José Plácido Sansón Grandy (III)

 

 

Francisco R. González Alonso

En 1871, los partidarios de Amadeo de Saboya nombran a don José Plácido Sansón Grandy secretario del Gobierno Civil de Madrid y, a fines del mismo año, inspector de Hacienda, y sigue escribiendo artículos y cartas, como la dirigida al Partido Radical, comunicándole su renuncia.

En su fecundidad literaria, deja traslucir su gran sentir nacionalista en defensa de la integración canaria, pero con autonomía propia en pro de dignificar el gentilicio canario, tan manipulado y desvirtuado desde que sus primeros habitantes (los guanches) fueron conquistados.

Don José Plácido Sansón Grandy manifiesta en casi todas su creaciones literarias el sentir canario, y sus obras más importantes son: "Anacaena", "Aben-Hamet", "Atreo", "Tieste", "La noche de San Bartolomé", "Zaluca", "Elvira", "Una mujer", "Hernán Peraza", "Tarde y a tiempo", "Víctima y juez", "Pobre ciego", "Tres para una", "Jimena", "La familia", "Ecos del Teide", "Flores del alma", "Herida en el corazón", "Al borde del precipicio" y sus ensayos poéticos.

Entre sus temas tratados sobre la familia, sobresale el soneto "No nos olvides":

"Cansado ya de la enemiga suerte / que el árbol marchito de mi esperanza, / solo una luz distingo en lontananza / que mis pasos dirigen hacia la muerte. / Con mi destino he combatido fuerte / hasta que en tierra di con mi pujanza: / ¡Célica luz de sepulcral bonanza, / haz que en los brazos del no ser despierte! / Así pensaba yo, cuando un gemido / a mi lado sentí: ¿Qué es lo que pides? / Dijo una voz de angelical sonido. / Somos tu escudo en las terrestres lides, / somos las prendas de tu hogar querido, / somos tu salvación... ¡No lo olvides!".

Estando ya en su Madrid literario, la nostalgia de su terruño insular canario le hace evocar el mar y escribe el siguiente soneto: "Baña las costas de mi patrio suelo / un mar, rey de los mares de occidente; / en él, aún niño sumergí mi frente / en él, ya grande, divertí mi duelo. / Lo he visto manso, halagador, riente / imagen de la paz que tanto anhelo / y luego, imagen de la guerra hirviente / subir bramando hasta tocar el cielo. / Hoy... del distante, mi dolor le nombra; / y aparecerse en mis sueños miro / del Atlántico mar la inmensa sombra, / y con la mente a sus orillas giro, / y recostado en su cerúlea alfombra, / por mi visión al despertar suspiro".

Lo extraordinario, lo sublime, lo loable de don José Plácido Sansón Grandy es la práctica de las virtudes para estar con Dios, con su familia y con su tierra canaria. De su formación clásica pasa al Romanticismo para cantar poética y dramáticamente la vida de su pueblo isleño. La juventud actual y las futuras generaciones encontrarán en sus obras fuente inagotable del sufrir isleño frente a la adversidad de feroces conquistadores y continuadores del colonialismo que hoy nos agobia.

Hoy, en el campo económico, social y político, las Islas Canarias están saturadas de sanguijuelas que limitan, cada día más, las posibilidades de establecer estructuras económicas sólidas que garanticen a nuestra gente la permanencia en las Islas y no tengan que emigrar, como hasta ahora ha sido la solución de cientos de miles de canarios esparcidos por todo el mundo.

Mi sentir canario como emigrante, al tratar de dar a conocer la gran personalidad de don José Plácido Sansón Grandy, es que hay que admirar su atrevimiento para manifestar sus sentimientos nacionalistas por el año 1850, y lamentar la suerte de tantos coterráneos que se vieron obligados a emigrar de nuestras Islas Canarias.

En honor a su sentir canario, también yo me atrevo a darles a conocer, una vez más, una de mis tantas coplas de folías: "¡Al Cristo del Emigrante / le suplico con fervor / que desde mi tierra guanche / más nadie emigre, Señor!".

franciscoteide@cantv.net

 

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