El
Informe Lugano (II)
Ramón
Moreno Castilla
Continuando
con la exposición del Informe Lugano, vemos que en el epígrafe c)
c)
La distribución de la riqueza, con el que finalizaba la primera entrega,
"otras disparidades pueden ser totalmente irrelevantes dentro de esa dialéctica
de la furia y la violencia. Un ejemplo mencionado con frecuencia por los
moralistas es el referente a que, según dicen, la suma de las fortunas de 450
multimillonarios equivale a lo que ganan 500 millones de personas en el Tercer
Mundo..." (p. 33).
d)
El capitalismo de cuadrilla: el crimen a gran escala, las economías paralelas,
el tráfico de drogas, el contrabando de armas, el lavado de dinero, la corrupción
de todo tipo. Grandes regiones del planeta ya están fuera de la jurisdicción
del Estado.
e)
La deuda externa: "Países altamente endeudados ganan mucho más exportando
drogas, armas ligeras o emigrantes, que productos legales de consumo
primarios" (p. 36). f): El colapso financiero: la volatilidad inherente a
los mercados financieros.
El
diagnóstico llega a su fin con la conclusión de que el crecimiento económico
es cada vez más una fuente de pobreza. Los efectos sociales indeseables pueden
minar los beneficios económicos. Las economías ilegales tienden a ganar
fuerza, se producen desórdenes geopolíticos y los mercados financieros se
vuelven inestables y peligrosamente amenazadores.
Con
ese diagnóstico como base, se realiza un examen de los mecanismos de control,
de las instituciones obsoletas e ineficientes: la ONU, el FMI, el Banco Mundial,
etc. Se hace una excepción con la OMC, el único de esos mecanismos que actúa
directamente impidiendo que actúen en el banquete los excluidos de los países
desarrollados y países no desarrollados en su totalidad.
El
carácter agudo de la crisis ya está configurado: "No nos debiera espantar
que países desreglados (o autorregulados) estén en perfecta capacidad de
producir tensiones (tensión en gran escala, agitación social, degradación del
medio ambiente, ruina financiera) que consumen al propio mercado. No existen
amortiguadores con alcance planetario para absorber esos golpes. Ya que estamos
en presencia de un sistema intrínsecamente frágil, que carece de un reglamento
que lo legitime, no podemos dejar de ponernos en guardia contra un accidente
global a principios del siglo XXI, si no antes" (p. 52).
A
partir de ese diagnostico, el grupo de trabajo trata de sintetizar el impacto de
la situación recurriendo a la conocida ecuación: Impacto (sobre la tierra) =
Consumo x Tecnología x Población. La limitación de los recursos naturales y
lo inexorable del crecimiento tecnológico en el sistema capitalista, hacen que
la población sea la variable clave, crucial y decisiva para salvaguardar el
sistema. En realidad, un futuro económico viable, dentro del contexto de las
condiciones impuestas por la biosfera depende de tres elementos: Número de
personas en el mundo. Cantidad, calidad y naturaleza de lo que consumen.
Tecnología utilizada para producir lo que esas personas consumen y para tratar
los desechos que producen.
El
recurso adoptado por Suzan George le permite establecer detalladamente las
dimensiones ideológicas y las implicaciones de conceptos fundamentales
actuantes en los reiterados análisis sobre la globalización. Por ejemplo, los
consultores "escogen" como medida de impacto el concepto de
"marca ecológica", que quiere decir la cantidad de recursos ecológicos
necesarios para subsidiar las necesidades de una población dada con cierto
nivel de consumo y de tecnología. Dicho método divide el área de los
ecosistemas productivos del planeta entre la cifra de población mundial. Los
consultores consideran que ese concepto es mejor que el de "capacidad de
carga" o "capacidad de soporte" debido a que el concepto escogido
integra factores como el comercio y la urbanización y hace de la geografía una
ciencia realmente globalizada.
La
autora lleva al extremo su argumentación lógica cuando trata de lo
poblacional. De repente los consultores se ven ante un contingente mundial
-absolutamente inviable en el contexto analizado- de alrededor de seis mil
millones de habitantes: "En 1948, cuando los signatarios de la Declaración
de los Derechos Humanos se reunieron en asamblea, la población mundial era de
cerca de dos mil quinientos millones de habitantes. Ya en esa época el objetivo
era utópico. Hoy está totalmente fuera de contexto: es imposible garantizarles
esos derechos a seis mil millones de personas, cuya mayoría vive en la
miseria" (p. 71).
Aunque
la población mundial esté reduciendo el ritmo de crecimiento, las estimaciones
de Naciones Unidas...
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Artículos
de Ramón Moreno Castilla publicados en El Guanche y en El Canario