El Informe Lugano (y III)

 

Ramón Moreno Castilla

 

Terminaba la entrega anterior diciendo que, aunque la población mundial esté reduciendo su ritmo de crecimiento, las estimaciones de las Naciones Unidas indican una población que deberá llegar a un número aproximado de 7.200 a 8.500 millones de habitantes en 2020. Esa cifra, por otro lado, está compuesta en su mayor parte por una población en estado de pobreza o de miseria que reside en países poco desarrollados. Los grandes flujos migratorios no hacen más que agudizar los conflictos. Además, el envejecimiento poblacional es un hecho: hasta los pobres logran vivir más tiempo.

La argumentación subestima el aumento, grande y creciente, de la demanda de métodos anticonceptivos por las mujeres pobres en varias partes del mundo en la misma medida en que la "utilidad económica" de los hijos de madres pobres se ha ido disipando a todas luces por causa de la exclusión en la sociedad capitalista contemporánea y de las propias condiciones de trabajo.

Por otro lado, el "demógrafo consultor" no reconoció los efectos de la inercia demográfica (o metabolismo demográfico) que significa un tiempo entre los niveles más bajos de fertilidad y su expresión en número absoluto de nacimientos. Como quiera que se mire, Thomas Malthus está vivo en el pensamiento neoliberal contemporáneo: "Para asegurar empleos estables y correctamente remunerados, para disminuir el riesgo de choque de civilizaciones, para lograr que las nuevas generaciones se integren a la cultura de mercado, para que el Estado conserve su función de suministrador de infraestructuras y de garante de la seguridad de los ciudadanos, para que no ocurran colapsos de abastecimiento de agua, energía... "es necesario reducir drásticamente la población. El único medio de garantizar la felicidad y el bienestar de la mayoría de las personas se encuentra en la reducción del número de habitantes del planeta. Ese es el verdadero sentido de la expresión desarrollo sostenible" (extractado de los capítulos 3 y 4). El problema, entonces, no es saber si debemos disminuir drásticamente la población, sino cómo hacerlo.

Las "marcas" maltusianas positivas son necesarias porque el siglo XXI deberá escoger entre las disciplinas y el control, por una parte, y el desorden y el caos por la otra. "El único modo de asegurar un máximo de bienestar a un mayor número de personas, preservando el capitalismo, es disminuyendo la población" (p.89).

El modus operandi para reducir cuatro mil millones de personas hasta el año 2020 se basa en el fortalecimiento de flagelos que ya afectan a la humanidad en el inicio del siglo, representados aquí por la imagen de los cuatro caballeros del Apocalipsis: la Conquista, la Guerra (con comercio internacional de armas e intervención), el Hambre y la Peste. "Las conquistas, las guerras, el hambre y la peste han vivido siempre para inhibir el crecimiento excesivo de la especie humana y hasta hoy no han perdido su importancia. Tratamos de mostrar cómo podrían ser adaptadas a las circunstancias modernas" (p167).

Las "marcas" preventivas desempeñan también su papel incentivando políticas de reducción de la reproducción: aborto, esterilización masculina y femenina y anticonceptivos. El diagnóstico poblacional apunta hacia el combate entre los países ricos y los países pobres en términos totales de población, tasas diferenciales de crecimiento y envejecimiento poblacional. La crítica, en esa parte, es contundente respecto a los "efectos anticipados" de políticas sociales: incluso con la reducción de su prole, los excluidos siguen excluidos hasta el punto de serlo más aún.

El informe Lugano constituye, sin duda, un libro polémico. Sin embargo, significa un vehemente libelo contra los efectos devastadores de la globalización sobre amplios y crecientes contingentes de la población del planeta. El inteligente recurso adoptado suscita gran interés en el lector junto con una lógica de razonamiento muy atractiva. Precisamente, su mayor contribución se encuentra en poner al descubierto dimensiones no aparentes de discursos y prácticas dominantes del sistema globalizado y de propuestas de incautos que no evalúan las consecuencias de sus iniciativas hasta sus últimas consecuencias.

El escrutinio de la lógica de razonamiento maltusiano implícito en muchos de esos discursos y muchas de esas prácticas representa una contribución bastante relevante, principalmente si se considera que ese tipo de crítica no es frecuente en los estudios demográficos. En definitiva Suzan George hace al final del libro sus últimos comentarios y expresa su posición personal, presentando y defendiendo su idea de simulación.

 

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Artículos de Ramón Moreno Castilla publicados en El Guanche y en El Canario