Día de la Bandera Nacional Canaria

Manifestación unitaria en Las Palmas de G. C.

   

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Esta manifestación es un éxito porque no han conseguido silenciarnos y porque a través de ella le estamos mandando un mensaje al resto de la sociedad de que las cosas no pueden seguir como están.

 

Primero que nada me gustaría agradecer a todo el equipo que ha ayudado en la organización de este acto, pero muy especialmente a Fernando, Bentonio y Ruyman que han trabajado día y noche, y sin cuyo empuje y liderazgo no hubiese sido posible realizar este evento. También agradecer a todos los compañeros que han ayudado a pegar carteles, con Brito a la cabeza, y a organizar la mesa redonda, y a los participantes en dicha mesa, y a los que han organizado el sorteo de colaboración y vendido los números, y a quienes han ayudado en los comunicados de prensa así como la estrategia en las redes sociales de Twitter y Facebook.

 

Porque este acto lo hemos organizado sin ayudas de ningún tipo, ni de asociaciones, ni de partidos políticos, ni de empresarios, sino con el trabajo personal y el empuje y la determinación de gente como tú y como yo. Organizar un acto de este estilo es más complicado de lo que la gente se imagina. Pero no son solo las trabas del ayuntamiento o los permisos. Lo más complicado son las personas. Las dos manifestaciones celebradas en Gran Canaria han sido un fracaso. Las dos. Han sido un fracaso porque, aunque hemos dado un salto cualitativo en el discurso y en la concienciación, hemos permitido - y ahí me incluyo yo también - que se rompan las dinámicas que se habían venido construyendo desde hace un año y medio. Y esas dinámicas eran la apertura y reorganización de un movimiento a través de asociaciones, la motivación de la militancia y los simpatizantes, la formación de cuadros, la estructuración de un aparato de financiación y la labor pedagógica y divulgativa para la descolonización de nuestro pensamiento.

 

Tenemos que reconocer - sin ningún tipo de derrotismos y sin ningún tipo de complejos - que en los últimos meses han conseguido bloquear las dinámicas que permitirían la construcción de una mayoría social. Han conseguido bloquear momentáneamente la dinámica de cambio y tenemos que admitirlo. Cuando los comportamientos irracionales se disparan es muy difícil pararlos. Voy a contar lo que hemos vivido durante las últimas semanas.

 

Fulanito no participa en la Comisión porque está menganito, menganito no viene a la manifestación porque no quiere encontrarse con fulanito. A y B no participan porque Dorta está en la comisión, Dorta abandona la comisión pero A y B siguen sin participar. La asociación X no viene a la manifestación porque viene la asociación Y. La asociación Y no viene porque hay gente de Z. Los del juego del palo no vienen porque también participan los del tolete, los del garrote no vienen porque están los del juego del palo.

 

A todo esto, Pepe, Jose, Aday, Yeray, Guacimara y Pedro deciden que, visto el panorama, mejor quedarse en casa.

 

Posiblemente todo esto parezca una locura, pero no lo es. En realidad son comportamientos totalmente predecibles. Tan solo tienes que tocar unos cuantos botones emocionales y “pufff” disparas toda una serie de procesos irracionales ocultos que tenemos programados en nuestros cerebros. Los seres humanos somos así de manipulables… y eso lo sabe el enemigo.


¿Hay alguien que realmente quiera cambiar las cosas? Parece que no, porque cambiar las cosas es pasar a la acción en lugar de buscar excusas para la inacción.

 

El primer paso siempre es crear un consenso sobre la necesidad del cambio, luego viene establecer la visión de a donde se quiere ir y como. Por último, construir equipos para pasar a la acción. Es sabido que los procesos de cambio se pueden bloquear de muchas formas. Por ejemplo generando dudas y desconfianza mediante el ataque y la difamación, desviando el debate mediante cuestiones ideológicas u operativas - discusiones interminables sobre puntos y comas u otros detalles sin importancia - o vaciando y boicoteando los equipos formados.

 

Pero los que nos hemos convocado hoy aquí sí que queremos que las cosas cambien. No solo estamos aquí para reivindicar que se respete nuestra identidad nacional y celebrar el día de la bandera. Estamos aquí para reclamar que las cosas avancen, y da igual que seamos 10, 100 o 10.000. Porque lo importante es que estamos determinados a conseguirlo. Y en lo que a mí respecta eso es lo importante y por eso ha merecido la pena el esfuerzo.

 

Esta manifestación es un éxito porque no han conseguido silenciarnos y porque a través de ella le estamos mandando un mensaje al resto de la sociedad de que las cosas no pueden seguir como están. Un mensaje alto y claro de exigimos un cambio económico, social y político en Canarias.

 

Es un éxito porque, los que estamos aquí, hemos decidido tomarnos la pastilla roja que nos desconecta de ese Matrix colonial y estamos orgullosos de poder mirar a la realidad a los ojos. Los que estamos aquí estamos orgullos de ser canarios descolonizados en nuestro pensamiento y eso nos hace sentirnos seguros de nosotros mismos, orgullosos de lo que somos como individuos y como colectivo. Sabemos que tenemos que cambiar, estamos obligados a ello. Pero a algunos les asusta el cambio y, a esos, les tendremos que ayudar y dar confianza. Con generosidad, pero sin detenernos.

 

Los que nos hemos reunido hoy aquí estamos seguros de nuestro valor y talento, hemos vencido al miedo y somos capaces de reivindicar nuestra identidad personal y nuestra identidad nacional. Cambiar es mucho más fácil si confiamos en nosotros mismos. Y por eso no vamos a permitir que nos detengan ni los medianeros del nacionalismo presupuestario ni las ilusiones irreales de supuestos paraísos proletarios. Por eso vamos a reactivar, desde ya, las dinámicas que nos permitirán construir una mayoría social que demande que las cosas cambien.

 

Los que sueñan con cambiar un Matrix azul por uno rojo no nos convencen. Tampoco los medianeros de un nacionalismo presupuestario que juega a gestionar el independentismo a cambio de mantener las prebendas y privilegios de sus caciques. Ya no nos fiamos de ellos porque se lo han ganado a pulso. Porque nos han dado todas y cada una de las razones para no hacerlo. No queremos más cuentos, queremos hechos, demandamos acciones. Porque estamos determinados a avanzar en la construcción de un país libre y el próximo 20 de Noviembre no le vamos a dar ningún balón de oxigeno a nadie. Cuando alguien es incapaz de cambiar -aun estando al borde del precipicio- no queda otra opción que botarlo risco abajo.

 

Hoy celebramos el 47 aniversario de la bandera nacional, una bandera que simboliza el ansia de libertad de nuestro pueblo y su esperanza de futuro. Un futuro que tenemos que construir entre todos con determinación, con optimismo y con esperanza, confiando en el futuro y en nosotros mismos.

 

¡Viva Canarias Libre!

 

* Discurso de Jorge Ancor Dorta, leído al finalizar la manifestación.

Manifiesto unitario