EFEMERIDES CANARIAS  

UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1771-1780 

CAPÍTULO I-VIII

Guayre Adarguma *

 

 

1778. En Gáldar la secta católica construye un nuevo templo para sus ritos. El anterior había estado ubicado en el Palacio de los Guartemes.

1778. El año de la liberalización del comercio con América no fue óptimo para el puerto de Añazu n Chinet (Santa Cruz), único puerto de la colonia canaria habilitado para llevar productos exclusivamente de las islas a los mercados americanos.

1778. El Teniente del Rey, D. Matías de Gálvez, pasó desde Chinech (Tenerife) a Honduras con el fin de fundar la nueva ciudad de Guatemala, dejando el encargo que tenía de cuidar la recluta para La Louisiana , al Capitán español de Ingenieros D. Andrés Amat de Tortosa. Fue éste el encargado y el más decidido valedor de esta emigración, ya que era apasionado partidario de la misma. Se dio preferencia a la recluta de hombres casados con mujeres e hijos, para así realizar, como dice Tarajano, una recluta no sólo militar sino también civil, pensando en solucionar dos problemas al mismo tiempo, reforzando la guarnición militar y aportar población a la deshabitada región de La Louisiana. Se pensaba en el "soldado-poblador". Fue importante la forzada emigración canaria a tierras del Sur de los actuales Estados Unidos y se calcula el establecimiento en la zona de La Louisiana de más de 4.000 canarios, aunque esto representó una sangría para Canarias, por el despoblamiento y el coste económico que la emigración representó. Conocemos las diversas oleadas que existieron. El 10 de junio de 1778 salió el primer navío llevando 125 reclutas y 53 familias de éstos. En él nacieron durante la travesía a La Habana, 3 niños y otro murió. El 22 de octubre, en "La Victoria" embarcaban 292 personas sin incluir 18 niños de pecho. Siete días después en el Ignacio de Loyola salían 423 personas más 37 niños de pecho. En diciembre de 1778 fueron 202 personas más 19 niños a bordo del San Juan Nepomuceno. Le siguió la Santa Faz el 17 de febrero de 1779 que transportó a 406 personas más. Y el 5 de junio de 1779 partió el Sagrado Corazón de Jesús, que llevó hasta La Habana a 423 canarios. De toda esta emigración, fue la isla de Chinet (Tenerife) la que aportó más habitantes, con casi el 60 por ciento de la misma, siendo éstos de Eguerew (La Laguna), La Orotava, Garachico, Güimar, Icod, y Adeje. Las otras islas que contribuyeron fueron Tamaránt (Gran Canaria), Erbania (Fuerteventura), Titoreygatra (Lanzarote) y Esero (El Hierro).

1778. En la Punta del Guindaste en Puerto Mequínez n chinet (Puerto de la Cruz, Tenerife) se hundió un bajel Europeo. Por los años 1870, aún se veían algunos cañones en el pecio.

 

1778. Encontramos dos denuncias a franceses por masones. El juicio no se pudo llevar a cabo porque ambos se embarcaron y huyeron. Aunque no parezca aportar mucho este dato creemos interesante incluirlo como una muestra más del movimiento masónico francés en el Puerto Mequínez o de la Cruz en la isla de Chinet (Tenerife)

1778. Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife) era uno de los pocos puertos coloniales españoles  autorizados a comerciar directamente con las Indias y habilitados para el comercio exterior aunque a costa del tributo de sangre. Esta situación, que compartía con algunos puertos canarios más, sobrevivió a las inquietudes y zozobras de las guerras napoleónicas en la Metrópoli y duró hasta 1818. El año de la liberalización del comercio de la colonia de Canarias con las de América no fue óptimo para el puerto de Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife), único puerto de las islas habilitado para llevar productos exclusivamente de la colonia de Canarias a los mercados indianos. El puerto que más cargó fue el de Cádiz (España), con 63 buques despachados; con un valor de las mercancías españolas de más de trece millones de reales; de las extranjeras, cerca de treinta y siete millones y los derechos abonados, algo más de dos millones y medio de reales. El último de la lista (La Coruña, Barcelona, Málaga y Santander, en España), es el de Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife): sólo nueve buques, un poco más del millón doscientos mil reales por el valor de los productos isleños y cerca de setenta mil reales, los derechos abonados. En el tráfico atlántico en el s.XVIII, Añazu (Santa Cruz) es puerto dador y receptor de migraciones externas e internas: hacia las colonia de América, la primera, y desde las islas de Titoreygatra (Lanzarote), Erbania (Fuerteventura) y Esero (El Hierro), la segunda, por el hambre acuciante impuesta por prolongadas sequías y el abandono de la metrópoli. Muchos de esos isleños retornarán a sus lugares de procedencia, si bien la mayoría o busca el escape de la milicia-colono en Puerto Rico, Santo Domingo, Tejas, y La Luisiana, o aumenta la población, siguiendo el mismo procedimiento de otras familias de aquellas islas.

1778.  El Rey de la potencia colonizadora Carlos III ordenó que se construyese un castillo en el Puerto de Arrecife, en Titoregatrahacia (Lanzarote) en su extremo norte, y que dominara el refugio de Puerto de Naos, entre las bocas de San José y del Perejil, años atrás atacado por los corsarios ingleses Lord Anson y Hawque con el propósito de apresar las embarcaciones que habitualmente invernaban allí. Hubo duelo de artillería con el castillo de San Gabriel, que domina el Arrecife principal y cuyos fuegos se apagaron dos veces. Un piquete de cien marinos desembarcó por la cala de Los Mármoles y los isleños, empleando a los camellos con tanques, destrozaron aquellas fuerzas inglesas. Pero desembarcados nuevos refuerzos, la suerte de los dromedarios resultó un descalabro, pues las bestias heridas y asustadas por la artillería se revolvieron contra sus conductores, a quienes atacaron a mordiscos, estando a punto de ocurrir una verdadera catástrofe. Los ingleses, al no ver las embarcaciones que buscaban, y que suponían abrigadas en la cala de Puerto de Naos, reembarcaron su destacamento y se fueron por donde habían venido. Por la escasez de alimento y la miseria de ese año se denominó al Castillo de San José, la Fortaleza del Hambre situada sobre un cantil de unos 70 metros de altura y ocupa una superficie de 700 m2 , su forma es semicircular y su puerta principal mira al norte.

1778. Familias canarias fueron las fundadoras de las ciudades de Galveston y Valenzuela, en el estado de Texas. En la zona de La Louisiana y gracias a la llegada de canarios, ésta comienza un período de crecimiento que antes no conoció. Los colonos recién llegados se establecieron en lo que hoy se conoce como la parroquia de San Bernardo, en la Terre Aux Boeufs, entendiendo la parroquia como un distrito político, que se correspondería al condado o county de los norteamericanos, enclavada al sur de Nueva Orleans, popularmente conocida como isla de Delacroix. Se encontraron en este sitio con un cierto número de plantaciones francesas que se remontaban a la época en que La Louisiana pertenecía a Francia, población foránea que iba adquiriendo mayor influencia y cantidad y en la que el clero religioso francés ejerció su influencia desde este año de 1778 hasta 1787, aunque ésta continuó esporádicamente a lo largo del siglo XIX.

1778. Dos hechos, de distinto origen, van a permitir un franco desahogo de la economía canaria durante el último cuarto del XVIII. Por una parte, la proclamación del libre comercio con las Indias en 1778 y, por otra, la apertura del mercado americano a la exportación vitícola. Mayor amplitud de las actividades comerciales, pero también una mayor competencia, genera el primer fenómeno. Mientras el malvasía se circunscribe casi únicamente a la farmacopea, los vinos vidueños ganarán en volumen. Las guerras de fin de siglo y algunas calamidades interiores, evitaron una época de prosperidad y la acumulación consiguiente de capitales.

 

Al independizarse las colonias británicas de América del Norte, los recién nacidos Estados pasan muy pronto a recibir nuestros vinos en grandes remesas. Inopinadamente, se presentaba el premio por tantos inútiles recursos. y aunque repertorios tan importantes como el de Gómez del Campillo no mencionen uno siquiera referente a dicho tráfico, don Juan Cólogan reconocía desde Londres, en carta del 17 de abril de 1783 a don Bernardo del Campo, haber hecho despachar para Tenerife, a por vidueños, dieciocho navios en unos trece meses. Las embarcaciones cargaban en los puertos británicos manufacturas que se consumían en las Islas; aquí tomaban vinos y, una vez realizados en Norteamérica, el retorno era cubierto con materias primas para su industria. El comercio triangular atlántico, con sustanciosos beneficios en cada vértice, quedaba restablecido con esta nueva caracterología en el momento del despegue de la primera revolución industrial.

 

La vid tornó a extenderse y se pasa de los 30 y 36 pesos de antes de la guerra, al doble de esta cantidad en las cotizaciones.

 

Las cifras de producción que Lorenzo Cáceres pudo reunir de los múltiples viajeros que recorren Canarias en esa época, pese a las fuertes oscilaciones que patentizan, denotan claramente una coyuntura expansiva.

 

Ese mismo mercado estadounidense es el que impide la contracción de las exportaciones durante las guerras napoleónicas. Para la primera mitad del XIX, debemos a Diston una significativa secuencia de precios, y a ella recurrimos por carecer de series actuales: de los 37 pesos por pipa de 1799, se alcanza un máximo de 74, 84 y 80 pesos, respectivamente, en el trienio 1811-1813, para caer de 1833 a 1835 en una fortisima depresión -13 y 15 pesos -, tener un alza en 1836- de 22 a 26- y descender en los años siguientes a 13 y 15 pesos, cotizaciones que vuelven a repetirse en 1843, 1844 y 1846, hasta llegar a los 28 de 1848.

 

Las plagas de oidium a partir de 1852 y mildiu en 1878, terminan casi con los viñedos canarios. Prácticamente, la producción queda restringida al consumo local. Los caldos de Tacoronte, en Tenerife, del Monte Lentiscal, en Gran Canaria, o los malvasías de Lanzarote, mantienen aún la buena acogida de los isleños, pero desde aquellas fechas el vino dejó de ser lo que fue. (Antonio Bethencourt Massieu, en: Millares Torres, 1997:145-6)

 

1778. Con autorización del gobierno de la metrópoli salieron  de los puertos de estas islas varias expediciones con objeto de poblar la Luisiana, recientemente cedida a España, en cuyas lejanas costas fueron a establecerse más de cuatro mil isleños llevando allá nuetros usos y costumbres. Entretanto, y bajo la celosa inspección del general, se recogieron en Winiwuada (Las Palmas) todos los cañones inútiles y se artillaron los castillos con nuevas piezas de 12, 18 y 24, unas de bronce y otras de hierro. Antes de dejar el mando esta  autoridad colonial consiguió que la cuestión de la moneda quedase resuelta, desapareciendo de la circulación los reales bambas de buena o de mala ley que todavía eran admitidos en los cambios públicos. (A.  Millares T. 1977)

 

1778. Se llevó acabo una renovación general de la artillería en los principales castillos de la isla de Gran Canaria, depositándose los cañones inútiles en el Castillo del Rey, como chatarra, y en ese mismo año se renovó la mazmorra en el castillo de la Luz.

1778. El puerto de Santa Cruz heredaba del siglo XVIII una situación legal relativamente buena. Desde 1778 era uno de los pocos puertos del Estado español autorizados a comerciar directamente con las Indias y habilitados para el comercio exterior. Esta situación, que compartía con algunos puertos de la colonia Canaria, sobrevivió a las inquietudes y zozobras de las guerras napoleónicas en Europa y duró hasta 1818. De repente, en 16 de febrero de 1818, el gobierno absolutista de Fernando VII en la metrópoli decretó el cierre de los puertos de la colonia de Canarias que no estaban habilitados en 1808 para comerciar con el extranjero. El de Añazu (Santa Cruz) no entraba en esta categoría; y al serle comunicada la real orden por la intendencia de Canarias, el ayuntamiento representó en este sentido, pidiendo se declarase su puerto depósito de manufacturas extranjeras de lícito comercio, valiéndose para ello del precedente de la real orden de 30 de marzo de aquel mismo año, que habían conseguido los puertos de La Coruña, Santander, Alicante y Cádiz en España, que se hallaban en la misma situación. Su solicitud, informada favorablemente por el comisionado regio Felipe de Sierra Pambley, fue examinada con la acostumbrada lentitud administrativa y tuvo por efecto la real orden de la metrópoli de 9 de noviembre de 1820, que le concedía la gracia de puerto de depósito de segunda clase. Esta gracia no pareció suficiente.

Envalentonado por este primer éxito, y posiblemente todavía más por el retorno a la situación constitucional de 1813, el ayuntamiento solicitó en 1821 el título de primera clase que le fue concedido. Era un regalo que recibía Añazu (Santa Cruz) del gobierno liberal de la metrópoli, por mano de José Murphy; pero los regalos de los liberales eran más bien peligrosos. Este duró tanto como el régimen constitucional. Al volver el absolutismo, el puerto de Añazu (Santa Cruz) no sólo perdió su categoría de puerto de primera clase, sino que lo más probable es que se quedó también sin el depósito de segunda, que le había regalado el rey español. En efecto, el absolutismo anuló todo cuanto había innovado el liberalismo constitucional y en aquel naufragio es de sospechar que el ayuntamiento no se atrevió a levantar la voz, siquiera para defender lo que era legítimo desde el mismo punto de vista de los absolutistas. El hecho es que sólo en 1834 se consideró oportuno volver a solicitar la declaración de puerto de depósito y que, al hacerlo, no se mencionan por nada títulos o derechos antiguos. Incluso hubo encuesta, hecha por mediación del intendente, para saber si eran útiles e interesantes el comercio directo con las Indias y el puerto de depósito. La verdad es que no lo eran tanto como lo habían sido, pero seguían siendo el único pulmón de la economía colonial insular. (Cioranescu)

1778 Marzo 3.  Primer carnaval añazero (tinerfeño) documentado. La historia primigenia del carnaval pasa ciertamente por las bacanales, las saturnalias y las lupercales del Imperio Romano, pero probablemente es muy anterior a estas festividades y se lo vincula con las fiestas dionisíacas griegas y las fiestas egipcias de Apis e Isis. Precisamente por tener estas connotaciones, - aunque algunos historiadores encuentran los orígenes del Carnaval en la antigua Sumeria o en las fiestas en honor del buey Apis en Egipto -, parece demostrado que su celebración tiene su origen en Roma, en las celebraciones de las “lupercalias”, - en honor del dios Pan -, las “saturnalias”, - en honor a Saturno, dios de la siembra y la cosecha -, y de las “bacanales”, - en honor a Baco, dios del vino -; unas fiestas que despedían el riguroso invierno y daban la bienvenida al año nuevo. De hecho, la palabra “carnaval” parece provenir de “carrus navalis” (carro naval) que llamaban los romanos al barco sobre ruedas que transportaba en las bacanales, a modo de carroza, al sacerdote de Baco, entre los cánticos que protagonizaban personas disfrazadas de sátiros.

Las máscaras y los antifaces son, sin duda, reminiscencias de aquellas fiestas “paganas”, las últimas de las cuales se fueron extinguiendo con el hundimiento de Roma y de Bizancio, pero resurgieron en la Edad Media, a medida que la Iglesia católica tornaba más duros los sacrificios de la Cuaresma.

Fueron los invasores colonos europeos de las Islas quienes, llegados a Chinet (Tenerife) a finales del s. XV, trajeron tradiciones ligadas con las fiestas del Carnaval, que se celebraban también en todos los dominios de las coronas castellano-aragonés. Sin embargo, consta que las familias de colonos pudientes de las islas, según testimonio de escritores y viajeros de la época, acostumbraban en el s. XVIII, a celebrar bailes y fiestas a los que invitaban a viajeros distinguidos. El pueblo también celebraba los carnavales, aunque las autoridades civiles y eclesiásticas coloniales no aprobaban estas diversiones, por lo que se prohibían los bailes y bromas de las máscaras en las vías públicas. El 8 de febrero de 1782 el Alcalde de Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife) prohíbe durante el Carnaval, el uso de máscaras que puedan inducir a la confusión de sexos.

Los antecedentes de las máscaras del Carnaval eran las denominadas tapadas de Añazu (Santa Cruz), quienes iban a la fiesta de la Calle del Pilar con sus rostros cubiertos. Tras la caída de la Segunda República y el comienzo de la Guerra Civil de los españoles (1936-1939), se veta el Carnaval hasta la década de los setenta. A partir de 1945, los añazeros (tinerfeños) comienzan a celebrar el Carnaval de forma clandestina en sus casas, aunque tanto las autoridades civiles como el Clero coloniales siguen prohibiendo su celebración. En 1965 las autoridades coloniales  acordaron solicitar a la metrópoli que las Fiestas de Invierno, como antes se denominaba a los carnavales, fuesen declaradas de interés turístico, por lo que dos años más tarde, en 1967, el Carnaval se convirtió en Fiesta de Interés Turístico Nacional Español. Anteriormente, ya había habido intentos de dar una mayor relevancia a la fiesta chicharrera por excelencia, y se declaró que el miércoles de Carnaval se denominase Día del Turista. El nombre de Fiestas de Invierno se mantuvo hasta 1976, año en que, de nuevo, y ya sin las censuras que caracterizaron la dictadura fascista y el nacionalcatolicismo franquista, adoptaron la denominación de Carnaval. No obstante, fue el 18 de enero de 1980 cuando el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife alcanzó su más alto reconocimiento, al ser declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional por la Secretaría de Estado para el Turismo de la metrópoli. En la actualidad, los diferentes grupos del Carnaval han paseado el nombre de la isla de Tenerife, tanto por la geografía de la mterópoli como por diversas partes del mundo, convirtiéndose así en el segundo más popular y conocido internacionalmente, después de los que se celebran en Río de Janeiro (Brasil).

 1788 Marzo 3. Nace en La Orotava isla Chinech (Tenerife) el criollo Fernando Estévez del Sacramento. Su padre, don Juan Antonio Estévez Salas- platero de oficio-, le enseñó las primeras nociones de dibujo. Estas técnicas las mejoraría gracias a su mentor franciscano, Fray Antonio López, fraile del convento de San Lorenzo de La Orotava. En este cenobio realizó Estévez sus estudios primarios y sería aquel religioso quien primeramente advertiría la gran facilidad del muchacho para las manualidades, sobre todo el arte del modelado. Lo tomó a su cargo e hizo que perfeccionase el dibujo.

 El primer contacto mantenido por Estévez con otro gran artista canario, el prestigioso imaginero Luján Pérez, se produciría en 1806, aprovechando en que éste se hallaba en el Puerto de La Cruz. Su estancia allí era debida a que estaba  “atendiendo un encargo que la familia Nieves Ravelo le había encomendado” (según Quesada y Calero). Este encuentro se había producido gracias a la mediación de un amigo del escultor grancanario, Fray Antonio Sánchez Tapias. Este fraile, “definidor de la provincia de Canarias”,  atendía así la petición que Fray Antonio López, “uno de los frailes más ilustrados del Convento”, el orgulloso tutor de Estévez – aquí con catorce años-, le había formulado. Éste ya era consciente de la importancia de este contacto para el futuro profesional de su pupilo. Para las mencionadas historiadoras,  se supone que Luján “apreciaría el potencial artístico del muchacho, ya que un año después éste se encontraba adquiriendo los rudimentos de escultura en el taller que el maestro tenía en la calle de Santa Bárbara, en Las Palmas de Gran Canaria.” Tras su estancia en esta capital también asistió a las clases de la Academia de Arquitectura, fundada años “Don Fernando Estévez, ornamento del pueblo que tuvo el honor de ser su cuna, no fue un Montañés ni un Salzillo, como tampoco lo fue su maestro Luján. Pero él encarna el último resplandor de la imaginería canaria.

Una vez dio por finalizada su etapa de aprendizaje en Gran Canaria, el preparado artista retornó a La Orotava, donde abrió un taller. Allí, la erupción del volcán de Garachico en 1706 no sólo provocó el ocaso económico de su puerto, sino que influyó en la paulatina decadencia de sus afamados talleres. Libre de competencia, conoció un período de mucho trabajo, fruto de los encargos de los principales conventos. Sin embargo, la desamortización eclesiástica y la desaparición de algunos cenobios incidieron negativamente en su labor. Tuvo que cerrar su taller y trasladarse a Santa Cruz de Tenerife en 1846. Allí crea un nuevo taller. Comienza a impartir clases de dibujo lineal y de modelado en la Academia de Bellas Artes de esa capital en 1850.

 Defensor de todo aquello que significase progreso, traslada esta inquietud a sus alumnos a los que alienta con su espíritu de superación que parte del ejemplo de quienes se afanan por romper con aquellos moldes considerados como tradicionales. Sus primeras imágenes elaboradas ponen de manifiesto, como nos indica Ana Quesada, “su excesivo interés en conseguir un perfecto modelado, así como un estudio minucioso de las formas anatómicas”. También se ha dicho que su escultura es más fría que la de Luján, bien por el carácter sereno del artista o por la influencia clasicista de la época que le tocó vivir, aunque algunos la consideran más exaltada que la del maestro.

Mantendría esta actividad escultórica hasta 1854, año de su fallecimiento.

Obras suyas son: “Nuestra Señora de Candelaria”, Patrona de Canarias, entronizada en la Basílica homónima de Tenerife,  “San Plácido” de iglesia de San Juan Bautista de La Laguna, el rostro de “San José” de la Concepción (Santa Cruz de Tenerife), “Santa Rita” de Santo Domingo de La Orotava, “la Inmaculada Concepción” titular de su parroquia de La Laguna,  y así un largo etcétera.

El presbítero don Sebastián Padrón, cuando se refiere a la vida del artista, afirma “que ninguno de sus paisanos se había preocupado de buscar las huellas de tan insigne imaginero, gloria del pueblo que tuvo el honor de ser su cuna”. Efectivamente, el religioso se encontró con la inexistencia de documentos que se refirieran a la vida y obra del insigne escultor. Don Gerardo Fuentes, en su obra sobre los autores canarios que se implicaron en el clasicismo, pretendió retomar la labor investigadora que don Sebastián había dejado a su muerte acaecida en 1953.

La muerte del ilustrado Estévez, conocido como “mentor del progreso del arte”, influyó de manera decisiva en la organización de la Academia de Bellas Artes, ya que había sido el mentor del progreso del arte, “al que, con su espíritu ilustrado, propició una mayor dignidad”. La memoria del curso, según las profesoras Calero y Quesada, le recuerda con estas palabras que resultan elocuentes para su categoría artística: “distinguido escultor, sobresaliente dibujante y pintor (José Guillermo Rodríguez Escudero)


1778 Abril 3. Yo el infraescripto es.no pu.co del numero desta isla por su S. M. Certifico y hago fee q.e la pres.te vieren como hauiendoseme exivido por el sor d.n Eduardo Sall Dignidad de Arzediano de Fuerteventura en esta santa Yg.la Cath.l Provisor y vicario gral deste obispado sede bacante un pliego de papel escrito en tres carillas, con una firme que dise Fr. Juan obpo de Canaria; y autorisada con otra que dise por mandado de su S. Y. el obpo. misor. Nicolas Brines secretario su fha en esta ciud de Canaria a ocho de Julio de mil setecientos setenta y ciete; y pprincipia con las sig.tes palabras = Nos d.n Juan Bauptista Seruera por la gracia de Dios, y de la Santa sede Apostolica obpo de Canaria del Concejo de S. M. R. disponemos, y encargamos a nro Provisor que de las ventas que quedan pertenes.tes a vra Dignidad en estas Yslas haga q.e se cumplan las Donaciones q.e dexamos expresadas en esta lista, las quales se han de hir satisfaciendo por el ord.n que van puestas; Y entre las partidas de que se componen se alla la sigte Yten se ha de comprar la Hazienda de d.n Manuel Perera por su justo valor, sobre que nro Provisor hara aueriguaciones convenientes; y esta Haz.da asi comprada y redimidos tambien sus tributos la Donamos al Seminario que hemos herigido en esta ciudad.

 Segun que asi consta del relacionado papel que para efecto da sacar esta copia se me fue demostrado por el dho sor dn Eduardo Sall aq.n lo debolui; y A q.e me remito, Canaria y Abril tres de mil setecientos setenta y ocho años.

  Antonio Miguel del Castillo. S.no pu.co   (Mª Teresa Cáceres Lorenzo)

1798 Mayo 2. Incendio del monaterio de San Bernardo en Icod.

 

Hurtado de Mendoza en el que hizo a estilo militar el 7 de diciembre de 1799, en una de cuyas cláusulas hizo mención de la ustión de Ycod a fines del siglo XVIII refiriendo que «en el dia dos de Mayo del año pasado de noventa y ocho (cha triste y lamentable q` sera siempre p" las memorias de este Pueblo) a las dios del dia se incendio el Monast° de S" Bernardo junto a mis Casas principales con tal prontitud y boracidad q` de alli se paso a dhas mis Casas principales q` con todas las demas haceras fueron convertidas en Cenisas ..». El testamento se hallaba protocolado en la Comandancia de esta isla en el año 1802, pero no obra en el Archivo General Militar de Segovia. En las cláusulas del testamento comprendidas en ocho hojas sin foliar de una copia sacada del original, que obran en poder del autor de este trabajo, no habla de las imágenes. (Espinosa de los Monteros y Moas)


1778 Agosto 11. DN ANDRÉS AMAT DE TORTOSA, Capn de Ynfanteria é Ingeniero Ordinario de los Res Exetos y Director Comandante de estas Yslas,

 

CERTIFICO: que por orden y disposición del Exemo. Sr. Marqués de Tavalosos, Comandante General actual de estas Yslas, aunque á solicitud mía, el Teniente del Real Cuerpo de Artilleria Dn Rafael de Arze y Albalá, acompañó al Capitán é Yngeniero Ordinario Dn Josef de Arana, á los trabajos de desmonte y abertura de cimientos de la Bateria del pto de Naos en la Ysla de Lanzarote, desde el dia veinte y tres de Abril de mil setecientos setenta y seys; y tambien al lebantamiento del Plano de la Caldera; Y en primero de Octubre de el mismo año, con motivo de marchar á España el referido Arana, quedo encargado de la comisión de tal obra el mencionado Arze, tambien por disposicion de dho Sr. Exemo. no obstante estarlo pr mi el Mtro. Mayor Josef Nicolás Hernandez, con arreglo al Plano, Perfiles, é Instrumentos que formé: en cuia comision ha continuado hasta el día treinta del mes de Julio del presente año. Y para que conste pa los fines qe conbenga, á pedimento de dho Dn Rafael Arze, firmo la presente en Sta. Cruz de Tenerife a once de Agosto de mil setecientos setenta y ocho.

 

Dn Andres Amát de Tortosa. (En: José María Pinto y de la Rosa. 1996)

 

1778 Octubre 12. De cuantas materias hemos tratado referentes al Puerto del Arrecife (Lanzarote), ninguna ha sido tan importante para sí mismo, para la pro­vincia y para el reino, como la respectiva a su comercio, el cual pro­pongo observar y describir con la minuciosidad posible. Desierto a causa de estar mal defendido por los quijotescos señores de toda la isla, ni seguridad podían tener las naves para aprovecharse de la tranquilidad de sus aguas a fin de invernar en él. Después que se ca­renaban zarpaban para otros puntos, pero construido el castillo de Sn. José en el Puerto de Naos que es el de más fondo y a propósito para bajeles mayores por disposición de S. M. Carlos III, cuyo exce­lente soberano todo lo preveía y atendía, la cosa mudó de aspecto.

 

En esta virtud, al Puerto de Naos vinieron a asegurarse y depositar­se cinco galeones a navios de Registro de porte de 900 a 1100 pipas cada uno, pertenecientes a estas islas Canarias para las cuales conducía de las Indias las ricas cargazones y tesoros. Pusiéronlos aquí luego que llegó la Rl. Orden de 12 de octubre de 1778, concediendo la libertad de comercio para aquellas colonias, y como ésta no se revocó, se fueron pudriendo dichos navios, y sus dueños tuvieron que desbaratarlos.

 

Sus buenas maderas, algunas caoba y cedro, se invirtieron en muebles y fábricas de este puerto naciente y otros de esta isla donde no hay monte alguno. La casa de un tal Dn. Mariano de Paz, que se construía entonces en la villa de Teguise aprovechó muchas de ellas; y la más inferior sirvió para caldear los alambiques de aguardiente.

 

Parte de la artillería de estas grandes embarcaciones, yace abandona­da en el islote de las Cruces, principalmente la que correspondía al navio «Santiago» de 40 cañones, perteneciente a la casa de Blanco del P'°. de la Orotava (Tenerife), cuyo buque se conservó algún tiempo más por haber estado en servicio del rey, v.g. conducir la tropa que fue de es­tas islas a la guerra con Francia en el Rosellón, y a la vuelta al entrar a invernar por la barra de Naos el año 1793, pereció encallado por descuido de Vicente Romero, capitán de Mar de dicho puerto.

 

Algunos de los contramaestres, calafates y demás chusma de es­tas naves, se quedaron aquí de pobladores, lo que ha contribuido a que salgan de esta isla excelentes marineros. Y como una de los más indispensables del comercio es la marinería, quiero recordar una prueba de la acertada resolución de ésta, muy digna de la historia y de cualquiera premio. Dn. Carlos Ramírez Casañas con otros, estaba en las islas Salvajes por los años de 1794 a 96, faltaba el agua, no lle­gaba el barco con ella e iban a morir de sed. Casañas viendo a los barqueros animosos se embarco en un barquichuelo de pescar propio del Puerto del Arrecife su patrón Andrés Alvarez (a) «burrán», y se dirigieron a Lanzarote donde llegaron felizmente a pesar de quedar a 80 y tantas leguas de distancia. He aquí una acción comparable a la que ejecutaron Méndez y Fieschi, compañeros de Cristóbal Colón, atravesando desde Jamaica a la isla Española en 1505, de la cual ha­bla el Dr. Roberston T. 5, p. 174, citando a Oviedo Lib° III, Cap. 9.

La misma falta de defensa y de población hacía que los frutos de la isla los años que la sobraban granos, cebo, animales, no se condu­jesen precisamente al Arrecife para exportarlos sino que indiferente­mente se verificaba por las caletas a playas más inmediatas al due­ño de la cargazón, v.g. por Arrieta, al E. por Barranco del Agua, o las Coloradas al S.O.; hasta que se ha ido centralizando casi todo por dicho Puerto, donde se fijó la Real Aduana.

 

El comercio de ésta con las demás islas Canarias y con España, sufrió mucho por las guerras con la Gran Bretaña. Cualquier barqui­llo de 4 cañones de esta nación según queda visto en los Cap. prece­dentes les interrumpía su tráfico, sucediendo que tal vez los frutos estaban abundantísimos en una, cuando en las demás valían a pre­cios exhorbitantes. Es verdad, que sus productos de exportación en los buques neutrales, barrilla y orchilla, por el propio motivo llega­ron a precios muy subidos, proporcionando extraordinaria abundan­cia de dinero; de manera, que cualesquiera clase de efectos naciona­les o extranjeros se vendían aquí sin regatear siquiera.

 

De estas islas para las otras se han exportado desde que hay me­moria, muchos granos de abundancia, pieles y sebo de cabras, alguna lana y animales, sandías excelentes aunque pequeñas; y el pescado seco al cual conocemos en la provincia con el nombre de Viejas. De cuyos artículos se pagaba el culto al señor territorial de la isla, que era una contribución terrible. También salía y siempre salen varias cargazones de piedra de cal, de dos especies, y buena sal, procedente ésta de unas abundantes salinas construidas al N.N.E. de la isla, pero de estos dos últimos artículos no sé que se pague nada. (J. Álvarez Rixo, 1982:130-132)

1779. Recaló por el puerto de Añazu (Santa Cruz) un navío inglés, éste venía maltrecho y falto de víveres y agua, por el hecho de ser inglés, se le negó el auxilio que demandaban siendo expulsado a cañonazos, es evidente que, en aquella ocasión se olvidaron las formulas cortesanas a que tan apegados eran en la época. El buque arrumbó hacía Garachico donde recibieron similar tratamiento porte parte de las autoridades coloniales de aquel puerto, ante tal situación, y vencidos por el hambre, la sed y las enfermedades, decidieron retornar a Añazu (Santa Cruz) donde se entregaron, siendo encarcelados en el castillo - prisión - de Paso Alto.

1779 Mayo 9. Fue preso en el castillo de San Miguel en la ciudad de Santa Cruz de La Palma y luego conducido al principal de Santa Catalina el célebre Licenciado natural de Garafía D. Anselmo Pérez de Brito.

 

1797 Septiembre 10. Se produjo un intento de Invasión de navíos ingleses. Estos fueron rechazados a base de pedradas que tiraban los vecinos del Valle de Santiago (isla Chinet) desde los altos de Acantilados de los Gigantes.

1779. El Cabildo de Chinet (Tenerife), decidió armar por su cuenta una balandra guardacostas que confió al mando de José Armiaga, (este sujeto sería nombrado Coronel del Regimiento de Infantería de Canarias en 1805), durante sus correrías tuvo un enfrentamiento con un corsario inglés, a quien logró derrotar y echar a pique.

 

* Guayre Adarguma Anez Ram n Yghasen.  

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Bibliografía

 

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