, Gran Bretaña tomó la iniciativa en
la expansión de Europa hacia África, Asia y el Pacífico. El fin del equilibrio
de poder en Europa y las guerras mundiales del siglo XX marcaron el ocaso del
colonialismo moderno. El desarrollo de la conciencia nacional en las colonias,
el declive de la influencia política y militar del viejo continente y el
agotamiento de la justificación moral de los imperios contribuyeron a una
rápida descolonización a partir de 1945. Los imperios coloniales, creados a lo
largo de siglos, fueron desmantelados casi en su totalidad en tres décadas, y
las antiguas colonias se constituyeron en Estados libres y soberanos. Salvo el
Archipiélago canario, que, como último reducto del imperio, sigue sometido hoy
en día al yugo colonial español.
Y aquí es muy
ilustrativo citar de nuevo a mi admirado Jorge Luis Borges cuando dice:
"Entre España y
Portugal, que en 1493 se repartieron la mar océana,
existe una gran diferencia: mientras Portugal es un País melancólico porque
sabe que ha perdido su imperio, España, a estas alturas de la historia, no sabe
que ha perdido el suyo y sigue tan campante". ¿Puede alguien rebatir esta
clarividente afirmación?
Pero
independientemente de su contexto histórico, ¿cuáles fueron las causas reales
del colonialismo? Veamos: en primer lugar, las cuestiones económicas son las
más importantes y las que mejor explican el colonialismo. En el último tercio
del siglo XIX, las potencias industriales compitieron fieramente entre sí por
el control de los mercados mundiales. Por ello, dichas potencias fueron muy
proteccionistas con sus mercados nacionales e intentaron ampliar sus mercados
exteriores, precisamente con la expansión colonial. En segundo lugar, las motivaciones
políticas: conquistar colonias era una manifestación de prestigio político y
demostración de fuerza y poder. A veces, los conflictos políticos entre las
potencias no se producían en Europa, sino en África o Asia (por ejemplo,
Alemania y Francia se juegan su prestigio político al luchar por el control de
Marruecos en 1906). Y en tercer lugar, las perspectivas estratégicas: el
dominio de los mares exigía el control de enclaves estratégicos (estrechos,
puertos, islas, canales), distribuidos por todo el mundo (por ejemplo, los
británicos controlaron el Canal de Suez -1869-, El Cabo, Gibraltar, Singapur,
etcétera).
El mejor modo de
describir los efectos nocivos del colonialismo, ¡¡que vulnera los derechos
humanos!!, es analizarlo desde la vertiente de
inferioridad y menoscabo de los propios colonizados. Es obvio que las colonias
reportaron (¡y reportan en el caso de Canarias!) numerosos beneficios a las
metrópolis, como son la "adquisición" de nuevos territorios para la
emigración y recursos estratégicos, y la expansión del comercio y el aumento de
las ganancias económicas. En este sentido, la privilegiada posición
geoestratégica de Canarias, nuestra "renta de situación", no es
rentabilizada por los canarios. ¡¡Son las plusvalías de la colonización que España
explota en su propio beneficio!! Por tanto, la afirmación de que la
colonización tuvo -y tiene- efectos negativos para las gentes colonizadas es
incuestionable: no solo se interrumpió su estilo de vida tradicional, sino que
se destruyeron valores culturales, se impuso una religión y pueblos enteros
fueron alienados y subyugados, cuando no, exterminados.
En el caso
paradigmático de Canarias, la primera y más antigua colonia del mundo, España,
cuyo colonialismo es intrínsecamente perverso, ha implementado, como nadie, el
auténtico "manual del colonialismo", del que tiene el
"copyright". Y que si bien fueron actuaciones comunes en la impronta
del colonialismo europeo, en este Archipiélago devastado adquieren especial
virulencia y han causado mayores estragos. El primer epígrafe de ese manual,
que España aplicó en nuestra tierra finalizada la conquista y se producía un
nuevo poblamiento con "peninsulares", es
impedir a toda costa el desarrollo y despegue económico de la colonia para que
dependa exclusivamente de la metrópoli; legislando leyes restrictivas y
propiciando un infranqueable entramado político-jurídico con ese objetivo. El
segundo postulado es la aculturación y la transculturación, con políticas
tendentes a mantener en la ignorancia al pueblo colonizado y pierda sus señas
de identidad y autoestima, con todo lo que ello implica. La tercera disposición
de ese "reglamento de régimen interno" para las colonias es la
explotación sistemática de sus recursos naturales y el continuo drenaje de sus
activos monetarios tendentes a su descapitalización?,
y así sucesivamente hasta llegar al total desmantelamiento del sistema
productivo, la destrucción masiva del tejido empresarial, la ruina económica y
la descomposición social, con la consiguiente marginalidad, paro, hambre,
delincuencia, prostitución, drogas, etcétera.
¡¡Esa es la verdadera
realidad de Canarias!! Solo que el citado manual se ha ido perfeccionando y
optimizando, por lo que ahora se trata de neocolonialismo.