EFEMERIDES CANARIAS

UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1781-1790 

CAPÍTULO II-VII

Guayre Adarguma *

 

 

1787. El programa de reparto de tierras de baldíos en diferentes islas y pueblos de la colonia canaria fue definido finalmente por la Audienia colonial en 1787 a impulsos del fiscal español Izurriaga. En él se establecía la delimitación de las zonas aptas para el cultivo reservando la superficie forestal. El terreno se debería distribuir en suertes que se entregarían a los campesinos que las solicitasen y que estuviesen dispuestos a cultivar las mismas por sí y no mediante arrendatarios o medianeros. Serían los alcaldes de los pueblos los que elaborasen el reparto, si bien estarían controlados por una comisión de baldíos establecida en cada isla, remitiéndose posteriormente el expediente al Consejo de Castilla para que aprobase el reparto, momento en que se daría posesión de su suerte a cada colono. En general, los repartos de tierras tendieron a retrasarse, allí donde se llegaron a plantear los conflictos provocados por las manipulaciones de alcaldes de los pueblos a favor de sus clientelas familiares y las reclamaciones de los candidatos que no habían sido incluidos en los repartos contribuyeron a detener su aplicación. Además, los expedientes de reparto se eternizaron en el Consejo de Castilla sin que éste dictase su aprobación, con lo cual aún a comienzos del siglo XX no se había puesto en práctica ninguno de los repartos, que en su conjunto preveían la distribución de unas 4.648 fanegas de tierras situadas fundamentalmente en Chinech (Tenerife)  y Tamaránt (Gran Canaria).

 

Generalmente, los programas de reparto surgidos a partir de la Real Provisión de 1787 plantean la disociación entre la teoría y la praxis, si la alternancia política entre las fases de restauración absolutista y los breves paréntesis liberales del primer tercio del siglo XIX determinaron constantes modificaciones de las normas legales que regulaban la desamortización de tierras públicas en tanto que la demanda de tierras y los procesos de usurpación de baldíos se mantuvieron como un factor constante durante este periodo. El derrumbe del aparato administrativo y jurisdiccional del Antiguo Régimen en la metrópoli y su clara inoperancia política ocasionaron que buena parte de los repartos realizados en la colonia en los periodos de restauración absolutista consistiesen en simples fraudes donde se distribuían tierras y montes concejiles en favor de los poderosos de cada momento en tanto que los programas de reparto de tierras planteados en los breves periodos liberales no pudieron ponerse en práctica de forma generalizada. (Juan Ramón Núñez Pestano1991)

 

1787. El colono criollo natural de Eguerew (La Laguna) Antonio Aniceto Porlier y Sopranis es nombrado para la Metropolis Ministro de Gracia y Justicia en el reinado del Borbón español Carlos IV. En  1790. Se le concede el título de Marqués de Bajamar, que se sepa no hizo nada en beneficio de la colonia Canaria.

 

 1787. Los Comandantes Generales de la metrópoli en la colonia, con la ayuda de los comerciantes ingleses y criollos, iniciaron las obras del primer muelle realizado en el Archipiélago Canario, el cual, en 1822, se le cataloga como "Puerto y Depósito de Primera Categoría" y, en 1852, se le reconoce como "Puerto de Interés General", categoría que implica que, la construcción, conservación, recaudación, explotación y administración del mismo, correrían a cargo del Estado de la metrópoli.

 

1787. Se hace cargo de la gobernación de la colonia canaria Vicente Cano (1787-1792), que no sólo continuó las  mejoras de su antecesor sino que realizó otras tan necesarias, como aquéllas.

 

Su primera diligencia fue dotar a la ciudad de Las Palmas del agua potable de que carecía. Ya desde 1581 se había expedido una cédula real facultando al ayuntamiento para conducir el agua de Las Canales, para cuyo trabajo se concedía la suma de 3.000 ducados. El nuevo corregidor, abandonando aquel proyecto, se decidió por llevar a la población el agua llamada de la fuente de Morales y, como averiguase que el costo de la obra alcanzaría una suma de 16.000 pesos, no vaciló en acometerla aunque los recursos y donativos no llegaban a cubrir esta cantidad. Después de vencer innumerables dificultades logró que la acequia llegase al barrio de San Roque, desde cuya altura repartió el agua entre va-rias fuentes que hizo construir con los nombres de Espíritu Santo. Pilar Nuevo y Triana y que empezaron a correr el 25 de agosto de 1792. Uno de los mayores beneficios que produjo esta mejora fue la facilidad con que los buques podían hacer aguada, llenando sus barriles en la misma caleta de San Telmo sin tener que acudir a las aguas impuras de los pozos o de las charcas.

 

Hallábanse las calles de la ciudad sin aceras, desniveladas y con piso de tierra que las lluvias hacían impracticables. Estos defectos se fueron corrigiendo, levantándose estadales en las calles más concurridas, abriendo acequias que canalizaran los derrames de las fuentes y obligando a los que poseían sitios ruinosos a fabricar casas o vender sus solares. Repobláronse de arbustos las estériles cordilleras que dominaban por el oeste la ciudad y dispuso Cano que los caminos vecinales se ensancharan, facilitando las comunicaciones.

 

Otro de los cuidados de este corregidor fue el de reorganizar los gremios de artesanos, creyendo de este modo dar vida y estímulo a las artes mecánicas. No olvidó la cuestión de subsistencias que, de vez en cuando, producía grandes conflictos en el país. En una ocasión se trasladó a la Aldea de San Nicolás y allí compró todos los granos de aquella extensa comarca, llevándolos a Las Palmas.

 

Otras mejoras realizó y otros proyectos intentó llevar a efecto durante los seis años que duró su administración (1787-1793), sin que se cansara nunca su actividad ni le abandonara su generosa iniciativa. Por fin, el 29 de abril de 1793, se apartó de las playas de Gran Canaria dejando un vivo recuerdo de sus virtudes cívicas, dignas de que nuestra historia le consagre un recuerdo. (A. Millares T. 1977).

 

1787. En la colonia canaria en ocasiones se unen los diversos estamentos sociales para protestar contra determinados abusos cometidos por los empleados de la metrópoli. En unas ocasiones, el protagonismo es exclusivo de los jornaleros y pequeños campesinos (conflictos relacionados con el hambre de tierras), en otras, es compartido con el grupo dirigente de la comunidad, la burguesía agraria local o por «los poderosos» (Agüimes en 1718, Aldea en 1777, Orotava en 1648 y 1718, Chazna-Vilaflor en 1660-1789...). No son raros los casos en los que el protagonismo corresponde a los artesanos (Las Palmas en 1797) o a los clérigos (Tacoronte en 1812, Agulo en 1812), pero es frecuente verlos apaciguando los ánimos. En los conflictos que tienen como motivo el agua es donde la mujer juega un papel importante, aunque para ello en alguna ocasión se vistiese de hombre (Tejeda y Artenara en 1817 y 1819). Conviene destacar también la participación de los milicianos porque su condición de fueristas les permitía desafiar la autoridad de los tribunales ordinarios. De ello se hace eco la Audiencia de Canarias en su informe dirigido al Consejo de Castilla en 1787 manifestando que de los 167.060 habitantes de las islas, 80.000 «escapan a la jurisdicción ordinaria y de la Real Audiencia y son los más ricos, los más distinguidos y los que tienen el agro», siendo el resto meros proletarios.

 

1787. Llega a la isla Chinech (Tenerife) el colono portugués Francisco Caballero Sarmiento  instalándose en el Puerto Mequínez (Puerto de la Orotava o de la Cruz) este comerciante, con la intención de aprovechar lo estratégico del sitio para abrirse al codiciado mercado de las colonias españolas de América. Este colono estaba casado con Catalina Craig perteneciente a una destacada e influyente familia de la burguesía de la masónica Filadelfia (donde Benjamín Franklin funda la Sociedad Filosófica Americana formada por masones destacados en diferentes campos del saber en la segunda mitad del XVIII). Este hizo numerosas y ostentosas muestras de símbolos masónicos llevados por la prepotencia de saberse un ciudadano poderoso e influyente de la cosmopolita localidad. Caballero Sarmiento nunca fue enjuiciado aunque esto no lo libró de algún disgusto con  Juan de Llarena comisario inquisitorial. Se sabe de al menos un intento de este por iniciar a un criollo canario el párroco del cercano pueblo de Santa Ursula, éste asustado por la prueba iniciática en la que al abrírsele el suelo cayó de golpe en la oscura cámara de reflexión desistió enfadado. Por otro lado, si tenía trampillas preparadas y este tipo de infraestructuras para un uso esporádico eran muy engorrosas, quizá las pruebas iniciáticas no eran tan esporádicas o ¿es parte de la excentricidad de este personaje?


Pero lo que hace más peculiar a nuestros ojos este masón dieciochesco es que se convirtió en el protector de los masones que huían de la persecución a la que eran sometidos en Madeira por el obispo José de Acosta Torres nombrado en 1786 y que tendrá su apogeo en 1792 siendo el puerto de la Orotava el canal para la fuga a Estados Unidos de los masones más significativos y sus familias con la colaboración de Sarmiento.

 

1787 Enero 31. En el sitio llamado El Blanco, próximo al Castillo de Paso-Alto proyectó el Ingeniero D. Fausto Cavallero el 31 de Enero de 1787 esta Batería para escuela práctica, donde habían construido otras del 30 de al 24 de Noviembre del año anterior, que costó 13.2.47 vellón y 16 112. mrs, reduciéndose aun espaldón con su correspondiente explanada para los ejercicios de tiro. En el tiro al blanco, los fuegos se dirigían a las faldas del risco de La Altura haciendo graves inconvenientes por los perjuicios que podía ocasionar a los terrenos próximos, por lo que se mandó demoler.

 

En el archivo de la Comandancia de Ingenieros existe un oficio que dice así: «Habiéndose concluido la reedificación de la Batería y Espaldón destinados á Escuelas Prácticas de Artillería según estaba acordado por la Junta General antes de mi llegada lo participo á V:E. á fin que pueda disponer se le coloquen lo cañones y un mortero de que es capaz, con las demás providencias que V:E. tenga á bien para el uso del citado excersisio, en ynteligencia que desde el día 26 del presente mes, considero se haya la obra suficientemente fraguada para el efecto.- Ntro Señor guarde á V:E. muchos años.- Santa Cruz de Tenerife 23 de Noviembre de I787.- Excmo Señor.- Fausto Cavallero.-

Rubricado.- Al pié.- Excmo Sr Marqués de Branciforte». (José María Pinto de la Rosa, 1996)

 

1787 Abril. La pureza del proceso electoral en la colonia no debió ser tal y sin duda ello enfrentó a las distintas instituciones afectadas por dicho proceso. Así parece desprenderse del escrito remitido por el regente de la Audiencia en la colonia, Juan A. López Altamirano, al conde de Campomanes en la metrópoli, exponiendo que: «tienen vinculados los milicianos todos los oficios públicos de Regidores perpetuos, de suerte que sólo hay uno que no sea oficial, y los de síndico y diputados porque, aunque la de éstos depende de la libre elección del pueblo, la subordinación de los pobres electores y la destreza de los escribanos hace que recaiga el nombramiento en los fueristas, y que entiendan ser deshonor alternar con ellos y entrar en el Ayuntamiento los hombres honrados de capa»,

 

Al frente de los distintos núcleos de población que se han ido desarrollando y consolidando en cada una de las islas aparece un alcalde real, excepción hecha de la Villa de La Orotava que desde 1650 contaba con un alcalde mayor de la Villa de Agüimes donde coincide con un alcalde ordinario nombrado por el obispo y en las villas de Adeje y Santiago donde también figura un alcalde ordinario nombrado por el señor jurisdiccional. Como ya se ha señalado, la R. O. de 13 de junio de 1752 dispuso que los alcaldes reales fuesen nombrados por la Audiencia, a propuesta en terna de los corregidores entre los vecinos de las parroquias o pagos respectivos que contasen con algunos bienes raíces, buen genio y autoridad. No obstante, el lugar de Santa Cruz de Tenerife obtiene por R. 0. de 18 de enero de 1755 la facultad de que su vecindario propusiese a la Audiencia la terna para la designación de su alcalde.

 

Aunque la Audiencia por provisión de 10 de agosto de 1752 requiere a los corregidores el cumplimiento de la R. 0. de junio de 1752, sin duda debieron surgir desavenencias entre ambas instituciones. Ello se desprende de la representación que Ayerbe Aragón, corregidor de Gran Canaria, dirige al Consejo el 8 de junio de 1769, señalando que cuando entró en el cargo el 20 de septiembre de 1767 pidió informes a los párrocos para poder elegir alcaldes y, según los méritos, elaboró la terna pero la Audiencia siempre elegía al tercero. Para Ayerbe esto era un gran contratiempo porque costaba trabajo encontrar persona por la cortedad de la isla, «pues el que tiene conveniencias abunda en altivez, el que le sobra fama carece de medios, y al que le asisten todas las circunstancias se exime por varios fines».

 

1788. Es reformado el reducto conocido como Casa Mata. Este Torreón, final de la Muralla que protegía la ciudad de Las Palmas, era redondo, hasta que, arruinado en 1599 por los holandeses, lo reedificó el Capitán D. Francisco de la Rúa, siendo Gobernador y que en memoria de la matanza que sufrieron los invasores en este paraje, le dio el nombre del Castillo de Casa Mata. Refiriéndose a él dice Fr. José de Sosa, que era muy fuerte, aunque pequeño y que entonces era, un torreoncillo de dos o tres piezas, que hicieron el mayor daño a los holandeses estorbándoles para que no entrasen por los muros de la ciudad, a los cuales por el paramento exterior barría resguardando con sus fuegos su puerta y entrada, y que se hizo acasamatado este Castillo por estar bajo una colina que lo domina y que si fuese tomada por el enemigo, ofendería mucho a su plataforma, por lo que estando así cubierto, tiene capacidad para jugar 2 ó 3 piezas libremente para guardar la muralla, que es el motivo principal de su construcción. Hermosilla dice: «...su figura bastante parecida á los regulares que se usan en las fortificaciones modernas: tiene en la parte mayor la altura de I2 varas y 6 en la menor; sus caras una de 23 varas y otra de I9 1/2, el flanco que defiende la cortina citada tiene 16 varas y el opuesto 14 1/2, sus ángulos de la espalda y del fuego rectos y el flanqueado de 110 grados, es capaz de cinco cañones y los que tiene son del calibre de á 18, su fábrica es de las mejores que se descubre de buena sillería y mampostería, tiene flanco alto y bajo en la parte de la cortina, pero sin más que un pequeño repuesto de pólvora y el reducido Cuerpo de Guardia sencillo de Piedra y Barro en la gola sobre el terraplén del Baluarte, inútil, por esto y estar este Fuerte dominado desde la altura De Quesada que á distancia del alcance del Fusil se eleba considerablemente, sin que la Artillería de Mata pueda dirigirle tiros á su cresta, pero la de la Plataforma de San Francisco la defiende ó se opone á la cumbre de la citada altura con tres cañones de á 12.

 

En el Fuerte de Mata es indispensable y urgente hacer de nuevo la  escalera (que será de canteria), también la mayor parte de sus parapetos y embrasuras, recorrer la explanada, hacer ó habilitar de nuevo el Cuerpo de Guardia, y muy útil elevar y aspillerar los parapetos de dicho baluarte, á fin de cubrir asi el edificio, como los fuegos del flanco que defiende la cortina, cuyo costo el del material y la obra que es, no puede executarse menos que con la cantidad de tres mil pesos tiene 5 cañones de hierro del calibre de á 18 y 6 cureñas de plaza, 5 en que están montados los cañones y una de respeto La guarnición de este Fuerte consiste en un soldado casado que vive en él...»

 

Parece podían jugar en él 9 cañones y en 1779 era la mejor fábrica de la isla, hecho con buena mezcla de cal, sillería y mampostería. En la pared que mira a la cortina tiene flanco alto y bajo.

 

Hasta 1780 no había en este baluarte más que un mal nicho. debajo del terraplén, el piso de entrada por la gola y cubierta de madera para pólvora, así como un reducido Cuerpo de Guardia sencillo, de piedra y barro, que estaba arrimado por el interior sobre el terraplén a la gola. Inútil, por lo viejo, y destrozado, y también por que estando este fuerte enteramente dominado desde la altura que tiene a su frente y a distancia del alcance del fusil, no puede ser batido desde él. Se reparó de nuevo en 1780 reconstruyendo los parapetos, troneras, explanadas, banquetas, escaleras de comunicación, almacenes para pólvora, pertrechos y Cuerpo de Guardia. Los merlones o parapetos estaban aspillerados para fuego de Infantería, pues están elevados para quedar desenfilados de la altura de enfrente.

 

En la actualidad este Castillo con varias adiciones, sirve de alojamiento a fuerzas de Artillería y en los planos que se acompañan puede verse la forma del mismo, distintos detalles de él así como su actual aplicación, no dando más detalles por ser una obra que aún (1996) se utiliza con fines militares, si bien no como obra de fortificación que carece de valor, sino como alojamiento. (En: José María Pinto y de la Rosa. 1996)

 

1787 Noviembre 16. Oficio dirigido por Fausto cavallero, ingeniero militar de la metrópoli al gobernador de la colonia Marques de Branciforte, dándole informe sobre el primer reconocimiento realizado en 1787.

 

En 1787, el Ingeniero Militar Don Fausto Cavallero, dirigió al Excmo. Señor General Marqués de Branciforte, el oficio que a continuación se transcribe, cuyo original se encuentra en el Archivo de la Comandancia de Ingenieros de Canarias. Dice asi:

 

«EXCMO SR.- En cumplimiento de las orns y eficaces encargos de V:E. pa qe en mi 1er reconocimito de la Plaza, le ynforme qto comprehenda conducente aldebido estado de sus fortificacions; y teniendo presente el art. 11 trazo 10 libo 8, tomo 4° de las R. Ordenzas Resulta de mi obligación el manifestar á V:E. desde luego las Causas por que no se hallan ni pueden subsistir dhas fortificiones en disposición de regular defensa, como combiene y V.E. lo decea; A menos de un continuo Costoso gasto de entretenimiento ynsoportable al corto yngreso de sus dotacione y perjudicial á los Reales yntereses; Segun parece lo evidencio á continuacion.- El frente Atacable de ella se estiende á 2.100 tuesas de Plaia accesible proporcionada para el arrimo de todo Buque menor que yntente un Desembarco, y cómoda para apróxi- marse á solamente los mayores, asi a la vela como á el ancla, segun mas les combenga en tiempos regulares que son quasi generales en esta Situación.-

 

Para su defensa contiene 17 Puestos, entre Castillos y Baterías, cuyos yntermedios los une un parapeto; y á mas tiene el Almazen gral de Pólbora ymediato al Mar con 3.200 quints existentes.- En lo ynterior de la Plaza es yndispensable el Vivaque, Guardia del Muelle, Prevenciones y resguardo de Edificios Militares, y reduciéndose el total de su Guarncion á solo unos 200 hombres presentes para la fatiga Ordinaria, no es posible atender á su total custodia como lo requiere: Luego siendo yrremediable por este tér-mino el Descubierto, lo a de ser ygualmte el extraordinario menos cabo de las Fortificaciones expuestas a la voluntariedad del Vecindario, Foragidos y Transeuntes de todas Naciones que concurren á esta Plaza y Puerto, como Casa pral del Comercio de la Provincia con Europa, América y Africa.- Si sobre la falta de Guarnon no recayese también la de aquellas providencias governativas con que están bien ordenadas otras Plazas, principalmente las de Orán y Ceuta que son en gran parte adaptables á esta de Sta Cruz, pudiera suplir V:E. alguna escacés de guarnición con sus acertadas disposiciones propias del Celo, ynteligencia y loables deseos del mejor Servicio del Rey que á todos nos constan; Pero en la presente Constitucion que estamos viendo entrar y salir frecuentemente toda especie de Gentes y Naciones, Vezinos, forastéros; Españoles, estrángeros, buenos ó malos amihos, sin que V:E. sepa quienes son ni sus destinos; Que unos se alojan en casas particulars de la Plaza ygnorando V:E. su entrada y salida; y otros segun su Clase se albergan ú acogan donde encuentran cabida sea ó no parte de las fortificaciones; con otros varios perjuicios que ocasiona la falta de Policia y Govierno propio de toda Plaza de Armas; Como es dable qe degen de faltar los herrages y maderas de puertas y rastrillos; los tablones y lozas de explanadas; Canteria de Angulos, Montantes, Banquetas y Crestas de Parapetos; Estacas costosas que por justa providencia hemos recogido 421 de 2186 que se avian colocado la próxima sxma pesada; y finalmente quantos menoscabos atrae por varios términos la citada libertad«.

 

«Si se atiende á los reparos y remplazos al paso que ocurran las faltas, yncurriremos en el continuo ynsoportable gasto referido; y si no llegara asceleradamente la ruina á términos qe carezca la Plaza de algunas defensas quando pueda necesitarlas, ó le questen al Rey Crecidas sumas quando combenga redificarlas y los Enemigos den tiempo para ello.- Estas mismas reflexiones tiene V:E. advertidas y premeditadas desde antes de mi venida, con tantos justos motibos como se le án proporcionado pa fundarlas durante su mando segun me consta pr nuestras frecuentes consultas sobre el asunto, dirigidas Siempre al debido mejor Serbicio de Ambas Magestades. De Consile solo me cabe el renovarlo á la consideración de V:E. por si pudiese proporcionarse el medio mas oportuno entre los Visibles extremos explicados; sin relevarme de reiterarlo con el debido detalle en la Relacion Gral y Plan de Defensa qe presentaré á su época.- Dios guarde á V:E. muchos años.- Sta Cruz de Tenerife I6 de Noviembre de I787.- Excmo Sr.- Fausto Cavallero.- Al Pié.- Excmo Sr Marqués de Branciforte».

 

1788. Una de las poblaciones, que más atraían la mirada escudriñadora del Tribunal, era la Capital entonces de Chinet (Tenerife), la Ciudad de Eguerew  (La Laguna), que encerraba en su sello una sociedad criolla escogida de ilustradas personas, compuesta de la primera nobleza de la colonia donde se leían y comentaban las obras filosóficas é históricas, que en tanta abundancia salían de las prensas europeas. En una de esas reuniones había dicho D. Fernando de la Guerra, Marqués de San Andrés, que: ”La vida de Job era un poema ó parábola,” y parece que se atrevió á traducir algunas estrofas en verso castellano. Sin ser el Marques un Fray Luis de León, aunque más afortunado que el ilustre sacerdote, se le denunció y fue sumariado.

 

Un Doctor en leyes de la misma Ciudad, D. Tomás Domingo Saviñon, tuvo la misma desgracia, por haber abusado de la Sagrada Escritura en un pedimento.

 

Los nobles criollos isleños, Marqués de Villanueva del Prado, D. Fernando Molina y, Quesada.. D. Juan de Torres Cherino, y D. Bartolomé González de Mesa, se les procesó en 1788, "por leer las obras de Voltaire. También se vio envuelto en un proceso inquisitorial D. Juan de Matos y Azofra, vecino de Las Palmas, por no ayunar en días de precepto, y mezclar carne y pescado en días de vigilia.

 

Pero ninguno de esos procesos llegó á alcanzar la celebridad, del que se instruyó contra el criollo D. Cristóbal del Hoyo Solórzano, Marqués de San Andrés y Vizconde del Buen Paso. Era este isleño un hombre notabilísimo por su talento, sus novelescas aventuras, y sus excentricidades. Había nacido en la Isla de la Palma, y se había educado en Europa, cuyas principales poblaciones había recorrido diferentes veces, deteniéndose en ellas y frecuentando su alta Sociedad, puede decirse, que era el tipo del noble de la Regencia, valiente atrevido y enamorado sin creencias ni moralidad pero con un talento chispeante, digno de un Quevedo.

 

En mal hora se le antojó volver á Tenerife, donde tenia sus principales propiedades. Aquí se enamoró de una sobrina, y como no quisiera casarse con ella, ó al menos, no se diera prisa á ello, el Obispo D. Lucas Conejero, protector de aquella nueva Dido, hizo tan buena diligencia, que vino de Madrid una orden del Rey para secuestrarle sus bienes, y encacerlarle en el Castillo de Paso Alto, donde estuvo ocho años, ocupado en hacer versos á su carcelero el Comandante General Marqués de Valhermoso.

 

Al fin, una noche se fugó, y pudo salir de Tenerife, refugiándose en la vecina Isla de la Madera, desde la cual pasó á Lisboa. Casóse á los pocos años en Galicia, con una joven, que podía ser su nieta, y se estableció en Madrid, después de obtener el olvido de sus pasadas travesuras.

 

En la Corte de la metrópoli fue donde escribió las dos obras, que le proporcionaron la honra de ser procesado por la Santa Inquisición. Ambas eran una colección de cartas, de las cuales la primera, se refería á sus aventuras personales, y llevaba por título.-“Cartas diferentes, á diferentes asuntos y á un asunto mismo, recogidas por un religioso apasionado y sin pasión alguna, á el aire dadas, y á la buena dicha sueltas, sin que en su desdicha pretenda del mundo ni de sus felicidades, más felicidades que hacer chacota del mundo.” Y la segunda, se titula- “Cartas de Fr. Gonzalo GonzÁlez de la Gonzalera Sobre las costumbres de la corte.”

 

Ambas colecciones habían sido denunciadas á la Inquisición, y recogidas en Madrid donde se calificaron; pero al hacer viaje el autor á las Canarias, envió algunos ejemplares, lo cual sabido en Las Palmas por denuncia de una criada, dio ocasión al ruidoso proceso que le condujo á las celdas del convento de San Agustín, cuando ya contaba una edad muy avanzada.

 

De la primera obra, que no fue objeto de la causa, porque sus ejemplares habían desaparecido, solo citarémos el párrafo siguiente: En  viaje de la Madera á Lisboa, corrió una deshecha tormenta, y al describirla, nos dice- “Mis criados, tres mujeres que venían, dos frailes y otros portugueses, llamaban por cuantos Santos tiene el Cielo á gritos; y esto de gritar lo tengo por bobería, porque ninguno ya en el cielo es sordo. Nadie á mí no oyó palabra, yo si oía á todos y notando con admiración, que ninguno pedía perdón á Dios de sus pecados, ni se dolía de haberlos cometido, sino contratando la vida con éste, aquel, y el otro Santo, á promesas de aceite, y á ofrecimiento de misas, dejaban ir pasando el tiempo, sin arrepentirse de la culpa. Puede ser que esto sea así muy bueno, pero á dos tirones no me lo hacen creer a mi, lo tontos en el aceite interesados.” Al leer sus cartas, se duda que hayan podido imprimirse en España, tal es la libertad de su lenguaje, especialmente cuando trata asuntos religiosos.

 

Aunque no hayamos visto su última obra, hemos examinado las calificaciones que firmaron en Madrid Fr. Francisco Izquierdo y Fr. Sebastián Eranso, el 19 de Enero y 3 de Febrero de 1747 , y de ellas entresacaremos algunos párrafos para que nuestros lectores puedan apreciar el estilo  intención y atrevimiento del festivo Voltaire de las Canarias. Copiamos textualmente: Página 81.-Hablando del Cristo del llanto dice: «Que á su parecer hace milagros y que los demás no entienden de esto.

palabra.»

 

Página 227.-Hablando de los vicios del Clero y de las reformas del Concilio de Trento dice: “Pregunta á esos idiotas ¿con tantos años de Concilio, y con decretos tantos, hemos remediado alguna cosa? Yo no lo sé ni ellos tampoco.”

 

Página 305.-Dice que, Dios no puede dar permiso al Diablo para hacer mal, “sino también, que ni se lo puede dar, porque Dios no puede hacer cosa mala.”

 

Página 307.-Asegura que el demonio no tienta á los hombres, y añade: “¿Para qué es la friolera de levantar al Infierno testimonio, ni al Demonio falsedades?”

 

Página 342.-Hablando de Dios, y del permiso de tentar á los hombre dado al Diablo, se expresa así: “Quien permite una cosa pudiéndola embarazar, ciertisimamente es que la quiere.”

 

Página 440.-Dice del Diablo: “El primer Doctor de los .Infiernos, antes que fuera Demonio, maldita cosa que sabia.”

 

Página 530.-Dice: ”Por más que los Concilios clamen en no habiendo interés propio, tema, ó respeto con utilidad, pocos ó ningunos Superiores se conmueven con ardor, y caso que lo emprenda con Católico celo alguno, á la primera frailuna representación, suelta la cruz en el suelo.”

 

Página 552.-Concluye burlándose de cuanto los Predicadores y Confesores dicen, referente á las astucias del Demonio, y de la persuasión en que acerca de eso están los fieles. Omitimos las citas principales, porque no senos tache de irreverentes.

 

Instruida la causa, fue llamado á Las Palmas en Septiembre de 1759, y se le dio por cárcel una celda del convento agustino. El 2l de Enero de 1760 presentó el Marqués sus descargos, en los que revela una habilidad y erudición notabilísimas. Ayudó e con sus consejos,.su letrado defensor D. Marcos Arbelos.

 

A pesar de estar el libro calificado, según antes hemos dicho, volvió á calificarse en Canaria por Fr. Agustín Figueredo, y se remitió la causa en consulta á la Suprema, siendo Inquisidor de estas Islas D. José de Otero Cossio. Uno de los incidentes más curiosos del proceso, fue la petición Fiscal, por la que solicitaba éste con empeño se le diese tormento al reo, á fin de que confesara la verdadera interpretación de los párrafos transcritos, y la de los que prudentemente hemos suprimido.

 

El reo tenía entonces 84 años. Afortunadamente el Santo Oficio, á pesar de su sanguinario código, no era tan estúpido, como el señor Inquisidor Fiscal, y no accedió á su irracional solicitud.  La Suprema mandó al fin, que el Marqués abjurase de levi, y se le impusieran saludables penitencias. El anciano poeta abjuró, golpeando sin duda el suelo como Gali1eo, y se retiró á Tenerife, sin perder su afición á las burlas, á los versos y á la Enciclopedia.

 

Su fama ha llegado hasta nosotros, y será imperecedera, porque tuvo el valor, raro en todos tiempos, de combatir los abusos y supersticiones, seguro de que la posteridad anularía el fallo, que sobre él lanzaron sus contemporáneos, y le había de colocar en el lugar que merece todo valiente campeón del progreso. (Agustín Millares Torres;1981)

 

1787 Agosto 23. Las diligencias que se practicaban por parte de la Inquisición española en la colonia de Canarias para controlar la difusión de libros, quedó recogido como  tales ocasiones se practicaban, en carta de 23 de Agosto de 1787, en esta. forma: “Luego que anclan cualesquiera embarcaciones en el Puerto (de Las Palmas), va a su bordo la visita do sanidad, y hecha, viene a tierra su capitán con el de mar y cónsul de la nación. Primero van a casa del gobernador de las armas, y desde allí á las casas del Tribunal; si es hora competente entran en él, y ante el secretario más antiguo, se le recibe juramento al Capitán, en que declara, de que nación y religión es, de que Puertos viene, que carga trae y pasajeros; y sino es hora de Tribunal, se hace la misma visita en la Posada del Inquisidor mas antiguo; y después, al tiempo de echar la carga en tierra,  pasa el secretario, y registra lo que le parece, de cuyo registro ha resultado en  muchas ocasiones el recoger cosas, que ridiculizan N. S. Religión, sin embargo de haber declarado los Capitanes antes, no traer cosas contra ella.”

 

Frecuentes eran las sumarias instruidas por leer libros prohibidos, apareciendo como reos las personas más ilustradas y poderosas del Archipiélago, únicas que entonces podían entender el francés ó el inglés, idiomas en que el pensamiento vaciaban con preferencia el molde de la futura revolución.

 

En los secretos informes del Santo Oficio se ve aparecer con frecuencia el odiado nombre de Voltaire, cuyas obras parece que eran leídas por todos los isleños cultos, y corrían sigilosamente de mano en mano, sustrayéndose como duendes, á las redes tendidas por los vigilantes Comisarios.

 

También el revolucionario Rousseau, aunque menos comprendido que el burlón filósofo, era objeto de las atenciones de alguno espíritus superiores, que entreveían , en medio; de aquellos sueños, inaplicables en teoría, los relámpagos de una tempestad próxima, seduciéndoles el encanto de aquella prosa inimitable y de aquella irresistible lógica.

 

Muchas veces, y éste era uno de los mayores tormentos de los Inquisidores, las autoridades coloniales principales, como eran el Comandante General y el Regente, daban el ejemplo de estas horribles lecturas, y aunque los enviaban  con gran placer, no se atrevían, como en tiempos más felices, á proceder abiertamente contra ellos, sin consultar á la Suprema, que muchos meses después, contestaba invariablemente, “sobresean por ahora”. ¿Qué podía esperarse de un. gobierno en la metrópoli en que habían logrado escalar los primeros puestos del Estado, hombres tan peligrosos, como Jovellanos, Floridablanca, y Campomanes?

 

Rabia llegado el desenfreno á tal extremo, que el Marqués de Branciforte, Comandante General de la Provincia, y Presiden te de su Real Audiencia, se atrevió á. decir un día, en que se trataba de dictar una providencia, que él suponía excesivamente injusta.-«Señores, ¿estamos en Turquía, ó en el Tribunal de la Inquisición?

 

Por esto decían, refiriéndose al mismo General, denunciado segunda vez por leer obras que estaban en el Índice.- “El Tribunal está perjudicado, que hay necesidad de que V. A. tome una providencia seria, en orden á libros prohibidos, y más, contra los que usan  las obras de Voltaire y Rosseau.”

 

“El mal ejemplo de los jefes se difunde por todos, sin que nosotros lo podamos remediar  aunque lo vemos y tocamos con bastante dolor. Por una parte, el Comandante General, y por otra el Regente de la Real Audiencia, cuya causa remitimos á V. A. con carta de 26 de Abril, son dos que pervierten todo el pueblo, con su modo de hablar, y desprecio del estado eclesiástico y Tribunal de la Inquisición. De aquí nace que es bastante común en estas Islas el burlarse de las censuras, y usar libros prohibidos.”

 

¡Qué angustiosa situación! Sin embargo la guerra continuaba; y los Inquisidores perseguían cada día, con mayor encarnizamiento, todo libro que venia del extranjero.

 

Habiamos, pues, llegado á una época en que la, luz iluminaba la cima de la montaña, quedando su ancha base en completa oscuridad. Las clases elevadas eran Libre pensadoras; el pueblo creía en brujas, hoy, por un extraño cambio, la base está bañada en luz, y la cima se cubre á veces de oscuras  nubes, El pueblo ya no cree en brujas, y en las altas clases hay todavía algunos, que verían con gusto instalarse la Inquisición. ¿Será porque creen, que entonces el Santo Tribunal buscaría sus reos en el terreno político, y no en el religioso? ¿Será que ciertas instituciones, se las juzga fatalmente ligadas á ciertos principios ya imposibles? Lo que nos consuela es que, la solidez de toda pirámide no está en su cima, sino en su base. (Agustín Millares Torres;1981)

* Guayre Adarguma Anez Ram n Yghasen.  

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Bibliografía

 

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