Canary Islands and
Ramón
Moreno Castilla
[El
pueblo canario tiene legítimo e inalienable derecho no solo, a elegir a sus
propios interlocutores, sino su modelo político, económico y social, sin
interferencias ni tutelas de ningún tipo. Y, por supuesto, a tener sus propios
amigos…]
Hay
que reiterar que los contactos que Canarias ha mantenido con Inglaterra en
distintas etapas de su trayectoria histórica han tenido siempre consecuencias
decisivas para su desarrollo económico, social y cultural. Ello justifica, sin
duda alguna, que nuestros agentes económicos y sociales y los que defendemos a
ultranza, sin ningún otra consideración, los sagrados intereses de nuestra
tierra retomemos, por nuestro propio bien, esas históricas relaciones de
amistad y cooperación canario-británicas, absolutamente beneficiosas para el
Archipiélago canario; tan supeditado, por otra parte, a intereses foráneos
ajenos por completo a nuestra tradicional libertad comercial y puertos francos,
y que han convertido a Canarias en el balneario geriátrico de Europa, y en un
mercado cautivo, donde todo se importa, sin la tan necesaria e imprescindible
soberanía alimentaria que establece taxativamente la FAO.
El
pueblo canario tiene legítimo e inalienable derecho no solo, a elegir a sus
propios interlocutores, sino su modelo político, económico y social, sin
interferencias ni tutelas de ningún tipo. Y, por supuesto, a tener sus propios
amigos y no los enemigos que les induce España, la potencia colonizadora; que,
mientras reclama la aplicación a Gibraltar, territorio de soberanía británica,
de la Resolución 1514 (XV) de Naciones Unidas, se niega sistemáticamente a
descolonizar Canarias.
En
este sentido, las relaciones, sobre todo comerciales, anglo-canarias han
producido una amplia y variada bibliografía de destacados autores; si bien es
cierto que todos los planteamientos han estado subjetivamente condicionados por
la impuesta y artificiosa "españolidad de Canarias" y,
consecuentemente, contrarios y opuestos a lo que Canarias ha necesitado y
demandado históricamente. Sobre todo ahora, cuando la secular indefensión político-jurídica
en la que está inmersa Canarias va a posibilitar el saqueo del siglo si, como
parece, la multinacional española Repsol explora y explota los yacimientos de
hidrocarburos localizados en aguas canarias, que son recursos naturales que
pertenecerían, solo y exclusivamente, al pueblo canario. ¿Y por qué no BP?
Las
relaciones comerciales canario-británicas, que habían tenido lugar a partir
del siglo XVI, cuando se inicia el tráfico mercantil del excelente vino
"sack" o "canary", tuvo un momento álgido en 1852, cuando
la concesión de la franquicia para los puertos isleños, gracias a los
esfuerzos del ministro grancanario León y Castillo, que marca el inicio de un
proceso en cadena: con la construcción de los puertos, numerosas compañías
británicas establecen sus estaciones carboneras en Las Palmas y Santa Cruz de
Tenerife. En principio, el capital inglés monopolizó todas las actividades
portuarias de la época, tales como suministro de carbón, varaderos, pequeños
astilleros, consignatarias, etc. De tal forma que esas mismas compañías pasarían
a controlar otros sectores económicos como bancos, seguros, turismo y la
exportación de productos hortofrutícolas, promoviendo el transporte de
viajeros ingleses en los mismos buques de retorno a las Islas. El tráfico marítimo
entre Canarias e Inglaterra fue muy intenso desde los comienzos, siendo
constante la arribada a los puertos isleños de numerosos vapores ingleses.
Como
clara e inequívoca referencia de los pingües beneficios que generaba el
comercio de Canarias con Gran Bretaña, tenemos, por ejemplo, los valores
alcanzados en 1902 solo por la exportación de las tres clases de frutos cuyo
comercio era mayor: plátanos, tomates y papas, cuyo montante ascendió a
15.267.595 pesetas de entonces.
El
inicio del movimiento turístico inglés en las Islas estuvo determinado por
factores como la mejora en los transportes y medios de comunicación, la
inauguración del servicio telegráfico en 1883, o la crisis de 1873, que
impulsaría la expansión británica a partir de 1895. Al aumento del movimiento
migratorio y a la creciente moda del viaje se sumaría la propaganda que la
propia colonia británica residente en Canarias hacía entre sus compatriotas,
fomentando así el turismo en las Islas. La rebaja de los billetes de ida y
vuelta desde Liverpool y la mejora progresiva de la oferta alojativa hizo
posible la llegada masiva de turistas ingleses, con los consiguientes beneficios
económicos y culturales.
De ahí
que la huella inglesa permanezca indeleble en The Canary Islands, y cada vez
sean más los sectores empresariales, sobre todo portuarios, los nostálgicos de
aquellas fructíferas relaciones anglo-canarias.
¿Alguien
tiene, pues, alguna duda de lo extraordinariamente importante que sería para
Canarias que la futura Asociación Canario-Británica rescatase esas históricas
y benefactoras relaciones bilaterales? ¡¡La calamitosa situación económico-social
de Canarias no admite dilaciones!!
Foto:
Álvaro Morera
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Canary Islands and United Kingdom (I)
[1]
Asociación canario-británica
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