EFEMERIDES
CANARIAS
UNA
HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO
COLONIAL, DÉCADA 1791-1800
CAPÍTULO
(I)
-V-
Guayre
Adarguma *
1796.
Güímar (Tenerife) pudo contar desde este año con escuela
pública gratuita, lo que le permitió figurar entre los primeros pueblos de la
isla que tuvieron ese privilegio.
“Gracias
a un informe firmado en La Laguna el 29 de marzo de 1791 por el corregidor don
Joaquín Bernard y Vargas, dirigido al Supremo Consejo, podemos conocer la
situación de la educación en el pueblo de Güímar, donde no existían
escuelas públicas. Era considerado un “pueblo rico de campo”, con 612
vecinos (o familias); para los niños, “dos eclesiásticos dan enseñanza por
caridad”; mientras que para las niñas, “hay dos mujeres que se dedican a
dar escuela”. El fondo de la Alhóndiga o Pósito local era de 449 fanegas y
con respecto a los arbitrios para establecimientos de escuelas proponía:
“Parece que con 20 Fns. de trigo que se sacasen del fondo de la alhondiga, los
12 para un maestro y los 8 para una maestra, pudiendo sostenerse en los términos
que corresponde a un pueblo de su clase”.2 Afortunadamente, pocos años más
tarde se vino a cubrir la falta de escuelas públicas y la dotación de las
mismas, pero no gracias a los fondos públicos de la Alhóndiga, sino a la
iniciativa de un particular, de un güimarero, cuyo nombre no debe quedar en el
olvido. Güímar hacia 1827, donde nacieron los miembros de la familia García
Adrián que tuvieron que ver con la creación de la primera escuela pública de
este pueblo.
El presente
trabajo está dedicado a la primera escuela pública de niños que se creó en
el municipio de Güímar, gracias a que un hijo de este pueblo, don Andrés García
Adrián, emigrante en Venezuela, dejó todos sus bienes para este objetivo en
1796. Como reconocimiento a su generosidad, se esboza la biografía de este
olvidado personaje, reproduciendo la cláusula del testamento en la que hizo la
dotación. Se analiza luego la administración familiar de dichos bienes,
incluyendo la biografía de los dos personajes que la asumieron hasta que se
hizo cargo de ellos el Ayuntamiento de la localidad. Finalmente, se relacionan
los administradores y los maestros que se conocen de esa etapa (1796-1837).
DON ANDRÉS
GARCÍA ADRIÁN (1754-1796), AGRICULTOR, EMIGRANTE Y FUNDADOR DE LA PRIMERA
ESCUELA PÚBLICA DE GÜÍMAR
Este
ignorado personaje nació en el lugar de Güímar el 30 de noviembre de 1754,
siendo el segundo de los hijos de don Agustín García Adrián “El Menor” y
doña María de Arrosa, naturales y vecinos de dicha localidad. El 5 de
diciembre inmediato fue bautizado en la iglesia parroquial del Apóstol San
Pedro por el presbítero don José Fernández Camillón, con licencia de don
Cristóbal Alonso Núñez, beneficiado de ella y de la de Santa Ana de
Candelaria; actuó como padrino don Salvador Rodríguez Adrián, quien luego sería
alcalde real de Güímar.
Tras
aprender las primeras letras en el convento de su pueblo natal, don Andrés García
se dedicó como sus antepasados a la agricultura, en la que alcanzó una cierta
prosperidad que le permitió comprar nuevas fincas. Luego, al igual que otros
muchos canarios de distintas épocas, emigró a América y se estableció en la
ciudad de Caracas.
En la
entonces Provincia de Venezuela le sorprendió una grave enfermedad, que le
decidió a otorgar testamento en su domicilio caraqueño el 25 de mayo de 1796,
ante el escribano público don Juan Domingo de Barcena y los testigos don Lázaro
Rodríguez, don Miguel Díaz y don José Linares del Toro, vecinos de dicha
ciudad. Dada la importancia que el testamento otorgado por don Andrés tendría
para la historia de la Enseñanza en su Güímar natal, vamos a transcribir a
continuación la cláusula que ofrece mayor interés:
D. Andrés
García Adrián natural del Lugar de Güímar en la Isla de Tenerife y vº. de
esta ciudad, hijo de D. Agustín García Adrián y de Doña María de la Rosa,
nats. y vos. de dicho lugar, ya difuntos, hallándome gravemente enfermo en cama
pero en mi sano y entero juicio, cumplida y buena memoria y entendimiento
natural, declaro que entre yo y mi hermano don Juan García, habitante en el
lugar de mi naturaleza, compramos allí una parte de herencia a D. Josef de las
Nieves en 583 pesos 6 reales de que me toca a mi la mitad que son 291 pesos 7
reales, otra parte a nuestro primo don Antonio Adrián en 257 pesos y medio, de
que por mitad me tocan 128 pesos 6 reales, y con mi otro hermano don Agustín
García del mismo vecindario, ya difunto, compré a D. Domingo de las Nieves
otra parte de herencia en 893 pesos, 6 reales, que me toca por mitad 446 pesos 7
reales, cuyas tres partidas suman 867 pesos 4 reales, de todo lo que es muy buen
sabedor el dicho mi hermano D. Juan García, pues es quien me ha avisado de todo
ello, por su relación que mantengo en mi poder, mando que la espresada suma, de
867 pesos 4 reales, se tenga por mis bienes; y en atención al natural amor que
profeso a mi patria, es mi voluntad que después de mi fallecimiento se imponga
esta cantidad a censo y tributo redimible para que con sus réditos se
gratifique anualmente a un maestro que se dedique en el dicho Lugar de Guímar a
enseñar a los Niños de aquel vecindario, la doctrina christiana, a leer,
escrivir y contar; y nombro por Patrono de este beneficio en primero lugar al
espresado mi hermano Don Juan García, con facultad para que pueda hacer la
fundación, y nombrar el maestro que ha de enseñar, el que si se pudiese
conseguir deberá ser sacerdote, y en su defecto, un secular de buenas
costumbres, y de conocida abilidad, y ruego de por el amor de Dios al venerable
Cura o beneficiado de la Parroquial del citado Lugar de Guímar, que en todo
tiempo fuere, Zele sobre la educación de los Niños que asistieren a esta
escuela, para que de este modo saquen el mejor aprovechamiento en los dogmas de
nuestra Sagrada Religión; y faculto al dicho mi hermano para que pueda nombrar
otros Patronos, a fin de que estos celen sobre la conserbasión del principal de
este beneficio, para que no baya en decadencia, procurando que el Inquilino en
quien estubiere reconocido sea sujeto de responsabilidad, y que pague
puntualmente al maestro, a efecto de que viendo el premio de su trabajo se
esmere mejor en la enseñanza de los Niños. Y en el caso de que no haya persona
que quiera destinarse a este honrado ejercicio de disciplinar la Jubentud, en
las máximas christianas, se tornaría dicho principal a mis bienes y se
distribuirá en mis herederos; todo lo que mando se execute por ser mi voluntad.
Y añadía
al pie: “Y con esto reboco y anulo, doy por ningunos y por de ningún valor ni
efecto otros y cualquiera testamento, codicilo,[...]”3. En ese testamento
nombró como albacea a su mencionado hermano don Juan García Adrián.
A los pocos
días de esta otorgación, a mediados de 1796, fallecía en la propia ciudad de
Caracas don Andrés García Adrián, cuando contaba tan solo 41 años de edad, y
a quien las futuras generaciones de güimareros tendrían que agradecer su
acceso a la educación básica.
Por ese
motivo y aunque no ejerció nunca la docencia, por lo menos que nosotros hayamos
descubierto, nuestro biografiado merece figurar en un lugar de honor en la
historia de la Enseñanza pública tinerfeña, pues, gracias a su ilustración y
a su poco frecuente patriotismo, Güímar pudo contar desde 1796 con escuela pública
gratuita, lo que le permitió figurar entre los primeros pueblos de la isla que
tuvieron ese privilegio. No obstante, nunca se le ha tributado un homenaje público
en su pueblo natal.
DON JUAN
GARCÍA ADRIÁN (1759-1825), PRIMER PATRONO Y ADMINISTRADOR DE LOS BIENES DE LA
ESCUELA, HERMANO MAYOR DE LA HERMANDAD DEL ROSARIO, ALCALDE REAL Y SÍNDICO
PERSONERO DE GÜÍMAR
Hermano del
anterior, nació en Güímar el 17 de febrero de 1759, siendo hijo de don Agustín
García Adrián “El Menor” y de doña María de Arrosa. Seis días después
fue bautizado en la iglesia de San Pedro por don Cristóbal Alonso Núñez,
beneficiado propio de dicho pueblo y Candelaria, y actuó como padrino don
Francisco Fresneda, natural y vecino de dicho lugar.
Don Juan
destacó como propietario agrícola y en 1786 ingresó en la Hermandad del
Rosario del convento güimarero, de la que fue mayordomo, depositario y hermano
mayor; también perteneció a la Hermandad del Santísimo Sacramento y a la
Cofradía del Carmen de la parroquia de San Pedro.
El 20 de
mayo de
Por
entonces nuestro biografiado ya gozaba de notorio prestigio en la localidad, lo
que motivó su elección como alcalde real de Güímar, cargo que desempeñó en
los años 1793 y 1794.
Aunque al
morir su hermano, don Juan García Adrián se hallaba en Güímar, tres meses
después había pasado a Caracas, desde donde en agosto de 1796 dirigió una
petición al “Sr. Presidente Gobernador y Capitán General” de la Provincia
de Venezuela, del tenor siguiente:
Don Juan
García Adrián, vecino del Lugar de Güímar, en la Isla de Tenerife, y
residente en esta ciudad, parezco ante Vmd y digo que mi legítimo hermano D.
Andrés García Adrián, de este vecindario, falleció en esta ciudad, bajo
disposición testamental, que otorgó ante el Escribano Público D. Juan Domingo
de Barcena, a 25 de mayo de este año, en ocasión de hallarme yo en el Lugar de
mi naturaleza y porque se me ha ofrecido pasar a esta capital, como lo he
ejecutado, encuentro en el referido testamento de mi hermano que por la cláusula
28 de él dispone que cierta cantidad de pesos que tiene en dicho Lugar de
nuestra naturaleza, se imponga a censo y tributo redimible para que con sus réditos
se gratifique anualmente a un maestro que en aquel lugar enseñe a los niños,
la Doctrina Cristiana y primeras letras, nombrándose a mí por primer patrono
para verificar allí la fundación, y entender en todo lo demás anejo a esta
piadosa intención; por que pretendo regresarme a mi vecindario, llevando el
competente comprobante de esta deliberación, se ha de servir V.S. mandar que el
referido escribano D. Juan Domingo de Barcena, teniendo a la vista el
testamento, que dejo mencionado compulse testimonio en pública forma de la
consabida cláusula, con pie y cabeza de dicho testamento y demás incerción
necesaria y me la entregue para los fines expuestos por tanto. Así, suplico se
sirva proveer como pido, que es justicia [...].5
Y el 30 de
ese mismo mes el teniente de Rey, por enfermedad del gobernador y capitán
general, proveyó con el asesor interino tal como se había solicitado, ante el
citado escribano público don Juan Domingo de Barcena.
Como don
Juan García pensaba permanecer algún tiempo más en América, pasó el
mencionado poder para nombrar maestro a su esposa
doña Froilana Rodríguez Torres y al tío de ésta, el teniente coronel
don Bernardo de Torres Marrero 6, que lo ejercieron durante su ausencia, tal
como se desprende del testamento de aquella, otorgado el 6 de septiembre de
1804:
[...]
declaro que mi marido, como albacea de D. Andrés García su hermano, substituyó
en mí y en el dicho mi tío D. Bernardo de Torres, el poder para nombrar
Maestro que cuidase de la enseñanza de los niños en este pueblo según la
voluntad de dicho D. Andrés García, esplicado en una cláusula de su
testamento de la que hay copia auténtica en el archivo de la Parroquia, en cuya
virtud así lo practicamos mi tío y yo, satisfaciendo al maestro su trabajo según
expresa dicha cláusula, desde antes de la venida de mi marido.7
Tras su
regreso, la administración de dichos bienes continuó directamente a cargo de
don Juan García Adrián, quien la ejerció hasta su muerte. En virtud de dicha
responsabilidad, satisfacía con sus réditos la dotación que por entonces tenía
el maestro de escuela, labor que se había encomendado a uno de los religiosos
del convento dominico de la localidad.
Como ya
hemos indicado, doña Froilana Rodríguez Torres otorgó testamento en Güímar
ante testigos el 6 de septiembre de 1804, el cual fue redactado por el fiel de
fechos don Luís de Candelaria Guanche; como no había tenido hijos dejó como
universales herederos a sus padres y nombró como albaceas a su progenitor don
Salvador Rodríguez Adrián, a su tío el mencionado teniente coronel don
Bernardo de Torres Marrero y a su marido don Juan García Adrián. Y pocos días
después, el 21 de ese mismo mes de septiembre fallecía en su domicilio de Güímar,
a los 47 años de edad; había recibido los Santos Sacramentos; al día
siguiente se ofició el funeral y recibió sepultura en la capilla de los
Dolores del convento de Santo Domingo Soriano de dicho pueblo.
Una vez
viudo, el 16 de diciembre de ese mismo año
Por
entonces, el Sr. García Adrián volvió a ocupar un importante cargo en el
Ayuntamiento de Güímar, pues en 1808 fue elegido síndico personero de la
localidad. Y como curiosidad, en el testamento otorgado el 1 de junio de 1817
por don Francisco Delgado Trinidad, capitán de Milicias, apoderado y alcalde
real de Güímar, nombró representante suplente en la partición de los bienes
de su madre y de su fallecido hermano don José, al capitán retirado don
Francisco Peraza y en su defecto a don Juan García Adrían, “sujetos de toda
su confianza”, para que actuasen en su propio derecho y de sus hijos, a
quienes rogaba aceptasen el nombramiento y procurasen evitar pleitos y
contiendas judiciales; además, les dio poder y facultad, cuanto la Ley le
permitiese, para que obrasen en todos los demás autos que tenía pendientes al
morir o que se ofreciesen en adelante.
Don Juan
García Adrián dejó de existir en La Laguna el día 1 de julio de
Le
sobrevivió doña Lucía Guanche, quien murió en su domicilio de Güímar el 21
de julio de
No tenemos
constancia de que don Juan hubiese tenido hijos de ninguno de sus enlaces, por
lo que a su fallecimiento dejó el encargo de la administración de los bienes
de la escuela pública a su sobrino don Juan Álvarez Cartaya, del que nos
ocupamos a continuación.
DON JUAN ÁLVAREZ
CARTAYA Y GARCÍA ADRIÁN (1784-1838), SEGUNDO ADMINISTRADOR DE LOS BIENES DE LA
ESCUELA PÚBLICA, SARGENTO 1º DE MILICIAS Y ADMINISTRADOR DE RENTAS DE GÜÍMAR
Sobrino de
los anteriores, nació en Güímar el 12 de junio de 1784, siendo hijo de don
José Álvarez Cartaya (o Cartaya Álvarez) y de doña Dominga García Adrián.
Siete días después fue bautizado en la iglesia de San Pedro Apóstol por el
presbítero don Agustín Antonio Núñez, con licencia del beneficiado don Luis
Ambrosio Fernández del Castillo; se le puso por nombre “Juan Agustín” y
actuó como padrino su tío materno don Agustín García Rosa.
El 27 de
julio de 1800, con tan solo 16 años de edad, el Sr. Álvarez Cartaya entró a
servir como soldado de Milicias en el Regimiento Provincial de Güímar; ese
mismo día ascendió a cabo y el 1 de septiembre de
El 20 de
junio de 1812 ascendió por méritos de guerra a sargento 1º de Milicias y
gracias a una hoja de servicios, fechada a fin de diciembre de ese mismo año y
firmada por el sargento mayor don Manuel Fontiveros, conocemos las notas de
concepto que merecía al jefe del Cuerpo don Demetrio O’Daly: su valor
figuraba curiosamente como “no experimentado”, lo que no era cierto como
atestiguaban sus propias heridas; poseía mucha aplicación, muy buena conducta
y mediana capacidad; aún permanecía soltero.8
Hoja de
servicios del sargento 1º don Juan Álvarez Cartaya.
A efectos
de justificar su soltería ante un posible matrimonio, solicitó un certificado
“de su libertad”, fechado en Arenys de Mar a 2 de noviembre de 1815 y
firmado por don Pascual Corbi, “Capellán del Regimiento Infantería Ligero de
Canarias”: “Certifico que Juan Alvarez Cartaya Sargento primero de la 3ª
Compañía del citado Regimiento hijo de Jose y de Dominga García, Natural de
Tenerife en las Islas Canarias, es de estado soltero según consta de los libros
de Parroquia y de su filiación á que me remito. Y para que conste doy la
presente en Arein de Mar a dos dias del Mes de Noviembre de mil ochocientos
quince”.
También
obtuvo otro certificado del teniente coronel de Infantería don Manuel
Fontiveros, quien como ya hemos dicho era “sargento mayor y primer ayudante
del Batallón de Canarias Infantería ligera del que era primer comandante el
coronel don Demetrio O’Daly”, fechado el 3 del mismo mes, en el que decía:
“Que la firma puesta al pie de la anterior certificación es propia del Padre
capellan, de este Cuerpo Dn. Pasqual Corby”.9
Tras
finalizar la Guerra, don Juan Álvarez Cartaya regresó a su pueblo natal con el
empleo de sargento 1º de la 3ª Compañía del Regimiento de Milicias
Provinciales de Güímar.
Dada su
condición militar, a comienzos de 1821 solicitó licencia a sus superiores para
contraer matrimonio con doña María del Carmen Hernández de Castro, natural y
vecina de Güímar10, hija de don Silvestre Hernández de Mesa y de doña Josefa
Martín de Castro11, de la misma naturaleza y vecindad. En el correspondiente
expediente don Juan presentó el certificado de soltería que se le había
expedido al final de la Guerra. Una vez cumplidos los trámites oportunos, el 25
de abril de dicho año 1821 pudieron celebrar la boda en la iglesia de San
Pedro, después de haber confesado y comulgado; los casó y veló el beneficiado
servidor don Antonio Rodríguez Torres y actuaron como testigos don José
Cartaya Álvarez, don Miguel Benito Ximénez y don Juan Agustín Gómez,
naturales y vecinos de dicho pueblo. En el momento de la boda don Juan figuraba
como “natural y vecino de Güímar, en donde ha vivido, exceptuado el tiempo
qe. estuvo en la Guerra de España”. Por su parte, doña María era “natural
y vecina de Güímar donde siempre ha vivido sin haber hecho ausencia
notable”. Como curiosidad, don Juan contaba por entonces 37 años de edad,
mientras que doña María del Carmen tenía 44 años.
Ya hemos
visto como al fallecimiento de su tío don Juan García Adrián, en 1825, éste
dejó a nuestro biografiado al cargo de la administración de los bienes de la
escuela pública de primeras Letras, que había dotado su otro tío don Andrés
García Adrián, responsabilidad en la que continuó hasta su muerte. Como
tenedor de dichos bienes, el Sr. Álvarez Cartaza nombraba al maestro y le
pagaba con los beneficios obtenidos por el arrendamiento de las tierras; a modo
de ejemplo, dicha imposición suponía hacia 1835 un rédito de 150 reales de
vellón, que se pagaban al maestro como única dotación de la escuela.
El 1 de
octubre de 1826, domingo de Naval, don Juan Agustín Álvarez Cartaza ingresó
en la Hermandad del Rosario, constituida en el convento dominico de Güímar. En
1833 ya se había retirado con fuero del Ejército y estaba responsabilizado de
la Administración de Rentas de Güímar, pues en ese año estaba empadronado en
la calle San Pedro de dicha localidad, con 49 años, como “Adminor. de Rtas. y
fuerista del Ejto.”. Además, tenía propiedades en distintos parajes del término
municipal: Reventón, Fajana, Veredas, Juan Delgado, La Tienda, Güímar de
Arriba, Cañas, Tonaso, Chogo, Agache y en el Sitio de la casa, que le suponían
una renta anual de 1.054,30 reales de vellón corriente, según una relación de
propietarios que se conserva en el archivo municipal, en concepto de trigo,
cebada, millo, higos, mosto, papas y dinero. Nuestro biografiado continuó con
la administración de los bienes de la escuela hasta 1837, en que hallándose
gravemente enfermo los entregó al Ayuntamiento de la localidad, para que éste
se hiciese cargo de ellos.
Don Juan Álvarez
Cartaya falleció en su domicilio de Güímar el 8 de agosto de
En el
momento de su muerte, don Juan se hallaba viudo de doña María del Carmen Hernández,
con quien había tenido una única hija nacida en Güímar, doña María Josefa
Álvarez Cartaya y Hernández (1822-1897), que en 1839 contrajo matrimonio en la
misma localidad con don Vicente Jorge Rodríguez, diez años mayor e hijo de don
José Jorge Ramos y de doña Isabel Rodríguez, quien fue una destacada
personalidad local, pues desempeñó los cargos de regidor, alcalde, primer
subteniente de la Milicia Nacional local, juez de paz y depositario de los
Fondos de Propios del Ayuntamiento de Güímar; tuvieron ocho hijos12.
También le
sobrevivió su padre, don José Álvarez Cartaya, quien murió en su domicilio
de Güímar, en el barrio de los Majuelos, el 1 de junio de
Hasta 1835,
la escuela pública de niños estuvo instalada en una dependencia del Convento
dominico de la localidad y atendida por los propios frailes.
LA
TRAYECTORIA DE LA ESCUELA EN MANOS DE LOS ADMINISTRADORES
Una vez
creada la escuela pública, en 1798 se respondió desde Güímar a las
“Instrucciones de las preguntas á que deverán responder de cinco en cinco años
á los Intendentes los Pueblos de sus respectivas Provincias para que los
Encargados de la direccion del fomento grâl del Reino adquieran los conocimtos.
nesesarios pa. renovar los estados de Poblacion”. De las respuestas a las
preguntas prefijadas en dicha instrucción, que se conservan en un manuscrito en
la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife, podemos hacernos una idea
clara de cómo estaba la enseñanza en ese momento. Había una escuela (la que
nos ocupa) con 20 niños, “empleados en doctrina”; además, existía otra
escuela “de Gramática” y cuatro escuelas de niñas, “con treinta
personas”.13
En 1833 el
número de escuelas particulares de niñas se había reducido, pues el pueblo de
Güímar solo contaba con dos maestras, que daban clase a algunas niñas en sus
propias casas: doña María Rosalía González y doña María Romero.14
A pesar de
que los bienes de la escuela pública estaban en manos de administradores
particulares, el 6 de febrero de 1835 se constituyó la Comisión de Escuelas de
Güímar, atendiendo a un oficio del gobernador civil de la provincia y en
cumplimiento de la Real Instrucción para Gobierno de las Escuelas. Ese día se
nombraron por el Ayuntamiento los cinco miembros que debían formar parte de
ella: el alcalde don Modesto Díaz Núñez, el teniente coronel graduado don
Ignacio García del Castillo, el propietario don Bernardo Rodríguez Torres, el
síndico personero don Ignacio Antonio de la Cruz y el párroco propio Dr. don
Agustín Díaz Núñez. En la primera reunión de la Comisión, celebrada ese
mismo día, se procedió al nombramiento de secretario de la misma, tal como
disponía dicha instrucción, siendo “elegido con unanimidad de votos el Sr.
Don Ignacio García ya citado”. Y en la segunda reunión, celebrada el 10 del
mismo mes, se acordó que el presidente visitase la única escuela pública de
la localidad “que sirve en su Convento el R. P. Prior Fr. Roberto González”,
“para manifestar á los niños las beneficas intenciones de nrô. sabio
gobierno que tan enérgicamente promuebe la instruccion publica en beneficio de
la Nacion, y el constante zelo con que deben aprovecharse por gratitud, y amor
á la Patria, y utilidad propia, del bien que se les dispensa”. Además, existía
una escuela particular de niños, atendida por un secular, y dos escuelas
particulares de niñas, atendidas por “dos mujeres que se dedican a ello” en
“casas particulares”. Pero en ese mismo año se cerró el Convento, con
motivo de la Ley de Desamortización, por lo que el 6 de noviembre la Comisión
de Escuelas solicitó al gobernador que se le diese un local en dicho edificio
para mantener abierta la escuela, lo que se concedió, previo informe favorable
del comisionado de Amortización del 26 de enero de 1836, aunque en el mes de
marzo todavía no se había podido abrir, por no haberse llegado a un acuerdo
con dicho comisionado, sobre la pericia del claustro, pues contenía varios árboles
frutales que debían darse en arrendamiento.15
EL
AYUNTAMIENTO DE GÜÍMAR ASUME LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES DE LA ESCUELA PÚBLICA
Como ya
hemos indicado, en 1837, sólo un año antes de su muerte, el Sr. Álvarez
Cartaya entregó los bienes de la escuela al Ayuntamiento, para que éste
siguiese administrándolos desde aquella época, pero con la condición de que
se destinasen al mismo fin.
De este
modo, en sesión celebrada el 20 de marzo de 1838 la Corporación municipal
anunció: [...] el arriendo de los bienes pertenecientes a la Escuela Pública,
dejados por D. Andrés García a dicho establecimiento, y los cuales ha cedido
su tenedor D. Juan Alvarez Cartaya, a fin de que de la misma manera ante dicha
queden subastados en arrendamiento por todo el presente año, en el mayor postor
[...]. En seguida se acordó abonar a D. Juan Alvarez Cartaya la anualidad que
debió satisfacer por los bienes que hasta ahora ha Administrado, pertenecientes
al establecimiento de la Escuela, por las bien hechurías que ha hecho en dichos
bienes, como también por la cantidad de cuatro pesos que exhibió a Francisco
de la Cruz para la medida que practicó y por los demás gastos ocasionados en
la formación del Expediente para hacer constar el valor que en renta deben
producir los dichos bienes y bajo cuyo precio deberá abrirse la subasta, que
anteriormente queda decretada. Asímismo, se mandaron archivar todos los papeles
que ha entregado el dicho D. Juan Alvarez Cartaya, como pertenecientes a los
expresados bienes y a la manda hecha por D. Andrés García en favor de la
Escuela.16
A partir de
ese momento, el Ayuntamiento sacaba anualmente en arriendo, mediante subasta,
los citados bienes, los cuales como hemos visto eran adjudicados al mayor postor
para con su producto contribuir al pago de la dotación de 900 rs vn, que ya en
1839 había asignado la Diputación Provincial al maestro de primeras letras de
dicho pueblo. Además, era la Corporación municipal la encargada de nombrar a
dicho maestro y de destituirlo si no cumplía con sus obligaciones.
Hacia dicho
año 1844 el remate de dichos bienes rendía anualmente unos 320 rs vn, que
pasaban a engrosar los fondos municipales, de los que se extraía el sueldo del
titular de la escuela pública de niños de Güímar, que seguía fijado en la
citada cantidad de 900 rs vn, y que generalmente tardaba años en cobrar. Pero
en 1845, la falta de fondos del Ayuntamiento y las adversas condiciones climáticas
hicieron que no hubiese persona que rematase dichos bienes, por lo que al año
siguiente se acordó que se le entregasen al maestro de escuela, para que los
cultivase y disfrutase interinamente como asignación por su destino. En 1853
los bienes de la imposición de don Andrés García se subastaron en 1.000 rs
vn, pero el único licitante, don Francisco de la Cruz y Cruz, sólo ofreció
por ellos una renta anual de 600 reales vellón, por lo que se acordó invitar
al maestro de entonces para sí los quería por los 900 reales en que los tenía
el anterior titular. ¡Difíciles tiempos para maestros y escuelas! Todavía
continuaba el remate de dichos bienes en 1859, como recogía el Boletín Oficial
de la Provincia de Canarias el 26 de agosto de dicho año, gracias a lo cual
podemos conocer en detalle la relación de propiedades de la escuela y su
ubicación:
La Comisión
principal de ventas de bienes Nacionales anuncia el remate de diez y seis fincas
procedentes de la Instrucción publica del pueblo de Guimar, en esta isla, cuyo
acto tendrá lugar el 26 del actual en las Salas Consistoriales de esta Ciudad
por ante el Sr Juez de 1.ª instancia de la misma, á saber:
Un trozo de
tierra de pan sembrar en dicho pueblo de Guimar donde llaman los Hurones.
Otro trozo
cultivado de viñas denominado Boruga en el citado pueblo.
Otro trozo
de pan sembrar en id., llamado Lomo del Gato.
Otro trozo
en id. donde dicen Boruga del camino abajo con cien cepas.
Una suerte
en idem denominada Hoya de D. Antonio.
Otra id. en
id. inmediata á la anterior en el Barranco.
Otra id. en
id. donde dicen el Cercado de las Higueras.
Otra id, en
id. llamada Tia Juana.
Un cercado
en id. llamado del Lagar.
Un trozo de
tierra en id. inmediato al Socorro en la Costa.
Otro
trocillo, denominado Laja amarilla, en la costa del mismo pueblo de Guimar.
Una suerte
en dicbo pueblo denominada Jonaro.
Un trozo de
pan sembrar en idem, donde dicen Risco de piedra en la Costa.
Otro trozo
en idem llamado Barranco de las cruces, en dicha costa.
Una
suertecilla en las medianías de dicho pueblo, llamada el Arrastradero de
agache.
Otra
suertecilla llamada la Florida en las medianías de Agache.
Otra
suertecilla denominada las cruces en la Costa de Guimar.
Y por último
otra suertecilla en frente de Las Cruces en la misma Costa.17
RELACIÓN
DE ADMINISTRADORES Y MAESTROS DE LA ESCUELA PÚBLICA (1796-1837)
Como
resumen de lo expuesto, a continuación relacionamos los administradores que
tuvieron los bienes de la escuela, desde que los destinó a este fin don Andrés
García Adrián, así como algunos maestros que fueron nombrados por dichos
administradores. Administradores de los bienes de la escuela -D. Juan García
Adrián: desde el 25 de mayo de 1796 hasta el 1 de julio de 1825, en que murió.
[Dª.
Froilana Rodríguez Torres y su tío D. Bernardo de Torres Marrero: en 1796, por
estar ausente don Juan y hasta su regreso].
-D. Juan Álvarez
Cartaya: desde julio de 1825 hasta 1837.
-El
Ayuntamiento de Güímar: a partir de 1837.
Maestros no
titulados de la escuela de niños nombrados por los administradores y el
Ayuntamiento
Sabemos que
desde su creación asumieron la enseñanza los frailes dominicos del convento de
Santo Domingo Soriano de la localidad, hasta 1835 en que éste se cerró con
motivo de la Desamortización. A partir de entonces regentaron la escuela de niños
de Güímar varios vecinos capacitados, nombrados por el administrador, pero que
carecían del correspondiente título profesional. Hasta que la administración
pasó al Ayuntamiento en 1837, de esos maestros sólo conocemos, con nombres y
apellidos, los dos siguientes:
-Fray
Roberto González18: en 1835.
-D. Félix
Hernández Marrero19: lo era en 1837 y continuó hasta el 20 de marzo de
Notas:
1 Sobre
este tema pueden verse también otros artículos de este mismo autor: “Orígenes
de la Enseñanza Pública en Güímar”. Suplemento del Diario de Avisos, 22 de
junio de 1991; “Don Andrés García Adrián y los orígenes de la enseñanza pública
en Güímar”. Crónicas de Canarias, nº 1 (julio de 2005): 337-372. Con
posterioridad, el trabajo se ha visto enriquecido con nuevos datos.
2 Antonio
de BETHENCOURT MASSIEU (1986). “La enseñanza en Tenerife en 1790: situación
y plan para financiar la dotación de las escuelas públicas”. Revista de
Historia Canaria (1984-86): 33-61.
3 Archivo
Parroquial de San Pedro Apóstol de Güímar. Legajo de testamentos.
4 Doña
Froilana era hermana de dos sacerdotes: don Nicolás Rodríguez Torres
(1766-1847), mayordomo de fábrica, mayordomo del Carmen, beneficiado interino y
servidor de Güímar, hermano mayor y secretario del Rosario, mayordomo del
Socorro y examinador sinodal del Obispado; y don Antonio Rodríguez Torres
(1769-1855), párroco fundador de Arafo y beneficiado servidor de Güímar.
5 Archivo
parroquial de San Pedro Apóstol de Güímar. Legajo de testamentos.
6 Don
Bernardo de Torres Marrero y Ledesma (1726-1807), tío materno de doña Froilana
Rodríguez Torres, fue uno de esos ilustrados autodidactas, que no sólo llegó
en su carrera militar al punto máximo jamás alcanzado por ningún güimarero
hasta entonces, sino que se interesó por la vida pública y religiosa de la
localidad, desempeñando en ambas las máximas responsabilidades. Además de
teniente coronel de Milicias en el Regimiento Provincial de Güímar, fue
alcalde real y síndico personero del Ayuntamiento, hermano mayor y depositario
de las Hermandades locales, fundador de la Capilla de San Pedro Abajo, mayordomo
de fábrica y autor de los planos de la actual iglesia parroquial, además de
“alma mater” de su reconstrucción. Por todo ello, se le consideró el
“primer hombre de Güímar” y el verdadero “Padre de la Patria”; fue,
sin ninguna duda, la persona de mayor relieve comarcal en su época. Estaba
casado con doña Felipa Francisca Rodríguez Adrián, tía paterna de la citada
doña Froilana, con quien no tuvo sucesión.
7 Archivo
parroquial de San Pedro Apóstol de Güímar. Legajo de testamentos.
8 Archivo
General Militar de Segovia. Hoja de servicios de don Juan Álvarez Cartaya.
9
Expedientes matrimoniales. Archivo parroquial de San Pedro Apóstol de Güímar.
10 Doña
María Hernández de Castro nació el 25 de julio de 1777 y cinco días después
fue bautizada en
la iglesia
de San Pedro por el beneficiado don Luis Ambrosio Fernández del Castillo; se le
puso por nombre
“María
del Carmen Jacob” y actuó como padrino don Francisco Martín de Castro,
natural y vecino de dicho lugar.
11 Doña
Josefa era hija del alférez de Milicias y alcalde de Güímar don José Martín
de Castro y de doña Inés Díaz de Oliva; nieta paterna del también alférez
de Milicias don José Martín de Castro y de doña María
Pérez
Bencomo; y nieta materna del alférez don Diego Alonso Bencomo y de doña
Catalina Díaz de Oliva.
12 Fueron
sus hijos: Doña Evarista Patricia (1840-?), casada con don Fermín Cruz Hernández;
don Francisco Domingo (1842-?), conocido por “El Loco”; el Doctor don Manuel
Federico (1844-1893), Doctor en Derecho, abogado, catedrático de Enseñanza
Media, diputado provincial y juez municipal de Güimar, que murió soltero; don
Cecilio (1846-?); doña Guillerma (1849-1896), casada con don Nicolás Hernández
Bueno y González, maestro y comerciante; doña Secundina (1852-1911), esposa de
don Graciliano Campos Núñez, clérigo tonsurado, sochantre, escribiente,
Bachiller, catedrático de Segunda Enseñanza y secretario de los Ayuntamientos
de Fasnia y Güimar; doña Guadalupe (1856-?); y don Juan Jorge Cartaya
(1858-1926), escribiente, fiscal, juez municipal y vicepresidente del Casino de
Güímar, que falleció soltero.
13
Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife. Manuscritos.
14 Archivo
Municipal de Güímar. Padrón del año 1833.
15 Archivo
Municipal de Güímar. Escuelas.
16 Libro de
actas del Pleno del Ayuntamiento. Archivo municipal de Güímar.
17 “Sección
oficial”. El Eco del Comercio, 3 de septiembre de 1859, pág. 2.
18 Fray
Roberto González (1773-1847) era natural de Güímar, sacerdote presentado
dominico, cura servidor de Fasnia y último prior del convento güimarero.
19 Don Félix
Hernández Marrero (1765-1850) natural también de Güímar, fue notario público
eclesiástico, fiel de fechos y agrimensor de la localidad.
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Guayre
Adarguma Anez Ram n Yghasen.
http://elcanario.net/Benchomo/efemeridescanarias358.htm;
anterior:
cambiar
el número 358
por el 357.]
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Continuará