LOS LIBELOS DEL SR. ISIDRO SANTANA LEÓN (I)

 

Guayre Adarguma *

 

 

Difama, que algo queda…

“Al escribir, uno proyecta imagen, pensamientos y carencias. Así, cuando el lector está frente a lo escrito, reconoce lo que el autor del texto quiso decir, lo intuye, lo imagina y, en ocasiones, no alcanza a comprenderlo. Claro, para esto último, puede haber dos razones: o el autor está demasiado elevado y el lector carece de vocabulario para entenderlo o, lo más triste, el autor escribe y utiliza palabras que no conoce, que ignora su significado y que las usa solo por querer quedar bien con los demás, sin saber que se expone al escarnio y a la vergüenza públicas.” (José Manuel Gómez Porchini)

En mi dilatada vida jamás había leído tanta inmundicia, mentiras, calumnias, abyeccion, indecencia, ataque a la decencia de las personas e ignorancia vertida en tan poco espacio como las expuestas por el Sr. Santana León en un bodrio publicado por este sujeto titulado “Una nueva parida colonialista: “La Iglesia del Pueblo Guanche”.[1]

He querido dejar pasar unos días para dar repuesta a estos libelos y de manera sosegada a las incongruencias vertidas en dicho escrito por este sujeto, quien al parecer es multifacético, cantautor, escritor y aficionado a los deportes, entre los cuales tengo entendido que practico en su juventud el  arte del boxeo, deporte noble pero no exento de riesgos y que en ocasiones puede dejar ciertas secuelas tal como apunta el especialista Pepo Jiménez: “El boxeo es un deporte peligroso para el cerebro. A diferencia de otras disciplinas, su esencia es el contacto directo, los golpes y puñetazos.

…las consecuencias a largo plazo de someter al cráneo a deceleraciones e inercias constantes producidas por los puños del adversario, por muy acolchados que estén o aunque te protejas la cabeza. El cerebro de un boxeador medio es castigado durante un combate como si le golpearan con un mazo acolchado de seis kilos a unos 30 kilómetros por hora y unas 30 veces de media.

Esta rápida deceleración o aceleración craneal de los choques provocan una 'despolarización' de las neuronas, una especie de cortocircuito de los neurotransmisores que producen una 'inundación' de compuestos químicos en el cerebro.

Las primeras manifestaciones clínicas incluyen la falta de coordinación, dificultades del discurso y una menor agilidad mental. Este trastorno neurológico, a la larga, puede llegar a trastocar la personalidad del boxeador induciendo comportamientos psicóticos o problemas con el juicio, hasta derivar en una demencia total o parkinsonismo.”

Inicia este sujeto su soflama arremetiendo contra las instituciones religiosas de toda índole, con ínfulas de intelectualoide vertiendo sus opiniones las cuales podrían ser respetables si estuviesen expuestas precisamente con respeto, no es el caso, a continuación pasa a atacar directamente a la Congregación espiritual Iglesia del Pueblo Guanche, exponiendo una serie de inexactitudes y mostrando una total mala fe y desconocimiento de esta entidad.

Son múltiples las aberraciones mentales que animan las intenciones de este individuo contra la honorabilidad y honestidad de los miembros de la Iglesia del Pueblo Guanche, especialmente contra algunos de sus responsables, la verdad es que no merecería la pena dedicarle tiempo a rebatir las lucubraciones de este sujeto si no fuese porque podrían ser asumidas como verídicas por algunos lectores poco informados.

Veamos Sr. Isidro Santana León, demos un sucinto repaso a sus desafortunadas afirmaciones:

”Ahora, directamente, me voy a dirigir a esa “Iglesia del pueblo Guanche” que ha inventado y propiciado un profesor de la universidad de La Laguna, Tenerife, la cual carece de consistencia, de rigor etnográfico y que de forma simplona ha tergiversado e instrumentalizado las crónicas confusas de algunos autores posteriores a la toma y posesión de Canarias, aduciendo que algo hay que hacer para contrarestar las funciones y mentiras de la iglesia católica: mentir ellos también.”

En esto como en otras tantas cosas esta usted totalmente desinformado, la Congregación Iglesia del Pueblo Guanche, en primer lugar no es un invento, es simplemente recuperar una forma de vivencia espiritual que nos fue usurpada y en buena medida sustituida por otra impuesta mediante la coacción como tendremos oportunidad de ver más adelante.

Eso sí, adaptando las formas que no el fondo a los tiempos en que vivimos, pero sin renunciar un ápice a los fundamentos espirituales trasmitidos por nuestros ancestros.

Es habitual en el campo independentista el oír decir que fuimos despojados por los invasores europeos de nuestras tierras, nuestros ganados y nuestra libertad, pero pocos reconocen que también fuimos despojados de nuestra espiritualidad, la cual estaba y está a años luz de la doble moral  judeocristiana.

En segundo lugar, este recate espiritual no propiciado por un profesor de la universidad de La Laguna, son varios los miembros de nuestra Congregación titulados por la universidad de La Laguna y por la de Las Palmas de Gran Canaria, algunos de los cuales ocupan puestos de responsabilidad en nuestra Iglesia, pero ninguno de ellos han sido “inventores” de nuestra Congregación.

En cuanto a que carecemos de rigor etnográfico y demás boberías que expone en estos párrafos, veamos si los testimonios de cronistas e historiadores pueden despejar su ignorancia sobre esta cuestión, disculpe si las citas son excesivamente largas, pero deseo que le queden pocas dudas sobre el particular, pero especialmente para que compruebe que no tergiversamos los textos como usted maliciosamente afirma en su bodrio:

En el año de 1341 Nicoloso da Recco dejó el siguiente testimonio: «Costeando la isla (Gran Canaria)  para dar vuelta a ella, la encontraron mucho mejor cultivada por la parte del norte, que por el mediodía. Vieron gran nú­mero de casas pequeñas; de higueras y otros ár­boles; palmas sin fruto, jardines con coles y legumbres. Entonces se decidieron a saltar en tie­rra y veinticinco marineros desembarcaron arma­dos, examinaron las casas y hallaron en una de ellas cerca de treinta hombres desnudos entera­mente, que se espantaron al aspecto de sus ar­mas, huyendo en seguida. La gente del equipaje penetró entonces en el interior y reconoció que estos edificios estaban construidos con piedras cuadradas con mucho arte y cubiertos de gran­des y hermosas piezas de madera. Más como en­contrasen varias casas cerradas y que deseaban ver por dentro, empezaron a romper las puertas con piedras, lo que irritó a los fugitivos, cuyos gritos retumbaron en todos los alrededores. Ro­tas en fin las puertas entraron en la mayor parte de estas habitaciones y nada más encontraron sino excelentes higos secos conservados en ces­tas de palma, tales como vemos los de Cesene, y además trigo mucho más hermoso que el nues­tro, si juzgamos por el tamaño y grueso de sus granos, que era muy blanco. Vieron igualmente cebada y otros cereales que deberían servir proba­blemente para la manutención de los naturales.

 

Las casas eran todas muy hermosas, cubiertas de excelentes maderas y de una limpieza interior, tal que se hubiera dicho que habían sido blanquea­das con yeso. Encontraron también una capilla o templo en el cual no había pintura alguna, ni nin­gún otro ornamento sino una estatua esculpida en piedra, que representaba a un hombre con una bola en la mano: este ídolo se hallaba desnudo y traía una especie de delantal de hojas de palma (femoralibus palmeis), que le cubría las partes obscenas, cuya estatua sustrajeron y condujeron a Lisboa. La isla les pareció muy poblada y bien cul­tivada; produce grano, trigo, frutas y principal­mente higos; el grano y el trigo lo comen como los pájaros o bien hacen de él harina, con lo que se alimentan sin amasarlo y beben agua».

 

Son múltiples los testimonios recogidos por los historiadores en cuanto a la existencia de una Diosa Madre  como divinidad suprema en el panteón guanche,  reverenciarlos a todos ellos nos llevaría algunos cientos de paginas, por ello, solo  expongo un ejemplo de uno de los historiadores mejor informados de su época: “Andrés Bernáldez (El cura de Los Palacios), en su Historia de los Reyes Católicos refiere: “En la Gran Canaria tenían una casa de oración llamada Toriña, e tenían allí una imagen de palo, tan luenga como media lanza, entallada, con todos sus niervos, de mujer desnuda con sus miembros de fuera y delante de ella una cabra de un madero entallada, con su figura de hembra que quería concebir, y tras de ella un cabrón entallado de otro madero, puesto como que quería sobir a engendrar sobre la cabra.”

 

[…] Había en esta isla de Canaria gente noble como caballeros hidalgos, los cuales se diferenciaban y conocían de los demás en el cabello y barba; y éstos no bastaba que descendiesen de gente rica, sino que, los había de dar por tales nobles el faycan, que era dignidad grande, segunda persona después del rey o guarnírteme-, el cual determinaba sus diferencias y debates y administraba las ceremonias y ritos tocantes a  su religión.

 

“Eran muy mirados con las mujeres y niños en tiempo de guerra y de sus disensiones.”

 

“Tenían por caso de bajeza y menos valer tocarles, ni hacerles mal, ni a las casas de oración, que llamaban almenaren.”

 

“Entre las mujeres canarias había muchas como religiosas, que vivían con recogimiento y se mantenían y sustentaban de lo que los nobles les daban, cuyas casas y moradas tenían grandes preeminencias; y diferenciábanse de las demás mujeres en que traían las pieles largas que le arrastraban, y eran blancas: llamábanlas mayadas. Los malhechores que se acogían a sus casas no eran castigados. A las casas llamaban Tamogante en Acoran, que es decir «casa de Dios». Tenían casas donde se encomendaban al Dios que estaba en lo alto, que decían Almogaren, que es «casa santa»; las cuales rociaban todos los días con leche, y para ello tenían muchas cabras diputadas, y no les quitaban los garañones en todo el año, porque no les faltase la leche. Decían que en lo alto haba una cosa que gobernaba las cosas de la tierra, que llamaban Acoran, que es Dios.”

 

“Tenían dos riscos muy altos, donde iban con procesiones en sus necesidades: el un risco se llamaba Tirmac, en el término de Gáldar, y el otro risco se llamaba Umiaya, en Tirahana, que dicen los Riscos Blancos, término de Telde; y quien juraba por Tirmac o por Umiaya, se había de cumplir, por ser juramento grave. Adoraban a Dios alzando las manos juntas al cielo. Cuando faltaban los temporales, iban en procesión, con varas en las manos, y las magadas con vasos de leche y manteca y ramos de palmas. Iban a estas montañas, y allí derramaban la manteca y leche, y hacían danzas y bailes y cantaban endechas en torno de un peñasco; y de allí iban a la mar y daban con las varas en 5 la mar, en el agua, dando todos juntos una gran grita. No tenían distinción en los días del año, ni meses, más que con las lunas.” (Fr.J. de Abreu Galindo, pags.156-57)

 

[…] Decían que Acoran era Dios solo, eterno, omnipotente, y le adoraban en idea/ juraban por Majec, que es el sol,- decían ser un solo demonio, que él solo padecía tormentos y fuego eterno en las entrañas de la tierra llamado Gavíot,- al alma tenían por inmortal hija de Majec, que padece afanes, congojas, angustias, se(j y hambre, y llevan de comer á las sepulturas los maridos á las mujeres y ellas á ellos,- á los fantasmas llaman Majios ó hijos de Majec llaman Tibicenas á las apariciones del demonio, que muchas y frecuentes veces al día y de noche se aparecían en forma de perros lanudos y otras de aves como pava, gallina con pollos, becerro etc. Adorábanle en muchos sitios sagrados y venerados, así montes, cuevas, bosques, casas, riscos, y juraban por, muy solemnemente,- el mayor adoratorio donde hacían romerías era Almogaren de Humiaya, que es una casa de piedra sobre un alto risco en Tirajana, llamado Risco Blanco, que fueron de Antón de la Santidad, conquistador,- aún allí hay tres braseros de cantos grandes, donde quemaban de todos frutos menos carnes, y por el humo sí iba derecho ó ladeado, hacían su agüero, puestos sobre un paredón á modo de altar de grandes piedras y enlosado en lo alto del monte, y ha quedado una capilla y sacarrones, dentro todo de una gran cerca de piedras muy grandes, y es el risco el más descollado de todos aquellos sitios. Estas casas ó sitios de adoración las regaban con leche de cabra, que todo el año reservaban un ganado para esto señalado,- había hombres que vivían en clausura á modo de religión,-vestían de pieles, largo el ropón hasta el suelo,- barruntaban el porvenir y eran Paisajes,- observaban algunas moralidades y en corrido sabían de memoria la historia de sus antepasados, que entre ellos se quedaban consejas de los Montes Claros de Atlante en África en metáforas de palomas, águilas,- éstos eran maestros que iban á enseñar muchachos á los lugares,- había nobles, y villanos para enseñar lo que conviniese á los villanos, y sí había niños hábiles los enviaban á Humiaya como á mayor Universidad, si no es que fuesen de fuerza y ánimo para la guerra, porque éste era su primer instituto,- eran para maestros los pusilánimes y débiles para el trabajo.

 

Otro adoratorio hay en el término de Gáldar, que dura el nombre, que el risco de Tírma, lleno de caseríos, y grandes cuevas,- á éste iban las Maguas en ramería llevando vasos de leche para regar y ramos en las manos, y de allí bajaban al mar, que está cerca y daban con ellas golpes en el agua pidiendo á Dios socorro en sus necesidades y ellos tenían fe en ser remediados,- más de dos leguas alrededor tenía este risco de sagrado para los delincuentes, así para ellos como para sus ganados, y así era muy habitado este sitio.

 

Eran sagradas también las Casas de las Maguas que los españoles llamaban Marimaguadas,- era una cerca de pared, casa y cueva habitación de muchas doncellas desde catorce á treinta años, porque después si querían casarse podían salir,- que allí nadie, pena de vida, les podía hablar, y solamente cuando había falta de agua y de hambre salían en procesión á rogar á Tírma les socorriese,-iban mirando al cielo, haciendo visajes y meneos con los ojos, cabeza y cuerpo, ya cruzando los brazos, ya abriéndolos, decían: "Almene Coran", que significa: "Válgame Dios",- después de haber rodeado el risco caminaban hacia el mar. Salían fuera de su Monasterio las Maguas para bañase en el mar, y para ello había días diputados que todos los debían saber, y si algún hombre por descuido se hallase con ellas ó se las encontrase en el camino perdía la vida,- solamente cuando iban á adorar á Tirma en la casa Tamogante, podían desde lejos mirarlas.

 

En el lugar de Gaete, junto á la casa de los mallorquines había una casa grande pintada por dentro, que fue Seminario de doncellas hijas de nobles, que de toda la Isla venían allí para aprender como escuela, y dicen que la causa de matar los canarios á trece mallorquines y faltar al comercio, fue el que les codiciaban las hembras para robárselas y aún se dice que uno muy principal se llevó á Levante una y se casó con ella,-…”

(Marin de Cubas, 1992, pags. 204-205)

 

[…] Los mallorquines cautivos hallaron en los canarios humanidad y buena voluntad; y se entendieron con ellos tan prudentemente, que vivieron junto con ellos casi como si fuesen naturales, y más que unos amigos de fuera. Tuvieron de ellos tierras y ganado y mujeres, con las que se casaron y tuvieron hijos. Ellos fabricaron la iglesia de Santa Catalina Mártir, entre la ciudad y el puerto, la cual era cuidada por frailes franciscanos que vinieron a 'predicar el Evangelio; y hicieron estatuas de madera a la Virgen y a Santa Catalina y a San Nicolás,2 pero tan mal hechas, que molesta el que se deban contemplar, debajo de formas tan torpes, bellezas más que divinas. También adoctrinaron a los canarios en todas sus cosas, tanto de gobierno como en ritos y ceremonias que ellos hacían a Dios. Ello no obstante, no se sabe que algún canario se haya bautizado; se cree, al contrario, que fue establecido por los canarios que cada uno viviese en su ley, y que no consintieron que propagasen el Evangelio.

 

Pero con el tiempo, aumentando la generación de los mallorquines, de modo que les parecía poder enfrentarse con los isleños, empezaron a predicar el Evangelio y a querer cambiar las cosas de éstos; y ellos (como todavía no había llegado el tiempo establecido por Dios para su conversión), en cierta hora del día, (así como los sicilianos habían techo con los franceses), tomaron las armas y mataron a tolos los mallorquines y a los que habían nacido de ellos. Los frailes franciscanos fueron precipitados desde la altura e un monte, por lo cual todos juntos gozan hoy, triunfadores, en el cielo, la palma del martirio.” (Leonardo Torriani, pags. 118-19)

 

[…] En esta isla, (Gran Canaria) la más civilizada entonces del Archipiélago, es donde se encuentran vestigios más numerosos de las creencias religiosas de los aborígenes.

 

Designaban estos isleños al Ser supremo con el nombre de Acoran (5), dios solo, eterno y omnipotente, señor de cielo y tierra, y dispensador de recompensas a los buenos y castigos a los malos (6).

 

El cuidado con que procuraban conservar los cuerpos de los que fallecían, embalsamando los más ilustres, dejando a su lado vasijas con miel, higos y leche, y colocando sus armas predilectas en las cuevas donde los encerraban, nos prueba que tenían alguna noción de otra existencia después de la muerte.

 

Adoraban al Sol como un ser benéfico, llamándole Magec y creyendo que su espíritu provenía de aquel astro, y daban el nombre de Magias —fantasmas o hijas del Sol—, a las almas. El mal estaba personificado en un ser denominado Gabiot, que los perseguía tomando diferentes figuras de animales, a cuyas figuras en general apellidaban Tibicenas.

 

Ministros consagrados  al culto y llamados  faicanes (7) cuidaban de las ceremonias, ordenaban los sacrificios, recibían las ofrendas y ejercían un poder extenso no sólo en el orden religioso sino en el civil. Había un faicán en Gáldar y otro en Telde, cargos que desempeñaban siempre los parientes más cercanos de los guanartemes, y otros faicanes subalternos, dependientes suyos, que residían en los santuarios consagrados a la divinidad.

 

Dos adoratorios tenían, como sitios privilegiados para este objeto. El uno estaba situado en la montaña de Tirma, hacia la parte oeste de la isla, junto al mar; el otro, en uno de los riscos más escarpados que circuyen la Caldera de Tirajana, donde llaman hoy Riscos Blancos, que ellos decían Umiaya (8). Allí derramaban diariamente leche de cabras y quemaban ofrendas de toda clase de frutos, adivinando lo próspero o adverso de los sucesos futuros por la dirección del humo. A estas casas santas llamaban Almogarén, y servían de asilo a los jóvenes que deseaban adquirir algunos conocimientos en la administración y gobierno de la república, o en los ejercicios corporales propios para el estado de continua guerra en que vivían; mas si ellos observaban que eran débiles o enfermizos, entonces los adoctrinaban en la ciencia sacerdotal que, además de los ritos, comprendía la relación de las tradiciones populares, la historia del país y algunos cantos rimados que, sin duda, recitaban en todas sus fiestas públicas (9).

 

También existía una comunidad de mujeres consagradas al culto, que guardaban continencia y vivían recogidas en apartados sitios, dedicándose a la enseñanza y a la oración. Estos sitios eran sagrados y se denominaban Tamogante (10).

 

Llamábanse estas mujeres Maguas, Harimaguas o Harimagadas, y tenían, entre otros, dos asilos principales cercados de muros, de cuyo recinto no salían sino en días determinados para bañarse en el mar, estando prohibido bajo pena de la vida que ningún hombre las encontrase. Una de estas casas estaba en Agaete, junto al fuerte que los mallorquines habían construido con el nombre de Roma, y otra en el distrito de Telde, donde hoy llaman Montaña de las Cuatro Puertas o Montaña Bermeja.

 

La clausura de estas maguas no les impedía salir a cierta edad y casarse con el beneplácito del rey, que tenía el derecho de prelibación; pero, entretanto, se ocupaban de rogar a dios haciendo para ello ciertos grotescos movimientos con los ojos, cabeza y cuerpo, cruzando los brazos, abriéndolos y levantándolos al cielo, mientras repetían en coro: Almene-Coran (Válgame Dios) (11). Sólo en las calamidades públicas como peste, sequía o hambre les era permitido salir en procesión con palmas y ramas de otros árboles en las manos, y dirigirse al mar para azotarlo con unas varas, cantando siempre el Almene-Coran, que pudiera mejor traducirse por esta frase: «Misericordia, Señor».

 

En las casas de estas sacerdotisas aprendían las jóvenes a cortar pieles y adobarlas, tejer juncos y hojas de palma, coser tamarcos y hopalandas, fabricar vasijas de barro y collares de conchas, moler cebada y combinar los colores para sus adornos y pinturas. Entre esas obligaciones parece que tenían la de lavar los niños recién nacidos, con un ceremonial que recordaba el bautismo de los cristianos.

 

Si alguna joven era indócil, se la reprendía por la harimaguada de una manera indirecta, para lo cual llamaba a todas las educandas y sentándolas en semicírculo, les decía: «Si yo fuera fulana, hija de tales padres (y los nombraba), y hubiera cometido tal falta (y la decía), mereciera este castigo». Y asotaba el suelo con unas varas (12).

 

Esto avergonzaba a la culpable y la corregía.

 

Juraban por Tirma y Umiaya, aunque algunos autores sustituyen este último juramento por el de Atis-Tirma, Atis-Magro.

 

En las solemnidades consagradas a implorar la clemencia del cielo, juntaban los ganados y apartaban las hembras de los machos, y luego ayunaban todos, hombres, mujeres, niños y animales durante tres días, lanzando terribles gritos, aullidos y vociferaciones alrededor de Tirma o Umiaya, y desde allí bajaban en procesión al mar para azotar sus olas, como antes hemos dicho.

 

Angiolino, en su célebre viaje, nos refiere que había encontrado sobre la costa norte de Gran Canaria una capilla o templo, en el cual no había pintura alguna ni ningún otro ornamento, sino una estatua esculpida en piedra representando un hombre con una bola en la mano. Este ídolo se hallaba desnudo, excepto un delantal de hojas de palma que le cubría por delante (13).

 

Esta noticia se halla confirmada por lo que nos asegura Andrés Bernáldez en su crónica de los Reyes Católicos (14), cuando dice que en Gran Canaria había una casa de oración llamada Toriña, y que allí tenían «una imagen de palo tan luenga como media lanza, entallada, con todos sus niervos, de muger desnuda, con sus miembros de fuera, y delante de ella una cabra de un madero entallada, con sus figuras de hembra, que quería concebir, y tras de ella un cabrón entallado de otro madero, puesto como que quería subir a engendrar sobre la cabra. Allí derrarnban leche y manteca, parece que en ofrenda, o diezmo o primicia, e olía aquello allí mal a la leche e manteca».

 

Después de estos documentos contemporáneos, no sabemos cómo puede haberse negado la existencia de ídolos en Canaria, aún cuando se alegue que no han quedado objetos de escultura para probarlo. Debe recordarse el horror profundo que a los conquistadores inspiraba la idolatría y el placer con que, sin duda, destruyeron las imágenes de madera, barro o piedra, veneradas por los isleños en sus santuarios.

 

Nos inclinamos a creer que los numerosos «sellos» de barro cocido encontrados en esta isla, eran amuletos llevados por sus habitantes al cuello, sirviéndoles al mismo tiempo de adorno. En todos los sellos se observa un pequeño mango perforado que parece no haber tenido otro objeto.” (Agustín Millares Torres, 1977, pags. 221-22)

 

Notas:

 

(5) «A Dios llamaban acoran, reverenciábanle por solo y eterno  y omnipotente,  señor  de cielo y tierra,  criador y hacedor de todo». Escudero, cap. XIX.

«Y creían que de Dios les venía todo el bien, que les • enviaba desde el cielo que era su morada».

«Y creían que de Dios les venía todo el bien, que les enviaba desde el cielo que era su morada». Sedeño, cap. XV.

«Conocían que había un Dios solo, señor de cielo y tierra». Jaimez, capítulo XXII. Algunos autores escriben Alcorán, Achorán y Alcorac.

(6)  Dice Azurara, p. 376:

«E conhecem que ha Déos, do qual aquellos que bem fezerem averam bem, e os contrairos averam mal-.

(7)  Esta  palabra  se  encuentra  escrita   de   diversas  maneras en nuestra crónicas, a saber: Fagzam, Faysage, Faicag, Faicas, y parece tener por raíz la voz Fag,  que significaba «hombre poderoso».

(8)  Véase cómo Marín y Cubas describe este sitio:

«El mayor adoratorio donde hacían romerías era Almogarén de Umiaya, que es una casa de piedra sobre un alto risco de Tiraxana, llamado Riscos Blancos, que fueron de Antón de la Santidad, conquistador. Aún allí hay tres braseros de cantos grandes, donde quemaban de todos frutos, menos carne, y por el humo, si iba derecho o ladeado, hacían su agüero, puestos sobre un paredón a modo de altar de grandes piedras, y enlosado lo alto del monte, y ha quedado una como capilla y zancarrones dentro todo de una gran cerca de piedras muy grandes, y el Risco es el más descollado de todos aquellos sitios». Lib. 1°, cap. XVIII.

 

(9) «Había hombres que vivían en clausura, a modo de religiosos, vestían de pieles, largo de ropón hasta el suelo; barruntaban lo porvenir y eran Faisages. Observaban algunas moralidades, y en corrida sabían de memoria las historias de sus antepasados, que entre ellos se quedaban. Contaban consejas de los montes de Atlante en África, en metáforas de palomas, águilas. Estos eran maestros que iban a enseñar muchachos a los lugares. Había nobles para nobles, y villanos para enseñar lo que conviniese a los villanos; y si habían niños hábiles los enviaban a Umiaga como a mayor Universidad...» Marín y Cubas, cap. XVIII.

 

«No  tenían libros ni  historias,  sólo  mandaban  a la  memoria  cantares  y corridos  de  hazañas  de  sus  antepasados,  y sabían los de aquellas familias...» Escudero, cap. XIX.

 

(10)   «Las casas de mugeres religiosas eran sagradas para el  delincuente,  llamábanlas Tamogante  Alcorac  o  casa  de Dios».

Escudero, cap. XIX.

(11)  Escudero, cap. XIX. Jaimez, cap. XXII.

Marín y Cubas, cap. XVIII.

(12)  Sedeño:  «Orden en que vivían».

(13)  Chiampi: Diario de Boceado.

(14)  Bernáldez: Historia de los Reyes Católicos (Ed. de Rivadeneyra), cap. 64, p. 613.

El yacimiento arqueológico de Cuatro Puertas se localiza en la zona sur del término municipal de Telde, en la isla de Gran Canaria, y da nombre al barrio en el que se encuentra, Cuatro Puertas.

Tanto la cueva de Cuatro Puertas, los canales y cazoletas de la cima, como la existencia de grabados triangulares, hacen que este yacimiento arqueológico se haya vinculado al ámbito de las prácticas religiosas de los antiguos canarios.

[…] Si como pretendemos demostrar con estos artículos, Amurga era un lugar sagrado para los antiguos canarios, es lógico que en su territorio se tuvieron que haber realizado las principales ceremonias sagradas de este pueblo, que como ocurre con todas las culturas, deberían tener unas fechas determinadas, de acuerdo con el antiguo calendario canario.

En estas ceremonias intervenía el Faicán como gran sacerdote, junto con las sacerdotisas, las harimaguadas, y el pueblo, suponemos que en peregrinación, desde los poblados importantes de la comarca, situados en las inmediaciones de Amurga: Agüimes, Tunte, Fataga, Gitagana (Arteara), Maspalomas y los poblados de la costa de los que no tenemos constancia, como podría ser el de Pozo del Lentisco.

 

Las ceremonias principales “conocidas”, estaban dirigidas a pedir el favor de su divinidad para que se produjera la lluvia, para tener buenas cosechas y en especial en Amurga, para tener buenos pastos para el ganado y la fecundidad del mismo, fuente principal de la economía. Además de lo anterior tenían otros motivos para realizar sus ritos: para el bienestar, la fertilidad y el buen gobierno del pueblo, la paz y la salud en el nuevo año.

 

Los rogatorios de lluvia.

“En una anotación del diario del fiscal de la Audiencia de Canarias, José María de Zuaznavar y Francia se dice:


“También vi este día vna hacienda de Don Agustín de la Rocha, vecino del “Real de las Palmas”, situada a la entrada del pueblo en la orilla del barranco: hoy la llaman el “Bailadero”; pero Cristina Bañez, muger de Alonso de Matos, cuya era el año de 1570, le da el nombre de “Baladero” en su testamento otorgado aquel año ante Juan de Vega, sin duda porque según tradición que hay en el pueblo de “Telde”, confirmada por Núñez de la Peña, quando los “canarios” se veían perseguidos de la hambre, de la peste o de otra cosa semejante, imploraban la misericordia de Dios encerrando su ganado lanar en una gran plaza de tosca, que hay en dicha hacienda junto al barranco, donde privandolo de pasto y comida por unos quantos días, le obligaban a “balar”, lo qual consideraban como un medio de implorar la misericordia divina”.(Millares Carló, 1932, p. 634). (Pablo Guedes González)

Artevigua: un observatorio astronómico y santuario religioso guanche

Esta cúpula de casi seis metros de altura metros de altura, excavada en una cueva artificial, es un vestigio arqueológico absolutamente singular en Canarias, Descubierta en 1996 por Julio Cuenca, mientras seguía el rastro de Artevigua, un poblado aborigen que mencionaban las crónicas, el arqueólogo concluyó, tras varios años de investigación, que se trata de un santuario que, además, cumplía la función de observatorio astronómico.

Este conjunto de cuevas, con decenas de triángulos púbicos labrados en las paredes y con cazoletas en el piso para rituales culturales, tiene, según el científico, una importancia internacional.

Como puede comprobar Sr. Isidro Santana León, sí que hay abundante etnográfica y bibliografía en torno a la religión que practicaban nuestros ancestros y muchos de los canarios actuales, en la isla Tamarant (Gran Canaria) y como no quiero que quede desinformado en una próxima entrega continuaremos hablando de los recintos culturales en otras islas, así que permítame concluir esta entrega con unas líneas dedicadas al Santuario de Teror, obra del Ilustre Catedráticos de la Universidad de La Laguna Don José Barrios García:

 

Aterure, Terure, Terori-Teror

 

“Pedro de Vera en el repartimiento llegó a un término llamado Terori, por que se nombraba así el Canario, cuyo había sido, del cual tomó el nombre aquel terreno suyo y apacentaba sus ganados, cerca de la fértil y frondosa selva de Doramas (...) > hasta entonces los españoles a aquel sitio por ser lo mas fresco y llovizno-: a b parte norte de la isla, y para llegar a él en esta ocasión fue necesario fuesen de aquellos Canarios guiados los Españoles Conquistadores que iban en aquella tropa i habiéndoles antes los Canarios informado que en aquel sitio de Terori estaba un árbol , que contenía en sí una rara maravilla, cuya noticia tenían de sus mayores que avía más de cien años que venía de unos en otros, digeronles que en aquel territorio había muchas fuentes (...). Pero, que al pie del coposo arbol nacía una que  lavándose con su agua sanaban de las enfermedades que padecían, y, por eso la usaban mucho en sus necesidades y faltas de salud. Y que en los ramos de aquel asistía una estrella muy resplandeciente y clara, que ellos la tenían ya por vezina y aunque muchos habían intentado subir a las frescas ramas, donde estava, por ver su hermosura no fue posible llegar a ella, porque todos perdían las fuerzas y se deslizaban por el pie de  aquella planta, donde habitava»

 

Anónimo de Diego Henríquez (ca. 1640) (Quintana-Cazorla, 1971: 63-65)”

 

[…] Como es fácil documentar son muchos y notables los historiadores que del Pino de Teror entre los antiguos canarios:

“(…) es tradición que los gentiles ya habían observado cierta luz que solía rodear se hubiesen atrevido a reconocerla (...)» (Viera y Clavijo, 1982, II:108”

 

Normalmente estas tradiciones de los naturales han sido interpretadas como »apariciones de la virgen a  los gentiles, anunciando la llegada del cristianismo.

 

Obviamente,  una interpretación de esta naturaleza merece un análisis más detenido.

 

A este análisis intentamos contribuir en (Barrios, 1987). Partiendo de un cuidadoso trabajo de recopilación y valoración de todas las fuentes escritas anteriores a 1800 que pudimos localizar, establecimos una descripción del posible santuario, así como un corpus provisional de sus tradiciones. A continuación sometimos este corpus a un análisis comparativo con las tradiciones descritas en (Servier, 1985). Como resultado de este proceso llegamos, entre otras, a las siguientes conclusiones, que pasamos a exponer muy sucintamente:

 

   El santuario estaba compuesto por los siguientes elementos:

 

Un pino canario con tres dragos gemelos plantados en su copa a unos 30 metros de altura. Los dragos encerraban entre sus raíces una piedra con un grabado formado por la silueta de dos pies. Completaba el santuario una fuente que manaba al pie del Pino, considerada medicinal por los antiguos canarios y seca poco después de la conquista!.

  Las tradiciones del Pino de Teror tienen su origen en la cultura de los antiguos canarios 2.

  En el Pino de Teror tenían éstos simbolizada la tumba de un antepasado protector, cuyo nombre —no conocemos otro— sería precisamente Aterure3. La prueba definitiva de esta hipótesis construida sobre paralelos antropológicos actuales con el vecino continente, la constituye un testimonio oscuro de Marín que refrenda ¡en 1687! lo expuesto:

«Lo qe piadosamente se tiene es qe en aquellas piedras, i tierra onde estaban plantados los dragos, devía estar el cuerpo de algún Varón Sancto que en la Ysla mu-riesse (...)»

(Marín, 1687: 93r)

  El núcleo de este simbolismo lo constituirían los tres dragos encerrando entre sus raíces la piedra con el grabado podomorfo. Precisamente, un árbol encerrando entre sus raíces una piedra simboliza en el pensamiento nortea-fricano tradicional la unión de las dos almas que constituyen la personalidad humana: nefs y rruh, constituyendo a menudo lo esencial de un santuario. Esto nos lleva a considerar que los canarios creían en esta dualidad del alma. Algo de lo que no hemos podido encontrar rastros en las fuentes escritas, pero que podemos probar de esta manera.

 

1.  Dado el tamaño del Pino (unos 40 m., similar al de un edificio de 12 pisos) y los dragos (entre 2 j y 3 m. cada uno), el santuario debía presentar un aspecto imponente.

2.  A este respecto ver (Comisión de Cultura, 1986) al que debemos algunas pruebas complementarias I a las nuestras. A pesar de que su corta extensión no permitía profundizar, no tenemos constancia de que | sus autores hayan decidido desarrollarlo posteriormente.

3.  Proponemos esta reconstrucción de su nombre sobre bases lingüístico-documentales.

 

Estas tradiciones canario-mazigias fueron sometidas a un intenso proceso transculturador con la llegada castellana, dando lugar al actual culto a la Virgen del Pino de Teror.” (José Barrios García, 1993, pags. 112-13)

 

Imagen: Julio Cuenca Sanabria.

 

* Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghasen

Guadameñe.

 

Septiembre de 2015.

 

[1] paridacolonialistaisl.htm

 

Vídeo: Entrevista a Josué Ramos, de la ULL