EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1800-1810
CAPÍTULO (II) -VI-
1804. Los
naturales de Lanzarote lo mismo que los de Fuerteventura hasta principios del corrte. siglo XIX
usaban cierto sayo o redingote denominado marsellés, quizá porque su origen
sería de Marsella, era de lana muy burda y de grueso tejido que remataba por
dentro a manera de felpudo; su color pardo y el exterior de las mangas
adornado con pedazos de paño encarnado
y otros colores. Costaba cada marsellés desde seis a doce pesos, porque
eran de mucha duración y porque no siempre se podían traer a las islas a
causa de las guerras. Así fue que durante la que comenzó contra
Inglaterra a fines del año 1804, como la
gente necesitaba de abrigo, Dn. Francisco Aguilar comerciante
a quien hemos tenido ocasión de nombrar en el discurso de
esta memoria, discurrió el hacer una imitación de estos marselleses
con paño azul o pardo forrados con bayeta verde o colorada y sus vivos
en las costuras, cuya vestimenta agradó a la gente del campo que
se apresuró a suplirse con estos nuevos sayos cada uno de los cuales
costaba de
1804. El presbitero Dn. Pedro Ginori, venía del
pago de Masdache a decir misa al Puerto
de Arrecife (Lanzarote). A cosa de media legua de éste, en el arenal nombrado el Jable, no pudiendo dice,
tolerar la fuerza del viento y la arena que
le azotaba la cara, se apeó del burro, y se tendió
boca abajo hasta ver si amainaba algo. Estando algunos minutos así, reparó que ya no oía ruido, y confiado que había cesado la violencia
del aire; fue a levantarse y tuvo que forcejar, porque se hallaba cubierto
de arena como si le hubiesen sepultado. Asustóse, y prosiguió
el camino, porque si continuara más tiempo sin levantarse tal vez no lo
hubiera logrado. Otro lance con el viento. Cierta lanchilla en la cual iba a pescar un
negro su dueño, nombrado Juan Domínguez y su hijo, la sopló el norte
con tanto ímpetu un día del año 1810, que se cansaron de remar y
abandonaron a la Providencia, e iban directos a la costa de África.
Sus convecinos le estimaban por honrado, y compadecidos, salieron en su
busca en una goleta que logró hallarlos cerca de Berbería, medio muertos de
hambre y de congoja. (J. Álvarez Rixo,
1982:82)
1804. Como
ya dijimos al principio de este capítulo, la viticultura es una de las principales ramas de la agricultura isleña. El vino mejor, y el
único que entra en el tráfico
comercial, se obtiene en Tenerife y Gran Canaria; el vino de menor
calidad que producen las otras islas o bien se consume allí mismo, o bien se transforma enseguida en aguardiente para ser enviado
a La Habana. Si atendemos al promedio del quinquenio que va de
Al
cultivo de la barrilla (Mesembryanthemum crystallinum) se han aplicado
los isleños sólo en los últimos cincuenta años y, además, exclusivamente
en Lanzarote y Fuerteventura, cuyo suelo resulta especialmente adecuado
para ello. La cosecha de estas plantas tiene lugar durante los meses
de julio y agosto. Y, después de haber sido secadas al sol, se queman
en fosas hechas en el suelo, produciendo, como es sabido, una sal alcalina,
que, con el nombre de sosa o barrilla, se exporta al extranjero en cantidades
significativas. Desde
Los bajos precios que se pagan, actualmente, al
viticultor por su producto, con los cuales
(principalmente, debido a la paralización del comercio)
a éste le es imposible subsistir, han provocado que muchos agricultores
hayan pensado en cultivar otras plantas, siendo, sobre todo, el algodón,
el café y el tabaco aquéllas en que han puesto sus ojos, porque se adecuan
totalmente al suelo y al clima de Canarias. Las plantas de algo don
se dan muy bien, sin que su cultivo necesite el menor esfuerzo, y podrían
constituir un artículo de comercio importante, si los canarios miraran
con menos indiferencia un producto al que tienen que agradecer su bienestar
otros pueblos. La planta produce dos cosechas anuales, si cada tres años
se corta el tronco. El algodón es de tan buena cualidad que pues de compararse
al de Pernambuco, de manera que, en el extranjero, donde hasta
ahora sólo se han visto algunas muestras del mismo, se le sabría apreciar como mercancía. Actualmente se obtienen sólo unas 50.000 li liras
anuales de algodón para consumo propio; sin embargo, varios propietarios
de fincas han empezado recientemente, en Tenerife, a plantar algodón,
que se ha dado muy bien. Aunque todavía no hay plantaciones de
café propiamente dichas, en algunas fincas del noroeste de Tenerife se han realizado
ciertos intentos para plantar árboles de café, que han resultado
muy satisfactorios. El café que se ha producido allí no desmerece en
calidad del que se produce en América; sin embargo, se plantea el problema,
aún no resuelto, de si podrá competir en precios con éste. También hay
plantas de tabaco, que a menudo se ven
crecer en estado salvaje, merecerían
la atención de los agricultores, si se contara con la posibilidad de que el
gobierno permitiera su cultivo generalizado, cosa que, hasta ahora, constituye
un privilegio de pocas personas, estando sometido, además, a determinadas
restricciones. Pero difícilmente sucederá esto, mientras el estanco
de Tabaco pueda ganar un céntimo en las Islas y la isla de Cuba siga
siendo una colonia española.
En suma, la agricultura es una de las mas importantes
fuentes de riquezas de las
Islas, aunque sus habitantes se hallan, como hemos visto, muy por del ras de la mayoría de los pueblos de
Europa, debido a su nula conciencia congénita
y a su falta de iniciativa, sobre todo en el caso de las dos islas más orientales y de las más pequeñas. Entre
las causas principales del miserable estado en que se encuentra, podemos citar
la carencia absoluta de buenos caminos y
carreteras, lo cual dificulta mucho la comunicación
de los pueblos entre sí; el mal uso de las fuentes existentes en lo que
respecta a una implantación generalizada del riego artificial allí donde las circunstancias del lugar lo permitan; la
excesiva cría de cabras que, en la mayoría de
las islas, supone un gran perjuicio para la vegetación, unida al descuido existente en vallar las fincas; la
exigua duración de los pocos arriendos
existentes y la interminable división de la propiedad de los fundos mediante la entrega de pequeñas parcelas
de las tierras de cultivo a distintos medianeros,
así como la completa dependencia en que se mantiene a esta desgraciada gente; la relativa tendencia a la emigración, que priva a las Islas de
mucha mano de obra útil, y los elevados jornales que dicha emigración trae
como consecuencia; la inalienabilidad de la
propiedad de los fundos, la cual se encuentra mayormente en manos muertas; y, finalmente, las enormes cargas que gravan
por doquier las tierras de cultivo
en beneficio de mayorazgos, conventos, hermandades religiosas y fundaciones piadosas, además de la mala repartición del
diezmo eclesiástico. Asimismo han contribuido muchísimo
a perjudicar el estado de la agricultura todas las imperfecciones derivadas de
la condición política y eclesiástica
de las Islas, así como los prejuicios profundamente arraigados en el pueblo
llano contra cualquier tipo de mejora en los métodos y procesos agrícolas. (En: Francis Coleman Mac-Gregor
[1831] 2005: 208-210)
1804
Abril 8. Winiwuada n Tamaránt
(Las Palmas de Gran Canaria). “En este día, Domingo a la noche,
mataron un estudiante de Fuerteventura que llamaban Velázquez, habiendo
concurrido con otros estudiantes a un baile que se hizo en casa de las Morenas
Patricias en la calle de la Carnicería, junto al callejón de Botas, y según
declaraciones empesando en la calle de la Pelota, enfrente del maestro José Magás,
asta medio callejón de Botas, que lo pusieron los mismos del delito, y su
muerte fue una puñalada que le dieron por la parte de los compañones, que le
llegó asta medio estómago. El tal muerto se llamaba Basilio; se enterró a las
treinta horas de su desgracia en la Hermita de San Antonio Abad, haviendo salido
el entierro del ospital. Su edad hera de 21 años, su asistencia hera en el
combento Agustino».
Hasta
aquí, la narración de los hechos; pero no se contentaba don Antonio Béthencourt
-tal es el narrador- con referir, sino que completaba la información, como el más
meticuloso periodista; y no otra cosa estaba haciendo, sino la crónica viva de
la ciudad.
«De
pronto -continúa- se puso preso un estudiante Sosa de Lanzarote, y otro
Cabrerita, de Lanzarote también, y Roverto Masías, seglar, que estos tres son
los primeros agresores a que se le acumularon de pronto; estos estuvieron
sueltos en la cárcel 7 días, y a los 8 les pusieron grillos y se pasaron a
Sosa en el calaboso, ya los otros cada uno en su quarto, y en el día 15 de
Agosto de este mismo año [1804], a la noche, se salieron de la cársel el dicho
Roverto y Sosa, llevándose los cofres y colchones consigo, de quias resultas le
pusieron preso al Alcalde y Alcaides, a Juan el barbero, porque consistió en
aquella noche que ellos hiciesen un ponche, en que al parecer fue motibo para
embriagarse el calselero y calseleros para que ellos tuvieran la libertá de
salir". y , al final, una última noticia, de un gran interés: «A
rresultas de esto, pusieron preso a don Brasiliano, hermano del don Roverto, ya
don Antonio Hermosilla, casado con la Bacharela, en la cársel.
Estos
dos salieron debajo de fianza al cabo de quatro meses más o menos. y el
calselero fue desterrado aun presidio por 6 años".
Efectivamente,
páginas adelante, consigna Béthencourt: « Diziembre de 1804.-Nota.-En este día
4, día de Sta. Bárbara, salió de la cársel don Brasiliano Afonso y don
Antonio Hermosilla, casado con la Bacharela», Álvarez Rixo, que escuchó la
relación del suceso de boca del propio Afonso, añade algún detalle, no digno
de despreciar. «Suscitóse -dice Álvarez Rixo- contrapunteo entre éste y los
tres llegados [Cabrera, Afonso y Sosa]: salió a la calle Velázquez, y parece
que se le oyó decir a Roberto dirigiéndose a Sosa, dárne acá el puñal, y a
poco Velázquez, bamboleándose y derramando torrente de sangre, cayó junto a
la pared en la cual dejó fijado el molde de su mano ensangrentada. su herida
fue mortal':s ~ aquí viene la expl.icaciól, de don Graciliano en el suceso;
explicación que, al decir de Alvarez Rixo, la hacía en presencia de dos amigos
suyos, don Carlos Huguenaire, suizo, y don Míguel Arroyo, a quíenes Afonso
refería < lances apurados e ingeniosos, dignos de recuerdo. <Aconteció
-continúa Álvarez Rixo- que D. Graciliano se quejaba de falta de salud. Al
efecto, le recetaba el médico, y en unos de los días que tomó un purgante y
que a varias horas, hasta las 9 y 10 de la noche, entraban y salían en su
cuarto distintas personas para saber qué tal se hallaba, dejándole recogido en
su cama cerrado por fuera, le encontraron en ella dormido al amanecer del
siguiente día, al venir a abrir la puerta de su cuarto los fámulos del
Colegio: sucedió que en aquella misma noche habían desaparecido los reos de la
Cárcel, cuyos grillos se hallaron limados en la prisión. .4 Los oyentes
desearon saber más detalles de fuga tan espectacular, pero don Graciliano tuvo
mucho cuidado de no dar nombres propios; aunque <yo -dice Álvarez Rixo- ya
de algunos años antes estaba bien impuesto del particular. y éstos fueron los
detalles que silenció don Graciliano: de la casa del Sr. Navarro -en aquellos años
alumno de Afonso y más tarde beneficiado de la Catedral- <se habían
remitido las limas a la cárcel, introducídas en el pan, y que por Triana se
embarcaron los reos. Sosa, después de salir de <una pipa de vino, en la cual
verificó su escape, desembarcó en el Puerto de La Orotava en el buque
anglo-americano donde habían
verificado la huída; Cabrera resídió en Estados Unidos hasta 1815, fecha en
que regresó a Canaria por no recaer sobre él culpabilidad; de don Roberto, el
presunto asesino, nada dice Álvarez Rixo, aunque sí es seguro que no volvió a
Canaria. (Alfonso Armas Ayala; 1958:47-9)
1804 Septiembre 19.
La noche, fue en extremo tormentosa en el Puerto de Mequínez (Puerto de
la Cruz) Chinech. Como consecuencia del mal tiempo reinante, los bergantines La
Tenería, y el Santo Cristo, que estaban fondeados en el Rey,
sufrieron las furias de la marejada, la cual lanzó a los dos navíos sobre las
rocas, con tal ímpetu que ambos terminaron destrozados. Algunos tripulantes
trataron de arriar los botes de a bordo pero el estado del mar hizo imposible la
maniobra. Posiblemente hubiesen fallecidos todos de no ser por la ayuda que
desde tierra organizaron los barqueros, los cuales fueron compensados por don
Roberto Power, con treinta pesos corrientes. A pesar de los auxilios prestados,
hubo que lamentar la muerte de dos marineros del bergantín Tenería.
1804 Diciembre 9.
La Corbeta María Pita que transporta la Real Expedición que trasladaba la
vacuna desde España hasta las otras
colonias españolas en el continente
americano. Tras los preparativos, la Expedición había zarpa del puerto de La
Coruña el 30 de noviembre de 1803, arriba al puerto de Santa Cruz de Tenerife
después de 10 días de navegación. La isla de Tenerife se erigió en un centro
difusor del fluido vacuno para las demás islas que forman el Archipiélago
Canario. Se crean pequeñas expediciones, que desde cada una de las islas llegan
a Tenerife demandando la vacuna. El proceso es sencillo. Desde cada isla del
archipiélago se forma un equipo compuesto por un facultativo y un grupo de niños
con el fin de contagiarse la vacuna y llevarla fresca en sus brazos hasta la
isla de procedencia. Los expedicionarios
estuvieron en esta isla canaria escasamente un mes. Durante este tiempo
realizaron tres vacunaciones generales en las que se trasmitía la vacuna a toda
persona que lo demandaba. Cuando Balmis pensó que su labor había concluido, se
dispuso la salida para no demorar la llegada a América. La Expedición abandonó
Tenerife el día 6 de enero de 1804. En este día feriado se
hizo vela de esta rada rumbo a Puerto Rico corbeta
María Pita, conductora de la expedición marítima de la vacuna.
*
Guayre
Adarguma Anez Ram n Yghasen.
[Nota:
Los capítulos están publicados por
orden numérico, lo que permite acceder a los anteriores con solo cambiar en la
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http://elcanario.net/Benchomo/efemeridescanarias405.htm
anterior:
cambiar el número 405
por el 404.]
Igual en sentido ascendente.