El síndrome de Menorca y el espejismo palmero (y II)

 

Wladimiro Rodríguez Brito *

 

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[…Hablar de crisis en La Palma es hablar de valores culturales, más que de la carencia de recursos disponibles para crecer. La crisis palmera es la de una sociedad que ha sustituido su cultura por un espejismo, devaluando su paisaje, su manera de estar y convivir con la naturaleza…]

 

   Las islas de Menorca y de La Palma cuentan con historias paralelas en múltiples aspectos. En ambas islas, el desarrollo turístico es relativamente reciente; Menorca se ha desarrollado con retraso respecto a Mallorca, lo que ha permitido regular mejor el territorio, cuidando sus bellas calas sin masifícar el turismo. Menorca es hoy una isla  singular, con un territorio bien conservado, con regulaciones específicas sobre aguas y paisaje.

 

   Menorca cultiva una cultura de conservar y defender la tierra de otra manera diferente de Ibiza y Mallorca, sobre todo tras haber sido declarada Reserva de la Biosfera en 1993.


   Duplica su población en los meses de verano, pero a la vez ha sido capaz de construir escasos kilómetros de autovía o de limitar el uso de sus caminos a caballos, prohibiendo los vehículos.

 

   Hoy conviven turismo con actividad ganadera: las explotaciones agrarias se han mecanizado y optimizado dadas sus dimensiones. El queso menorquín es símbolo de la isla, junto a su paisaje. Aquí, La Palma ha permanecido hasta hace muy pocos años como una isla principalmente rural. Produce más de130% de la producción de plátanos de Canarias, el 50% de los aguacates y cuenta con más del 18% de las tierras cultivadas en Canarias. Es referencia canaria en la viña, las hortalizas o las papas, expandiendo su superficie cultivada en los últimos cuarenta años, así como la disponibilidad de agua de riego.

 

   Hoy, La Palma se ha embarcado en el espejismo de copiar tarde y mal el modelo turístico de Tenerife o de Gran Canaria. La Palma sufre una crisis más de modelo cultural que puramente económica. Es inevitable la pérdida de población, los más de 11.000 parados o el abandono de las sorribas con un modelo turístico de difícil aplicación. Necesitamos compatibilizar turismo con la cultura agraria de siempre, revalorizarizando nuestros productos y nuestra cultura tradicional.

 

   La Palma es Reserva de la Biosfera, pero sigue ahora un modelo que solo mira hacia fuera. Éste no puede ser el futuro de una isla que dispone del 14% de agua del Archipiélago sin necesidad de desaladoras. El 34% de la población canaria tiene un alto índice de paro, mientras que gran parte de las tierras antaño cultivadas no tienen uso alguno y son un peligro para los incendios en verano.


   Hablar de crisis en La Palma es hablar de valores culturales, más que de la carencia de recursos disponibles para crecer. La crisis palmera es la de una sociedad que ha sustituido su cultura por un espejismo, devaluando su paisaje, su manera de estar y convivir con la naturaleza.

 

Otra Palma es posible; Menorca ha conseguido un modelo viable sin limitarse a copiar a Mallorca.


   El modelo de La Palma no puede ser repetir Las Américas, Playa del Inglés u otros puntos de Canarias, donde no se contaba con los recursos, la cultura y las posibilidades que sí tiene La Palma.

 

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* DOCTOR EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA

 

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