FEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA

 

UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1691-1670 

 

CAPÍTULO XXXII – IV (I)

 

Guayre Adarguma  

 

1693. La emigración canaria a Cuba se difunde desde el último tercio del siglo XVII en la provincia de La Habana y en menor medida en la región central de la isla. Gracias al tabaco, transforman la economía insular y marcan el comienzo de una etapa de crecimiento económico marcada por las exportaciones. En 1693 con familias canarias nació Matanzas. Los canarios no se dedicaron exclusivamente al cultivo del tabaco, explotaron pequeños huertos para abastecer de maloja (alimento para el ganado) o de vegetales. Un volumen significativo del pequeño comercio estaba en sus manos. El tráfico con la colonia de Canarias fue el punto de partida para la formación de elites mercantiles isleñas que se integraron dentro de los estratos altos de la sociedad cubana.

 

Sin embargo la mayoría lucha por acceder a la tierra y por obstaculizar el desarrollo de los privilegios señoriales de los terratenientes criollos cubanos, como los de Bejucal en 1713 o Nuestra Señora del Rosario en 1731. Jalón esencial en esa lucha sería Santiago de las Vegas, constituida en villas señoriales en 1775, tras un dilatado pleito. La Corona española quiso monopolizar el tabaco a través del monopolio estatal.

 

1693. En el cambio de siglo, se permitió salir granos para Chinet (Tenerife), como norma habitual, de los colonos españoles más preocupados por sus bolsillos que por los seres humanos que habitaban la isla, a pesar de ser mal año de cosechas lo que condujo a nueva hambruna obligando a emigrar aproximadamente mil personas y el resto a vivir de raíces o estacionarse en la costa para alimentarse de lapas, burgados o de la pesca, siempre abundante. Y en el año 1703, aún peor que el de l693, con bastantes muertes por inanición, detectándose enterramientos por esta causa en la ermita de Candelaria de la Oliva, los días 3, 18 y 19 de agosto y 14 y 24 de septiembre. En dicho año se extinguen vacas y ovejas, ordenando el Cabildo que el resto existente, cabrío, que queda en la Isla se lleve a Chinech (Tenerife) a vender o permutar por grano, observación curiosa en cuanto al destino del grano procedente de Chinech (Tenerife) siempre demandante. Hierbas y leche son los únicos alimentos de la isla y a tal necesidad se llega, apunta el Cabildo, que un tal Bernardo Pérez pide licencia para sacar de Erbania (Fuerteventura) dos jumentos que tiene, para que no se mueran de hambre.

 

Un año malo producía el comienzo del hambre pero dos o tres años seguidos, que ocurría con cierta frecuencia, significaba el hambre asoladora para los habitantes de la isla que optaban por la emigración a la desesperada y por los escasos medios náuticos disponibles, produciendo la casi despoblación total y a su vez un grave problema para las islas receptoras, Tamaránt (Gran Canaria) y Chinech (Tenerife) preferentemente, con merma de recursos puesto que las sequías, aunque menos intensas, también las afectaban. Esto sucedió en la llamada "gran hambre de l721" y en los dos años siguientes que repercutieron grandemente y explican las causas de emigración forzada.

Desde el año anterior al inicio de la crisis, la cosecha presentaba dificultades por lo escasa, que aumentarían de continuar la sequía en las siguientes, como desgraciadamente ocurrió por tres años más hasta l723.

1693 Septiembre 15. El presbítero de la iglesia católica Juan Bautista Pinto de Guisla (1631-1695)- Beneficiado de la Parroquia de El Salvador, en Tedote (Santa Cruz de la Palma ) otorgó su testamento ante el escribano Pedro Hernández de Mendoza Alvarado, “protocolado ante el mismo Escribano en 12 de mayo de 1695” . Consultor y Calificador del Santo Oficio de la Inquisición y Visitador General de la Isla-, Así instituyó una importante vinculación de bienes en virtud de su testamento. Sabía perfectamente, por tradición familiar, que sus abuelos, desde 1681, habían acordado celebrar todos los años, en Las Nieves, una fiesta a la Virgen el domingo infraoctavo de La Candelaria.

 

Así, habían intensificado el culto a la Sagrada Imagen, “de lo que él se sentía muy orgulloso”. Quería emular la acción de sus ancestros y por ello, se dispuso a crear la “Esclavitud de la Virgen de Las Nieves”. Añadió, además, la condición de ser dueño y señor de unas vastas tierras en el norte de La Palma, concretamente en Don Pedro (Garafía), las cuales habían sido compradas por sus padres a Francisco Espino de Castilla, que era las que destinaba a la festividad de “La Morenita”. Sumó también a este vínculo, otras tierras llamadas “La Lomadita” y “Las Piletas” en el mismo término municipal. En este célebre documento instituyó un mayorazgo a favor del Esclavo Electo, con la obligación de costear la mencionada fiesta.

CREACIÓN DE "LA BAJADA DE LA VIRGEN"

Don Juan Bautista Lorenzo Rodríguez también recoge en su obra "Noticias…", un artículo titulado "una relación circunstanciada del objeto de dicha fundación y de las visicitudes de sus primeros años" y también "plan que se forma del contenido del Libro de la Esclavitud de Ntra. Sora., de Las Nieves". Fue precisamente durante la visita del Obispo Don Bartolomé García Jiménez, cuando se inicia a principios de 1676 la que llegaría a ser la célebre Bajada Lustral de la Virgen, comenzando en 1680 cada cinco años, en aquellos acabados en "cero y cinco".

El prelado, que había sido condiscípulo de Pinto en Salamanca, se había refugiado en La Palma al ser perseguido por los piratas moriscos. Aprovechó su estancia para atender una petición unánime que las más piadosas familias de la capital palmera le habían hecho. Estaba muy presente en Santa Cruz de La Palma una serie de altercados que precisaba de su intersección y apoyo espiritual. Por un lado la intentona de los dominicos que habían pretendido fundar convento de su orden en el santuario mariano (1649). A esto se añadía la pertinaz sequía de 1676 y los estragos del volcán de Fuencaliente (1677), que hicieron que se reavivara mucho más el cariño de los paisanos hacia su Excelsa Patrona. "En vez del pequeño adoratorio del que Plinio le dio cuenta al Rey Juba II de Mauritania, contemplan en precioso edificio a cuya magnificencia contribuyen los hijos de La Palma".

El Santuario recibía constantemente dádivas y ofrendas de los palmeros, presentes y ausentes. El ajuar y el joyero de la milagrosa Virgen se iban incrementando. De todo ello tomaba buena nota el prelado. Tantos buques bautizados bajo el nombre de la Virgen; exvotos recibidos desde América; marineros que regresan de sus terribles viajes sanos y salvos y le traen los prometidos regalos; enfermos curados que se postran ante Ella y le ofrecen prendas en agradecimiento; promesas cumplidas; hechos milagrosos… La popularidad de la Virgen de Las Nieves cunde por todo el orbe católico. Infinidad de ejemplos piadosos se suceden ante la vista del Obispo, que acaba conmovido.

Finalmente, Su Ilustrísima dispuso que se celebrara con solemnidad la fiesta de la Octava de la Purificación, dándose la circunstancia de estar la Virgen en El Salvador. Fue traída "en trono decente" desde su Santuario en solemnes y sentidas rogativas por la falta de agua. En vista de la especial devoción, cariño, respeto, fervor y asistencia… que el pueblo de La Palma tributó a la Santa Imagen, "Patrona de toda ella y de cuyo patrocinio se vale en todas sus necesidades", el Obispo "propuso que sería bien que para mayor culto y veneración de la Santa Imagen de Ntra. Sñra. de Las Nieves se trajese á la ciudad cada cinco años…". Abrazaron la propuesta las personas que se hallaron presentes, encargándose cada una de un día en la Octava; "y para este fin, se juntaron las ocho personas y presentaron escrito á su Iltma. pidiéndole lo dejase así dispuesto, y mandado, como así lo hizo, que cada cinco años se trajese a la ciudad; y se dio principio en 1680…".

FUNDACIÓN DE LA ESCLAVITUD

Para crear la "Esclavitud", Pinto de Guisla reunió en el Santuario a veintiuno de sus familiares, número que fue meticulosamente estudiado y prefijado. Eran precisamente aquellos que tuvieron más continua asistencia en las Fiestas de "Asieta" y los que habían dedicado más tiempo al servicio y veneración a la "Señora del Monte". Popular y cariñosamente conocemos los palmeros a nuestra Patrona con el nombre de "Asieta", que corresponde a las iniciales de: "Alma Santa Inmaculada En Tedote Aparecida".

Se trataba de elegir a un Esclavo y a dos Ministros. En la bella capilla mayor se inició la elección de los mismos. Don Carlos Prado de Robles y Montañez, quien tenía a su cargo los servicios parroquiales, iba sobrevestido de blanco sobrepelliz y magnífica capa pluvial. Se cantó el himno de Pentecostés "Veni Creator spiritus" y la oración al Espíritu Santo. Depositó las papeletas de los candidatos en dos urnas limpias y "se echaron a suertes poniendo á una parte veintiún papelitos con el nombre de las personas unidas ad hoc y á otra parte otras tantas cédulas, á saber; diez y ocho en blanco y las tres restantes escritas. Una decía "Esclavo de Ntra. Sra." Y la otras dos "Ministros"."

Para la forma que había de dársela a esta fiesta, se tomó como base un cuadernillo impreso de una Esclavitud que había llegado a uno de los miembros de su acaudalada familia. "Jugada la suerte", fue nombrado Esclavo Mayor para el año 1681, nada más y nada menos que el propio iniciador de dicha Esclavitud. Éste se colocó entre los dos Ministros elegidos y, con el "rostro bañado en lágrimas, se arrodilla ante el altar, mientras que el sacerdote le pone al cuello una gruesa cadena de oro, y en su cabeza una corona de rosas blancas entonando el Te Deum de rigor". Después de esta emotiva ceremonia, que "acabó con fervorosas lágrimas de devoción", el Esclavo entregó la cadena para que sirviera de adorno a la Santa Imagen.

También el autor palmero Félix Duarte nos narra en su trabajo sobre esta particularidad festividad, titulado "Noble Esclavitud", de una manera tal, que él mismo sugiere haber tomado parte de esta histórica reunión. La actitud del ilustre caballero Pinto de Guisla es definida como aquélla "que suscita elogios en todos los pueblos de la provincia". Continúa: "oro y rosas bendecidos por manos sacerdotales tienen para él un prestigio de leyenda, cuando evoca los actos de sus ascendientes difuntos, que merecieron el respeto y la estimación de sus conciudadanos".

CUARTO DE LOS ESCLAVOS

La habitación que está encima de la actual sacristía fue construida por el Señor Pinto de Guisla. Pretendía colocar allí un camastro para pernoctar en él durante las fiestas o cuando asistía a una de las novenas que hacía anualmente a la Virgen. El primer dato que se tiene referente a la celebración de la festividad de Nuestra Señora de Las Nieves, en su ermita y la asistencia del clero, como relata Alberto José Fdez. García, "nos lo da el mayordomo Pedro Váez en sus cuentas de 12 de julio de 1534. Se descarga con una dobla que costó la comida de todos los sacerdotes que asistían a oficiar los actos del día en los años precedentes de 1531 al 1533".

Destinó aquel cuarto principalmente a la fundación de la Esclavitud; una habitación "que con las licencias necesarias había fabricado sobre la Sacristía de la Parroquia de Las Nieves de su propio peculio". También a esta Hermandad regaló un hermoso terno para que se usara en las principales festividades de la Virgen.

El Sr. Obispo Don Bartolomé García Ximénez, que siempre dispensó al Sr. Pinto "el afecto de amigo prodigándole sus alabanzas", le dio licencia el 13 de abril de 1685 para abrir una ventana que diera a la capilla mayor del Santuario. El fundador dejó claro que el dominio directo era de la Iglesia, y para él y su familia sólo se reservaba el dominio útil y uso de dicha habitación. La faceta más importante de este clérigo nacido en la capital palmera- quien había demostrado, en palabras del Obispo, "su celo, asiduidad y diligencia" como Juez y Visitador-, la realizó al llevar a cabo la ingente labor de dedicarse a la recopilación de citas y datos de interés - "creación de ermitas, e iglesias, cláusulas fundacionales, censos, capillanías, etc., a fin de paliar en lo posible la pérdida de documentos antiguos ocasionados por el terrible saqueo de la ciudad a manos de corsarios franceses en 1553", además de otros muchos cometidos. Era lo que entonces se llamaba un "papelista consumado y tanto, que es fama, que á fuerza de escribir, se le formó una callosidad en el dedo cordial de la mano derecha…"

En el mismo testamento, el caballero Don Juan Pinto ordenó a sus herederos que hicieran quince cuadros al óleo para colocarlos en aquel cuarto de la Esclavitud de Nuestra Señora de Las Nieves.

En el acta del Cabildo de 16 de julio de 1681, se acordó que el Mayordomo de Propios continuase satisfaciendo los 300 reales para la comida del Cabildo el día de Nuestra Señora de Las Nieves, y "que se suplicase a Su Majestad para que movido de su santo celo mandase despachar su Real Cédula de facultad poder gastar esta cantidad en tan santo ministerio".

OTROS "ESCLAVOS"

En 1682 se procedió a la elección del nuevo "Esclavo de la Virgen". Tras echarlo a suertes, recayó el honroso título a Doña Beatriz Corona y Castilla, viuda de Don Diego de Guisla Sandoval. Sucesivamente se convirtieron en "Esclavos": el Subdiácono Fray Bartolomé Pinto en 1683; Don Pedro de Guisla Corona, Consultor y Comisario del Santo Oficio en 1684; en 1685 la Madre Sor Ana del Rosario Guisla. "Siendo digno de reparo que habiendo de estar aquel año la Santa Imagen de Ntra. Sora de Las Nieves", en la capital palmera para las celebraciones de la Octava de Candelaria, según estaba dispuesto que se hiciera cada quinquenio, "y no poder asistir á la fiesta que se había de celebrar la esclava electa por razon de la clausura en que se hallaba", se dispuso que la mencionada religiosa hiciese dicha fiesta de la Virgen en la Iglesia de Santa Águeda, Patrona de Santa Cruz de La Palma, uno de los días que la "Señora de La Palma" había de permanecer en esta ermita. Se siguió con las elecciones y así, en 1686 le tocó nuevamente a Don Pedro de Guisla Corona; en 1687 a Don Diego Pinto de Guisla y para el año siguiente a la Madre "Soror" María de la Piedad Pinto. Ese año se nombró como Ministro Primero a la Madre Inés de San Bartolomé Pinto y Segundo a Madre Inés de Santa Beatriz de Guisla.

En definitiva, la misión de los "Esclavos" y de sus "Ministros" era la celebración de la fiesta de la Virgen y que ésta se "perpetúe en su familia para que por este medio se conserven unidos al culto y veneración de Ntra. Señora y de su Santa Imagen de Las Nieves".

REGLAS DE LA ESCLAVITUD

El día 4 de febrero de 1688, veintiuna personas firmaron las constituciones de la "Esclavitud", fundada al mismo tiempo que lo fue la Bajada de la Virgen. Entre las condiciones que se aceptaron figuraban, por ejemplo, las siguientes:

1.     Sólo podían entrar en esta "unión" aquellas personas que fueran legítimos descendientes del primer matrimonio que inició la "Esclavitud". Es curiosa la forma en la que el alcalde Don Juan Bautista Lorenzo describe esta cláusula: "que el que no fuera hijo legitimo, nacido de legitimo matrimonio, y no legitimado, sino fuere por matrimonio siguiente contraído legítimamente sin dispensación, ha de ser incapaz de entrar en ella…". Sí tenían cabida, no obstante, los hijos naturales descendientes de aquella pareja, que fueren religiosos o religiosas profesas. Desde el día de la toma de hábitos, "han de ser admitidos y entrar en el número como los demás, con tal que sea hijo o hija natural de varón de la familia y no de hembra y que sea reconocido por su padre…"

2.     Los cónyuges de los descendientes legítimos también entrarían a formar parte de esta Hermandad, desde el día del matrimonio. Lo conservaban también después de la muerte del titular. Lo perdían si se casaban en segundas nupcias con alguien ajeno a la familia. No era así si el nuevo cónyuge pertenecía a ella.

3.     Como la familia crecía constantemente, se acordó de que el número máximo de miembros de la Hermandad que entren en suertes para el sorteo del Esclavo fuese de 40, "que han de ser los primeros que estubieren escritos en la lista ó matrícula, al fin de este libro, descontados los difuntos…"

4.     La elección del hermano mayor o Esclavo de la siguiente edición tendría que efectuarse una vez al año, después de la celebración de la fiesta, "ó el mismo día ó en otro cualquiera". En caso de que alguno estuviera ausente de la isla, "no ha de entrar en dicha suerte".

5.     El Esclavo tenía que cuidar al máximo la celebración de la Fiesta, con el mayor ornato y decencia, así como distribuir los cometidos entre los hermanos. En caso de fallecimiento durante el año de mandato, el Ministro primero lo sustituiría. Si éste moría, pasaría al segundo.

6.     Como había miembros religiosos, en caso de que alguno de ellos tuviera que decir la Misa de la Fiesta y vestirse de diácono y subdiácono, "lo han de hacer como lo dispusiese el Esclavo pidiendo licencia al V. Cura de la Iglesia á quien siempre han de dar los 24 reales que se le han dado hasta aquí y que tiene prometidos para siempre el dicho Licdo. Don Juan Pinto de Guisla". El oficiante cumplirá con la tradición de decir misa rezada por los miembros de la Unión, vivos y difuntos.

OTROS VÍNCULOS

Doña Francisca Santos Durán, vecina de esta ciudad, dio y entregó al Sargento Mayor Don Diego de Guisla y Castilla, Alguacil Mayor del Santo Oficio de la Inquisición de La Palma, 1.000 reales en contado para que como Mayordomo de Fábrica de Ntra. Sra. de Las Nieves los impusiera a tributo; y que con sus réditos se prediquen ocho sermones o pláticas de doctrina y alabanzas de Nuestra Señora; y que se den limosna 15 reales por cada una y lo que restare quede para la dicha fábrica. Este vínculo se inició en 1706.

El Doctor Don Pedro de Guisla Corona, Consultor y Comisario del Santo Oficio de la Inquisición, Vicario y Juez de cuatro causas de La Palma fue uno de los que firmaron el memorial ante el Ilmo. Sr. Obispo Don Bartolomé García Jiménez. En razón de los días de la festividad de Nuestra Señora de Candelaria que se había de celebrar "cada quinquenio con la milagrosísima Imagen de Las Nieves", otorgó su testamento cerrado, "que fue abierto por la Real Justicia en 24 de febrero de 1706, y fue mandado protocolar ese mismo día en el Registro de instrumentos publicos de Andrés de Huerta". En una de sus cláusulas, hizo vínculo de todos sus bienes y puso por obligación de encender y enramar el referido día de la octava. "Item. Que todos los sucesores de este vínculo han de ser obrigados a encender y enramar un día de la octava con la imagen de Nuestra Señora de Las Nieves, que este día es el que me obligué a encender por todos los de mi vida, como lo he hecho hasta aquí desde que se instituyó la dicha octava; y es mi voluntad y lo ha sido siempre perpetuarlo como lo hago".

Entre los bienhechores de este fastuoso templo, el más rico de La Palma, merece especial atención Don Cristóbal Pérez Volcán. Por su testamento, otorgado en La Habana el 5 de enero de 1790 ante Nicolás de Frías, dejó 1.500 $ para el día octavo de la festividad de la Virgen. Dice así la quinta cláusula de su testamento: "Mando asimismo se impongan 1.500 pesos para que con sus réditos el Cura de la Parroquia de Nuestra Señora de Las Nieves y su Mayordomo le hagan perpetuamente la última fiesta de su octava, y lo sobrante se aplique al culto de esta misma Imagen".

Existen muchos más casos de vínculos y mayorazgos con los que las familias palmeras quisieron honrar a la "Reina de La Palma". Sirvan estos como ejemplos.

PRIMEROS DEVOTOS

Los devotos que dotaron la octava de Nuestra Señora de Las Nieves en su Bajada lustral a esta ciudad en cada quinquenio, fueron los señores relacionados a continuación. Todos ellos se obligaron a poner la cera para "un día de la octava, señalando 24 velas de a media libra, y reservando el primero día que se trajera la Santa Imagen, que había de ser la víspera de la fiesta, para la Ciudad, Justicia y Regimiento". Juramento que hicieron "para todos los días de su vida"

1.     Lcdo. Don Juan Pinto de Guisla (Beneficiado de El Salvador, Consultor del Santo Oficio de la Inquisición y Visitador General de La Palma)

2.     Dtor. D. Pedro de Guisla Corona (Presbítero, Consultor del Santo Oficio de la Inquisición)

3.     Don Diego de Guisla y Castilla (Sargento Mayor y Regidor de La Palma)

4.     Lcdo. Don Melchor Brier y Monteverde (Abogado de Los Consejos, Vicario y Juez de cuatro causas de esta isla)

5.     Don Antonio Pinto (Sargento Mayor del Regimiento)

6.     Don Nicolás Massieu y Rants (Regidor y Alguacil Mayor de La Palma)

7.     Don Juan Fierro Monteverde

8.     Don Miguel Abreu y Rege. (Maestre de Campo, Ministro de Santo Oficio de la Inquisición, Regidor y Gobernador de las Armas de esta isla por Su Majestad)

  1693 Octubre 12. Por Real Orden, y con 30 familias llegadas de las Islas Canarias se crea la población de Matanzas en Cuba.  La ciudad-capital bordea a la bahía de Guanima, cuya denominación original cambió a partir de 1510, cuando en sus aguas fue ajusticiado un grupo de conquistadores españoles por los aborígenes al mando del cacique Guayucayex, considerado el primer acto de rebeldía contra los invasores  acontecido en Cuba.

Matanzas, es municipio cabecera de la provincia de igual nombre, ocupa una extensión territorial de 3.167 kilómetros cuadrados, con límites por el norte con el Estrecho de la Florida; al este con el municipio de Cárdenas; al oeste con la provincia de La Habana, y al sur con el municipio de Limonar. La población actual rebasa los 140 mil habitantesMatanzas, cuna del danzón, es la cuna de la famosa poetisa Carilda Oliver Labra, Premio Nacional de Literatura

1694. El medico e historiador natural de Telde, Tamaránt (Gran Canaria) don Tomás Marín de Cubas nos dejó una semblanza de los naturales habitantes de la isla en su dice en su obra “Historia de las Siete Islas ”Es Canaria de muchos montes, árboles, fuentes, arroyos, y por donde quiera hay mucha agua, y riscos muy puntiagudos; tiene de largo 12 leguas, de ancho 11; tiene muchas aves silvestres, ganado, árboles  silvestres, salvo higueras que tiene muchas, por fuera blancos y  dentro colorados, diferentes en mucho a los de España el fruto de  ellas; sus moradores son muchos y diestros en la pelea; abundan en  todo género de legumbres y granos, miel silvestre de abejeras en grutas de los riscos que suelen destilar para ellos”

 ”Andan sus moradores desnudos menos la cintura que cubren de cierta  esterilla de palmas, son grandes nadadores y corredores, diestros en  saltar y bailar. Lábranse los brazos con ciertas pinturas a fuego, el  cabello largo acogido en trenza a la parte de la espalda y es a modo  de guedeja que cuelga del capote, la barba crecida en punta y otros rapados cabeza y barba; es gente hermosa, bien ajeitada (sic),[1] fuerte y  robusta, las narices pequeñas, ojos grandes; las mujeres son aseadas  más que otras, visten pieles de gamuza y badanas teñidas con levase  hasta los pies; sus ganados son cabras, puercos, ovejas sin lana, que  es un género que en África usan mucho, y perrillos salvajes más pequeños que los lobos. Danse los riegos, mas que con poco beneficio.

 “Tiene la Isla muchas poblaciones que se ven del mar. Había grandes poblados de cuevas artificiales y sobre todo, viviendas de superficie construida de forma circular con techo vegetal, formando verdaderas estructuras urbanas.”

La isla estaba dividida en varios “guanartematos” o regiones independientes: Galdar (especie de capital), Telde, Artiacar, Arucas, Agaete, Artebirgo, Aquezata, Tejeda y Tamaraceite.

 El Sabor o Tagoror, era el congreso de los guanches, poseía cien miembros  aunque Torriani dice que solo eran doce. Se les denominaban Gayres o Guaires, y sus vacantes eran cubiertas por sus descendientes. Tenían el privilegio de acostarse con las vírgenes y éstas no podían contraer matrimonio sin haber cumplido esta ley, si quedaban embarazadas del noble, la joven o el hijo adquirían automáticamente la calidad de noble. El Sabor nombraba al Faycan, hacían juicios, atendían asuntos  religiosos y planificaban la economía. Los nobles no podían pelear con alguien de clase inferior, y cometían un grave delito si cortaban carne de un animal, tenían prohibido ordeñar cabras y guisar comida, se teñían el pelo de rubio y sus vestidos les distinguían del resto de la población. Acostumbraban a ir a las casas de recreo donde comían, cantaban y bailaban y luego iban a bañarse juntos al mar. Los plebeyos, iban descalzos, y tenían cabello corto, barba rapada y una piel sin costuras como vestido.

En la escala social inferior estaban los intocables todos aquellos que tocaban la sangre, carniceros, embalsamadores y verdugos.

Sus principales divinidades estaban constituidas por La Diosa-Madre Tanit o Tara, Diosa Suprema, la Sol, ACORAN. Los espíritus de los antepasados, espíritu libre y espíritu vital los cuales prestan un servicio de ayuda a los parientes, y al entorno donde desarrollaron sus actividades en vida.  Divinidades  menores tutelares de los hogares, ganados y la naturaleza y la fertilidad casi todos femeninos, se representaban con  vientres abultados, senos y sexo. Gabiot genio maléfico y las Tibicenas, espíritus demoníacos con formas de perros lanudos que a veces eran vistos saliendo del mar.

Las Maguadas o Harimaguadas, grupos de mujeres sacerdotisas encargadas con los Faykanes de cuidar de la religión, tambien cuidaban de las jóvenes de la nobleza que eran instruidas  en los misterios de la religión, y las educaban para las tareas que abría de afrontar en el futuro, permanecían en estos colegios encerradas y sólo salían para asistir a actos religiosos y cuando se casaban. Habían maestras y maestros para nobles y plebeyos.

1694 Noviembre 22. Una fuerte avenida del Barranco del Socorro que desemboca en el litoral de la ciudad de Santa Cruz de La Palma, destruyó un castillo situado en su desembocadura.

 

Casi al mismo tiempo que el de Santa Cruz del Barrio (1568) se construyó este fuerte en la playa de Bajamar inmediato a la margen izquierda de la desembocadura del Barranco.

 

1696. Juan Hernández de la Rosa nació en el Menceyato de Güímar isla Chinech (Tenerife). Emigró a Venezuela y en 1719 contrajo matrimonio en la Villa de San Carlos de Austria con doña Cipriana Pérez Franco, natural de Tacoronte e hija de don Francisco Pérez Franco y de doña Catalina Domínguez. Se estableció en la mencionada localidad venezolana, donde desempeñó diferentes cargos: Alcalde de la Santa Hermandad (1738), alcalde ordinario (1739, 1746 y 1747) y procurador general (1758). En esta localidad celebró a su costa en 1746 la fiesta de proclamación del Rey Fernando VI. En el aspecto militar en 1739 alcanzó el empleo de alférez reformado de la compañía de Forasteros Milicianos de dicha villa de San Carlos por nombramiento efectuado por el capitán general don Gabriel de Suluaga, del que fue promovido en 1748 a capitán de la misma por el gobernador y capitán general de la provincia de Venezuela, el mariscal de campo Luís Francisco Castellanos. Fruto de su matrimonio fue su hija doña Feliciana María Hernández de la Rosa, que casó en 1742 con el capitán don Antonio de Sosa y Miranda, natural de La Laguna e hijo de don Antonio de Sosa y de doña Sebastiana de Miranda, y nieto materno del capitán de caballos don Bernardo de Miranda; don Antonio también fue procurador general, alcalde de la Hermandad, alcalde ordinario y capitán de la compañía de Forasteros Milicianos de San Carlos. Éstos fueron padres, a su vez, del coronel José de Sosa y Hernández de la Rosa, caballero de la Orden de Santiago, que al igual que sus mayores fue regidor, alcalde de la Hermandad y alcalde ordinario de la Villa de San Carlos; éste probó su nobleza e hidalguía ante la Real Justicia de Tenerife y el escribano don José Manuel Salazar en el año 1791.

1696 Febrero 19. El criollo Gabriel del Álamo y Viera (algunas veces escribe su nombre y firma Viera del Álamo) nació en La Orotava y recibió el bautismo por el rito católico en la parroquia de la Concepción el 23 del mismo mes. Lo apadrinó el licenciado don Juan Correa, presbítero, sin duda pariente suyo. Era hijo de Gabriel Rodríguez del Álamo y de Magdalena Viera, nieto paterno de Domingo Gonzále del Álamo y de María Isabel Domínguez Béthencourt, naturales de Los Silos, en esta isla, y materno del doctor don José Viera, abogado de los Reales Consejos, muerto en Madrid (España), y de María de Barrios Correa. El doctor Viera era a su vez hijo de Alonso viera, escribano público que había sido de La Orotava, y de Catalina Francisca; y María de Barrios Correa, de Francisco Pérez Barreto, natural de la isla .de La Palma, y de María de Barrios, hija ésta del portugués Antonio Correa y de Ana Rodríguez. Esta genealogía es la que resulta de la información de limpieza de sangre que hizo en La Orotava, ante el alcalde mayor licenciado Ledesma y el escribano Francisco Núñez, el 7 de agosto de 1732, en la que declaran como testigos el alférez Andrés Afonso, Manuel Hernández Ximénez, el capitán don Juan Antonio Home de Franchi, el también capitán don Juan de Anchiéta Cabrera y San Martín y don Francisco de Lugo Viña. Todos ellos habían conocido a los padres y abuelos de Gabriel Viera del Álamo, como aquí se hace llamar, a excepción del doctor Viera, que había muerto en Madrid (España), pero en el momento en que se hizo sólo vivía Magdalena Viera, la madre de nuestro biografiado. Declaran asimismo los testigos que los Álamo y Viera eran «personas de estimación-, con diferente eclesiásticos entre sus deudos.

Era a la sazón don Gabriel del Alamo alcalde real de El Realejo de Arriba y había obtenido a su favor la renuncia de la escribanía del Puerto de la Cruz de don Baltasar Vandama (Van Damme) de Lezana, a cuyo fallecimiento comenzó a ejercerla, el 14 de agosto del mismo año 1732; pero dicho oficio perteneció con el carácter de perpetuo, por juro de heredad, al alférez don Pedro de Vera y, muerto éste, a su viuda doña Isabel García Dumpierres y sus hijos el presbítero don José Domingo de Vera, que residía en Santa Cruz, y su hermano don Lorenzo Nicolás de Vera.

 

Don Gabriel del Álamo, aparte del examen de aptitud para el oficio, que era facultad del Cabildo, había de obtener, dentro de cierto plazo: real Título, que aún no tenía en 1738, aunque afirma que lo solicito en plazo de la Cámara. Pero, bien por la muerte del agente en Madrid, don Damián de Bustamante, o por malicia, como dice en sus escritos el presbítero don José Domingo de Vera, el caso es que el Consejo declaró caducado el derecho de los Vera y reintegrado el oficio al Real Patrimonio, del que lo obtuvo, con igual carácter de perpetuo por juro de heredad, a su favor, don Gabriel del Álamo y Viera, por Real Carta fechada en el Buen Retiro el 24 de junio de 1738.

 

Quince años ejerció la escribanía del Puerto, hasta 1757, fecha en que la vendió a don Nicolás de Currás y Abréu, por escritura ante sí mismo de 21 de febrero de dicho año, en la que figura como testigo, entre otros, su hijo, el presbítero don José Antonio Viera y Clavijo. Este oficio daba derecho a «escribir y actuar en todo el partido de Taoro», como resulta de los títulos, y para ejercerlo don Gabríel del Álamo había dado en fianza, en unión de su segunda esposa doña Antonia María Clavijo, por escritura que otorgó en El Realejo de Arriba el 9 de agosto de 1732, ante don Jerónimo Agustín Hurtado de Mendoza y Velasco, la mitad de un cercado de viña de vidueño y malvasía, en el pago de San Jerónimo, con cabida de fanegada y media, y otras dos fanegadas de pan sembrar e higueras en el pago de Los Horonales, lindando con el barranco de Sancho Caballero, heredadas ambas de sus tías Isabel María y Lucía de Vega [sic], así como unas casas altas y dos terreras, en la Calle Real que va a San Sebastián y en la del Loro. El valor de estos bienes los cifró en 14.000 reales corrientes: Pero don Gabriel del Álamo no se conformó con la escribanía del Puerto, sino que aspiraba a una. de la capital de la Isla, y la obtuvo por renuncia a su favor de la que ejercía el alférez don Pedro José Ferrera, en La Laguna, el 4 de septiembre de 1756, a la muerte de éste, ocurrida el 8 de octubre del mismo año, pasados los 20 días, plazo necesario para que pudiese surtir efecto. La ges- tión del nuevo escribano de la capital la afianzó don Francisco Antonio García Cocho, por escritura otorgada en el Puerto de la Cruz, ante Lorenzo Álvarez de Ledesma, el 25 de noviembre siguiente, sobre sus casas situadas en la plaza del Charco, que valían más de 5.000 pesos, y abonó dicha fianza don Manuel Díaz del Monte, ante el mismo escribano, el 6 de diciembre del citado año.

 

Imagen tomada de: Miguel Ángel Martín Sánchez

 

Continúa en la entrega siguiente.  

 

                        [1] Barba bien recortada y cuidada acabada en punta, la parte del bigote era rasurada.

 

Septiembre de 2013.

 

* Guayre Adarguma Anez Ram n Yghasen.

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Bibliografía

 

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