EFEMERIDES CANARIAS  

UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1771-1780 

CAPÍTULO I-III   

Guayre Adarguma *

 

 

1774. En el Diario y Relación de los Viajes dados por el Bachiller  Isidoro Romero y Ceballos desde Abril de I760 hasta Agosto de I772, escrito por él en 1774 se dice: «El puerto de Garachico que daba seguridad á los bajeles, se solía llamar "pequeño Cádiz" y á consecuencia de una de las erupciones del Teide, quedó cegado perdiendo condiciones.

 

Santa Cruz de Tenerife está defendida por una muralla baja con sus terraplenes, dos Reductos y cuatro Castillos: el Principal está junto al Muelle y Aduana, y tiene defendida su entrada con gruesas estacadas: tiene más de 20 cañones y  es muy espacioso y lleno de viviendas capaz para alojar mucha gente con comodidad, su guarnición es numerosa y siempre es  Castellano alguna persona distinguida de la Isla.

 

Los otros  repartidos: el de Paso Alto está abrazado contra las montañas de Paso Alto  las rinconadas al Naciente de la bahía, media milla al Norte de Sta Cruz, otro está en el mismo lado guarneciendo el barranco que sirve de límite á la población por el Septentrión. Los Reductos están repartidos á razonable distancia en la muralla que defiende el pueblo por la rivera. El nuevo, que es de una fábrica muy sólida de cantería, está á una milla en la rivera del Sur y tiene bajo de su cañón el almacén de pólvoras; resguardaba su entrada por un puente levadizo por la parte de tierra y una estacada, todos están bien provistos de artillería y municiones, y son capaces de una buena defensa. Este puerto es plaza de armas. El muelle tiene varias escaleras de cantería, es muy cómodo; su figura en una lengua de tierra de quinientos pasos de largo y doscientos de ancho, que remata en una punta hacia al Este. Muy cerca de ésta hay una casilla en donde asisten por turnos varios oficiales y guardas de Aduanas y Estanco, que vigilan para impedir los fraudes á las  Reales Haciendas».

 

En el archivo de la Comandancia de Ingenieros de Canarias, existen los documentos que con datos relacionados con las fortificaciones de Tenerife.

 

En el se copia otro documento del archivo de Ingenieros (Legajo n° 1, estante 10, tabla 4) relativo al Reconocimiento de las Reales Fortificaciones de la Isla de Tenerife del año 1792 por Lartigué de Condé, se copia parte de la Memoria que redactó el Jefe de la Comandancia de Ingenieros de Canarias D. Luís Muñoz para la entrega de la Comandancia General de Ingenieros del 14° Distrito Militar (Canarias), al Sr. Coronel Comandante General de Ingenieros D. Juan Bautista Ponsich nombrado para este cargo

por R.O. de 8 de Enero de ése año. (José María Pinto de la Rosa, 1996)

 

1774. El criollo Matías Franco y Castilla solicita al Alcaidia del Castillo de San Juan, situado en la marina de Santa Cruz de Tenerife.

 

“En una solicitud que en Noviembre de 1744 hizo D. Matías Franco y Castilla Capitán del Regimiento principal de Infantería de Tenerife, para que se le nombrase Castellano de San Juan, entre los méritos que señala entre sus ascendientes, pone de manifiesto que su segundo abuelo el Sargento Mayor D. Juan Fernández Franco, había tenido el cuidado y superintendencia de las fábricas del citado castillo, que por orden del General Fernández de Córdoba, se había hecho, «...en el que fue tan particular su desvelo todo el tiempo de su construccion, que se le dieron las gracias por dho General, y este Cavildo: quien en carta para S.M. de 25 de junio de I655 refiere así este, como otros servicios del referido Sargento Mayor».”

 

1774. En las islas denominadas de señorío era muy frecuente que los vecinos resistiesen la presencia de los alcaldes ordinarios nombrados por el señor feudal jurisdicional recurriendo a la expulsión o a la amenaza mediante pasquines. Así aconteció en la isla de Esero (Hierro) con doña Luisa de Arroyo, mujer de don José Ventura Borges, alcalde mayor de la isla, a quien intentaron incendiar su casa y amenazaron con pasquines para que abandonase la isla y cuyo contenido era:

 

“A vos Doña Luisa de Arroyo os mandamos que, luego incontinenti en el barco que se halla en el puerto os embarqueis, y, de no hacerlo hoy, juramos por esta cruz ( + ) que será vuestra casa abrasada por las quatro esquinas, para que estando vos allá (en Tenerife) esté vuestro marido tambien y nos veamos libres de persecuciones”.

 

Estos pasquines podían ser el anuncio de un levantamiento o una propuesta de pacificación y así sucedió en algunas ocasiones; en cambio, en otras, no pasó de ser un simple medio de expresión de la protesta y por esta razón no se han incluido en la relación de conflictos que tienen lugar en la colonia desde mediados del siglo XVII hasta mediados del siglo XIX.

 

1774. La situación agraria parece mejorar en una coyuntura que presenta de nuevo una moderación de los precios del grano y una relativa abundancia de las cosechas de cereales.

 

Los años comprendidos entre 1774 y 1778 fueron considerados por los informes de la Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife como años de buenas cosechas y la situación de la agricultura en la colonia parece entrar en una nueva fase de estabilidad recursos=población hasta mediados de la década siguiente. Es en el marco de esa coyuntura agraria cuando contamos con la primera estadística fiable sobre la producción agrícola colonial, mandada elaborar en 1776 por el comandante general virrey de Canarias. Las cifras de producción agraria de 1776 indican el papel excedentario que siguen teniendo, en los años normales, las islas de Titoreygatra (Lanzarote) y Erbania (Fuerteventura), cuyas cosechas se destinan a paliar parte del «déficit» tinerfeño. Durante el siglo XVIII se llevan a cabo intentos por parte de la burguesía agraria de aquellas islas para desvincularse del abastecimiento de Chinet (Tenerife) y vender libremente sus granos en el exterior del Archipiélago, teniendo en cuenta que los comandantes generales favorecían los intereses de los viticultores tinerfeños al abaratar su aprovisionamiento cerealístico mediante una rígida intervención del mercado en la colonia.

 

Esta reacción en favor de una mayor producción de subsistencias no sólo se manifiesta en la expansión de nuevos cultivos como el millo o la papa, capaces de generar mayores rendimientos por unidad de superficie, sino también en una reactivación del proceso roturador. Los datos disponibles indican que desde fines de la década 1760-1770 se ha iniciado de nuevo un proceso de expansión del área cultivada a costa de montes y tierras baldías en Chinet (Tenerife) y Tamaránt (Gran Canaria).

1774. Nace en Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma)  Manuel Díaz.  Con este personaje comienza el Siglo de Oro de Benahuare (La Palma), el siglo XIX. Sus correligionarios le tenían por la expresión máxima del liberalismo y sus enemigos, por revolucionario. El ‘cura Díaz’ no era un clérigo católico común; aprovechaba el púlpito para alabar los adelantos con motivo de la promulgación de la Constitución liberal española de 1820. Establecido más tarde el absolutismo; lo destierran. Amante de las artes, compuso música sacra, pintó retablos y tablas, esculpió imágenes e incluso hizo, para regocijo popular, papagüevos. Trabajó en el establecimiento de la escuela lancasteriana, con métodos progresistas de enseñanza para esa época. Desde 1897 su esfinge es bronce se encuentra en la plaza de España de su ciudad natal. Fallece en 1865.

1774. La imagen de San Juan Evangelista de los Hurtado de Mendoza, en Icod.

 

La capilla que acabaron en este año  en lo que era patio del convento franciscano y que pusieron por primera pieza y alhaja principal del mayorazgo que instituyeron por real despacho del rey Don Carlos III, expedido en el palacio de El Pardo el 23 de febrero de 1777, la dedicaron al Señor atado a la Columna, a la Virgen de los Dolores, su espacialísima devota, y a San Juan Evangelista.


En el nicho estaba vestido con una túnica de color azul y Una capa blanca con ramitos. En el libro de inventario de las alhajas de la capilla están apuntados un vestido amarillo con punta de plata y manguitos de terciopelo encarnado ojalados de oro, una túnica de terciopelo verde y capa de color anaranjado con galón de oro y unos manguitos de terciopelo verde que pertenecían también a la imagen de San Juan. El velo que servía para ocultarlo en el nicho era de tafetán de color carmesí adornado con una bordadura de sus insignias ejecutada con hilos de oro.


La fiesta del santo se celebraba con calendas, vísperas, maitines, laudes, tercia y misa y acababa con la procesión del día. Estaba dotada, igual que las de San Juan Nepomuceno y Santo Domingo de Gúzman, cuya imagen trajo Marcos Pérez Rodríguez, bisabuelo del fundador, y por compromiso contraído por el convento en el año 1744 se pasaba de la iglesia conventual a la capilla para hacer los actos de estilo y cantar en su día la misa que estaba dotada por el trayente de la imagen, con dos tributos de dos fanegas de trigo cada uno y una bota de mosto de los cercados de viña que tenían en el Miradero.


El Miércoles Santo se colocaba la imagen del Señor en el camarín, la de la Virgen a la derecha del altar mayor y la de San Juan a la izquierda. En la basa del santo se sujetaban doce bujías y en su altar se ponían cuatro candelabros, como en el del otro San Juan.


En la página trece del libro de la capilla se anotaron «Dos quadros de dos pinturas de Angeles q estan en el retablo», las cuales fueron quitadas de sus marcos en fecha desconocida y en el espacio que ocupaban abrieron dos nichos para colocar dentro las imágenes de San Juan Evangelista y San Juan Nepomuceno. La primera está puesta en el que se hizo en el lado derecho del retablo, debajo de la pechina del techo que cubre y cierra la capilla desde el arco de madera en que estriba hasta el altar mayor, donde el autor del cuarto Evangelio está simbolizado por el águila que trae el libro entre las garras y la pluma en el pico. (Espinosa de los Monteros y Moas) 

1574. En la isla Benahuare (La Palma) el clero católico en su política adoctrinadora y onbuladora de las mentes populares impone como al ídolo católico denominado Santa Águeda como abogada y patrona de las mieses.

1774 Febrero 25. Nace en Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife) el criollo José Murphy y Meade. Era descendiente de comerciantes irlandeses afincados en Canarias.

Su padre  Patricio Murphy y Kelly había nacido en Dublín en 1735 y su madre Doña Juana Meade y Sall en 1747, en Guiniwada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria). Contraen matrimonio el 24 de enero de 1773. Tuvieron tres hijos: nuestro personaje, Patricio e Isabel. En principio, desde joven, José Murphy se dedica, como su padre, al comercio, aunque pronto se revela su vocación política. Se casa el 3 de enero de 1799 con su prima hermana Doña Juana Anran y Meade, también de ascendencia irlandesa y canaria. Entre 1801 y 1802 fallecen sus padres. Por esas fechas Don José pertenece al Real Consulado Marítimo y Terrestre de las Islas Canarias y el Ayuntamiento de Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife) le ha elegido como diputado. El mismo año de 1801, de la muerte de su padre. Fallece su joven esposa a los 27 años de edad. En 1806 Murphy y Meade es elegido síndico personero del Ayuntamiento de Añazu (Santa Cruz), y al año siguiente segundo Cónsul del Real Consulado de Irlanda. Mas a consecuencia de la invasión napoleónica y el exilio de los Reyes españoles, con la consiguiente falta de Gobierno se constituye, en 1808, la Junta Suprema de La Laguna , en la que es elegido Murphy como vocal, y en calidad de tal asiste a las reuniones de la Central celebradas en Sevilla y Cádiz (España). El mismo año 1808 es elegido diputado para la Junta Central junto con el marqués de Villanueva del Prado. En 1812, terminada la Guerra de la Independencia , establece una Compañía comercial con su hermano Patricio. Poco después, instalada la Diputación Provincial de Canarias en Tenerife, José Murphy figura entre los diputados electos, y luego es nombrado Secretario provisional.

En 1816 hace viaje a Europa; pasa dos meses en París y dos años y medio en Londres, con motivo de su empresa comercial. En 1818 es elegido, de nuevo, síndico personero del Ayuntamiento de Añazu (Santa Cruz), y en 1820 se le elige como vocal de la Junta de Sanidad. El año 1821, tan importante para la historia de Chinet (Tenerife), escribe Don José Murphy un folleto titulado Breves reflexiones sobre los nuevos aranceles de Aduanas; el 6 de junio contrae segundas nupcias con Doña María del Carmen Greagh y Amat. Marcha a Madrid con su esposa y se presenta al Rey español, el 30 de septiembre suscribe su famosa Representación sobre Capitalidad, que presenta a las Cortes, consiguiéndola el 22 de octubre para Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife). En 1822, una vez iniciado el bienio liberal, José Murphy y Gracialiano Afonso son nombrados diputados a Cortes por Canarias, y el primero de marzo figura Murphy en la Comisión que ha de recibir a la Reina española en la apertura de dichas Cortes. Tiene diversas e importantes intervenciones en la cámara sobre la "división de partidos", "la libertad de comercio" etc. Ese mismo año se le nombra representante de la Diputación de Canarias, para entregar al Rey español el Decreto ley sobre "Prohibición de conventos", pero por no estar presente es sustituido. En 1823 escribe e imprimen Madrid (España) sus Observaciones sobre la supresión del obispado de Tenerife que se somete a la Comisión eclesiástica. En la histórica sesión de las Cortes celebrada en Sevilla ese mismo año, Murphy suscribe el acuerdo sobre la incapacidad del Rey español y la creación de una Regencia.

Después, cuando se produce la reacción absolutista Don José tiene que huir a Gibraltar, de allí pasa de incógnito a Canarias, y sale del Puerto de Maquínez (Puerto de la Cruz de la Orotava) con rumbo a Londres. Se le condena a muerte en la Sala del Crimen de Sevilla (España) el 11 de mayo de 1826. Entre 1830 y 1836 tenemos los últimos documentos relacionados con la vida de don José Murphy como son la escritura de venta de sus bienes, el decreto sobre las empresas comerciales, etc... Hasta que se produce la amnistía total de los ex diputados a Cortes exiliados que se habían opuesto al absolutismo de Fernando VII. Un duro golpe para Don José fue la muerte de su hermano Patricio el 8 de mayo de 1836, pero se desconoce la fecha del fallecimiento de nuestro biografiado, que o debió sobrevivir mucho a su hermano. Don José dejó descendencia de su primera mujer, que fueron Don Patricio Murphy y Anran y Doña Isabel que murió poco después de nacer.

 

1774 Mayo 31. Milicianos canarios, marinos y voluntarios de Hipalán (San Sebastián) de La Gomera impidieron el desembarco de una flotilla al mando de Charles Windhan, que recaló por aguas canarias en la madrugada anterior. Conminados los isleños a la rendición y a aportar vituallas para los corsarios, la respuesta no se hizo esperar: disparos de baterías litorales contra las naves y combate cuerpo a cuerpo en la rada. La batalla se saldó con el triunfo de los gomeros, que impidieron que los británicos consumaran sus propósitos.

 

1774 Julio 6. Un nieto de don Gabriel del Álamo y Viera, don Ángel Ginori y Viera, continuó la tradición familiar. Había nacido en Santa Úrsula, el 6 de julio de 1744, fue bautizado el 11 del mismo mes por su tío abuelo el doctor don José Antonio del Álamo y Viera, cura propio del lugar, visitador general y examinador sinodal del obispado, y era hijo de don Domingo Ginori y Andueza, alcalde real de Santa Úrsula, y de doña Gabriela Josefa Viera de Estrada, nieto paterno de don Ángel Ginori, alguacil mayor de los tribunales de la Inquisición y la Cruzada, y de Doña Francisca Andueza, y materno de Gabriel del Álamo y Viera y de doña Lucía Garcia de Orta, su primera mujer. Fue procurador de los tribunales reales y eclesiásticos de La Orotava, hasta obtener el oficio de escribano de esta villa, por Real Título fechado en El Pardo (Madrid-España) el 28 de marzo de 1773.

 

En la solicitud que elevó al Cabildo recuerda que lo había ejercido su cuarto abuelo Alonso Viera, del que no se conserva su expediente, aunque sí el de su hijo y sucesor García González Viera, en cuyo favor la había renunciado su padre el 10 de junio de 1676.

 

1774 Julio 7. Cuando ya la Inquisición española en la colonia de Canarias no pudo quemar hombres, quemó libros, y en verdad que andaba acertada en la elección. Los hombres desaparecen, pero los libros no el hombre con su envoltura material y grosera, al alcance de las tenazas, potros y garruchas de los verdugos, puede en pocos minutos reducirse á polvo, que los vientos llevan, sin dejar memoria de su paso. El libro se quema, pero renace de sus cenizas; eco de nuestro pensamiento, reproducción, por decirlo así, tangible de nuestro elemento inmaterial, huella imperecedera de nuestra alma, el libro es la afirmación más enérgica de nuestra superioridad en la tierra, el elemento más poderoso de todo progreso, el arca santa de la Ciencia y la razón. Suprimid el libro, y la sociedad vuelve al caos.

 

Desde que la imprenta pudo arrojar á los cuatro puntos del horizonte el torrente de luz, que de sus máquinas brotaba, el imperio de la libertad quedó asegurado en la tierra.

 

Aquella fue la señal de la emancipación del hombre. Seguro de elevar su alma con el estudio y la meditación, de enriquecerla con los tesoros del pasado de perfeccionarla conciencia el contacto de otras inteligencias, ya no fue el juguete de groseros cuentos, ni de mañosas maquinaciones; fuerte con su propio criterio, y orgulloso con el conocimiento de las leyes del Universo, y los secretos arrancados á la ciencia, pudo desafiar y combatir a la ignorancia, y mirar tranquilo el porvenir. La lectura, santa comunión de las almas, fue la prenda segura de su triunfo A herir de muerte ese enemigo, que potente se levantaba á destruir su poder, consagró el Santo Oficio el último tercio de su ignominiosa vida, encerrando en el secreto de sus oscuros archivos, los obras que no cabían en el estrecho molde de sus cerebros inquisitoriales.

 

Espanta leer la lista, que mensualmente dirigían á la Suprema., de los libros recogidos ó denunciados, en una colonia tan poco ilustrada y pequeña. Nada escapaba á su rabioso encono, ni aun aquellos libros de mística lectura, insustanciales en la forma y en el fondo, y sin valor histórico ni literario.

 

Cuando en épocas anteriores los Gobiernos de la metrópoli expedían órdenes apremiantes á todos  los Puertos de mar, para que las autoridades coloniales vigilasen las costas, y preparasen los medios de ataque y defensa contra las escuadras enemigas, prontas á salir armadas, á invadir el sagrado suelo de la patria, cumplían un deber digno de su misión gubernativa; pues no de otro modo se obraba en el pasado siglo, a la más leve sospecha que un librero cualquiera, enviaba una caja de libros á España.

 

Vergüenza da el decirlo, pero la historia debe ser inflexible, y contar los hechos, sin oscurecerlos ni atenuarlos; en carta 7 de Julio de 1774 se anunciaba por el Consejo á los Inquisidores de Canaria, que de orden del Rey se le había comunicado por la Secretaría del Despacho universal de Estado, la grave noticia, de que uno de los impresores de Amsterdam, había remitido por mar á España algunos fardos de libros en francés, y siendo esta materia, se decía, una de las de mayor atención en el Santo Oficio, prevenía que, sin pérdida de tiempo, celasen y estuviesen con toda vigilancia para retener los enunciados fardos, dando inmediatamente aviso. Era el anuncio de la aproximación de un buque apestado.

 

Los síntomas, en verdad, eran alarmantes. La afición á la lectura cundía hasta en estas apartadas Islas, y si no se cortaba el mal en su origen, amenazaba invadirlo todo., y concluir con  los Sambenitos, el potro, y la cárcel perpetua, como había concluido indirectamente con las hogueras. y ¿quién sabe? Tras los Inquisidores, tal ves serian perseguidas las Comunidades religiosas, y sus cuantiosos bienes vendrían á aumentar la riqueza Pública, y á cambiar la faz del Estado.

 

Terrible, aunque lejano, se presentaba el porvenir. Ellos no creían, sin embargo, que tal cataclismo pudiera realizarse, aunque presenciaban con creciente asombro los conatos de emancipación de ciertas clases. (Agustín Millares Torres; 1981)

 

1774 Julio 15. Llegó desde Mexico la imagen de la Virgen de los Dolores a Benahuare (La Palma). Se cuenta que los capitanes de los diferentes navíos que la transportaron, en muestras de agradecimiento hacia la imagen, no cobraron el porte de su flete. Desde el puerto palmero, la Virgen, fue conducida a casa de Tomás de Aquino, en Tedote (Santa Cruz de La Palma), siendo aquí bendecida por Cristóbal Martínez Méndez. Más tarde, el 18 de septiembre, fue llevada a su ermita y morada definitiva en el lugar de Lodero de Villa de Mazo, día que la iglesia celebraba los Siete Dolores de María. Estos hechos, tenidos por milagrosos, se corrieron de boca en boca por toda la isla y desde ese momento la imagen mejicana de la Virgen de los Dolores sentó fe, devoción y leyenda entre los hawaras (palmeros). Las tres campanas de la espadaña de la ermita llaman y repican a fiesta y oración: la más alta, fundida en Caracas con un precio de 30 pesos e inventariada en 1768, fue la primera y única campana que tuvo la primitiva ermita y fue ésta la que le dio, con su cantarín tañir, la bienvenida a la imagen de la Virgen de los Dolores a su definitiva y santa morada. Y el milagro o la leyenda se extendieron entre las dos orillas del océano Atlántico. (María Victoria Hernández).

 

1774 Marzo 17. Era castellano de la fortaleza de Santa Cruz D. Alonso Chirino Sandoval y Rojas, Marqués de La Fuente de Las Palmas, presentó sus papeles de nobleza y el Título de Castilla con fecha 16 de Octubre de 1679 en Madrid. En Cabildo de 17 de Marzo se vio una R.O. relativa a la presentación de Castellanos que sirven los Castillos de la dotación de la ciudad que expidió el Corregidor D. Martín de Roxas con un oficio que con fecha 7 del dicho mes le pasó el Comandante General D. Miguel López con inserción de dicha Orden comunicada por el Conde de Ricla en que, contestando a una representación que parece le hizo dicho Comandante en 25 de Noviembre de I773, dice que considerando el Rey que en la forma en que dicha representación se enuncia que executa el Cabildo los nombramientos de Castellanos no puede hacerse el servicio respectivo, duplicándose los empleos que los alegarán como mérito cuando el propietario nunca desempeña su obligación, como sucede en el caso que propuso el Comandante y que parece se vio precisado a nombrar para el de San Cristóbal en calidad de sustituto a D. Tomás de Fuentes, por lo que había resuelto S.M. se hiciese propuesta de tres o más sugetos idóneos, para aprobar el que halle más a propósito en propiedad y con perpetuo exer cicio, etc., etc. Se obedeció y suplicó de dicha orden, informando al Cabildo lo que se ha executado en los nombramientos de Castellanos; cómo ha nombrado sugeros idóneos y distinguidos.

 

Que si ha habido excesos los ha causado el Comandante General, con otras razones que constan del informe remitido al Conde de Ricla (Libro de Acuerdos, Of' Io, folio 94). (José María Pinto de la Rosa, 1996)

 

1774 Julio 17. Fallece en Antequera el criollo nacido en Eguerew  Miguel Antonio Abreu y Baldés. Fue dignidad de prior del cabildo de Canarias y, en 1765, obispo de Antequera en el valle de Oajaca, donde falleció el 17 de julio de 1774.

 

Entre las numerosas pastoral es de Miguel Anselmo Alvarez de Abréu figuran las siguientes: I. Pastoral o los fieles del obispado de Oaxaca sobre las virtudes heroicas del venerable obispo de La Puebla, don Juan de Palafox y Mendoza y causa de su beatificación.- Puebla, 1766. 2. Carta Pastoral del Ilustrado Señor don Miguel Anselmo Álvarez de Abréu y Valdés, Obispo de Antequera en el Valle de Oaxaca.- Madrid, por Joachin Ibarra, 1768.- XXXVI pp. Trata de la expulsión de los jesuitas.

 

1775. Nace Antonio C. Belvis de Moncada y Álvarez de Toledo, Conde de La Gomera.

 

1775. Nace en La Oortava, Chinet (Tenerife) el criollo Graciliano Afonso. Hijo del también escritor Cristóbal Afonso, completa su formación en el Seminario Conciliar de Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria) y en la Universidad de Alcalá de Henares (España), donde se doctora en Leyes. Destaca como docente en el campo de la Filosofía, ocupando una cátedra del mismo Seminario en distintas etapas. También imparte clases en el colegio San Agustín. Como eclesiástico fue nombrado canónigo doctoral de la Catedral de Canarias. Diputado a Cortes en el trienio liberal, se opone a Fernando VII, lo que tras el retorno de este al trono, le lleva a exiliarse en Venezuela, Puerto Rico y Trinidad entre 1825 y 1837. En 1838 vuelve a instalar su residencia en Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria). Traductor de Horacio, Virgilio, Chaucer y Milton, entre otros. Defiende la creación de una Biblioteca Canaria para educar a la juventud canaria, idea que expresa en el semanario La Aurora.Fallece en Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria) en 1861. Obras:

 

Las hojas de la encina (1835), poesía. El beso de Abibinia (1838), poesía. El juicio de Dios y la reina Ico (1841), poesía. Zebensayas (1853), poesía.

 

1775. Fasnia, Chinet (Tenerife). Los vecinos exigen la puesta en libertad de los presos.

 

1775. Los testimonios referentes a la situación de las masas forestales en la colonia acosadas por las roturaciones, parece que la expansión de cultivos se dio también en la isla de Benahuare (La Palma). Estas roturaciones parecen especialmente intensas entre 1775 y 1780, momento en que se aprecia una especial preocupación de la élite criolla ilustrada por el efecto destructivo de las rozas de montes y por la privatización de tierras comunales. En un principio parece que la expansión de cultivos consistió en la reutilización de terrenos ya roturados en el pasado y que habían quedado abandonados ante la degradación del suelo, pero el avance roturador de la segunda mitad de la centuria resultó mucho más activo y las rozas avanzaron hacia zonas de monte arbolado que antes habían quedado al margen del cultivo, amenazando con destruir una parte importante de las masas forestales del Archipiélago.

 

El miedo a la reproducción de las carestías y los desplazamientos de población que se habían producido como consecuencia de las hambrunas (con su secuela de reasentamiento de campesinos que buscaban tierras para roturar en nuevas áreas y optaron por no volver a sus localidades de procedencia), fueron un factor importante en la profusión de rozas clandestinas que se llevaron a cabo durante la década de 1770 en determinadas áreas; junto a ello el empobrecimiento provocado por la venta de las tierras familiares, para subsistir durante las hambrunas de 1769-1773, movilizó al campesinado a buscar nuevas tierras de cultivo a fin de recomponer su pequeña propiedad. No obstante, este proceso roturador no estuvo protagonizado únicamente por el campesinado pobre, sin que se vio espoleado por la terratenencia tradicional, la iglesia católica y la burguesía agraria, que lograban hacerse con la propiedad de las tierras roturadas gracias a su influencia sobre la comunidad rural y a la impunidad que les conferían sus relaciones con los oficiales de justicia empleados de la metrópoli encargados de reprimir las roturaciones clandestinas.

 

Es probable que las roturaciones desencadenadas masivamente en algunas islas como Chinet (Tenerife) y Tmarñant (Gran Canaria) lograsen equilibrar la producción, manteniendo los precios bajos durante el periodo que medió entre las décadas de 1770-80 y 1780-90; pero el «déficit» en la producción de subsistencia era un factor estructural que no se alteró, sino que tendió a agravarse a largo plazo una vez que los rendimientos decrecientes de las tierras roturadas comenzaron a actuar de nuevo provocando la aparición de fuertes alzas coyunturales de precios como la acaecida en 1787. (Juan Ramón Núñez Pestano; 1991)

 

1775. Graciliano Afonso. Orotava de Tenerife, 1775; Las Palmas, 1861. Dos lugares y dos fechas límites. 86 años llenos de vida apasionada, dramática. De su padre, Cristóbal, pintor-restaurador y comediógrafo de la escuela calderoniana -como Alayón, agustino de La Orotava a quien se deben autos sacramentales -, recibe Graciliano, de niño, las inquietudes artísticas. Un abogado orotavense, amigo de la familia, le recomienda al obispo Tavira y le permite obtener beca para estudios en el Seminario Conciliar. En 1790, seminarista en Las Palmas; luego, en calidad de profesor de filosofía, permanecerá vinculado a aquella institución hasta 1806.

 

El Seminario, siguiendo las pautas dictadas por los obispos Tavira y Verdugo, participa de las Ilustraciones; su profesorado se caracterizaría por su enciclopedismo y "novedad". Allí dirige y patrocina conclusiones filosóficas y facilita "libros prohibidos" a sus alumnos. El área de su influencia y magisterio es el "foco de opiniones arriesgadas", convertido en verdadero centro cultural del Archipiélago desde su fundación por el obispo Herrera hasta Verdugo, donde galicanismo, jansenismo e Ilustraciones generan expedientes inquisitoriales por lecturas, por defender doctrinas arriesgadas, por discutir temas peligrosos para la fe. Los sacerdotes Hernández Rosado, Albertos, Lucas Ramirez, Casañas, Antonio Ruiz y Rafael Bento, entre los "tocados por las nuevas ideas", llegarian a ser ilustres en el foro, en el púlpito, en la poesía o en la política.

 

De 1790 a 1804, simultanea sus estudios en el Seminario y en la Universidad de Alcalá (españa), coincidiendo allí con célebres maestros y condiscípulos: Dusmet, Peraza, Romo, futuro obispo de Canarias, mientras el Santo Oficio sigue la pista del universitario que persiste en la defensa de doctrinas poco aceptadas y en acogerse a escritos peligrosos -Condillac, Leon. Van-Espen, textos que ya habían circulado por manos de los seminaristas isleños.

 

La guerra de la metrópoli con el Reino Unido convierte sus viajes entre Canarias y España en pintorescas aventuras, como la que viviera en Mogador, vestido de moro y urdiendo fantasías.

 

Licenciado por la Universidad de Osuna, en 1806, aspira a la canongia doctoral del cabildo catedralicio de Canarias. Las Decretales de San Gregorio son algunos temas de su exitosa oposición, y como doctoral, pasa a intervenir en numerosos problemas que van a ser no sólo capitulares, sino políticos. A raíz de los sucesos de la plaza de Santa Ana en 1808, cuando el Cabildo permanente se hace cargo del gobierno de la isla, la junta lagunera comisiona al teniente coronel Creagh para que destituya a las autoridades nombradas en Las Palmas. En semejante coyuntura, Afonso empieza a jugar a la conspiración y es acusado de connivencia con los detenidos por el gobernador Creagh. Con él, Pablo Romero, Isidoro Romero, José Quintana y otros tantos amigos que se reunian a comentar los sucesos y noticias que desde Cádiz llegaban.

 

Es la época en que redacta diversos informes: sobre la fiesta del Pino de Teror en 1808; sobre el pleito con los administradores de Jandía; sobre como celebrar la proclamación del código constitucional de 1812; sobre las medidas a tomar en la peste del año anterior; sobre los primeros intentos de división episcopal de la diócesis; sobre la administración del legado de Verdugo; sobre la organización del Seminario, del cual es nombrado rector. El edicto pastoral que por encargo del cabildo catedralicio redacta, nos permite leer entre líneas a Locke, a Helvecio, autores manejados por el canonista Afonso, el primitivista Afonso. Un edicto, pues, cargado de política y espíritu revolucionario, en donde se defiende la vuelta a los ritos y a la "Iglesia primitiva".

 

Con el trienio constitucional, cambia su silla de coro por el escaño de diputado. A las Cortes le llevaron sus amigos políticos, y el 24 de abril de 1821 se halla residiendo en la calle Mayor de Madrid. Actúa en la comisión de Instrucción Pública y lucha por la unidad episcopal del Archipiélago. Se pronuncia, además, por la tesis de la independencia entre la Iglesia y el Estado, de acuerdo con formulaciones que ya asumió durante su etapa de profesor del Seminario y de doctoral. En la cuestión de la "capitalidad alternativa en Santa Cruz de Tenerife",  estableció un pacto secreto con el diputado tinerfeño Murphy, para que se quedasen en cada isla determinados organismos. Siguiendo al gobierno ya las Cortes, ante el acoso de la reacción absolutista y la ingerencia extranjera, pasa a Sevilla en 1823 y ligado al grupo de los más radicales,

vota la incapacidad del rey Fernando y combate la política de Bencomo, el adalid de la división de la diócesis. De Sevilla a Cádiz -donde escribe dramáticas cartas al Cabildo Catedral -, de Cádiz a Las Palmas, del Puerto de La Luz a Gáldar y desde allí a Santa Cruz para marchar, camino del exilio, a Venezuela.

 

En la república sudamericana otro período de su vida. entre 1823 y 1837. Nace el poeta prerromántico de versos valdesianos que canta la nueva libertad venezolana y mezcla la lírica amorosa y el canto pindárico. En la isla de Trinidad oficiando como párroco de 1835 a 1837, el exiliado ya poeta maduro no se aparta de Meléndez Valdés lee a Pindaro y a Horacio a Anacreonte y a Virgilio y traduce; traduce gracias a una buena biblioteca que poseía un amigo.

 

Su primer libro de versos. El beso de Abibina, con veintidós odas suyas, sesenta y cuatro traducciones de Anacreonte y el poema de leandro y Hero de Museo. Se publica en San Juan de Puerto Rico en 1837, con prólogo inédito e importante que supone el primer resumen de la poesía anacreóntica española. Sensibilidad y erotismo llenan esas páginas tras el modelo de Juan Segundo autor flamenco del XVI al que había traducido y de Meléndez el poeta de Salamanca. Abibina pastora de Tacoronte, parece escapada de una égloga valdesiana y la égloga le sirve al isleño de vehiculo para volver sus expatriados ojos a la isla natal. Te acuerdas Abibina un primer verso que posiblemente tomó de El Lago de lamartine es remembranza y es vivencia. Con palpitación humana.

 

Decretada por la reina Isabel la amnistía en 1838. Afonso regresa a Canarias. En Santa Cruz de Tenerife, mientras el barco se somete a la obligada cuarentena escribe La Oda al Teide, poema personal, autobiográfico evocador e histórico; de un historicísmo que aprendió del Duque de Rivas, su compañero en las Cortes: como aprendió también de Quintana la grandilocuencia.

 

Buena parte de la poesía regionalista romántica insular arrancaría de esa Oda y de otros de sus poemas dedicados a temas históricos regionales -Icod. Dácil. Doramas.

 

El doctoral Afonso se reincorpora a su cabildo y se entrega a una gran actividad capitular. Reanuda sus informes: sobre la creación de un Instituto, en 1846, que nacería en la laguna al año siguiente; sobre el cólera de 1851. En vísperas del Concordato, se ubica entre los adscritos al regalismo. Cartas y traducciones salen luego de su pluma dirigidas algunas de las primeras a los arrendatarios del Cabildo de Fuerteventura, lanzarote y Tenerife, así como en relación con las ediciones de sus primeros libros en las Palmas. Traduce La Eneida de Virgilio. El Paraíso Perdido de Milton. El Rizo Robado de Pope  y años más tarde la Antígona de Sófocles. En el Colegio de San Agustín a partir de 1850, se hace cargo de la cátedra de Retórica y Poética y prosigue transmitiendo ciencia a la juventud. Por sus aulas pasan Juan Evangelista Doreste, león y Joven. Agustín del Castillo, los hermanos Martínez de Escobar -Emiliano. Teófilo y Amaranto, sucesivamente alumnos discípulos y amigos de tertulia en su vejez de la casa de Reyes Católicos -.y otros muchos le conocieron o pudieron percibir la estela de su paso aquellos jóvenes que se llamaron Benito Pérez Galdós y Fernando león y Castillo.

 

Digamos por último, que no abandona su labor poética, y en 1851 nace la Oda a Codina, obispo que tanto significó para una ciudad llena de muertos la epidemia de cólera le sirve para cantar su amor al desvalido el amor y el horror ante los enfermos abandonados por sus familias, las carretas llenas de cadáveres y los improvisados cementerios. Octogenario, en 1861, acaba sus días en las Palmas el doctoral, el liberal perseguido el tardío prerromántico. Y el hombre, apasionado, vital, rico en dadivosa generosidad. (Alfonso Armas Ayala en: A.Millares.  1977, T. 4 :301)

 

* Guayre Adarguma Anez Ram n Yghasen.  

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Bibliografía

 

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