FEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1691-1670
CAPÍTULO XXXII – IV (I)
Guayre Adarguma
1693.
La emigración canaria a Cuba se difunde desde el último tercio del siglo XVII
en la provincia de La Habana y en menor medida en la región central de la isla.
Gracias al tabaco, transforman la economía insular y marcan el comienzo de una
etapa de crecimiento económico marcada por las exportaciones. En 1693 con
familias canarias nació Matanzas. Los canarios no se dedicaron exclusivamente
al cultivo del tabaco, explotaron pequeños huertos para abastecer de maloja
(alimento para el ganado) o de vegetales. Un volumen significativo del pequeño
comercio estaba en sus manos. El tráfico con la colonia de Canarias fue el
punto de partida para la formación de elites mercantiles isleñas que se
integraron dentro de los estratos altos de la sociedad cubana.
Sin
embargo la mayoría lucha por acceder a la tierra y por obstaculizar el
desarrollo de los privilegios señoriales de los terratenientes criollos
cubanos, como los de Bejucal en 1713 o Nuestra Señora del Rosario en 1731. Jalón
esencial en esa lucha sería Santiago de las Vegas, constituida en villas señoriales
en 1775, tras un dilatado pleito. La Corona española quiso monopolizar el
tabaco a través del monopolio estatal.
1693.
En el cambio de siglo, se permitió salir granos para Chinet (Tenerife), como
norma habitual, de los colonos españoles más preocupados por sus bolsillos que
por los seres humanos que habitaban la isla, a pesar de ser mal año de cosechas
lo que condujo a nueva hambruna obligando a emigrar aproximadamente mil personas
y el resto a vivir de raíces o estacionarse en la costa para alimentarse de
lapas, burgados o de la pesca, siempre abundante. Y en el año 1703, aún peor
que el de l693, con bastantes muertes por inanición, detectándose
enterramientos por esta causa en la ermita de Candelaria de la Oliva, los días
3, 18 y 19 de agosto y 14 y 24 de septiembre. En dicho año se extinguen vacas y
ovejas, ordenando el Cabildo que el resto existente, cabrío, que queda en
Un
año malo producía el comienzo del hambre pero dos o tres años seguidos, que
ocurría con cierta frecuencia, significaba el hambre asoladora para los
habitantes de la isla que optaban por la emigración a la desesperada y por los
escasos medios náuticos disponibles, produciendo la casi despoblación total y
a su vez un grave problema para las islas receptoras, Tamaránt (Gran Canaria) y
Chinech (Tenerife) preferentemente, con merma de recursos puesto que las sequías,
aunque menos intensas, también las afectaban. Esto sucedió en la llamada
"gran hambre de l721" y en los dos años siguientes que repercutieron
grandemente y explican las causas de emigración forzada.
Desde el año anterior
al inicio de la crisis, la cosecha presentaba dificultades por lo escasa, que
aumentarían de continuar la sequía en las siguientes, como desgraciadamente
ocurrió por tres años más hasta l723.
1693
Septiembre 15. El presbítero de la
iglesia católica Juan Bautista Pinto de Guisla (1631-1695)- Beneficiado de
Así,
habían intensificado el culto a la Sagrada Imagen, “de lo que él se sentía
muy orgulloso”. Quería emular la acción de sus ancestros y por ello, se
dispuso a crear la “Esclavitud de la Virgen de Las Nieves”. Añadió, además,
la condición de ser dueño y señor de unas vastas tierras en el norte de La
Palma, concretamente en Don Pedro (Garafía), las cuales habían sido compradas
por sus padres a Francisco Espino de Castilla, que era las que destinaba a la
festividad de “La Morenita”. Sumó también a este vínculo, otras tierras
llamadas “La Lomadita” y “Las Piletas” en el mismo término municipal.
En este célebre documento instituyó un mayorazgo a favor del Esclavo Electo,
con la obligación de costear la mencionada fiesta.
CREACIÓN DE
"LA BAJADA DE LA VIRGEN"
Don Juan Bautista
Lorenzo Rodríguez también recoge en su obra "Noticias…", un artículo
titulado "una relación circunstanciada del objeto de dicha fundación y de
las visicitudes de sus primeros años" y también "plan que se forma
del contenido del Libro de
El prelado, que había
sido condiscípulo de Pinto en Salamanca, se había refugiado en La Palma al ser
perseguido por los piratas moriscos. Aprovechó su estancia para atender una
petición unánime que las más piadosas familias de la capital palmera le habían
hecho. Estaba muy presente en Santa Cruz de La Palma una serie de altercados que
precisaba de su intersección y apoyo espiritual. Por un lado la intentona de
los dominicos que habían pretendido fundar convento de su orden en el santuario
mariano (1649). A esto se añadía la pertinaz sequía de 1676 y los estragos
del volcán de Fuencaliente (1677), que hicieron que se reavivara mucho más el
cariño de los paisanos hacia su Excelsa Patrona. "En vez del pequeño
adoratorio del que Plinio le dio cuenta al Rey Juba II de Mauritania, contemplan
en precioso edificio a cuya magnificencia contribuyen los hijos de La
Palma".
El Santuario recibía
constantemente dádivas y ofrendas de los palmeros, presentes y ausentes. El
ajuar y el joyero de la milagrosa Virgen se iban incrementando. De todo ello
tomaba buena nota el prelado. Tantos buques bautizados bajo el nombre de la
Virgen; exvotos recibidos desde América; marineros que regresan de sus
terribles viajes sanos y salvos y le traen los prometidos regalos; enfermos
curados que se postran ante Ella y le ofrecen prendas en agradecimiento;
promesas cumplidas; hechos milagrosos… La popularidad de la Virgen de Las
Nieves cunde por todo el orbe católico. Infinidad de ejemplos piadosos se
suceden ante la vista del Obispo, que acaba conmovido.
Finalmente, Su Ilustrísima
dispuso que se celebrara con solemnidad la fiesta de la Octava de la Purificación,
dándose la circunstancia de estar la Virgen en El Salvador. Fue traída
"en trono decente" desde su Santuario en solemnes y sentidas rogativas
por la falta de agua. En vista de la especial devoción, cariño, respeto,
fervor y asistencia… que el pueblo de La Palma tributó a la Santa Imagen,
"Patrona de toda ella y de cuyo patrocinio se vale en todas sus
necesidades", el Obispo "propuso que sería bien que para mayor culto
y veneración de la Santa Imagen de Ntra. Sñra. de Las Nieves se trajese á la
ciudad cada cinco años…". Abrazaron la propuesta las personas que se
hallaron presentes, encargándose cada una de un día en la Octava; "y para
este fin, se juntaron las ocho personas y presentaron escrito á su Iltma. pidiéndole
lo dejase así dispuesto, y mandado, como así lo hizo, que cada cinco años se
trajese a la ciudad; y se dio principio en 1680…".
FUNDACIÓN DE
LA ESCLAVITUD
Para crear la
"Esclavitud", Pinto de Guisla reunió en el Santuario a veintiuno de
sus familiares, número que fue meticulosamente estudiado y prefijado. Eran
precisamente aquellos que tuvieron más continua asistencia en las Fiestas de
"Asieta" y los que habían dedicado más tiempo al servicio y veneración
a la "Señora del Monte". Popular y cariñosamente conocemos los
palmeros a nuestra Patrona con el nombre de "Asieta", que corresponde
a las iniciales de: "Alma Santa Inmaculada En Tedote Aparecida".
Se trataba de elegir a
un Esclavo y a dos Ministros. En la bella capilla mayor se inició la elección
de los mismos. Don Carlos Prado de Robles y Montañez, quien tenía a su cargo
los servicios parroquiales, iba sobrevestido de blanco sobrepelliz y magnífica
capa pluvial. Se cantó el himno de Pentecostés "Veni Creator spiritus"
y la oración al Espíritu Santo. Depositó las papeletas de los candidatos en
dos urnas limpias y "se echaron a suertes poniendo á una parte veintiún
papelitos con el nombre de las personas unidas ad hoc y á otra parte
otras tantas cédulas, á saber; diez y ocho en blanco y las tres restantes
escritas. Una decía "Esclavo de Ntra. Sra." Y la otras dos
"Ministros"."
Para la forma que había
de dársela a esta fiesta, se tomó como base un cuadernillo impreso de una
Esclavitud que había llegado a uno de los miembros de su acaudalada familia.
"Jugada la suerte", fue nombrado Esclavo Mayor para el año 1681, nada
más y nada menos que el propio iniciador de dicha Esclavitud. Éste se colocó
entre los dos Ministros elegidos y, con el "rostro bañado en lágrimas, se
arrodilla ante el altar, mientras que el sacerdote le pone al cuello una gruesa
cadena de oro, y en su cabeza una corona de rosas blancas entonando el Te
Deum de rigor". Después de esta emotiva ceremonia, que "acabó
con fervorosas lágrimas de devoción", el Esclavo entregó la cadena para
que sirviera de adorno a la Santa Imagen.
También el autor
palmero Félix Duarte nos narra en su trabajo sobre esta particularidad
festividad, titulado "Noble Esclavitud", de una manera tal, que él
mismo sugiere haber tomado parte de esta histórica reunión. La actitud del
ilustre caballero Pinto de Guisla es definida como aquélla "que suscita
elogios en todos los pueblos de la provincia". Continúa: "oro y rosas
bendecidos por manos sacerdotales tienen para él un prestigio de leyenda,
cuando evoca los actos de sus ascendientes difuntos, que merecieron el respeto y
la estimación de sus conciudadanos".
CUARTO DE LOS
ESCLAVOS
La habitación que está
encima de la actual sacristía fue construida por el Señor Pinto de Guisla.
Pretendía colocar allí un camastro para pernoctar en él durante las fiestas o
cuando asistía a una de las novenas que hacía anualmente a la Virgen. El
primer dato que se tiene referente a la celebración de la festividad de Nuestra
Señora de Las Nieves, en su ermita y la asistencia del clero, como relata
Alberto José Fdez. García, "nos lo da el mayordomo Pedro Váez en sus
cuentas de 12 de julio de 1534. Se descarga con una dobla que costó la comida
de todos los sacerdotes que asistían a oficiar los actos del día en los años
precedentes de 1531 al 1533".
Destinó aquel cuarto
principalmente a la fundación de la Esclavitud; una habitación "que con
las licencias necesarias había fabricado sobre la Sacristía de la Parroquia de
Las Nieves de su propio peculio". También a esta Hermandad regaló un
hermoso terno para que se usara en las principales festividades de la Virgen.
El Sr. Obispo Don
Bartolomé García Ximénez, que siempre dispensó al Sr. Pinto "el afecto
de amigo prodigándole sus alabanzas", le dio licencia el 13 de abril de
1685 para abrir una ventana que diera a la capilla mayor del Santuario. El
fundador dejó claro que el dominio directo era de la Iglesia, y para él y su
familia sólo se reservaba el dominio útil y uso de dicha habitación. La
faceta más importante de este clérigo nacido en la capital palmera- quien había
demostrado, en palabras del Obispo, "su celo, asiduidad y diligencia"
como Juez y Visitador-, la realizó al llevar a cabo la ingente labor de
dedicarse a la recopilación de citas y datos de interés - "creación de
ermitas, e iglesias, cláusulas fundacionales, censos, capillanías, etc., a fin
de paliar en lo posible la pérdida de documentos antiguos ocasionados por el
terrible saqueo de la ciudad a manos de corsarios franceses en 1553", además
de otros muchos cometidos. Era lo que entonces se llamaba un "papelista
consumado y tanto, que es fama, que á fuerza de escribir, se le formó una
callosidad en el dedo cordial de la mano derecha…"
En el mismo testamento,
el caballero Don Juan Pinto ordenó a sus herederos que hicieran quince cuadros
al óleo para colocarlos en aquel cuarto de la Esclavitud de Nuestra Señora de
Las Nieves.
En el acta del Cabildo
de 16 de julio de 1681, se acordó que el Mayordomo de Propios continuase
satisfaciendo los 300 reales para la comida del Cabildo el día de Nuestra Señora
de Las Nieves, y "que se suplicase a Su Majestad para que movido de su
santo celo mandase despachar su Real Cédula de facultad poder gastar esta
cantidad en tan santo ministerio".
OTROS
"ESCLAVOS"
En 1682 se procedió a
la elección del nuevo "Esclavo de la Virgen". Tras echarlo a suertes,
recayó el honroso título a Doña Beatriz Corona y Castilla, viuda de Don Diego
de Guisla Sandoval. Sucesivamente se convirtieron en "Esclavos": el
Subdiácono Fray Bartolomé Pinto en 1683; Don Pedro de Guisla Corona, Consultor
y Comisario del Santo Oficio en 1684; en 1685 la Madre Sor Ana del Rosario
Guisla. "Siendo digno de reparo que habiendo de estar aquel año la Santa
Imagen de Ntra. Sora de Las Nieves", en la capital palmera para las
celebraciones de la Octava de Candelaria, según estaba dispuesto que se hiciera
cada quinquenio, "y no poder asistir á la fiesta que se había de celebrar
la esclava electa por razon de la clausura en que se hallaba", se dispuso
que la mencionada religiosa hiciese dicha fiesta de la Virgen en la Iglesia de
Santa Águeda, Patrona de Santa Cruz de La Palma, uno de los días que la
"Señora de La Palma" había de permanecer en esta ermita. Se siguió
con las elecciones y así, en 1686 le tocó nuevamente a Don Pedro de Guisla
Corona; en
En definitiva, la misión
de los "Esclavos" y de sus "Ministros" era la celebración
de la fiesta de la Virgen y que ésta se "perpetúe en su familia para que
por este medio se conserven unidos al culto y veneración de Ntra. Señora y de
su Santa Imagen de Las Nieves".
REGLAS DE LA
ESCLAVITUD
El día 4 de febrero de
1688, veintiuna personas firmaron las constituciones de la
"Esclavitud", fundada al mismo tiempo que lo fue la Bajada de la
Virgen. Entre las condiciones que se aceptaron figuraban, por ejemplo, las
siguientes:
1.
Sólo podían entrar en esta
"unión" aquellas personas que fueran legítimos descendientes del
primer matrimonio que inició la "Esclavitud". Es curiosa la forma en
la que el alcalde Don Juan Bautista Lorenzo describe esta cláusula: "que
el que no fuera hijo legitimo, nacido de legitimo matrimonio, y no legitimado,
sino fuere por matrimonio siguiente contraído legítimamente sin dispensación,
ha de ser incapaz de entrar en ella…". Sí tenían cabida, no obstante,
los hijos naturales descendientes de aquella pareja, que fueren religiosos o
religiosas profesas. Desde el día de la toma de hábitos, "han de ser
admitidos y entrar en el número como los demás, con tal que sea hijo o hija
natural de varón de la familia y no de hembra y que sea reconocido por su
padre…"
2.
Los cónyuges de los descendientes
legítimos también entrarían a formar parte de esta Hermandad, desde el día
del matrimonio. Lo conservaban también después de la muerte del titular. Lo
perdían si se casaban en segundas nupcias con alguien ajeno a la familia. No
era así si el nuevo cónyuge pertenecía a ella.
3.
Como la familia crecía
constantemente, se acordó de que el número máximo de miembros de la Hermandad
que entren en suertes para el sorteo del Esclavo fuese de 40, "que han de
ser los primeros que estubieren escritos en la lista ó matrícula, al fin de
este libro, descontados los difuntos…"
4.
La elección del hermano mayor o
Esclavo de la siguiente edición tendría que efectuarse una vez al año, después
de la celebración de la fiesta, "ó el mismo día ó en otro
cualquiera". En caso de que alguno estuviera ausente de la isla, "no
ha de entrar en dicha suerte".
5.
El Esclavo tenía que cuidar al máximo
la celebración de la Fiesta, con el mayor ornato y decencia, así como
distribuir los cometidos entre los hermanos. En caso de fallecimiento durante el
año de mandato, el Ministro primero lo sustituiría. Si éste moría, pasaría
al segundo.
6.
Como había miembros religiosos, en
caso de que alguno de ellos tuviera que decir la Misa de la Fiesta y vestirse de
diácono y subdiácono, "lo han de hacer como lo dispusiese el Esclavo
pidiendo licencia al V. Cura de la Iglesia á quien siempre han de dar los 24
reales que se le han dado hasta aquí y que tiene prometidos para siempre el
dicho Licdo. Don Juan Pinto de Guisla". El oficiante cumplirá con la
tradición de decir misa rezada por los miembros de la Unión, vivos y difuntos.
OTROS VÍNCULOS
Doña Francisca Santos
Durán, vecina de esta ciudad, dio y entregó al Sargento Mayor Don Diego de
Guisla y Castilla, Alguacil Mayor del Santo Oficio de la Inquisición de La
Palma, 1.000 reales en contado para que como Mayordomo de Fábrica de Ntra. Sra.
de Las Nieves los impusiera a tributo; y que con sus réditos se prediquen ocho
sermones o pláticas de doctrina y alabanzas de Nuestra Señora; y que se den
limosna 15 reales por cada una y lo que restare quede para la dicha fábrica.
Este vínculo se inició en 1706.
El Doctor Don Pedro de
Guisla Corona, Consultor y Comisario del Santo Oficio de la Inquisición,
Vicario y Juez de cuatro causas de La Palma fue uno de los que firmaron el
memorial ante el Ilmo. Sr. Obispo Don Bartolomé García Jiménez. En razón de
los días de la festividad de Nuestra Señora de Candelaria que se había de
celebrar "cada quinquenio con la milagrosísima Imagen de Las Nieves",
otorgó su testamento cerrado, "que fue abierto por la Real Justicia en 24
de febrero de 1706, y fue mandado protocolar ese mismo día en el Registro de
instrumentos publicos de Andrés de Huerta". En una de sus cláusulas, hizo
vínculo de todos sus bienes y puso por obligación de encender y enramar el
referido día de la octava. "Item. Que todos los sucesores de este vínculo
han de ser obrigados a encender y enramar un día de la octava con la imagen de
Nuestra Señora de Las Nieves, que este día es el que me obligué a encender
por todos los de mi vida, como lo he hecho hasta aquí desde que se instituyó
la dicha octava; y es mi voluntad y lo ha sido siempre perpetuarlo como lo
hago".
Entre los bienhechores
de este fastuoso templo, el más rico de La Palma, merece especial atención Don
Cristóbal Pérez Volcán. Por su testamento, otorgado en La Habana el 5 de
enero de 1790 ante Nicolás de Frías, dejó 1.500 $ para el día octavo de la
festividad de la Virgen. Dice así la quinta cláusula de su testamento:
"Mando asimismo se impongan 1.500 pesos para que con sus réditos el Cura
de la Parroquia de Nuestra Señora de Las Nieves y su Mayordomo le hagan
perpetuamente la última fiesta de su octava, y lo sobrante se aplique al culto
de esta misma Imagen".
Existen muchos más
casos de vínculos y mayorazgos con los que las familias palmeras quisieron
honrar a la "Reina de La Palma". Sirvan estos como ejemplos.
PRIMEROS
DEVOTOS
Los devotos que dotaron
la octava de Nuestra Señora de Las Nieves en su Bajada lustral a esta ciudad en
cada quinquenio, fueron los señores relacionados a continuación. Todos ellos
se obligaron a poner la cera para "un día de la octava, señalando 24
velas de a media libra, y reservando el primero día que se trajera la Santa
Imagen, que había de ser la víspera de la fiesta, para la Ciudad, Justicia y
Regimiento". Juramento que hicieron "para todos los días de su
vida"
1.
Lcdo. Don Juan Pinto de Guisla
(Beneficiado de El Salvador, Consultor del Santo Oficio de la Inquisición y
Visitador General de La Palma)
2.
Dtor. D. Pedro de Guisla Corona
(Presbítero, Consultor del Santo Oficio de la Inquisición)
3.
Don Diego de Guisla y Castilla
(Sargento Mayor y Regidor de La Palma)
4.
Lcdo. Don Melchor Brier y
Monteverde (Abogado de Los Consejos, Vicario y Juez de cuatro causas de esta
isla)
5.
Don Antonio Pinto (Sargento Mayor
del Regimiento)
6.
Don Nicolás Massieu y Rants
(Regidor y Alguacil Mayor de La Palma)
7.
Don Juan Fierro Monteverde
8.
Don Miguel Abreu y Rege. (Maestre
de Campo, Ministro de Santo Oficio de la Inquisición, Regidor y Gobernador de
las Armas de esta isla por Su Majestad)
1693
Octubre 12. Por Real Orden, y con 30 familias llegadas de las Islas Canarias
se crea la población de Matanzas en Cuba. La
ciudad-capital bordea a la bahía de Guanima, cuya denominación original cambió
a partir de 1510, cuando en sus aguas fue ajusticiado un grupo de conquistadores
españoles por los aborígenes al mando del cacique Guayucayex, considerado el
primer acto de rebeldía contra los invasores
acontecido en Cuba.
Matanzas, es municipio
cabecera de la provincia de igual nombre, ocupa una extensión territorial de
1694.
El medico e historiador natural de Telde, Tamaránt (Gran Canaria) don Tomás
Marín de Cubas nos dejó una semblanza de los naturales habitantes de la isla
en su dice en su obra “Historia de las Siete Islas ”Es Canaria de muchos
montes, árboles, fuentes, arroyos, y por donde quiera hay mucha agua, y riscos
muy puntiagudos; tiene de largo 12 leguas, de ancho 11; tiene muchas aves
silvestres, ganado, árboles silvestres,
salvo higueras que tiene muchas, por fuera blancos y
dentro colorados, diferentes en mucho a los de España el fruto de
ellas; sus moradores son muchos y diestros en la pelea; abundan en
todo género de legumbres y granos, miel silvestre de abejeras en grutas
de los riscos que suelen destilar para ellos”
”Andan
sus moradores desnudos menos la cintura que cubren de cierta
esterilla de palmas, son grandes nadadores y corredores, diestros en
saltar y bailar. Lábranse los brazos con ciertas pinturas a fuego, el
cabello largo acogido en trenza a la parte de la espalda y es a modo
de guedeja que cuelga del capote, la barba crecida en punta y otros
rapados cabeza y barba; es gente hermosa, bien ajeitada (sic),[1]
fuerte y robusta, las narices pequeñas,
ojos grandes; las mujeres son aseadas más
que otras, visten pieles de gamuza y badanas teñidas con levase
hasta los pies; sus ganados son cabras, puercos, ovejas sin lana, que
es un género que en África usan mucho, y perrillos salvajes más pequeños
que los lobos. Danse los riegos, mas que con poco beneficio.
“Tiene
la Isla muchas poblaciones que se ven del mar. Había grandes poblados de cuevas
artificiales y sobre todo, viviendas de superficie construida de forma circular
con techo vegetal, formando verdaderas estructuras urbanas.”
La isla estaba dividida en varios
“guanartematos” o regiones independientes: Galdar (especie de capital),
Telde, Artiacar, Arucas, Agaete, Artebirgo, Aquezata, Tejeda y Tamaraceite.
El
Sabor o Tagoror, era el congreso de los guanches, poseía cien miembros
aunque Torriani dice que solo eran doce. Se les denominaban Gayres o
Guaires, y sus vacantes eran cubiertas por sus descendientes. Tenían el
privilegio de acostarse con las vírgenes y éstas no podían contraer
matrimonio sin haber cumplido esta ley, si quedaban embarazadas del noble, la
joven o el hijo adquirían automáticamente la calidad de noble. El Sabor
nombraba al Faycan, hacían juicios, atendían asuntos
religiosos y planificaban la economía. Los nobles no podían pelear con
alguien de clase inferior, y cometían un grave delito si cortaban carne de un
animal, tenían prohibido ordeñar cabras y guisar comida, se teñían el pelo
de rubio y sus vestidos les distinguían del resto de la población.
Acostumbraban a ir a las casas de recreo donde comían, cantaban y bailaban y
luego iban a bañarse juntos al mar. Los plebeyos, iban descalzos, y tenían
cabello corto, barba rapada y una piel sin costuras como vestido.
En la escala social inferior estaban
los intocables todos aquellos que tocaban la sangre, carniceros, embalsamadores
y verdugos.
Sus principales divinidades estaban
constituidas por La Diosa-Madre Tanit o Tara, Diosa Suprema, la Sol, ACORAN. Los
espíritus de los antepasados, espíritu libre y espíritu vital los cuales
prestan un servicio de ayuda a los parientes, y al entorno donde desarrollaron
sus actividades en vida. Divinidades
menores tutelares de los hogares, ganados y la naturaleza y la fertilidad
casi todos femeninos, se representaban con vientres
abultados, senos y sexo. Gabiot genio maléfico y las Tibicenas, espíritus
demoníacos con formas de perros lanudos que a veces eran vistos saliendo del
mar.
Las Maguadas o Harimaguadas, grupos de
mujeres sacerdotisas encargadas con los Faykanes de cuidar de la religión,
tambien cuidaban de las jóvenes de la nobleza que eran instruidas
en los misterios de la religión, y las educaban para las tareas que abría
de afrontar en el futuro, permanecían en estos colegios encerradas y sólo salían
para asistir a actos religiosos y cuando se casaban. Habían maestras y maestros
para nobles y plebeyos.
1694
Noviembre 22. Una fuerte avenida del
Barranco del Socorro que desemboca en el litoral de la ciudad de Santa Cruz de
La Palma, destruyó un castillo situado en su desembocadura.
Casi
al mismo tiempo que el de Santa Cruz del Barrio (1568) se construyó este fuerte
en la playa de Bajamar inmediato a la margen izquierda de la desembocadura del
Barranco.
1696.
Juan Hernández de la Rosa nació
en el Menceyato de Güímar isla Chinech (Tenerife). Emigró a Venezuela y en
1719 contrajo matrimonio en la Villa de San Carlos de Austria con doña Cipriana
Pérez Franco, natural de Tacoronte e hija de don Francisco Pérez Franco y de
doña Catalina Domínguez. Se estableció en la mencionada localidad venezolana,
donde desempeñó diferentes cargos: Alcalde de la Santa Hermandad (1738),
alcalde ordinario (1739, 1746 y 1747) y procurador general (1758). En esta
localidad celebró a su costa en 1746 la fiesta de proclamación del Rey
Fernando VI. En el aspecto militar en 1739 alcanzó el empleo de alférez
reformado de la compañía de Forasteros Milicianos de dicha villa de San Carlos
por nombramiento efectuado por el capitán general don Gabriel de Suluaga, del
que fue promovido en
1696
Febrero 19. El criollo Gabriel del Álamo
y Viera (algunas veces escribe su nombre y firma Viera del Álamo) nació en La
Orotava y recibió el bautismo por el rito católico en la parroquia de la
Concepción el 23 del mismo mes. Lo apadrinó el licenciado don Juan Correa,
presbítero, sin duda pariente suyo. Era hijo de Gabriel Rodríguez del Álamo y
de Magdalena Viera, nieto paterno de Domingo Gonzále del Álamo y de María
Isabel Domínguez Béthencourt, naturales de Los Silos, en esta isla, y materno
del doctor don José Viera, abogado de los Reales Consejos, muerto en Madrid
(España), y de María de Barrios Correa. El doctor Viera era a su vez hijo de
Alonso viera, escribano público que había sido de La Orotava, y de Catalina
Francisca; y María de Barrios Correa, de Francisco Pérez Barreto, natural de
la isla .de La Palma, y de María de Barrios, hija ésta del portugués Antonio
Correa y de Ana Rodríguez. Esta genealogía es la que resulta de la información
de limpieza de sangre que hizo en La Orotava, ante el alcalde mayor licenciado
Ledesma y el escribano Francisco Núñez, el 7 de agosto de 1732, en la que
declaran como testigos el alférez Andrés Afonso, Manuel Hernández Ximénez,
el capitán don Juan Antonio Home de Franchi, el también capitán don Juan de
Anchiéta Cabrera y San Martín y don Francisco de Lugo Viña. Todos ellos habían
conocido a los padres y abuelos de Gabriel Viera del Álamo, como aquí se hace
llamar, a excepción del doctor Viera, que había muerto en Madrid (España),
pero en el momento en que se hizo sólo vivía Magdalena Viera, la madre de
nuestro biografiado. Declaran asimismo los testigos que los Álamo y Viera eran
«personas de estimación-, con diferente eclesiásticos entre sus deudos.
Era
a la sazón don Gabriel del Alamo alcalde real de El Realejo de Arriba y había
obtenido a su favor la renuncia de la escribanía del Puerto de la Cruz de don
Baltasar Vandama (Van Damme) de Lezana, a cuyo fallecimiento comenzó a
ejercerla, el 14 de agosto del mismo año 1732; pero dicho oficio perteneció
con el carácter de perpetuo, por juro de heredad, al alférez don Pedro de Vera
y, muerto éste, a su viuda doña Isabel García Dumpierres y sus hijos el presbítero
don José Domingo de Vera, que residía en Santa Cruz, y su hermano don Lorenzo
Nicolás de Vera.
Don
Gabriel del Álamo, aparte del examen de aptitud para el oficio, que era
facultad del Cabildo, había de obtener, dentro de cierto plazo: real Título,
que aún no tenía en 1738, aunque afirma que lo solicito en plazo de la Cámara.
Pero, bien por la muerte del agente en Madrid, don Damián de Bustamante, o por
malicia, como dice en sus escritos el presbítero don José Domingo de Vera, el
caso es que el Consejo declaró caducado el derecho de los Vera y reintegrado el
oficio al Real Patrimonio, del que lo obtuvo, con igual carácter de perpetuo
por juro de heredad, a su favor, don Gabriel del Álamo y Viera, por Real Carta
fechada en el Buen Retiro el 24 de junio de 1738.
Quince
años ejerció la escribanía del Puerto, hasta 1757, fecha en que la vendió a
don Nicolás de Currás y Abréu, por escritura ante sí mismo de 21 de febrero
de dicho año, en la que figura como testigo, entre otros, su hijo, el presbítero
don José Antonio Viera y Clavijo. Este oficio daba derecho a «escribir y
actuar en todo el partido de Taoro», como resulta de los títulos, y para
ejercerlo don Gabríel del Álamo había dado en fianza, en unión de su segunda
esposa doña Antonia María Clavijo, por escritura que otorgó en El Realejo de
Arriba el 9 de agosto de 1732, ante don Jerónimo Agustín Hurtado de Mendoza y
Velasco, la mitad de un cercado de viña de vidueño y malvasía, en el pago de
San Jerónimo, con cabida de fanegada y media, y otras dos fanegadas de pan
sembrar e higueras en el pago de Los Horonales, lindando con el barranco de
Sancho Caballero, heredadas ambas de sus tías Isabel María y Lucía de Vega
[sic], así como unas casas altas y dos terreras, en la Calle Real que va a San
Sebastián y en la del Loro. El valor de estos bienes los cifró en 14.000
reales corrientes: Pero don Gabriel del Álamo no se conformó con la escribanía
del Puerto, sino que aspiraba a una. de la capital de la Isla, y la obtuvo por
renuncia a su favor de la que ejercía el alférez don Pedro José Ferrera, en
La Laguna, el 4 de septiembre de
Imagen
tomada de: Miguel Ángel Martín Sánchez
Continúa
en la entrega siguiente.
[1] Barba bien recortada y cuidada acabada en punta, la parte del bigote era rasurada.
Septiembre de 2013.
*
Guayre
Adarguma Anez Ram n Yghasen.
[Nota:
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