Transformaciones
económicas
Claudio
Katz
Transformaciones
económicas
Los cambios económicos de posguerra
tuvieron el mismo alcance que las modificaciones geopolíticas, a partir del
significativo avance registrado en la asociación internacional de los
capitales. Se consumó un entrelazamiento financiero, comercial e industrial sin
precedentes. Esta amalgama alteró radicalmente la concurrencia inter-imperial que prevaleció durante la época de Lenin.
El creciente gigantismo de las empresas
que subrayaba el líder bolchevique volvió a cobrar importancia con la expansión
de los oligopolios, en desmedro de las pequeñas compañías. La necesidad de
ampliar mercados, reducir costos y aumentar la productividad acentuó la
preeminencia de las corporaciones frente a las empresas de pequeño porte.
Pero a diferencia del período
precedente, las alianzas entre grandes firmas no quedaron restringidas a
compañías del mismo origen nacional. Irrumpió un nuevo tipo de empresa
multinacional, que asoció a los capitalistas norteamericanos, japoneses y
europeos, alterado la vieja divisoria entre bloques de competidores nacionales.
En este marco, el proteccionismo perdió
peso frente a las presiones librecambistas desplegadas por las empresas
mundializadas. Estas compañías requirieron mayor movilidad del capital y
creciente flexibilidad comercial, para actuar en todos los rincones del
planeta. El cerrojo arancelario era congruente con los bloques belicistas del
imperialismo clásico, pero obstruía los negocios internacionalizados de
posguerra.
Este viraje de las tarifas hacia la
liberalización repitió un giro ya consumado en otras oportunidades. El capitalismo
nunca se atuvo a una modalidad comercial invariable. El pasaje del libre-cambio
a la protección -que los teóricos clásicos observaban como un giro definitivo
del sistema- constituyó en realidad, sólo un eslabón de incontables virajes.
Tampoco la primacía financiera mantuvo
la irreversible hegemonía que imaginaban los analistas de la etapa precedente.
Al compás del fuerte crecimiento de posguerra, los industriales recuperaron
terreno y retomaron su protagonismo en la generación de plusvalía. Este
resurgimiento fue en gran medida determinado por la internacionalización de las
firmas norteamericanas, que implantaron filiales en Europa y Oriente
Durante este período la exportación de
capital recobró un papel significativo, pero tuvo un alcance más limitado en
las inversiones metropolitanas en la periferia. Las principales corrientes de
colocación de fondos foráneos se consumaron entre las propias economías
desarrolladas. Los capitales norteamericanos afluyeron con mayor intensidad al
viejo continente que a los países dependientes y la misma dirección tuvieron
las inversiones externas posteriores de Europa y Japón. Esta tendencia apuntó a
reforzar una gestión internacionalizada de los negocios, en torno a las
empresas multinacionales.
Pero este proceso incluyó también un
aumento de las ventas mundiales y una creciente confiscación de los recursos de
la periferia. El comercio entre las economías desarrolladas se intensificó,
junto a la depredación de las riquezas del Tercer Mundo.
Los tres mecanismos de apropiación
externa del imperialismo volvieron a coexistir, sin nítidas primacías de uno
sobre otro. La remisión de utilidades por inversiones externas operó junto al
comercio inequitativo y el sometimiento de las economías subdesarrolladas. La
magnitud de todos estos cambios tornó impostergable la revisión de la teoría
del imperialismo.
Primeras
actualizaciones
El texto de Lenin mantuvo su influencia
durante la posguerra, a través de numerosas reediciones y traducciones. Este
apetito de lectura sintonizaba con la expectativa de extensión del socialismo
por todo el mundo. El reconocimiento logrado por el libro convalidaba sus
aciertos políticos en el debate sobre la guerra y premiaba la crítica a las
ingenuidades pacifistas.
La tesis leninista brindaba, además,
argumentos contra las nuevas teorías socialdemócratas, que identificaban la
alianza transatlántica y la descolonización con “el fin del imperialismo”.
Estas concepciones omitían la persistencia de la violencia imperial, especialmente
en el Tercer Mundo.
Pero las lecturas más atentas del texto
comenzaron a percibir su falta de actualidad. El ensayo de Lenin describía un
contexto ya inexistente de guerra inter-imperialistas.
También la primacía de las rivalidades económicas había quedado neutralizada
por la interpenetración mundial de los grandes capitales. La preeminencia
norteamericana contradecía, además, el escenario clásico.
Estos contrastes no disminuyeron el
lugar dominante del texto bolchevique, en todos los estudios sobre el
imperialismo. El grueso de la producción teórica marxista intentaba actualizar
con las nuevas cifras, las tendencias expuestas por Lenin. Se buscaba
especialmente corroborar la continuidad del monopolio y del proteccionismo y
demostrar la centralidad de las exportaciones de capital y la persistente
hegemonía financiera.
Estos trabajos estaban afectados por una
actitud ritualista, que eludía el análisis de las tendencias contrapuestas a la
caracterización clásica. Los manuales de economía política editados en la URSS
y otras elaboraciones dogmáticas expresaban esa postura acrítica. (2)
Estos enfoques transformaban el
escenario inter-imperial de principio del siglo XX en
un dato inmutable de la historia. Le asignaban vigencia perdurable al
diagnóstico de una coyuntura. Al congelar la etapa estudiada por Lenin como el
único período valedero sacralizaban el texto, olvidando la función política que
tuvo cuando fue elaborado. Esta actitud cerraba todos los caminos para una
actualización fructífera de la teoría del imperialismo.
Otras visiones intentaron -con muchas
vacilaciones- la revisión del problema. Buscaban demostrar, por un lado, la
vigencia de los rasgos clásicos, pero reconocían por otra parte las
insuficiencias de la concepción tradicional. Mientras subrayaban la continuidad
del monopolio y la supremacía del capital financiero, señalaban la ausencia de
conflictos bélicos inter-imperialistas y la
gravitación de Estados Unidos. Cuestionaban las lecturas talmúdicas de Lenin,
pero preservando su visión del tema.
La reconsideración del problema exigía
ir más allá del simple cómputo de los elementos vigentes y obsoletos de la
teoría clásica. Había que jerarquizar el significado de las tendencias
persistentes y de los procesos ya agotados. Los enfoques acríticos diluían dos
datos claves de la nueva época: la ausencia de guerras inter-imperiales
y la mayor asociación económica entre capitales de distinto origen.
El diagnóstico de Lenin había quedado
anacrónico por estar referido a una etapa ya concluida del desarrollo
capitalista. Las tendencias de 1880-1914 no tenían vigencia en 1945-75 y por
esta razón, las principales reflexiones de posguerra giraban en torno a otros
problemas.
La dificultad de muchos marxistas para
aceptar este cambio obedeció a una incomprensión del planteo de Lenin.
Desconocían que el enfoque estaba más centrado en la crítica política al
pacifismo social-patriota, que en la evaluación económica del capitalismo. La
gran contribución aportada en el primer terreno, no implicaba validez de las
caracterizaciones expuestas en el segundo terreno. Esta confusión obstruyó el
análisis y generó muchas simplificaciones en la interpretación del
imperialismo, que no distinguían la existencia de dos niveles autónomos de la
reflexión sobre tema.
Los mejores estudios sobre el
imperialismo de los años 70 incorporaron de hecho estas distinciones. Revisaron
la teoría clásica, destacando la existencia de múltiples interpretaciones
marxistas (Brown) y resaltaron el significado polisémico
de la noción de imperialismo (Owen). También pusieron de relieve la ambigüedad
de un concepto que incluye al mismo tiempo definiciones de la etapa,
caracterizaciones de tensiones entre países centrales y evaluaciones de las
relaciones entre el centro y la periferia (Sutcliffe).
(3)
Con estas miradas comenzó un rescate del
significado contemporáneo del imperialismo. Se retomó el método de Lenin para
interpretar una nueva realidad, observando cómo el desarrollo desigual de
capitalismo genera desequilibrios, en la reproducción jerarquizada y polarizada
de este sistema.
Continuará…
Fuente: argenpress.info
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El imperialismo contemporáneo (I) Claudio Katz