CREACIÓN DE "LA BAJADA DE LA VIRGEN DE LAS NIEVES"  

 

Guayre Adarguma  *

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1693 Septiembre 15

 

El presbítero de la iglesia católica Juan Bautista Pinto de Guisla (1631-1695)- Beneficiado de la Parroquia de El Salvador, en Tedote (Santa Cruz de la Palma ) otorgó su testamento ante el escribano Pedro Hernández de Mendoza Alvarado, “protocolado ante el mismo Escribano en 12 de mayo de 1695” . Consultor y Calificador del Santo Oficio de la Inquisición y Visitador General de la Isla-, Así instituyó una importante vinculación de bienes en virtud de su testamento. Sabía perfectamente, por tradición familiar, que sus abuelos, desde 1681, habían acordado celebrar todos los años, en Las Nieves, una fiesta a la Virgen el domingo infraoctavo de La Candelaria.

 

Así, habían intensificado el culto a la Sagrada Imagen, “de lo que él se sentía muy orgulloso”. Quería emular la acción de sus ancestros y por ello, se dispuso a crear la “Esclavitud de la Virgen de Las Nieves”. Añadió, además, la condición de ser dueño y señor de unas vastas tierras en el norte de La Palma, concretamente en Don Pedro (Garafía), las cuales habían sido compradas por sus padres a Francisco Espino de Castilla, que era las que destinaba a la festividad de “La Morenita”. Sumó también a este vínculo, otras tierras llamadas “La Lomadita” y “Las Piletas” en el mismo término municipal. En este célebre documento instituyó un mayorazgo a favor del Esclavo Electo, con la obligación de costear la mencionada fiesta.

Don Juan Bautista Lorenzo Rodríguez también recoge en su obra "Noticias…", un artículo titulado "una relación circunstanciada del objeto de dicha fundación y de las visicitudes de sus primeros años" y también "plan que se forma del contenido del Libro de la Esclavitud de Ntra. Sora., de Las Nieves". Fue precisamente durante la visita del Obispo Don Bartolomé García Jiménez, cuando se inicia a principios de 1676 la que llegaría a ser la célebre Bajada Lustral de la Virgen, comenzando en 1680 cada cinco años, en aquellos acabados en "cero y cinco".

El prelado, que había sido condiscípulo de Pinto en Salamanca, se había refugiado en La Palma al ser perseguido por los piratas moriscos. Aprovechó su estancia para atender una petición unánime que las más piadosas familias de la capital palmera le habían hecho. Estaba muy presente en Santa Cruz de La Palma una serie de altercados que precisaba de su intersección y apoyo espiritual. Por un lado la intentona de los dominicos que habían pretendido fundar convento de su orden en el santuario mariano (1649). A esto se añadía la pertinaz sequía de 1676 y los estragos del volcán de Fuencaliente (1677), que hicieron que se reavivara mucho más el cariño de los paisanos hacia su Excelsa Patrona. "En vez del pequeño adoratorio del que Plinio le dio cuenta al Rey Juba II de Mauritania, contemplan en precioso edificio a cuya magnificencia contribuyen los hijos de La Palma".

El Santuario recibía constantemente dádivas y ofrendas de los palmeros, presentes y ausentes. El ajuar y el joyero de la milagrosa Virgen se iban incrementando. De todo ello tomaba buena nota el prelado. Tantos buques bautizados bajo el nombre de la Virgen; exvotos recibidos desde América; marineros que regresan de sus terribles viajes sanos y salvos y le traen los prometidos regalos; enfermos curados que se postran ante Ella y le ofrecen prendas en agradecimiento; promesas cumplidas; hechos milagrosos… La popularidad de la Virgen de Las Nieves cunde por todo el orbe católico. Infinidad de ejemplos piadosos se suceden ante la vista del Obispo, que acaba conmovido.

Finalmente, Su Ilustrísima dispuso que se celebrara con solemnidad la fiesta de la Octava de la Purificación, dándose la circunstancia de estar la Virgen en El Salvador. Fue traída "en trono decente" desde su Santuario en solemnes y sentidas rogativas por la falta de agua. En vista de la especial devoción, cariño, respeto, fervor y asistencia… que el pueblo de La Palma tributó a la Santa Imagen, "Patrona de toda ella y de cuyo patrocinio se vale en todas sus necesidades", el Obispo "propuso que sería bien que para mayor culto y veneración de la Santa Imagen de Ntra. Sñra. de Las Nieves se trajese á la ciudad cada cinco años…". Abrazaron la propuesta las personas que se hallaron presentes, encargándose cada una de un día en la Octava; "y para este fin, se juntaron las ocho personas y presentaron escrito á su Iltma. pidiéndole lo dejase así dispuesto, y mandado, como así lo hizo, que cada cinco años se trajese a la ciudad; y se dio principio en 1680…".

FUNDACIÓN DE LA ESCLAVITUD

Para crear la "Esclavitud", Pinto de Guisla reunió en el Santuario a veintiuno de sus familiares, número que fue meticulosamente estudiado y prefijado. Eran precisamente aquellos que tuvieron más continua asistencia en las Fiestas de "Asieta" y los que habían dedicado más tiempo al servicio y veneración a la "Señora del Monte". Popular y cariñosamente conocemos los palmeros a nuestra Patrona con el nombre de "Asieta", que corresponde a las iniciales de: "Alma Santa Inmaculada En Tedote Aparecida".

Se trataba de elegir a un Esclavo y a dos Ministros. En la bella capilla mayor se inició la elección de los mismos. Don Carlos Prado de Robles y Montañez, quien tenía a su cargo los servicios parroquiales, iba sobrevestido de blanco sobrepelliz y magnífica capa pluvial. Se cantó el himno de Pentecostés "Veni Creator spiritus" y la oración al Espíritu Santo. Depositó las papeletas de los candidatos en dos urnas limpias y "se echaron a suertes poniendo á una parte veintiún papelitos con el nombre de las personas unidas ad hoc y á otra parte otras tantas cédulas, á saber; diez y ocho en blanco y las tres restantes escritas. Una decía "Esclavo de Ntra. Sra." Y la otras dos "Ministros"."

Para la forma que había de dársela a esta fiesta, se tomó como base un cuadernillo impreso de una Esclavitud que había llegado a uno de los miembros de su acaudalada familia. "Jugada la suerte", fue nombrado Esclavo Mayor para el año 1681, nada más y nada menos que el propio iniciador de dicha Esclavitud. Éste se colocó entre los dos Ministros elegidos y, con el "rostro bañado en lágrimas, se arrodilla ante el altar, mientras que el sacerdote le pone al cuello una gruesa cadena de oro, y en su cabeza una corona de rosas blancas entonando el Te Deum de rigor". Después de esta emotiva ceremonia, que "acabó con fervorosas lágrimas de devoción", el Esclavo entregó la cadena para que sirviera de adorno a la Santa Imagen.

También el autor palmero Félix Duarte nos narra en su trabajo sobre esta particularidad festividad, titulado "Noble Esclavitud", de una manera tal, que él mismo sugiere haber tomado parte de esta histórica reunión. La actitud del ilustre caballero Pinto de Guisla es definida como aquélla "que suscita elogios en todos los pueblos de la provincia". Continúa: "oro y rosas bendecidos por manos sacerdotales tienen para él un prestigio de leyenda, cuando evoca los actos de sus ascendientes difuntos, que merecieron el respeto y la estimación de sus conciudadanos".

CUARTO DE LOS ESCLAVOS

La habitación que está encima de la actual sacristía fue construida por el Señor Pinto de Guisla. Pretendía colocar allí un camastro para pernoctar en él durante las fiestas o cuando asistía a una de las novenas que hacía anualmente a la Virgen. El primer dato que se tiene referente a la celebración de la festividad de Nuestra Señora de Las Nieves, en su ermita y la asistencia del clero, como relata Alberto José Fdez. García, "nos lo da el mayordomo Pedro Váez en sus cuentas de 12 de julio de 1534. Se descarga con una dobla que costó la comida de todos los sacerdotes que asistían a oficiar los actos del día en los años precedentes de 1531 al 1533".

Destinó aquel cuarto principalmente a la fundación de la Esclavitud; una habitación "que con las licencias necesarias había fabricado sobre la Sacristía de la Parroquia de Las Nieves de su propio peculio". También a esta Hermandad regaló un hermoso terno para que se usara en las principales festividades de la Virgen.

El Sr. Obispo Don Bartolomé García Ximénez, que siempre dispensó al Sr. Pinto "el afecto de amigo prodigándole sus alabanzas", le dio licencia el 13 de abril de 1685 para abrir una ventana que diera a la capilla mayor del Santuario. El fundador dejó claro que el dominio directo era de la Iglesia, y para él y su familia sólo se reservaba el dominio útil y uso de dicha habitación. La faceta más importante de este clérigo nacido en la capital palmera- quien había demostrado, en palabras del Obispo, "su celo, asiduidad y diligencia" como Juez y Visitador-, la realizó al llevar a cabo la ingente labor de dedicarse a la recopilación de citas y datos de interés - "creación de ermitas, e iglesias, cláusulas fundacionales, censos, capillanías, etc., a fin de paliar en lo posible la pérdida de documentos antiguos ocasionados por el terrible saqueo de la ciudad a manos de corsarios franceses en 1553", además de otros muchos cometidos. Era lo que entonces se llamaba un "papelista consumado y tanto, que es fama, que á fuerza de escribir, se le formó una callosidad en el dedo cordial de la mano derecha…"

En el mismo testamento, el caballero Don Juan Pinto ordenó a sus herederos que hicieran quince cuadros al óleo para colocarlos en aquel cuarto de la Esclavitud de Nuestra Señora de Las Nieves.

En el acta del Cabildo de 16 de julio de 1681, se acordó que el Mayordomo de Propios continuase satisfaciendo los 300 reales para la comida del Cabildo el día de Nuestra Señora de Las Nieves, y "que se suplicase a Su Majestad para que movido de su santo celo mandase despachar su Real Cédula de facultad poder gastar esta cantidad en tan santo ministerio".

OTROS "ESCLAVOS"

En 1682 se procedió a la elección del nuevo "Esclavo de la Virgen". Tras echarlo a suertes, recayó el honroso título a Doña Beatriz Corona y Castilla, viuda de Don Diego de Guisla Sandoval. Sucesivamente se convirtieron en "Esclavos": el Subdiácono Fray Bartolomé Pinto en 1683; Don Pedro de Guisla Corona, Consultor y Comisario del Santo Oficio en 1684; en 1685 la Madre Sor Ana del Rosario Guisla. "Siendo digno de reparo que habiendo de estar aquel año la Santa Imagen de Ntra. Sora de Las Nieves", en la capital palmera para las celebraciones de la Octava de Candelaria, según estaba dispuesto que se hiciera cada quinquenio, "y no poder asistir á la fiesta que se había de celebrar la esclava electa por razon de la clausura en que se hallaba", se dispuso que la mencionada religiosa hiciese dicha fiesta de la Virgen en la Iglesia de Santa Águeda, Patrona de Santa Cruz de La Palma, uno de los días que la "Señora de La Palma" había de permanecer en esta ermita. Se siguió con las elecciones y así, en 1686 le tocó nuevamente a Don Pedro de Guisla Corona; en 1687 a Don Diego Pinto de Guisla y para el año siguiente a la Madre "Soror" María de la Piedad Pinto. Ese año se nombró como Ministro Primero a la Madre Inés de San Bartolomé Pinto y Segundo a Madre Inés de Santa Beatriz de Guisla.

En definitiva, la misión de los "Esclavos" y de sus "Ministros" era la celebración de la fiesta de la Virgen y que ésta se "perpetúe en su familia para que por este medio se conserven unidos al culto y veneración de Ntra. Señora y de su Santa Imagen de Las Nieves".

REGLAS DE LA ESCLAVITUD

El día 4 de febrero de 1688, veintiuna personas firmaron las constituciones de la "Esclavitud", fundada al mismo tiempo que lo fue la Bajada de la Virgen. Entre las condiciones que se aceptaron figuraban, por ejemplo, las siguientes:

1.     Sólo podían entrar en esta "unión" aquellas personas que fueran legítimos descendientes del primer matrimonio que inició la "Esclavitud". Es curiosa la forma en la que el alcalde Don Juan Bautista Lorenzo describe esta cláusula: "que el que no fuera hijo legitimo, nacido de legitimo matrimonio, y no legitimado, sino fuere por matrimonio siguiente contraído legítimamente sin dispensación, ha de ser incapaz de entrar en ella…". Sí tenían cabida, no obstante, los hijos naturales descendientes de aquella pareja, que fueren religiosos o religiosas profesas. Desde el día de la toma de hábitos, "han de ser admitidos y entrar en el número como los demás, con tal que sea hijo o hija natural de varón de la familia y no de hembra y que sea reconocido por su padre…"

2.     Los cónyuges de los descendientes legítimos también entrarían a formar parte de esta Hermandad, desde el día del matrimonio. Lo conservaban también después de la muerte del titular. Lo perdían si se casaban en segundas nupcias con alguien ajeno a la familia. No era así si el nuevo cónyuge pertenecía a ella.

3.     Como la familia crecía constantemente, se acordó de que el número máximo de miembros de la Hermandad que entren en suertes para el sorteo del Esclavo fuese de 40, "que han de ser los primeros que estubieren escritos en la lista ó matrícula, al fin de este libro, descontados los difuntos…"

4.     La elección del hermano mayor o Esclavo de la siguiente edición tendría que efectuarse una vez al año, después de la celebración de la fiesta, "ó el mismo día ó en otro cualquiera". En caso de que alguno estuviera ausente de la isla, "no ha de entrar en dicha suerte".

5.     El Esclavo tenía que cuidar al máximo la celebración de la Fiesta, con el mayor ornato y decencia, así como distribuir los cometidos entre los hermanos. En caso de fallecimiento durante el año de mandato, el Ministro primero lo sustituiría. Si éste moría, pasaría al segundo.

6.     Como había miembros religiosos, en caso de que alguno de ellos tuviera que decir la Misa de la Fiesta y vestirse de diácono y subdiácono, "lo han de hacer como lo dispusiese el Esclavo pidiendo licencia al V. Cura de la Iglesia á quien siempre han de dar los 24 reales que se le han dado hasta aquí y que tiene prometidos para siempre el dicho Licdo. Don Juan Pinto de Guisla". El oficiante cumplirá con la tradición de decir misa rezada por los miembros de la Unión, vivos y difuntos.

OTROS VÍNCULOS

Doña Francisca Santos Durán, vecina de esta ciudad, dio y entregó al Sargento Mayor Don Diego de Guisla y Castilla, Alguacil Mayor del Santo Oficio de la Inquisición de La Palma, 1.000 reales en contado para que como Mayordomo de Fábrica de Ntra. Sra. de Las Nieves los impusiera a tributo; y que con sus réditos se prediquen ocho sermones o pláticas de doctrina y alabanzas de Nuestra Señora; y que se den limosna 15 reales por cada una y lo que restare quede para la dicha fábrica. Este vínculo se inició en 1706.

El Doctor Don Pedro de Guisla Corona, Consultor y Comisario del Santo Oficio de la Inquisición, Vicario y Juez de cuatro causas de La Palma fue uno de los que firmaron el memorial ante el Ilmo. Sr. Obispo Don Bartolomé García Jiménez. En razón de los días de la festividad de Nuestra Señora de Candelaria que se había de celebrar "cada quinquenio con la milagrosísima Imagen de Las Nieves", otorgó su testamento cerrado, "que fue abierto por la Real Justicia en 24 de febrero de 1706, y fue mandado protocolar ese mismo día en el Registro de instrumentos publicos de Andrés de Huerta". En una de sus cláusulas, hizo vínculo de todos sus bienes y puso por obligación de encender y enramar el referido día de la octava. "Item. Que todos los sucesores de este vínculo han de ser obrigados a encender y enramar un día de la octava con la imagen de Nuestra Señora de Las Nieves, que este día es el que me obligué a encender por todos los de mi vida, como lo he hecho hasta aquí desde que se instituyó la dicha octava; y es mi voluntad y lo ha sido siempre perpetuarlo como lo hago".

Entre los bienhechores de este fastuoso templo, el más rico de La Palma, merece especial atención Don Cristóbal Pérez Volcán. Por su testamento, otorgado en La Habana el 5 de enero de 1790 ante Nicolás de Frías, dejó 1.500 $ para el día octavo de la festividad de la Virgen. Dice así la quinta cláusula de su testamento: "Mando asimismo se impongan 1.500 pesos para que con sus réditos el Cura de la Parroquia de Nuestra Señora de Las Nieves y su Mayordomo le hagan perpetuamente la última fiesta de su octava, y lo sobrante se aplique al culto de esta misma Imagen".

Existen muchos más casos de vínculos y mayorazgos con los que las familias palmeras quisieron honrar a la "Reina de La Palma". Sirvan estos como ejemplos.

PRIMEROS DEVOTOS

Los devotos que dotaron la octava de Nuestra Señora de Las Nieves en su Bajada lustral a esta ciudad en cada quinquenio, fueron los señores relacionados a continuación. Todos ellos se obligaron a poner la cera para "un día de la octava, señalando 24 velas de a media libra, y reservando el primero día que se trajera la Santa Imagen, que había de ser la víspera de la fiesta, para la Ciudad, Justicia y Regimiento". Juramento que hicieron "para todos los días de su vida"

1.     Lcdo. Don Juan Pinto de Guisla (Beneficiado de El Salvador, Consultor del Santo Oficio de la Inquisición y Visitador General de La Palma)

2.     Dtor. D. Pedro de Guisla Corona (Presbítero, Consultor del Santo Oficio de la Inquisición)

3.     Don Diego de Guisla y Castilla (Sargento Mayor y Regidor de La Palma)

4.     Lcdo. Don Melchor Brier y Monteverde (Abogado de Los Consejos, Vicario y Juez de cuatro causas de esta isla)

5.     Don Antonio Pinto (Sargento Mayor del Regimiento)

6.     Don Nicolás Massieu y Rants (Regidor y Alguacil Mayor de La Palma)

7.     Don Juan Fierro Monteverde

8.     Don Miguel Abreu y Rege. (Maestre de Campo, Ministro de Santo Oficio de la Inquisición, Regidor y Gobernador de las Armas de esta isla por Su Majestad)

 

Imágenes tomadas de El Apuron y de Miguel Ángel Martín Sánchez

* Separata de "FEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA - UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS - PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1691-1670 - CAPÍTULO XXXII – IV (I)

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