EFEMERIDES
CANARIAS
UNA
HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO
COLONIAL, DÉCADA 1781-1790
CAPÍTULO
II-V
1784
Junio 12. Tranquila ya la metrópolis
con la paz que siguió al desastroso sitio de Gibraltar, vino a ocupar la
vacante en la colonia canaria del anciano marqués de
Un
suceso lamentable ocurrido en la misma villa de Santa Cruz, donde había fijado
su residencia, puso a prueba sus humanitarios sentimientos.
A
las 9 de la noche del 28 de septiembre del mismo año de 1784, se declaró en
aquella villa un incendio horroroso que empezó por una casa de la calle del Sol
en la que se vendía leña y bebidas espirituosas.
Desde
los primeros momentos tomó el incendio tales proporciones que, si bien se acudió
a derribar varios edificios a cañonazos para activar su demolición, el viento,
que soplaba con impetuosidad llevando de una a otra calle las llamas y
amenazando devorar el pueblo, hizo inútiles todas aquellas precauciones. Ya ardían
las casas que estaban enfrente de la Aduana, en cuyo edificio se custodiaban
importantes papeles, depósitos de orchilla, tabaco y otros efectos, con los
caudales de la Real Hacienda, cuando pudo por aquella parte limitarse el fuego
por el decidido arrojo del vecindario, auxiliado eficazmente de los habitantes
de La Laguna, Tacoronte, Tegueste y Tejina que, en numerosos pelotones, acudían
con picos, azadas, cuerdas y escalas.
Durante
los días 29 y 30 estuvo la guarnición sobre las armas, dedicándose bajo la
dirección de sus jefes a apagar los innumerables focos que estaban esparcidos
por la villa. El fuego consumió treinta y una casas y fueron derribadas veintidós
para aislar el incendio, calculándose las pérdidas en más de quinientos mil
duros. El general procuró aliviar tantas desdichas facilitando los medios de
reedificar las casas, hermoseando la población con una alameda y construyendo
una extensa explanada en el muelle que sirviese en tiempo de paz para facilitar
las operaciones navales y, en guerra, para colocar en aquel sitio una batería
rasa.
Al
año siguiente concluyó el hospital militar y fundó un hospicio, con el objeto
de albergar a los militares ancianos y desvalidos y prestar asimismo auxilios a
los pobres de ambos sexos que estuvieran sin recursos o mendigaran por las
calles públicamente.
Traía
este jefe la comisión de proteger con todo empeño la pesca de la ballena en
las costas meridionales de Gran Canaria, para cuya industria se había formado
una compañía por acciones. Obligado a cumplir este encargo y deseando a la vez
tomar posesión de la presidencia del Real Acuerdo, pasó a Las Palmas, en cuyo
puerto de La Luz desembarcó el 12 de marzo de 1786. Recibióle el obispo y el
gobernador militar, conde de la Vega Grande, atravesando en coche los arenales
que se extendían desde el puerto a la ciudad seguido de una numerosa comitiva
que le vitoreaba. Después de descansar algunos días en la ciudad, donde fue
muy obsequiado, se trasladó a Arguineguín, en cuya rada se habían descubierto
catorce ballenas a las que intentaban perseguir los marineros canarios provistos
de cuerdas, arpones y lanchas; pero, aunque se emprendió bajo buenos auspicios
aquella difícil pesca, no se obtuvo por entonces resultado favorable.
Aprovechando
su visita a Gran Canaria revistó el marqués sus tres regimientos y recorrió
sus fortalezas, sin que se cuidara de mejorarlas, volviendo a Santa Cruz el 21
de mayo.
Durante
el tiempo de su mando tuvo lugar un trágico suceso en la isla del Hierro que
ocupó dolorosamente la atención de la provincia, dando ocasión a una ruidosa
causa que de orden del gobierno de la metrópoli se instruyó. El hecho pasó de
esta manera: En la mañana del 6 de diciembre de 1784 bajaban desde El Pinar,
pago del Hierro, a Naos, cinco isleños con la intención de pescar en una
caleta desierta que por allí se encuentra, cuando descubrieron desde lo alto de
una montaña que domina el mar un buque con las velas cruzadas en facha, que
parecía esperar el regreso de una lancha que bogaba hacia tierra cargada de
gente. Repitióse esta operación varias veces, en cuyo intervalo se reunieron
algunos paisanos que quisieron impedir el desembarco, pero dos o tres cañonazos
del buque y los fusiles de que venían armados los que custodiaban la lancha
alejaron a los herreños que ya principiaban a sospechar y a tener por gente
apestada a aquellos pasajeros. Se dio cuenta al gobernador de la isla, don Juan
Briz Calderín, quien, acompañado del ayudante de mar don Pedro Agustín de León
y del alcalde mayor don Francisco Hernández de Salazar, se dirigió con algunos
soldados al punto de desembarco, adonde llegó por la noche. Dejóse la
diligencia de exploración para el siguiente día, la cual en efecto tuvo lugar
al amanecer, a cuya hora el gobernador y el capitán don Antonio Payva, que
mandaba el destacamento, reconocieron de lejos la playa y vieron que, tendidos
en ella, se descubrían hasta treinta y seis personas entre hombres, mujeres y
niños, al parecer enfermas y dolientes. Interrogados desde la altura donde
estaban los isleños, contestó uno que eran irlandeses u holandeses, pues no se
entendió con claridad la palabra, que el buque que los llevaba era americano y
que, después de haber estado quince meses prisioneros en Portugal, los habían
abandonado sobre aquella playa por carecer la nave de víveres y agua. Preguntóseles
si padecían alguna enfermedad pestilencial y no contestaron, por lo cual, y
creyendo que su procedencia era de aquellas comarcas infestadas de que el
general hablaba en sus disposiciones sanitarias, el gobernador celebró consejo
con los regidores y oficiales que le habían seguido, y bien fuese por el temor
que éstos manifestaran de que la peste invadiese la isla o tal vez
interpretando torcidamente las órdenes superiores obrando como juez inapelable
en cuestiones de salud pública, no encontró otra solución a tal conflicto
sino la de condenar a muerte a las treinta y seis personas abandonadas en la
playa, mandando que desde lo alto de la montaña fuesen fusiladas sin respetar
edad ni sexo.
Increíble
parece que tal sentencia fuera pronunciada y llevada a efecto en un país
civilizado y por un jefe instruído, pundonoroso y cristiano.
Hecho
tan criminal y horrible no es fácil encontrarlo ni aún en los fastos
vergonzosos de las guerras civiles.
Para
que la puntería fuera más certera se les engañó, haciéndoles creer que iban
a darles algún alimento, bajándoles con sogas un barrílete cubierto, a cuya
vista se agruparon todos, siendo esta la señal de las descargas.
Los
milicianos hicieron, pues, el oficio de verdugos y uno a uno aquellos
desventurados hombres, mujeres y niños, en medio de desgarradores gritos de
desesperación y espanto, fueron cayendo heridos por las balas mal dirigidas de
los soldados y, vivos en su mayor parte, se les arrojó luego al mar con largas
varas armadas de acerados garfios que manejaban dos sayones, acabando por último
su mísera existencia ahogados en el mar.
Todavía
tuvo valor suficiente el gobernador para poner el hecho en conocimiento del
general que, al principio, no dio crédito a tan monstruoso asesinato.
Transmitida la noticia al gobierno, mandó éste, de orden del rey, formar causa
y que la Audiencia conociera de ella con exclusión de todo fuero. Preso el
gobernador y cinco de sus oficiales fueron conducidos a Las Palmas, donde
esperaron el resultado de su sentencia. (A. Millares T. 1977)
1784
Septiembre 18. Difícilmente pudiéramos reseñar los procesos mas notables
que en el siglo XVIII instruyó la Inquisición española en la colonia de
Canarias.
En
general podemos afirmar, que todos se dirigían á destruir el germen inoculad
por los protestantes y filósofos, a penitenciar á alguna lugareña, que de
buena fe creía en la oración de Santa Marta, en el mal de ojo, y en los zahoríes,
y en castigar á algún bígamo ó mal entretenido galán, aunque sin que la
corrección alcanzase a los ricos y poderosos, á quienes se miraba con paternal
indulgencia.
Habíase
concluido la casa de penitencia en el mismo Palacio inquisitorial, destinada
exclusivamente á encerrar en sus celdas á las brujas y hechiceras, siendo los
progresos de esta casa, su concusión y presupuestos objeto preferente de la
correspondencia; pero no hemos podido llegar a comprender, de que valían estos
encierros tratándose de mujeres, que tenían pacto con el Diablo, y les era por
consiguiente fácil escapar a pesar de los cerrojos, y asistir a sus
conciambulos nocturnos, burlando la sabia vigilancia de los Inquisidores.
Porque, ó ellos no creían en brujas, y entonces era una infamia castigar por
delitos imaginarios á aquellas infelices, ó creían en su poder diabólico, y
entonces eran ineficaces todas sus precauciones. Una de las personas á quien
mas persiguió el Santo Oficio, fue, a nuestro
criollo Historiador, D. José de Viera y Clavijo.
Aun
antes de publicar sus “Noticias”, y" conquistar en la metrópoli la
justa celebridad, que alcanzó luego con sus obras, se le había notado como
atrevido innovador en sus sermones, y se le reprehendió repetidas veces corno
consta de los expedientes que existen todavía y hemos examinado. Pero, cuando
publicó su obra histórica, y se vio la manera con que explicaba la aparición
de
Este
informe quedó sin contestación; pero los Inquisidores, no pudiendo ver con
tranquilidad, que la obra se vendiese públicamente en la misma Secretaría del
Cabildo, y que corriera sin corrección alguna por todas partes, recogiendo
aplausos, y conquistando laureles para su autor, volvieron á denunciarla en
carta de 7 de febrero de 1792, añadiendo, que era de muy mal efecto, y
perjudicaría el buen nombre y autoridad del Tribunal de
No
hemos encontrado la resolución que recayó á este informe; solo sabemos que la
obra no esta en el Índice, aunque merece a nuestro humilde juicio estarlo, como
digna de este honor. (Agustín Millares Torres; 1981)
1784
Octubre 23. El Excmo. Señor D. Miguel
de la Grúa Talamanca, Marqués de Branciforte, Caballero de San Juan, Mariscal
de Campo de los Reales Exércitos, etc., celebró una Junta de vecinos y
comerciantes y sacó adelante el proyecto para rematar la construcción del
muelle entregando de su propio peculio 100 pesos, llegando a reunir 9.105. Se
encomendó la redacción del oportuno proyecto al Jefe de los Ingenieros de S.M.
Teniente Coronel del Real Cuerpo de Ingenieros D. Andrés Amat de Tortosa, quien
estudió primero la cimentación y construcción del martillo del muelle,
ampliando su base; segundo, el emplazamiento en su frente de una batería para
siete cañones protegida por un recio muro cerrado con troneras; tercero, cambio
de la disposición de las escaleras del muelle, que si en el primitivo proyecto
aparecían separadas, ahora se enlazaban y comunicaban unas con otras; cuarto,
conducción subterránea de agua a través del muelle para que los navíos
pudieran abastecerse en las mismas escaleras de acceso; quinto, construcción de
una casilla para los Oficiales del resguardo; sexto, disposición en el
pavimento del muelle de unos cajones pretiles que se han hecho para sostener las
tierras con facilidad. Colaboró en esta importante obra, base del
engrandecimiento de Santa Cruz de Tenerife, el Ingeniero Militar Don Francisco
Jacott y quedaron éstas terminadas el 3 de Marzo de 1787, siendo se costo de
257.945 reales.
En
el martillo en media luna, y por la parte del Este, se estableció una batería
con 10 piezas de a 24, que fue mandada por el Teniente del Real Cuerpo de
Artillería D. Joaquín Ruiz y Subteniente de Milicias D. Francisco Duggi en el
ataque contra la plaza intentado por el Contraalmirante Sir Horacio Nelson el 25
de Julio de 1797, quedando esta batería casi destruida en el referido ataque.
(José María Pinto de la Rosa, 1996)
1784 Diciembre 6.
Aparece en aguas de Puerto Naos en la isla de Ecero (El Hierro) un bergantín
inglés-americano que destacó tres sucesivas lanchadas, que contenían un total
de 36 hombres y mujeres, enfermos, como después se pudo comprobar.
1785.
Se informaba desde la Comandancia de Ingenieros de Gran Canaria, que la isla
carecía de guarnición, municiones y se hallaba sin fortificaciones propiamente
dichas, dado el mal estado en que se encontraban las existentes. Se contaba
entonces con 93 cañones montados, desde el calibre de a
Avanzando
medio cuarto de legua al Puerto de la Luz y sin ser visto por él, está la
batería de San Fernando abierta por la espalda y en desamparo; tiene 6 cañones
de a 24 y un soldado de Infantería.
Al
N. y a espaldas de la Luz y de dicha batería de San Fernando a media legua
separada de los dos fuertes citados y legua y media de la ciudad, está el
fuerte o batería de Buen-Aire con 3 cañones de a 18 para defender la playa del
Confital; tiene un soldado de Infantería. Al venir hacia la ciudad, a más de
la mitad de camino, y en un sitio llamado La
Caleta, dentro de una playa de más de seis mil varas de largo y donde se
efectuaron los ataques y desembarcos mencionados, está el reducto o castillo de
Santa Catalina con un soldado de Infantería para guardar sus tres cañones de a
24.- El puerto de Gando famoso por su buen fondo, abrigo y circunstancias
conocidas de todas las naciones y a quien acompaña por sus lados y espalda una
llanura de
1785
Abril 1. El gabinete español había
fijado ya sus miradas sobre las costas occidentales de nuestro continente,
recaudando la tradicional política que le había legado la católica Isabel.
Llevado
de este deseo, el secretario de Estado Grimaldi de España había pedido informe
al general Bernardi sobre el estado de nuestras pesquerías y relaciones
comerciales del Archipiélago con el imperio marroquí y el Sáhara, que evacuó
Bernardi en comunicación de esta fecha, diciéndole, entre otras cosas, 'que
nuestros pescadores hacían sus expediciones en toda la costa, desde el cabo de
Bojador para el norte, hasta llegar a la vista del puerto de Santa Cruz de
Berbería y, desde dicho cabo, hacia el sur, hasta el río que llamaban del Oro,
y aún hasta el otro río al que daban el nombre de San Juan, pasado Cabo
Blanco, que está bajo el trópico". y más adelante añadía: "Que
Glass se había fijado en el sitio que los moros llamaban Voord, el mismo que la
Corona de España había poseído hasta el año de 1524 con la denominación de
Santa Cruz de Mar Pequeña, al sur de Cabo Naon y a una distancia de treinta
leguas de Lanzarote y Fuerteventura, habiéndosele cedido dicho territorio por
los bereberes, como tribus independientes del sultán del Marruecos". El
general concluía afirmando la conveniencia de anticiparse a los ingleses en la
posesión de aquella costa y en la necesidad de impedirles una nueva tentativa
que lastimara los derechos adquiridos por los pescadores isleños.
Un
asunto de tan vital interés para el Archipiélago quedó resuelto en el artículo
18 del tratado de paz y comercio con Marruecos, firmado el 28 de mayo de 1767,
en el cual se estipulaba que "S.M.I. se aparta de deliberar sobre el
establecimiento que S.M. católica quiere fundar al sur del río Non, pues no
puede hacerse responsable de los accidentes y desgracias que sucedieren, a causa
de no llegar allí sus dominios. De Santa Cruz al norte, S.M. imperial concede a
los canarios y a los españoles la pesca, sin permitir que ninguna nación la
ejecute". En virtud de este tratado, los ingleses abandonaron por entonces
sus pretensiones de factoría enfrente de las Canarias y los pescadores isleños
continuaron sin oposición su secular industria. Millares T. 1977)
1785
Agosto 24. El Cabildo de la isla de
Gran Canaria acordó exponer al Rey la necesidad de la construcción de un
muelle en la ciudad. Esta exposición fue tomada con empeño por el Corregidor
D. José de Eguiluz y en carta del día siguiente recomendaba su favorable
resolución al Conde de Floridablanca.
Se encargó del estudio y formación del correspondiente proyecto a Don Domingo
de Nava Capitán de la Real Armada,
quien informó el 20 de Noviembre de 1785 que el sitio más indicado para
emplazamiento del proyectado muelle, era el Puerto de la Luz y que su costo sería
de unos 50.000 pesos. Este informe fue criticado por algunos y Nava decía que
la naturaleza señalaba el lugar y él sólo seguía sus indicaciones, y que allí
era donde se hallaba el porvenir de Gran Canaria, como se ha comprobado. La
isla, en general, se opuso a este proyecto, que además fue rechazado en Madrid,
ordenando S.M. que el Capitán de Ingenieros de la Armada D. Rafael Clavijo,
estudiase este asunto e informase: llegó Clavijo a Gran Canaria en Abril de
1788 y el 26 de mismo, pasó oficio al Cabildo solicitando algunos datos, acordándose
por este organismo que D. Isidoro Romero, el Síndico y el Escribano, le
suministrasen los que existiesen en el archivo, que les fueron entregados en
Mayo siguiente; el 6 del mismo comenzó a tomar medidas y practicar sondeos
junto al Castillo de Santa Ana con gran regocijo del vecindario: levantó los
planos e informó a S.M. que el costo de la obra sería de unos 22.000 pesos, y
por Real Cédula expedida en San Lorenzo del Escorial el 29 de Noviembre
siguiente, se aprobó el proyecto de muelle de San Telmo, pero con la condición
de que antes se levantara el plano de la obra y se hiciese su presupuesto. En
sesión del Cabildo de 23 de Enero de 1789 se vio la Real Cédula expedida por
S.M. para la construcción del muelle, donde cede a este fin el uno por ciento
de entrada y salida; este impuesto había sido concedido por Real Cédula de 27
de Mayo de 1680, y en sesión de 4 de Junio de 1740, se hacía presente al
Comandante General que este impuesto del uno por ciento de entrada en la isla,
había valido en cinco años (de
En
el de Cabildo del 13 de Febrero de 1789 se trató de poner en ejecución la Real
Cédula de construcción del muelle y se acordó nombrar a los Señores D.
Francisco María de León y Matos y D. Manuel Perera, Regidores; a D. Andrés
Cabrera de León y D. Francisco de la Isequilla, Diputados del Común, para que
evacuen todos los particulares prevenidos en dicha Real Cédula y poder cumplir
el informe pedido por S.M. sobre caudales. El 23 de Enero siguiente, el Regidor
D. Manuel Perera, manifestó en un oficio, que como comisionado para la obra del
muelle, pasó al Administrador D. Juan Sall con la orden del Ministro de
Hacienda para que diese razón del producto del uno por ciento de la isla desde
1742, el que dijo que sin orden del Comandante General no podía darla, acordándose
oficiar a esta Autoridad con testimonio de la orden, para que dispusiese su
cumplimiento. También se acordó pasar oficio al llustrísimo Señor Obispo,
Tribunal de la Inquisición, Venerable Deán y Cabildo de la Santa Iglesia
Catedral; Real Sociedad Económica de Amigos del País; Confraternidad de
Mareantes de San Telmo y otros, haciéndoles presente el proyecto de la
construcción del muelle y la protección que el mismo ha merecido de S.M. para
que por su parte contribuyan a ella y manifiesten los donativos con que lo
hacen; que se insinúe al dicho Señor Obispo por si fuera posible dar alguna
cantidad de los espolios y vacantes y caso afirmativo, cuánto,
para
poderlo comunicar a S.M. como la ha prevenido; además que se suplique al Señor
Corregidor que acompañado de los cuatro Comisario de la obra, soliciten
donativo de todas las personas particulares de la ciudad con el mismo fin, y
aceptado por él, se le dieron las gracias nombrando a D. Manuel del Río en
sustitución del D. Francisco María de León que se hallaba enfermo.
En
el Cabildo de 9 de Mayo de 1788, el Señor D. Isidoro Romero y el Síndico
personero, entregaron el expediente sobre el proyecto de 23 de Abril y hacen
presente estar despachado, menos los particulares de la que ha producido el uno
por ciento de salida desde 1742, que debió cesar por haberse cubierto los
14.000 pesos, sus costas y gastos del donativo que hizo S.M. en 1680 por cuyo
fin y no más se concedió a la ciudad. En su vista se acordó pasar el
expediente al Corregidor para que la evacue y se le hace presente la suma
necesidad del muelle, por las muchas lanchas que se vuelcan perdiéndose gran número
de vidas y géneros.
En
sesión de 9 de Mayo de 1789 se leyó oficio de la Real Sociedad Económica de
Amigos del País de Gran Canaria, excusándose de poder contribuir a la obra,
por carecer de fondos, y agregando que coadyubaría con sus arbitrios y sus
personas. En el del 16 del mismo mes se vio una carta del Comandante General
contestando a la petición de la distribución del uno por ciento.
En
el del 12 de Junio, se dio lectura ala carta del Señor Obispo Martínez de la
Plaza haciendo constar no podía contribuir con dinero alguno para la construcción
del muelle.
En
el del 25 de Mayo 1789 fue presentado el proyecto de Clavijo de construcción
del muelle de San Telmo por un total de 577.687 rs 24 mrs y se hacía constar
era a base de demoler la Torre de Santa Ana.
El
mismo año se dio comienzo a la obra con piedras del barranquillo de Mata
arrastradas por yuntas, pero la obra iba muy despacio hasta que en 1810 llegó a
la isla el Duque del Parque-Castrillo, Comandante General de Canarias, y se
propuso dar impulso al incipiente murallón a cuyo efecto expidió una orden
para que fuesen gratis y por turno las yuntas de la isla a arrastrar las piedras
que habían de formar el muelle, y con gran satisfacción se inauguró el primer
arrastre de los enormes cantos que se entraron en la playa por un boquete que se
abrió en la muralla.
El
Señor Obispo D. José Manuel Verdugo de Alviturría (1749-1816) contribuyó a
la obra con 10.000 pesos y el 7 de Mayo de 1811,el Duque del Parque-Castrillo
ordenó al Capitán del Puerto poner a disposición de D. José Luján Pérez un
barco con la tripulación necesaria para efectuar los reconocimientos marítimos
encargados y el 26 se le nombra Aparejador Mayor de las obras del muelle con mil
reales de vellón mensuales, teniendo como Aparejador menor al Maestro Antonio y
Sobrestante al Sargento Juan Antonio Caraballo. Se colocó la primera piedra el
30 de mayo de 1811 con asistencia del Comandante General, Obispo y General
Clavijo. Continuaron así las obras en unión del Dique de San Telmo que se
hallaba a su lado, hasta el fallecimiento de Clavijo en 1813. El muelle figuraba
en los planos con
Por
R.O. de 18 de Noviembre de 1856 se dispuso se formase un proyecto de muelle en
el Puerto de la Luz, que fuese auxiliar del de Las Palmas; redactó éste el
Ingeniero Civil D. Francisco Clavijo y Pló, hermano de los del Real Cuerpo de
Ingenieros D. Rafael, D. Salvador, D. Tomás y D. Nicolás, y autorizada la
subasta por R.O. de 11 de Febrero de 1858, se celebró la misma el día 15
siguiente, quedando desierta.
La
Dirección General de Obras Públicas el 27 de agosto de 1861 ordenó se
revisasen los precios del proyecto de Clavijo encargándose de ello el Ingeniero
de Caminos, Canales y Puertos D. Juan de León y Castillo y éste propuso el
cambio de emplazamiento: fue ron subastadas las obras por D. Santiago Verdugo y
dieron comienzo el 9 de Mayo de 1863, siendo ejecutadas con gran lentitud
obteniendo la rescisión de la contrata el 9 de Septiembre de 1872. Redactado
nuevo proyecto, el 26 de Febrero de 1883 se inauguraron las obras de la
construcción del puerto de Refugio, siendo director de las mismas el citado
Ingeniero D. Juan de León y Castillo; el primer encargado fue D. Néstor de la
Torre Doreste que falleció a los pocos meses, y luego D. Juan Antúnez Monzón
hasta su terminación el 11 de Agosto de 1902. (En: José María Pinto y de la
Rosa. 1996)
1785
Noviembre 2. Aparece en la ciudad de
Eguerew (La Laguna) el “Semanario Misceláneo Enciclopédico Elemental:” que
puede considerarse el primer periódico impreso en Canarias. Tenía 8 páginas y
sólo vieron la luz 11 números.
1786. La Aldea, Tamaránt (G. Canaria). Sublevación popular por negarse el
Marqués de Villanueva del Prado a pagar la mitad de los frutos de los terrenos
de su propiedad.
1786. Vilaflor-Chasna, Chinet
(Tenerife). Los vecinos proceden al derribo de las cercas levantadas por
Chirino, Marqués de la Fuente de Las Palmas, en su intento de apropiarse de las
tierras baldías.
1786. Empezó a fomentarse el tráfico de la barrilla, y por lo mismo fue necesario construir almacenes, apenas había en el Arrecife algunas casucas o chozas de
pescadores, y una casa de madera en que vivía cierto alemán
compositor de relojes y fabricante de
salterios, algunos de ellos muy buenos que le eran encargados desde
Tenerife. No he podido saber la causa extraña que pudo inducir a este
artífice extranjero a habitar en semejante punto desierto, y en el cual acabó
desdichadamente asesinado.
La disposición y fábrica de aquellos primeros
edificios participaba del uso de los demás lugares de las
islas de Lanzarote y Fuerteventura. Había un
par de grupos de casas en las inmediaciones de la ermita,
cubiertas de torta, que así llaman la tierra preparada con agua y paja:
otro hacia las Marcas, otros frontero al castillo, con tres destilas
de más reciente construcción y una que otra casita esparcidas
por aquellos llanos: Cuyo número total de vecinos casi todos pescadores,
y apenas media docena entre ellos que tuviesen que comer,
eran cincuenta y cinco, en el mes de junio de 1798, en que se estableció
el Curato. (J. Álvarez Rixo, 1982:50)
1786. En la isla Benahuare (La Palma), la posición política de la antigua
terratenencia colonial estaba considerablemente debilitada desde el año 1771,
cuando el Consejo de Castilla destituyó de sus cargos a los antiguos regidores
perpetuos por haber incurrido en graves malversaciones de los caudales de
propios. Allí el reparto de baldíos entre campesinos sin tierras llegó a
programarse durante el año 1786 en medio de una gran agitación campesina que
creía tener al alcance de su mano la concesión de las tierras baldías de sus
pueblos; sin embargo, la Sociedad Económica de Amigos del País de Benahuare
(La Palma), identificada con los intereses de la terratenencia local se opuso al
reparto y consiguió que se paralizara el expediente de repartimiento. En Tamaránt
(Gran Canaria) el programa de reparto de baldíos presenta similitudes con lo
sucedido en Chinet (Tenerife) y Benahuare (La Palma). El Cabildo y la Sociedad
Económica de Amigos del País se oponían en un principio a que se efectuasen
los repartos de los montes de Doramas y El lentiscal argumentando la grave
desforestación que sufría la isla y consideraban aconsejable repartir tan sólo
los terrenos baldíos del SW de la isla. En general, el reparto de baldíos, tal
como se venía planteando, se centraba en las tierras de monte que habían sido
taladas y roturadas en la oleada de usurpaciones que afectan a las islas mayores
desde mediados del siglo XVIII. El proceso roturador, ampliado en este caso
mediante repartos de tierras que tendían a reproducir las rozas clandestinas en
los límites de las escasas reservas forestales, ponían en peligro el
equilibrio del sistema económico de las islas, sin embargo, tras el debate
sobre la conservación del medio natural se escondía la confrontación entre
dos modelos de aprovechamiento de las tierras públicas; de un lado se situaban
los intereses de la vieja oligarquía terrateniente que había usurpado
impunemente tales terrenos ampliando sus fincas a costa de las tierras
comunales, del otro, los intereses de la burguesía agraria y del campesinado
que esperaban acceder a la propiedad de unas tierras que se habían revalorizado
a causa del encarecimiento de las producciones de subsistencia. (Juan Ramón Núñez
Pestano1991)
1786. Empezó a fomentarse el tráfico de la barrilla, y por lo mismo fue necesario construir almacenes, apenas había en el Arrecife algunas casucas o chozas de
pescadores, y una casa de madera en que vivía cierto alemán
compositor de relojes y fabricante de
salterios, algunos de ellos muy buenos que le eran encargados desde
Tenerife. No he podido saber la causa extraña que pudo inducir a este
artífice extranjero a habitar en semejante punto desierto, y en el cual acabó
desdichadamente asesinado.
La disposición y fábrica de aquellos primeros
edificios participaba del uso de los demás lugares de las
islas de Lanzarote y Fuerteventura. Había un
par de grupos de casas en las inmediaciones de la ermita,
cubiertas de torta, que así llaman la tierra preparada con agua y paja:
otro hacia las Marcas, otros frontero al castillo, con tres destilas
de más reciente construcción y una que otra casita esparcidas
por aquellos llanos: Cuyo número total de vecinos casi todos pescadores,
y apenas media docena entre ellos que tuviesen que comer,
eran cincuenta y cinco, en el mes de junio de 1798, en que se estableció
el Curato. (J. Álvarez Rixo, 1982:50)
*
Guayre
Adarguma Anez Ram n Yghasen.
http://elcanario.net/Benchomo/efemeridescanarias358.htm;
anterior:
cambiar
el número 358
por el 357.]
---»
Continuará