El imperialismo contemporáneo (III)

Tres modelos

 

Claudio Katz

 

Tres modelos

 

En los años 70 aparecieron tres interpretaciones para caracterizar el nuevo escenario. Estos enfoques resaltaron la gravitación de tendencias superimperiales, ultra-imperiales e inter-imperiales.

 

La primera variante -postulada por Sweezy, Magdoff o Jalee- remarcó el papel dominante de Estados Unidos, como coloso económico y gendarme mundial. Remarcó el peso de sus corporaciones industriales y su gravitación militar, mediante estudios que subrayaron también la importancia de las resistencias antiimperialistas del Tercer Mundo. Esta tesis recogió elementos de muchas teorías sobre el hegemonismo estadounidense de la época, que reflejaban el apabullante liderazgo logrado por la primera potencia. (4)

 

Pero las caracterizaciones superimperialistas no evaluaron el alcance de esa primacía del gigante del Norte y no llegaron a esclarecer el nuevo el tipo de relaciones establecidas entre el poder norteamericano y las restantes potencias.

 

La segunda corriente puso el acento en los procesos de asociación ultra-imperial, mediante importantes trabajos de Hymer, Murray y Nicolaus. Indagaron la formación de una nueva clase capitalista en torno a las empresas multinacionales, a partir de estudios del mercado del eurodólar y de distintos análisis sobre la influencia decreciente de los estados nacionales. También investigaron la forma en que este proceso erosionaba las rivalidades entre potencias y deterioraba las condiciones de trabajo. (5)

 

Este enfoque inauguró el estudio contemporáneo de la asociación internacional de capitales y comenzó a registrar sus consecuencias sobre los estados nacionales. Pero no logró evaluar el impacto de estos cambios sobre la dinámica del imperialismo.

 

La segunda vertiente fue a su vez enriquecida por los trabajos de Poulantzas, que estudiaron cómo la internacionalización de la economía incentivaba la formación de fracciones capitalistas mundializadas, al interior de los estados nacionales. Palloix aportó, además, importantes investigaciones sobre la forma en que la internacionalización de la economía globaliza la reproducción del capital, en ciclos mercantiles, monetarios y productivos. (6)

 

Todos estos enfoques que ponían de relieve la preeminencia de cursos ultra-imperiales, suscitaron la reacción de los defensores a ultranza de la tesis clásica. Estas críticas destacaron el reducido alcance de la actividad multinacional y el continuado protagonismo de los estados nacionales. Pero los objetores nunca lograron explicar por qué razón habían perdido fuerza las tendencias bélicas y económicas del período precedente.

 

Finalmente la tercera corriente encabezada por Mandel destacó la continuidad parcial de las rivalidades inter-imperiales. Cuestionó por un lado, la tesis superimperial señalando que la hegemonía norteamericana no evolucionaba hacia supremacías económicas de largo plazo. Destacó que esa hegemonía no transformaba la subordinación de las potencias asociadas en formas de sujeción colonial.

 

Por otra parte, objetó la perspectiva ultra-imperialista, señalando el carácter improbable de una fusión entre corporaciones de distinto origen nacional y remarcó el continuado aumento de la competencia económica, en un marco de distensión militar. De esta tendencia dedujo un pronóstico de acrecentamiento de la concurrencia intercontinental, en un cuadro alejado de la confrontación bélica. (7)

 

Este modelo de tensiones inter-imperiales atenuadas fue compartido por otros teóricos como Rowthorn, que cuestionaron la exageración del poder norteamericano, evaluando que el continuado antagonismo económico entre las grandes potencias, no tendría proyecciones militares. (8)

 

Este tercer enfoque sugirió acertadamente la preeminencia de un avance del regionalismo, que permanecería distanciado de los viejos bloques belicistas del pasado. Pero no arribó a conclusiones nítidas y tampoco elaboró conceptos representativos de la nueva situación. Vaciló en la evaluación del rol estadounidense y no logró dirimir el predominio de tendencias a la asociación o a la competencia.

 

Todas las caracterizaciones en juego suscitaron fuertes polémicas, acompañadas de los adjetivos y etiquetas en boga durante esa época. Los cuestionamientos a los “errores kautskianos” convivieron con los elogios a los “aciertos leninistas”. Pero esta contraposición impedía comprender lo que se intentaba indagar. La nueva integración internacional de capitales no recreaba el modelo concebido por el dirigente socialdemócrata y la competencia en curso no resucitaba el esquema postulado por el líder bolchevique.

 

Las investigaciones de los años 70 crearon los fundamentos para superar la obsolescencia del enfoque clásico, pero no condujeron a conclusiones satisfactorias. Su principal mérito fue incentivar el estudio de la nueva realidad con modelos de supremacía, integración y rivalidad imperial. Aunque dieron lugar a una síntesis adecuada, abrieron una discusión que puso de relieve los problemas a resolver.

 

La tesis superimperialista omitía la inexistencia de relaciones de subordinación entre las economías desarrolladas, equiparables a las vigentes en la periferia. El enfoque transnacionalista desconocía la continuidad de las rivalidades entre las corporaciones, ahora mediadas por otra conformación de clases y los estados. La visión de concurrencia inter-imperialista minusvaloraba la ausencia de confrontaciones bélicas y el avance registrado en la integración de los capitales. (9)

 

La complejidad del tema impulsó a buscar fórmulas combinatorias de las concepciones en disputa, que se mantuvieron posteriormente. Se resaltó especialmente cómo la existencia de tendencias a la asociación, genera tensiones que obligan a reforzar liderazgos, para contener la concurrencia inter-imperialista. Esta rivalidad socava la gravitación de la superpotencia impidiendo la estabilización del sistema. (10)

 

Esta misma idea de mayor entrecruzamiento de capitales sin desemboques definidos ha sido señalada también, para destacar la existencia de múltiples desequilibrios. Estas tensiones son generadas por una trama distante del imperialismo clásico y carente de sustituto definido. (11) En este contexto la irrupción del neoliberalismo abrió nuevas pistas de indagación.

 

Continuará…

 

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Fuente: argenpress.info