Canary Islands and United Kingdom (I)

 

Ramón Moreno Castilla

 

[En la memoria de muchos isleños perdura todavía la famosa etiqueta "Canary Island Produce" en las cajas de tomates o en las piñas de plátanos, como signo inequívoco de la importancia de nuestras exportaciones al Reino Unido, que en la década de los cincuenta del siglo pasado alcanzó su máximo esplendor…]

 

Continuando con el hilo argumental de mi artículo del domingo, a propósito de la Asociación Canario-Británica[1] y de la necesidad perentoria de retomar las antiguas relaciones comerciales y de toda índole con Gran Bretaña, quiero abordar, siquiera someramente, los diferentes momentos de esas históricas relaciones, que siempre estuvieron determinadas por el devenir histórico y la coyuntura internacional, y en la que siempre estuvo presente la rentabilidad de uno de los activos más importantes de Canarias (¡patrimonio exclusivo del pueblo canario!), como es su privilegiada "renta de situación", consecuencia inequívoca de nuestro lugar en el mapa, a caballo entre tres continentes: África, Europa y América.

Inglaterra, una de las grandes potencias marítimas de la época, conocía perfectamente la ubicación y la localización geográfica del Archipiélago canario, a solo 96 km . ( 59,65 millas marinas) del continente africano y, por tanto, lugar de paso para sus colonias en África continental y base logística de avituallamiento para su comercio con las Américas. Conviene resaltar que los contactos que Canarias ha mantenido con Gran Bretaña en diferentes momentos de su trayectoria histórica han tenido consecuencias decisivas y muy provechosas para su desarrollo económico, social y cultural. ¿Por qué no rescatar esas históricas relaciones tan beneficiosas para ambas partes?

En el plano divulgativo, y para constatar la excelencia de esas magníficas relaciones de amistad y cooperación canario-británicas, podemos considerar que esos contactos comienzan de forma incipiente en el siglo XVII, con el auge de los monocultivos canarios, pasando de la caña de azúcar al vino. En efecto, las plantaciones de vides, que habían comenzado a principios del siglo anterior, alcanzaban su máxima extensión, y las parras de viña van desplazando progresivamente a la caña de azúcar, que queda como cultivo residual.

Los vinos canarios, especialmente el malvasía, gozaron desde muy pronto de merecida fama, sobre todo en Inglaterra y colonias americanas. Hasta tal punto que escritores como Daniel Dafoe o Shakespeare, entre otros, se hicieron eco de esa merecida reputación. Los agentes comerciales ingleses y de otros países de Europa del Norte empiezan a llenar Canarias, estimulando el desarrollo de los cultivos al comercializar el producto en sus naciones de origen, fundando, a su vez, casas comerciales o agencias en los puertos canarios, que se ocupan de la importación y exportación de mercancías en general.

La demanda inglesa por los caldos canarios hizo que las relaciones comerciales entre Inglaterra y Canarias se estrechasen notablemente; de aquí parte la secular tradición comercial anglo-canaria. Como consecuencia de ese floreciente comercio de exportación de vinos, grupos de ingleses se establecen en el Puerto de la Cruz, fundando en 1655 la Compañía de Canarias, en un intento por monopolizar el comercio del vino; y debido a las protestas canarias la compañía se disolvió en 1667.

A partir de 1715, la exportación de vinos a Inglaterra y colonias sajonas desciende notablemente, lo que llevó implícito la decadencia del cultivo; unida a la competencia de vinos portugueses y mediterráneos pero, sobre todo, a la política antiinglesa de España. En este siglo la agricultura canaria sufre fuertes quebrantos ocasionados por las fuertes sequías, las plagas de langosta y erupciones volcánicas, especialmente en las Islas orientales, cuya población tiene que emigrar en masa. Por entonces se introduce en las Islas el cultivo de la papa (término quechua), procedente de Perú, y el millo, originario de Méjico, que tanta importancia tendrán en la subsistencia de los canarios.

En la memoria de muchos isleños perdura todavía la famosa etiqueta "Canary Island Produce" en las cajas de tomates o en las piñas de plátanos, como signo inequívoco de la importancia de nuestras exportaciones al Reino Unido, que en la década de los cincuenta del siglo pasado alcanzó su máximo esplendor. Es de resaltar, igualmente, que los ingleses asentados en Canarias han formado la colonia más numerosa de extranjeros, integrándose totalmente en la sociedad isleña, dejando siempre patente su impronta y recto proceder.

También hay que señalar que las históricas relaciones entre Canarias e Inglaterra han producido una amplia y documentada bibliografía. Pero no es aceptable sostener que la "britanización" de Tenerife, Gran Canaria y La Palma haya originado una aculturización sin precedentes. ¿Cómo catalogar entonces la masiva invasión de foráneos que sufrimos desde siglos de la llamada eufemísticamente Península?

rmorenocastilla@hotmail.com

Foto: Álvaro Morera

Canarias, diciembre de 2013

 

[1] Asociación canario-británica

 

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