DESCRIPCIÓN
PSICOLÓGICA DE LA SOCIEDAD CANARIA
CONSECUENCIAS
DE LA COLONIZACIÓN (II)
Cristian
J. Cruz Febles2
Omaira A. Darias Reyes3
5. EL CASO DE LAS ISLAS
CANARIAS
Para describir los elementos
objetivos y subjetivos característicos del síndrome del colonizado y poderlos
relacionar con la sociedad Canaria, tenemos que indagar y estudiar el
desarrollo de esta sociedad desde los hechos históricos, eventos estables que
configuraron la sociedad, más relevantes desde el principio de su conformación
hasta la actualidad. Dichos hechos van a ser analizados a medida que vayamos
conociendo sus efectos.
5.1 Noción Arqueológica
La sociedad y materia
Arqueológica es un elemento importante en la construcción de significados sobre
la identidad de una población. Más importante es aún, cuando los procesos
históricos padecidos por la sociedad, han sido tan cerrados y agresivos como,
por ejemplo el de la sociedad Canaria.
La arqueología ayuda, y
en algunos casos incluso decide las interpretaciones de los hechos históricos
de la sociedad. Las interpretaciones de estos hechos redefinen las identidades
de las poblaciones. La arqueología es quien media estos tipos de
interpretaciones, y, por ende, trabaja e influye las identidades de las
sociedades y, por su puesto su percepción de identidad como conjuntos de
individuos que comparten una cultura, que a su vez se ha engendrado en el filo
de los años, siglos e incluso milenios, y que cuyo proceso es redefinido por la
interpretación arqueológica, pudiendo influir en su producto cultural, que ya
es de por sí, la cultura engendrada en dicha sociedad.
La interpretación
arqueológica tiene un valor “esencial-crucial-decisivo-influyente” para una
sociedad que ha sufrido una variación tan agresiva como es el proceso de
colonización y, como consecuencia su posterior bloqueo por desarraigo.
En Canarias esta temática ha sido de especial importancia para redefinir los
elementos que componen la identidad comunitaria y, especialmente la indígena.
Así, sus individuos, tras interiorizar esta identidad, pueden reconstruir las
propias identidades individuales. Por lo tanto, la arqueología en Canarias,
tiene un papel muy delicado para la construcción colectiva de elementos como la
historia y cultura que conforman directamente la identidad.
Para el principal autor
en Canarias sobre arqueología, J. Farrujia, la
identidad “está condicionada por la propia cultura” (J. Farrujia,
2003, p39). La cultura genera un axioma de valores y valoraciones, “que haceres” y rutinas, en los cuáles el individuo se compara, identifica, asemeja o apoya. Tras el
individuo generar su identidad, hay un continuo donde una persona tiende a la
discordancia o afiliación con la cultura a la que pertenece.
La arqueología afecta a
la cultura y, de forma más aguda, a la percepción e interferencias que hace la
sociedad sobre la historia y formación de las mismas. Un peculiar ejemplo es la
identificación del “yo arqueológico” promovido por el construccionismo social del movimiento post-modernista.
Desde un punto de vista en el que se considera al individuo como social se
destaca el yo arqueológico como el yo en que los paradigmas o esquemas de entendimiento aceptados y
generalizados se adentran en el interior de la persona, desarrollando tras ello
su comportamiento, pensamiento, desarrollo intelectual y personalidad.
Consideramos a la
aceptación social de la información que afecta a las identidades procedentes de
la ciencia o normativas originarias de otros grupos de interés o de poder, como
mediadores del yo arqueológico. Por ello, esta entrada de información en la
sociedad necesita, para ser aceptada, unos esquemas mentales que la asimilen.
Si estas concepciones son negativas, necesitan unos esquemas abiertos para
asimilar la información negativa de sí mismo proveniente del exterior. Pero el
problema lo encontramos en el intercambio entre la sociedad y los que aportan
esta información. Así, es importante la forma de entrada de esa información.
Este sistema de entrada puede usar métodos con efectos negativos sobre quién
recibe la información. Algunas características de estos tipos de métodos pueden
ser la existencia de intereses en el grupo de poder que activarían algún tipo
de discriminación, el estilo autoritario, la actitud agresividad-hostil, o el
grado de coste de oportunidad producto de la discriminación en la cultura
desarraigada (el valor de la cultura descompuesta). Éste es el coste de
oportunidad de la cultura, en contraste al interés del autoritarismo. Cuando
este sistema entraña incompatibilidades, éstas tienen que tender a la
concordancia. Dicha concordancia puede ser generada por fenómenos que no son
adaptativos de forma funcional y humana, aunque sí momentánea, y esquivar los
costes que generaría dicha actitud (respuesta agresiva a su negación). Por
ejemplo, esta concordancia puede ser la generación de un esquema endofóbico para poder asimilar la presión del contexto
hacia la aculturación. Esta relación tiene que ser lo más humanizada,
consensuada, libre y desarrolladora posible, ya que como vemos, este sistema si
es mal utilizado, puede derivar en socio-patologías. Los seres humanos, vivimos
en el mundo que nuestras preguntas crean. Y, la interacción entre personas
tiene un alto significado a la hora de formar, generar y aceptar conocimiento,
pero en este estudio estamos describiendo como esta interacción está sujeta a
unos estados afectados por las relaciones “entre”, donde la discriminación
corre el riesgo de ser el principal producto de esta actividad. Para Gergen K., este “negocio” del “entre” es un elemento de
especial importancia y fragilidad;
“Las formas de
comprensión negociadas tienen una significación crítica en la vida social, al
estar conectadas integralmente con muchas otras actividades en las cuales la
gente está implicada." (Gergen, K., 1995).
Para el mismo autor,
destacamos las definiciones sobre el yo arquitectónico, para el cual el
individuo y la sociedad forman parte activa en este entramado para la creación
de moldes cognitivos, auto-concepto y demás elementos que contribuyen al
desarrollo del individuo y, por ende, al conjunto de ellos, la sociedad. Entre
todos estos agentes se ha construido el interior de cada individuo del cual a
su vez forman parte. Esta construcción para llegar a ser arquitectónica
necesita de reflexión y, sobretodo de motivación para el desarrollo, sería un
auténtico yo como construcción social. Por último con respecto a las
definiciones de Gergen, queremos destacar un “tipo”
de yo, que va a ayudarnos mucho a entender el “porqué” de la influencia
arqueológica en la sociedad, más especialmente las que padecen unos procesos
sociales tan frágiles como es la sociedad Canaria. Este yo es el yo
relacional que atiende a lo que ocurre “entre” individuos. Lo interesante
no sería sólo lo que “entra” en las personas, sino lo que pasa “entre” las
personas, ya sea dentro del propio grupo o las demandas que provienen de los
individuos del exterior del grupo. Observamos dos niveles de análisis que
podríamos aplicar a los dos niveles de consciencia de Vygotsky,
la consciencia individual, y la consciencia primigenia, la social.
Así, la relación tan
desigual que centra el estudio del síndrome del colonizado, es generadora de
niveles socio-patológicos donde podemos encontrar a la dependencia, disonancia
y agresividad como uno de los ejemplos más claros. Esto se puede aplicar tanto
para la sociedad que asimila, como la
sociedad que ofrece la asimilación. Dicha relación también genera estados en
los individuos que se distinguen totalmente de los objetivos de la psicología,
e incluso los vulneran. Una de las metas de la psicología aplicada, es dotar de
herramientas a los individuos y sociedades para que desarrollen su capacidad de
adaptación, funcionalidad, capacidad de interactuar en grupo, y empatía. Esto
es contrario a los estados que generan en los individuos estas formas de
interacción social.
En la búsqueda de la
profundidad del efecto que tiene la arqueología sobre la percepción cultural e
identidad en la sociedad canaria, se va a hacer hincapié en diversos resultados
de la investigación de J. Farrujia “Ab initio” (Desde el Principio),
donde dicho autor habla de este efecto sobre la identidad; “Encuentra razón de
ser en un hecho bien revelador: nuestro estudio del primitivo poblamiento de las islas nos ha llevado a revisar y
explicar la raigambre o el origen propuesto para los indígenas canarios en la
tradición historiográfica preexistente, labor ésta que nos ha permitido sacar a
relucir el carácter maleable del concepto de identidad (…) una imagen histórica
que cambia en función de las circunstancias sociales”. Además, se explicita que
“la identidad de los indígenas canarios ha estado sometida a múltiples
mutaciones (procedencia o filiación de los indígenas canarios)” (J. Farrujia, 2003).
Ab Initio,
aparte de tratar como su nombre indica desde el principio a la población
Canaria, desde que empezó a ser Canaria, en el momento en que el conocimiento histórico argumenta que por
diversas oleadas formadas por poblaciones Bereberes, con alguna diversidad con
respecto a tribus, desde el Norte de África, también destacó la “mentalidad” de
la sociedad Canaria. Estudió las presiones del entorno que formaría los
primeros elementos de autorechazo y endofobia. Para nosotros, J. Farrujia
nos adelanta en su obra elementos y justificaciones de la existencia del
síndrome del colonizado en Canarias, cuyo principio nace de la
auto-discriminación y posterior auto o endo-fobia.
En el análisis de la imagen
que tenía desde dentro el propio indígena en Canarias, uno de los
desencadenantes de las primeras auto-limitaciones que nos destaca Ab Initio es la desconsideración
de mantener una “moralidad de vencidos” por parte de la sociedad Canaria. Ésta
mentalidad se sostiene objetivamente, ya que hubieron islas que nunca se
consumaron como conquistadas, así como muchas confusiones y manipulaciones con
respecto a la victoria de la colonización en Canarias. Este último factor,
junto con el virulento período de guerra que vivió la población, generó una
“post-guerra”, generalmente mal llamada “post-conquista” en el que una parte de
la población no se consideró nunca vencida. Mientras que en otra parte de la
población se generó un efecto totalmente contrario la inexistencia de una moral
de vencidos, por ello la sociedad Canaria podría estar hiperpolarizada
dos conjuntos sociales; los denominados “alzados” (quienes resistieron la
rendición cultural, económica, física o de poder) y los auto-aculturalizados, es de suponer que la diferencia en número
de estos dos bandos distaría mucho, y que también por islas se vería muy
variada. Se parte de que la inexistencia de una moral de vencidos puede ser una
de las auto-primigenias que autogeneró la sociedad
Canaria, y que formalizan el concepto de Endofobia.
Para el autor J. Farrujia, el factor más endógeno a la sociedad Canaria que
impidió “un conocimiento más profundo del indígena canario radicó en la
ausencia de una visión de su mundo debida a sus propios protagonistas”. Así a
diferencia de las múltiples limitaciones y deformaciones que abusaron de la
redefinición de la identidad indígena Canaria procedentes de exterior a la
sociedad indígena, desde la época misma del principio de la colonización,
destacamos así lo que para nosotros son los elementos ab-initios (los del principio) que modificaron el entorno
socio-psicológico de la sociedad indígena Canaria en base a hostilidad y la
discriminación.
“La política indigenista
de la Corona, dirigida precisamente a garantizar la integración y asimilación
de los vencidos, se desarrollara sobre todo a instancia de los procuradores
canarios, quienes, como decimos, renegaron de su naturaleza primigenia”. (J. Farrujia, 2003, p112)
“En 1490, Alonso
Palencia -cronista oficial de la conquista de Gran Canaria- y Fernando del
Pulgar, designarían a los canarios como bárbaros, lo que implicaba que éstos
eran objeto de evangelización, esto es, de asimilación, de grado o por fuerza,
a través de la cristianización forzosa”. (J. Farrujia,
2003, p945)
Dando conexión a estas
presiones externas, junto con la actitud o “mentalidad” que engendró la
sociedad canaria, el autor nos destaca que; “Existen factores de índole social,
político y cultural que consideramos por lo que respecta a los condicionantes
sociales,(...)nos encontramos con que parte de la culpa de este vació
informativo reside en el propio comportamiento indígena una vez conquistadas y
colonizadas las islas, pues muchos de los naturales que en ellas habitaban
renegaron de su condición de tales y, por ende, de su pasado, con vistas a
integrarse en la nueva sociedad(...)permiten explicar la ausencia de este tipo
de fuentes documentales o arqueológicas en Canarias(...) Es sintomático al
respecto que los canarios aspiraban a ser tratados y reconocidos como
castellanos, con todos los beneficios que ello acarreaba” (Farrujia,
J., 2003, p 112):
A sus Altezas... fagáis relación de la manera e qualidad
de nuestras personas... de manera que no entienda que por tener nombre de
canarios pierdan nuestras personas, que no tienen que facer con los naturales
de las otras islas, es, a saber, guanches, e palmeses
e gomeros, llevándoles, como les llevamos, muchas ventajas en todo e hablamos e
somos habidos por propios castellanos= (…lo encontramos en macías…..)
(Macías, 1995c: 203).
“Pero esta actitud
también la encontramos entre los naturales de las islas de inferior cuna, a
quienes desagradaba recordarles el origen africano de sus mayores, (...) no
sintieron como propia la necesidad de dar a la Historia testimonio fehaciente
de la cultura de sus ancestros, recayendo tal responsabilidad en los cronistas
extranjeros”. (Farrujia, J., 2003, pp. 212-213).
Correspondiéndose con
esta actitud, el autor también nombra posibles elementos formativos de ésta:
“Junto a este hecho (refiriéndose
a la cita anterior) debemos de tener presente, igualmente, que los
mecanismos de dominación desarrollados por la Corona debieron de impedir el
desarrollo de una visión alternativa a la “oficial”, que hubiese supuesto el
reconocimiento de una realidad sociocultural a la que se pretendía anular en
todas sus manifestaciones: no era coherente aculturizar
al indígena permitiéndole que rescatase paralelamente su pasado cultural. Un
buen ejemplo de esto que aquí comentamos lo encontramos en la denominada aculturación
compulsiva desarrollada por los conquistadores, con la cual se persiguió no
dejar opción alguna al indígena para seguir con la vivencia de su cultura,
imponiéndose la cultura del dominador de manera total. La conquista violenta
supuso la rápida implantación en las islas de unas estructuras sociales,
económicas y político-jurídicas totalmente nuevas y ajenas a las anteriores; y
era necesario, desde el punto de vista de los conquistadores, acabar totalmente
con la cultura indígena” (Farrujia, J., 2003, p113)
Hay un factor, el
comienzo del “principio auto-impuesto”, generado por la propia sociedad
Canaria a partir de los cambios hostiles en el contexto psico-social.
Este mecanismo empieza activado para sí mismo y mostrado de cara al exterior,
se le podría considerar uno de los primeros síntomas auto-generados que definen
el síndrome del colonizado, junto con a las nombradas condiciones del entorno,
las cuáles se preparaban para acomodar y estimular esta actitud, empezó la carrera
por alimentar el auto odio, por auto-imponerse los principios más negativos,
más disfuncionales.
Una muestra, posterior
al comienzo de la colonización, del gran abanico de casos de actitud que
difuminan la identidad del indígena canario por parte de la ciencia, es el caso
de la confusión generada sobre la procedencia de la sociedad indígena Canaria,
donde cada hipótesis tiene un interés de dominación específico. Éste efecto no
va a llegar a la misma sociedad que en el período de guerra ya que se han
instalado diversos grupos de poder formados por colonizadores. Así la sociedad
se polarizó, como ya nombramos, en donde una gran parte de la sociedad, la cual
se encontraba bajo un sistema de esclavitud, se supeditó a la disposición de hiper-aculturalizarse.
Con respecto a la hiperaculturación y la engendración del comienzo de
una mentalidad auto-genocida, se citan resultados contradictorios, ya que se
conoce que una parte de la población se encontraba en el polo de desear aculturalizarse, o al menos, asimilarse, y en el otro polo,
la población que mantenía la identidad cultural y la pervivencia indígena
aunque en “estado de sitio”. A partir del conocimiento de estos dos polos,
cuesta saber cuál sobrevivió y se promovió más a la población media siendo ésta
esclavos mayoritariamente. Es posible que a nivel psicológico ganara el deseo o
necesidad de ser asimilado y el esquema endofóbico,
pero a nivel cultural la pervivencia indígena fue el esquema mayoritario,
pudiendo influir en esto, posiblemente, el que la poca información y contacto
con la población a similarizarse
(colonizadora), generara el problema de auto-identificación, pero las rutinas y
hábitos culturales, no encontraban su referencia o ejemplo para la modificación
en la sociedad que obligaba a la asimilación. La religión Cristiana sería casi
el único contacto o elemento imitativo. Se mantenía una cultura, y se generaba
una propia actitud negativa hacia la misma, como si fueran inseparables.
Ahora, vamos a citar
tres ejemplos sobre la temática de las teorías difuminadoras,
ya posteriores, sobre la procedencia indígena. Estas citas, van a mostrar con
claridad el interés que motivaría tales difusiones, así como los “abusos”
explícitos que van a empezar a generar información a una sociedad desarraigada
y con el esquema potencial de autorechazo e
idealización externa sobre su procedencia, y por ende, su desarrollo histórico.
El primero se refiere al
ex-Cónsul de Francia, Berthelot y, el segundo a la
ciencia Germánica. Berthelot “llegaría a defender la
presencia de megalitos celtas en Canarias, con las repercusiones que de ello se
derivaban(...) Los autores de procedencia Germánica, a su vez orientaban su
acercamiento a una raza europea: “insistirían en defender la presencia en las
islas de pueblos germanos como los vándalos (es el caso de von
Löher [1886]); o emplazarían la cuna de la raza de Cro-Magnon en relación con el
ámbito alemán y con la raza aria (son los casos de Meyer y Luschan
[1896]). Estos dos últimos autores harían recalar igualmente por las islas al
tipo Armenoide, por entonces identificado con los
indoeuropeos y, por ende, con la raza aria”. (Farrujia,
J., 2003, p 951).
El tercer ejemplo es el
que todavía es un obstáculo en el actual estudio y percepción de la identidad de
la población indígena en Canarias. Se trata, siguiendo al arqueólogo José Farrujia, del “régimen franquista, definido por un modelo
de Estado autoritario, unitario y ultranacionalista, de apoyo oligárquico, y
cuyas máximas políticas serán, entre otras, la unidad nacional, el centralismo
administrativo, la religación con el pasado y la enérgica y sistemática
aplicación de políticas culturales unitarias y asimilistas” (Farrujia, J., 2003).
Asimismo en el ámbito
identitario promovió “defender en todo momento la comunidad de origen (racial y
cultural) entre los primeros pobladores de Canarias, la Península Ibérica y el Sáhara español, postura que en cierto modo venía a reforzar
la idea de una unidad nacional desde tiempos pretéritos así como a legitimar las
aspiraciones africanistas del régimen” (Farrujia, J.,
2003, p736).Y esta política cultural afectó de forma virulenta al desarrollo
que llevaba la sociedad en canarias, con respecto a su drástico proceso
histórico, y una vez más se descolocaron y manipularon las teorías e
investigaciones arqueológicas, logrando el mismo efecto en el arraigo cultural
generalizado y un abuso de poder sobre la identidad en la sociedad canaria.
Así, el autor nos revela la imagen más directa de esta desorientación cultural
en forma de políticas culturales, pero que también se podrían considerar desde
el plano educativo. Este movimiento concluiría en que “durante el franquismo se
insistió en "españolizar al guanche" y se ubicó su origen en el
Sahara Español y en relación con el íbero-mauritano y el íbero-sahariano
"porque interesaba una lectura nacionalista según la cual los pobladores
de Canarias, del Sahara Español y de la Península Ibérica formaban todos una
nación desde la antigüedad"” (Farrujia, J.,
2003).
Actualmente, entre tanto
retraimiento y desorientación sobre la originalidad de la identidad de la
población Canaria, ésta mantiene en uso el etnónimo
"guanche" para nombrar a la población o mejor dicho, cultura, que
vivió hasta el fenómeno de la colonización en Canarias, este etnónimo se especula su origen en las investigaciones sobre
el siglo XVIII, ya que éstas tuvieron un vuelco hacia la sociedad de la isla de
Tenerife, cuyos habitantes, según sus investigaciones, se hacían llamar a ellos
mismos /Wan-chinech/, y tras generalizarlo a todas
las islas, observamos cómo se llaman a todos estos grupos de pobladores con el
nombre que se llegaron a llamar los indígenas de la isla de Tenerife. Algo
parecido ocurre con el actual etnónimo de
"Canarios", calificativo que servía para denominar a los pobladores
de la isla de Gran Canaria, hasta entrado el s.XXI,
encontrando su posible origen en el etnónimo /Kanarii/, calificativo también generalizado a todas las los
habitantes de las Islas. Antes y durante el uso generalizado de estos etnónimos, hubo un balanceo de nombres para determinar a la
sociedad indígena de Canarias con connotaciones muy agresivas para la propia
sociedad Canaria. En descripción que vamos a realizar sobre las repercusiones
sociales de esta deformación socio-cultural para la población canaria, nos
vamos a basar en la investigación del Doctor J. Farrujia,
en su debate sobre esta correcta denominación y, sus repercusiones y
antecedentes sociales. Un ejemplo de ello es el término más usado por la
comunidad científica y población en general, la palabra Aborigen, la cual
compuesta por ab más origen, significa,
sin origen. Este término sería válido para denominar en África, no en Canarias,
ya que la población natural tendría su origen más remoto en el continente
africano. [(Farrujia, J., 2003), (Gaspar, T.,
1999)]. El Doctor Farrujia
explica que la palabra "aborigen" designa a los individuos o
poblaciones que se encuentran en un lugar determinado desde el comienzo, pero
este término puede ser, y en este caso lo es, usado como oposición a quienes
posteriormente arriban al lugar, y se instauran. Por lo tanto, tal y como
explica José Farrujia "las poblaciones que
llegaron a Canarias eran aborígenes en el norte de África pero no en las islas,
porque su foco de procedencia es norteafricano, y una vez asentados en las
islas serían indígenas, término que en latín hace referencia a las personas
engendradas en un lugar" (Farrujia, J.,2003).
Este término surgiría con la llegada del colonialismo, no sólo en las islas,
sino que se denota como acompañante activo de los procesos de colonización, por
ejemplo, denotamos al originario de Australia como el aborigen de
Australia.
El siguiente término en
uso es el término "prehispánico", otro término con connotaciones
genocidas y alto carácter de racismo, pero sobre todo su uso conlleva unas
connotaciones políticas agresivas y un marcado carácter fascista. El término
“prehispánico” se encuentra vinculado al período que destacaba José Farrujia como el intervalo de tiempo en el que se produjo, al
menos de forma más aguda, la “españolización” del indígena Canaria, para
nosotros sería la hiper-recolonización y
sobre-reimposición identitaria.
De mano del principal
investigador sobre esta “representación”, adelante que; “También es erróneo el
término "prehispánico", que se introduce en Canarias durante el
franquismo para destacar la vinculación de los guanches con España y con este
término, añade, "de un plumazo se anula y ningunea la identidad cultural
previa, que es africana y líbico bereber"(...)
el origen de la arqueología (actual) es histórico-cultural, una corriente
"que hunde sus raíces en el franquismo". Replica el doctor que de
esta manera “se intentó así “españolizar” al guanche”.
Y concluyendo sobre el
efecto del uso de estos dos términos “en un lenguaje neocolonial,
los términos prehispánico y aborigen mantienen un contenido “peyorativo” y su
uso genera y promueve un lazo “de dependencia del conquistado frente al
conquistador” (Farrujia, J., 2003).
Además de la separación
mental que intenta generar este término en el oyente, y más en el hablante
que le da uso, sobrepone una sociedad a la otra ya que su uso tendría que ir
acompañado del etnónimo post-indígena, o post-bereber para llamar a la sociedad colonizada de Canarias, y
en cambio “toma como referencia a la sociedad hispánica para clasificar a la
sociedad indígena”. En forma de división histórica y respondiendo a los
intereses político-administrativos de la época moderna, se generaliza el uso
popular, apoyándose en diversas investigaciones, las denominaciones que
defenderían una multidivisión en etnias de la
sociedad indígena.
“Por el contrario, la
endogamia y el sectarismo científico, los conflictos interpersonales y la
propia realidad política isleña, son los factores que siguen incidiendo
directamente en el desarrollo de una Arqueología bicéfala que se debate, en el
apartado del poblamiento, entre las dos posturas
referidas. Se observa igualmente, desde el punto de vista práctico, el
desarrollo de una arqueología insularista a raíz de
la implantación de los Cabildos insulares, pasándose de la antigua pugna
interprovincial (guanches versus canarios) a la actual defensa de una realidad
arqueológica fragmentaria en donde los protagonistas de la protohistoria
canaria son los primitivos habitantes de cada isla: guanches, canarios, bimbaches, auaritas, gomeros y
majos” (Farrujia, J., 2003, p958).
Ante esta lista de
denominaciones mal influenciadas por interés momentáneos, y sean interés
coloniales, como derivados, el investigador J. Farrujia
recomienda el uso del término indígena y que el término originario no sería
válido, ya que el indígena fue traído con una formación cultural ya entrecha. Este autor también recuerda que la connotación
indígena conlleva una identificación "con la tierra", se asimila al
"arraigo", a una engendración vinculada al entorno e identificación
con la tierra. Puede ser por esto la discriminación que está recibiendo el uso
de este auténtico etnónimo para designar a la
sociedad precolonial de Canarias, junto con la fácil
acomodación de las denominaciones con connotaciones etno-racistas
en la sociedad Canaria, para pasar a ser autoracistas,
y como consecuencia a una población caracterizada por un agudo síndrome
del colonizado, ha propagado y
generalizado los término más agresivos para su propia sociedad, y en cambio ha
renegado del uso del término más adaptativo, el indígena.
De ahí a que a una
persona de la sociedad Canaria, le resulte muy impactante y agresivo, denominar
a su antepasado indígena, y tomarlo como cercano a él, su cultura o meramente
su entorno, para poder nombrarlo de una forma socialmente aceptada, tiene que
destacar de antemano, su agresividad, rechazo, y discriminación hacia esta
sociedad. A priori esta connotación, conllevaría inquietud, discordancia, miedo
al rechazo por quienes desean ser iguales, y por la sociedad colonizadora,
rareza, e inseguridad en el hablante, a aparte de temor hacia que el complejo
de inferioridad se haga actividad, y la discriminación que genera sea activa
por parte de los elementos externos, del entorno. El uso del término indígena
conllevaría redefinir la historia de la sociedad Canaria, y descartar la carga
de estereotipos y deformaciones históricas que tan interesadamente se han
generado para ir moldeando la consciencia colectiva de la población Canaria.
En los estudios de Cuscoy (el padre de la arqueología canaria), comprendemos
al: “indígena como ejemplo del buen salvaje y la momia como su representación”
(Farrujia, J., 2003, p959).
La sociedad Canarias,
descendiente en su mayoría de esta sociedad indígena, aparte de renegar en todos los sentidos de este origen desde el
SXIV hasta la actualidad, es “aborigen” del Norte de África, lo cual también
resulta muy agresivo de percibir para la sociedad en Canarias, debido primero
al fenómeno discriminativo generado, donde la endofobia
y xenobia alcanzan su punto de encuentro. Como
segunda razón está la gran manipulación que se ha establecido sobre el nombre y
contenido del concepto de indígena en Canarias. Multitud de visiones
colonialistas han afectado en forma de abuso a esta identidad, llevándola a un
cansino recorrido, el cual ha generado confusión y bloqueo en la sociedad
Canaria en contra de alimentar una dialéctica y desarrollo
identitario-cultural.
Las formas de
comprensión negociadas tienen una significación crítica en la vida social, al
estar conectadas integralmente con muchas otras actividades en las cuales la
gente está implicada." (Gergen, 18)
Tras este proceso de
formación identitaria tan complicado, débil, y adulterado dilució en una “mentalidad” identitaria actual del
individuo que en palabras del catedrático Fernando Estévez “Los aborígenes
canarios son lo que queremos que sean, lo que quisimos que fueran, pretendiendo
ver en el pasado la confirmación de nuestras visiones de hoy. De sus diferentes
negativos queremos obtener nuestra propia imagen en positivo”.
De la misma rama,
encontramos el nexo de contenido y formatos psicológicos entre la sociedad Canaria
y la arqueología de mano de Javier Soler, para quién “ocurre con muchos
aspectos de la arqueología de las Islas, existe un abismo preocupante entre los
resultados científicos alcanzados y la calidad de información que posee el
público” y la relación entre los efectos de estos “contenidos” y los patrones
psicológicos se identifican por el mismo arqueólogo: “Las discrepancias que
existen entre el conocimiento del pasado gestado por los profesionales y el que
posee la sociedad es un grave problema al que no se le ha prestado la atención
que merece. La mayoría de los canarios maneja, con respecto a los primeros
habitantes de las Islas, unos clichés y razonamientos que poco o
nada tienen que ver con la realidad. Sin embargo, también es cierto que muchas
personas pretenden acercarse al pasado como si de un parque temático se
tratase. Sin hacer el menor esfuerzo intelectual por comprender lo que están
viendo. El visitante no puede ser un ente pasivo que reciba la información que
más le apetezca. Es necesario que intervenga activamente en el proceso
divulgativo, ya que si no es así el pasado se convierte en un simple
entretenimiento pasajero, que aporta poco o nada en la formación de los
ciudadanos”.
Y así, las imágenes
negativas que se autoidentifica la sociedad
Canaria en los indígenas, son los estereotipos e imágenes negativas procedentes
e identitarios, de los colonos de la época o de la
imitación de los indígenas a éstos. Donde se dio a relatar la imagen del
indígena fue en su proceso de subordinación e implantación del SDC
5.2 Noción Histórica.
Tras observar diversas
características desde la objetividad, ahora, encontramos una percepción hacia
éste fenómeno con unas características e ideal muy
diferentes a los que se encuentran describiendo en este trabajo, hay un
conflicto de percepciones y de intereses, ya que recordamos que según Memi, el interés de la sociedad en poder, terminaba por
definir la propia percepción de la misma.
Encontramos una cita muy
interesante y explicativa, desde el punto de vista de la clase social
hegemónica, de lo acontecido en Canarias y, no es otra cosa que la forma en la
que se “conquistó” la tierra canaria y por ende a la sociedad que vivía en este
lugar. Según la visión de la clase colonial, El militar Torres Campos; “Tratados
por los conquistadores fraternalmente los canarios, apreciados en sus nobles
cualidades, unidos á ellos por matrimonios numerosos, elevados muchos hasta
ocupar en la nueva sociedad puestos distinguidos, llevóse
á cabo una fusión rapidísima, íntima y completa, que es hecho singular en la
historia de la colonización y de las conquistas. Se identificaron con nosotros
en ideas y sentimientos, les alcanzaron nuestras desdichas, compartieron
nuestras alegrías y nuestros éxitos, nuestro honor fue el suyo, nuestra bandera
constituyó sagrado símbolo de lealtad a la partida a la patria española”. Un
ejemplo llamativo es que “Hernán Peraza, señor de Gomera, hacía correrías por
las Islas para coger esclavos, sobre todo de la Palma; construyó una torre en
Gomera para depositarlos, y sacaba partido de ellos vendiéndolos e Europa o
arrendándolos, para que fueran utilizados” (Torres Campos, R., 1901) Esta torre
es actualmente la imagen representativa y publicitaria de la Isla de La Gomera.
Es curioso el continuo adjetivo
de “nobles” cuando se hace referencia a conductas que favorecen el interés de
la clase agresora. Detrás de esta característica, cuando se emplea en los
contextos de colonización o inferiorización, denotan
la aceptación del rol del subordinado social, la interiorización de la
interiorización del colonialismo cultural, ya sea de forma activa o pasiva.
Destacan facilidad en los procesos de aceptación y acomodación psicológica del
proceso de colonización para cualquiera de sus aspectos. Este cuasi-estereotipo,
puede llegar a ser tan dañino como el estereotipo mismo de perezoso, o
incapacidad cultural, por ello, más adelante se va a seguir analizando.
A modo de explicitar los
principios de la consolidación del síndrome del colonizado en Canarias así como
de la endofobia podemos citar a Glass
que escribió en el Siglo XVII que “las grandes familias de estas islas se
sentirían altamente ofendidas si alguien les dijera que son descendientes de
los moros, o incluso de los antiguos habitantes de estas islas; sin embargo,
imagino que no sería cosa difícil probar que la mayor parte de sus amables
costumbres les han sido transmitidas por aquellas gentes, y que no han heredado
del lado gótico sino la barbarie. No obstante, la gente bien educada, y todos
los españoles, se sienten orgullosos de descender de los godos”. Asimismo Kinderley en el Siglo XVIII, aportó algo más impactante a
este hecho, algo que es la semilla de lo que hoy es la endofobia,
algo que demuestra que la aculturación existe y que en Canarias se usó
tácticamente. Ese algo es que; “El relato que los españoles hacen de ellos
[refiriéndose a los nativos] es que sus antepasados los encontraron casi en
estado natural, sin leyes ni religión, e incapaces de dar ningún informe
sobre su origen. Algunos han conjeturado que fueron emigrantes de Cartago. Los
españoles los llaman moros, pero desconozco la razón por la que les dan este
nombre. Estos moros, los descendientes de los guanches, son en su mayoría
campesinos y criados.”
Este relato histórico
nos hace identificar una actitud con altos elementos de “endofobia”
ya en el siglo XVII, consolidándose mediante el proceso de colonización y
neo-colonización actual en el “inconsciente colectivo” de la sociedad Canaria,
encontramos así una disonancia entre generaciones diferentes si se contrasta
con el estudio de Esteban Torres sobre la identidad juvenil, el cual vamos a
estudiar posteriormente. De esta forma observamos como la consignación del
apellido influye en la percepción del individuo sobre su ascendencia indígena o
foránea.
En la actualidad el
mismo elemento discriminatorio a nivel incluso étnico-racial se encuentra por
diversas razones en los apellidos por la negación sistemática de respetar el
mantenimiento del nombre originario de la población nativa a la hora del
bautismo por parte de los colonizadores. Los únicos que pudieron mantener el
nombre fueron los miembros de la nobleza originaria a los cuales se les
permitió que figurara como apellido. Estos nombres se conservan aún hoy ya que
éstos nativos nobles podían apadrinar a otros nativos, los cuáles heredaban el
mismo apellido que el padrino. Por lo tanto, también es de destacar que hubo
otros originarios que no tuvieron la misma suerte de poder perpetuar un signo
de su cultura puesto que fueron apadrinados por colonizadores. Pero esto no es
repertorio del saber común ya que se les ha hecho pensar que según los
apellidos proceden de familias nativas o no, lo que implica una manipulación en
la divulgación histórica (Torres Campos, R., 1901).
Tras mostrar el relato
histórico esta vía como un proceso de evangelización. La sociedad mantiene una
actitud de predisponer a priori, una exaltación a la pertenencia de los grupos
foráneos y mayormente, del grupo hegemónico. LA búsqueda de referencias se
realiza fuera del endogrupo, calcando esto una
aceptación falaz sobre el grupo de pertenencia del individuo. Esta
predisposición al razonamiento falaz, con la intención de emplearla,
caracteriza una respuesta de autonegación en el reconocimiento al grupo de
pertenencia, así como lo que se puede llamar, una crisis identitaria.
La percepción dominante
fue la generada por la sociedad que empezó el proceso de colonización en las
islas Canarias, la cual necesita en el cumplimiento de sus estructuras e
intereses un conglomerado de estereotipos sobre la IN-capacidad gubernamental u
organizativa.
En este sentido otro
caso de discriminación étnica (referente principalmente a niveles educativos)
es el que se observa en los primeros “estatutos” del Colegio Santa María de Jesús,
primera Institución de carácter Universitario. El escrito lo encontramos en dos
idiomas; “Importante es señalar que Fernández de Santaella no contemplaba la
limpieza de sangre como requisito exigible; explícitamente dejó dicho que no se
hicieran distinciones entre los candidatos por ser "canarios, indios,
gentiles, paganos, judíos, sarracenos, nobles, no nobles, ricos, pobres,
buenos, malos, urbanos, rústicos, libres o esclavos, o de cualquier linaje que
se descendiera", mientras que se fuese cristiano o no hubiese impedimento
canónico si se trataba de los sacerdotes”.
En esta fuente,
encontramos una raíz paradigmática que estructuró el sistema educativo. La
educación básica y superior, compartían un mismo factor discriminante, cuyas
consecuencias fueron en la primera una negación a la educación, y además, un
analfabetismo estructural, que llegó a diferenciar las sociedades. La educación
superior agudizó estas causas, al formar una tecnocracia meramente oligárquica,
y cuyo requisito era la no pertenencia, o negación de la identificación con la
sociedad a colonizar.
A continuación
encontramos de gran relevancia incluir en este pequeño trabajo las Escribanías
de la máxima Institución gubernamental a nivel insular, documento que debe ser
tomado en consideración y por el cual podemos descubrir de una forma más fiable
lo que ocurrió en esos tiempos de colonización, así como la percepción
diferencial de los grupos sobre el conflicto en existencia. Estos textos nos
ayudan a reconocer las divisiones de grupos que se mantuvieron en polos muy
distintos. De esta manera hemos recogido para terminar este punto una colección
de 10 citas que a nuestro parecer son las más clarificadoras.
1. Escribanías del Cabildo de Tenerife. Principios del
siglo XVI. “Fue acordado e consultado en este Cabildo que porque los
pastores guanches son ladrones y
2. roban toda la ysla y
destruyen los ganados, de que se quexa todo el
pueblo, y hasta aquí non se a podido remediar de pastores castellanos por
falta de non los aver”.
3. Escribanías del Cabildo de Tenerife. Principios del
siglo XVI. “E luego Alonso de las Hijas e Fernando de Trugillo
e Mateo Viñas e Batysta Ascaño
y el Bachiller Pero Fernándes dixeron
que denuncian e denunciavan al señor Adelantado que
ay muchos guanches alçados en esta ysla e que roban los ganados y facen
otros daños; que piden se faga lo que sea justicia
procediendo contra ellos. Muchos esclavos guanches que se huen
andan alçados cinco o seis años entre los libres,
porque como todos son de una nación y biven en los
campos e sierras acógense y encúbrense
unos a otros, y esto házenlo tan sagazmente, de más
de ser la tierra aparejada para ello, segundo los barrancos de malezas e
cuevas y asperujas que no se puede saver sino por presenciones.
Especialmente porque es jente que aunque unos a
otros se quieran mal encúbrense tanto e guárdense
lo secreto que antes morirán que descubrirse y tienlo
esto por honra y este estilo tenían antes que la dicha isla se ganase y
todavía les ha quedado, pues saberlo dellos por
tormento es inposible aunque los hagan pedaços por que jamás por tormento declaran verdad y por
ser de esta condición e manera es gente muy dañosa…muchos esclavos guanches e
negros e moriscos de los vezinos e moradores de la
dicha isla se an huido e ausentado e huyen de cada
día e se han andado e andan por las sierras e montañas un año e dos e cuatro
e cinco e más tiempo…”
4. Acuerdos del Cabildo. Año 1514. “Estaba
informado de que en esta isla hay muchos hombres de pelea guanches [...] que facen daño a los ganados e haciendas de los vecinos,
andando como andan de contino en el campo habitando
fuera de poblado, lo que está informando que cometen [...] e los alguaciles
no los pueden prender...por andar armados de lanza e de las espadas y otras
armas”.
5. Bethencourt Alfonso. Principios del siglo XX.
“Por las consideraciones hechas, las pruebas apuntadas y los individuos que
surgen de las páginas anteriores, cabe deducir que Tenerife no fue
conquistada por la fuerza de las armas en el sentido de que los españoles
dominaron a los indígenas en los campos de batalla; sino que debilitado el
país con las guerras entre menceyatos y la guerra
social entre nobles y siervos a presencia de las armas españolas, concluyeron
por sometérseles aunque negociando un tratado de paz quedando equiparados
vencedores y vencidos”. |
6. Rumeu de Armas. Siglo XX. “Este retorno (de
esclavos canarios desde España) más o menos consentido llegó a alarmar a los
propios conquistadores, que elevaron sus quejas a los soberanos de Castilla,
ante el infundado temor de un levantamiento general”.
7. Carta del Cabildo de Tenerife a los Reyes Católicos.
Siglo XVI. “Otrosí suplicamos a V.M. haya remedio en los continuos hortos, e robos de ganados, e
8. colmenas, e otras cosas del campo que se facen en esta isla, porque como la tierra es
demasiadamente fragosa, los naturales de ella, e de otras islas comarcanas
son muy ligeros, e usados de andar por los riscos, e asperezas, e peñas, por
donde los castellanos les es imposible andar; y ellos se hacen señores de
todos los ganados, y los comen e matan de ellos los que quieren, más que los
dueños. Los vecinos no los pueden sufrir, y en ninguna manera la justicia los
puede prender. Así los dueños de los ganados de esta isla, querrían que
hubiese en ello justicia, e hermandad, conforme a la hermandad vieja de
Toledo e Ciudad Real”.
9. Escribanías del Cabildo de Tenerife. Principios del
siglo XVI. “Las Hijas y Valdés dijeron que hacían saber al sr. Ad. y Sr. Ldo. como en esta
isla eran venidos y estaban muchos guanches así de los que fueron desterrados
por delitos que hicieron, como otros que se vinieron echados de otras partes
por malhechores, los cuales no tienen haciendas y los trajeron y no trabajan,
sino andan por los campos de hato en hato comiendo de los ganados, robándolos
de los vecinos y aconsejando a los esclavos que se alcen y encubriéndolos; y
como sean naturales y destruyen la isla y tienen por partido de decir que la
tierra y ganados eran de sus agüelos y que por
aquello lo habían de comer”.
10. Bethencourt Alfonso. Principios del siglo XX. “A los
(alzados) que hacían prisioneros, imponían distintas penas según sus
fechorías yantecedentes, como azotes, cárcel,
cortarle las orejas, extrañamiento de la isla y tal vez en ocasiones la pena
capital”.
11. Acuerdos del Cabildo. Principios del siglo XVI. “[…]
Que he visto el mucho daño en la isla de los esclavos, que cualquiera esclavo
que se huyere desde hoy en adelante, que muera por ello, y si fuere muger que le den cien azotes y la echen de la
tierra”.
12. Acuerdos del Cabildo. Año 1513. “[...] Al pago
están obligados todos los vecinos por estar como están todos los caminos
tapados y las montañas llenas de muchos alzados y ladrones, que si no se
remediaba se perdería la isla y todos han acudido con el repartimiento del
dinero que les cupo pagar [...]”. Las
escribanías del Cabildo de Tenerife, muestran como la sociedad dominante
reprodujo los esquemas y la estratificación social, pero amoldado esta
sistemática social al estatus de colonización que tenían que desarrollar en
el territorio y sociedad Canaria. Estos esquemas mantienen una incongruencia
con la sociedad desarrollada en el territorio. Se puede observar como la
clase dominante hace suyo el concepto de pueblo, manteniendo en exclusión a
la “deshumanización”, el no-pueblo. De esta forma, toda acción de la sociedad
inferiorizada que no mantenga el beneficio de la
clase dominante, se torna primera por los esquemas de ésta, como una
agresión, y así posteriormente, del plano culturo-social, pasa a regalarse, a
la normalización en base a la “legalidad”, se regulariza la discriminación.
De ésta forma se marca una estructura social que viva a generar unas teorías
intrínsecas y expectativas posteriores sobre su cumplimiento, modelos y
patrones sociales que llegan hasta la personalidad cultural, y moldeando así
los elementos de la sociedad Canaria. De esa forma, las acciones y roles de
las sociedades, eran tratadas desde los comienzos de esta institución, se
regularizan según de qué tipo de sociedad provengan las manifestaciones, sea
de la cultura a inferiorizar, o de la clase
colonial. De ésta forma, la institucionalidad regulariza la discriminación, y
además se genera como una fuente de desigualdad.
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También
podemos observar como la institución pública considera nación al grupo indígena
que mantiene la resistencia económica, social y cultural. Este término en la
época puede estar muy relacionado con el de pueblo anterior, o, mantener un significado
más cercano al actual término de nación, más amplio.
Se
considera “pueblo” a la sociedad hegemónica, el resto de los habitantes, como
se observa, no entran dentro de éste término. Habría que indagar el significado
de la palabra pueblo en el s.xvi, pero, podemos
deducir, que como máximo, mantenía en este caso dos significados; Primero a la
población indígena no se le considera dentro del término mismo de pueblo que
conocemos, siendo para la clase colonial el pueblo los seres humanos que
habitan el territorio, por lo que, aquí empezarían los procesos de
deshumanización y encasillamiento de Memi y Fanon,
usando como medio a la institución establecida.
El
segundo significado de término es que se considere como pueblo a los seres
humanos ya aculturalizados, y como esquema de
clasificación grupal, se toman a los indígenas sin aculturizar,
¿cómo seres humanos?, pero seres exteriores a lo que se consideraría desde la
institución la sociedad que se formaba en la época, o sea, se les considera
como otra sociedad a parte.
La
discriminación se vuelve objetiva, y este trato se convierte en
una fuente de inferiorización socio-cultural,
que conlleva a moldear a los individuos de la sociedad en base a patrones
subjetivos y objetivos, que terminan formando el SDC, y se acaban expresando en
lo que estamos describiendo como endofobia.
El
efecto se agrava cuando se conoce que para la sociedad europeizada, o de origen
opresora, no se necesita ni exige una identificación o
linealidad con las sociedades prehistóricas. Debido, a que esta división en
sociedades, (prehistórica y moderna), se destacan por la lejanía temporal, y
diferencia en valoraciones, teniendo en consideración como un especial atraso y
retroceso hacia lo más básico para las sociedades prehistóricas, rompiendo la linealidad
histórica y formadora que unen a estas sociedades. Por ello, el
entendimiento de la importancia de la identificación en las sociedades
coloniales con las sociedades suyas, que son consideradas en base a la
antigüedad y ancestralidad, se percibe como algo
incomprensible, innecesario y símbolo de retraso para una sociedad. El déficit
se encuentra en el desconocimiento de la diferencia para estas dos realidades
bien distintas, la colonial, sin necesidad de aceptar dicha linealidad de barbarismo
prehistórico, y la del colonizado, la cuál, no se basa en la prehistoria, sino
en la historia reciente, no se basa en una época de barbarie, de sociedades
básicas, ni hay una diferencia temporal y generacional similar a la de las
sociedades colonizadoras. De ahí varios factores de la importancia del
reconocimiento, conocimiento, identificación y trabajo sobre la linealidad
histórica de las sociedades colonizadas cono sus sociedades indígenas incluso
más recientes, históricas, engendradores comunitarios.
En los
ejemplos explícitos sobre la práctica, hecha hábito, basada en la opresión
socio-histórica, moldean la formación, incluso humana de las sociedades. Otro
punto de inflexión en este hábito es desarrollado en las expresiones
culturales, donde las prohibiciones de la expresión y práctica cultural de la
sociedad originaria es automáticamente oprimida,
normalizando esta situación anormal en la sociedad “volcanizada”.
El caso de la prohibición en 1804 de la expresión misma cultural de la
sociedad, denota las visiones que se fueron formando la cultura. Varios
actores, como la acción deshumanizante, e incluso la influencia del corte
familiar, donde la trascendencia generacional es “castigada” en el artículo, y
las condiciones del aprendizaje pasan a explicitar la modulación de la
opresión. Genera una situación de opresión que nunca llegó a converger con la
sociedad colonizada, aunque previsiblemente promoviera la agudización del SDC.
En dicha prohibición encontramos: “Se prohibe todo
juego de lucha, barra y demás, que sólo sirven para perjudicar la
salud(...) Siendo tan perjudicial a la juventud y de
toda persona(...) y se advierte a los padres de los jóvenes que usan estos
juegos bárbaros que intimen a sus hijos el no contravenir, pues ellos son los responsables
y no se les oirá disculpa alguna. Asimismo se prohiben
las bodas y fiestas de bailes, de la campana en adelante, como también la
tocada de caracoles, quedando el que lo ejecute, sin licencia de la autoridad,
sujeto irremisiblemente a la pena que se halla impuesta para la lucha”.
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