LA GUERRA HA LLEGADO

Y NADIE QUIERE SABER COMO HA SIDO (II)

 


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Francisco Javier González

 

 

 

Shiíes y Sunnies

 

Si queremos entender lo que es y significa el DAESH tenemos que abordar, siquiera sea someramente, la complejidad de lo que es el islam y, en especial, el islam herético del wahabismo, y desde luego, comenzar desde sus inicios, con la rivalidad entre las dos grandes ramas, Shiitas y Sunitas, que llevan en un permanente enfrentamiento durante los casi 1.400 últimos años, hoy recrudecido.

 

En el 632, poco antes de morir, el profeta Mahoma,  en Gadir al-Jumm, proclamó a su yerno y primo Alí (Ali ibn Abi Talib) como su sucesor político y espiritual. A la muerte del profeta los partidarios de Alí (Shii’at-u Ali o Seguidores de Alí)), argumentando que el poder debe designarse por “gracia divina” por lo que ser de la familia del profeta era ya una señal, intentaron nombrarlo Califa (“representante” o sucesor), pero los partidarios del suegro de Mahoma, Abu Baker, apoyados por los personajes más influyentes de la Meca  (el Sahab o compañeros del profeta) y basados en partes de la Sunna –que contiene las predicaciones del Profeta- y en que Mahoma, sintiéndose enfermo, lo designó para dirigir la oración, lo eligieron como Primer Califa, dividiendo el naciente islam en tres ramas: Chiies o Shiíes, que solo acepta la dirección espiritual de Alí o de un “jerife”(descendiente del profeta);  Suníes, basados en la Sunna, que aceptaban a cualquier varón bueno y justo pero de la tribu de Quraish –la del profeta- y Jariyíes, que planteaban que la comunidad de creyentes –la Umma-   puede elegir al que deseen, aunque sea un esclavo negro, siempre que fuera pío, bueno y justo.

 

La designación de Alí tuvo que esperar más de 30 años y el paso de los dos primeros “califas justos” o “califas ortodoxos” (Umar y Uthman) para que el pueblo alzado lo proclamara como Cuarto Califa, califato que duró cuatro años hasta que Alí fue asesinado por el jariyí Abd al-Rahman. Los chiitas no aceptaron nunca a los tres primeros califas justos y proclamaron a Alí como “Primer Imman” o “Amin Al-Muminin” (“Emir”  o “Comendador de los Creyentes” al que los españoles llamaron el “Miramolin”). Los Shiíes mantuvieron la línea sucesoria directa con once Immanes, todos ellos asesinados con veneno salvo el 3º, Husayn ibn Alí, que se opuso a 2º Califa de los Omeya, Yazid ibn Muawiya (Yazid I) Asaltado por las tropas de Yazid I en Kerbala cuando, con un pequeño grupo de seguidores y familiares se dirigía a Kufa, fue decapitado, con toda su familia, el 10 de octubre del 680, día que los shiítas consideran de luto sagrado y celebran anualmente en el “Mausoleo del Imman Hussein” en Kerbala (Irak)

 

El duodécimo Imman, Muhammad ibn al-Hasan (868-872), ya en tiempos del Califato de los Abasíes recibió el título de Al-Mahdi (el oculto) porque, según los shiíes duodecimanos, permanece oculto por Alá hasta la llegada del fin de los tiempos. Desde entonces ha habido bastantes iluminados que se han creído El Mahdi. Los más conocidos Muhammad Ahmad ibn Abd-Allah con sus derviches sudaneses y la toma de Ondurman con la muerte del general inglés Gordon o el iraní Bahá’u’llah, fundador del Bahaísmo que se creía nada menos que el Mahdí árabe, el Mesías judío y la reencarnación de Cristo. Los sunnies también creen en El Mahdi, pero no en que esté oculto como el de los shiíes, sino que vendrá “en el fin de los tiempos” antes del “Yaum al-Qiyamah” (el Juicio Final de los cristianos) y lo hará en alguna de las ciudades santas del Islam como La Meca o Damasco. Según los hadices, eso sucederá en un  tiempo en que “la tierra de los árabes esté repleta de soldados cristianos” y restaurará el Califato Islámico. No son pocos los sunnitas y/o shiítas que creen que estamos justamente en ese fin de los tiempos.

 

Más allá de una simple cuestión dinástica y de sucesión la figura del Imman es una cuestión clave en la separación entre musulmanes. Para los shiítas el Imman es el líder espiritual, infalible en todos los asuntos de principios y creencias e intermediarios entre los creyentes y Allah. Algo así como los papas en la iglesia de Roma. Para los sunnies, que creen que con la oración se comunican directamente con Allah, ese solo concepto del imman shií es incluso pecaminoso. Para ellos, el imman  es un religioso ordinario. Vamos, como un cura católico o un pastor protestante. Hay también sutiles diferencias como la  que se establece en los matrimonios. En general en el islam, el matrimonio es un contrato “aqd al-Quiran” que se establece entre el novio y el tutor legal de la novia y se determina la dote y las condiciones financieras. No es necesaria la aquiescencia de la novia aunque se va imponiendo en algunos países. El divorcio es la ruptura de ese contrato por una o ambas partes. Aparte este matrimonio general, los shiítas imammies tienen la “Zawaj al-Mutah” que es un “matrimonio a plazo fijo” por un tiempo determinado de antemano, cuestión que para los sunnitas es pecado “dzanb”.

 

Ambas ramas tienen en común las tradiciones religiosas y se basan en los mismos cinco pilares del islam. El primero, y para ellos el más importante, es la “Shadah” o Confesión de la Fe, en que el musulmán recita, con fe y convicción “Ash hadu an la illaha il-la Allah, Muhammad rasúl Allah”, lo  que realiza en las cinco oraciones diarias. Para “revertir” un “no creyente” (kafir) al islam –para el islam todos, incluida la propia naturaleza, nacemos musulmanes por estar “sometidos a Dios”, por lo que no hay “conversión” sino “reversión” a la fe con la que nacen- basta repetir, con fe y convicción ante dos o más musulmanes este “Atestiguo que no hay más dios que Allah, Mahoma es su mensajero” para entrar en la Umma o comunidad musulmana.

 

El segundo es la oración “Salat”, que debe realizar 5 veces al día en el islam sunni y 3 en el shii, a la llamada “adhan” que hace, siempre en árabe, el muecín en los lugares en que exista mezquita.

El tercero es el Zakat , que en el islam sunni va, generalmente, a un pobre y en el chhií lo reciben los ulemas o los immanes que, de esa forma, son bastante independientes del gobierno salvo, por supuesto, en países con mayoría shií en que los ayhatolas son a la vez los líderes religiosos y políticos como sucede en Irán. En los wahabitas del DAESH es un impuesto perfectamente reglado y cuantificado.

 

El cuarto es el “Sawn”, el ayuno ritual en el mes del Ramadán y el 5º es la peregrinación “Hayy” a los lugares santos de La Meca una vez al menos en su vida siempre que sea materialmente factible.

También es común el Corán. Para los musulmanes el Corán es “El Libro” (Al-Kitab) por antonomasia o “Kitab –ul-lah” (El Libro de dios). Para ellos no es un libro “inspirado” por Dios, sino revelado, esto es, directamente “dictado por Dios” a su profeta por medio del ángel San Gabriel. Es, por tanto, la misma palabra de Dios por lo que también recibe el nombre de Al-tanzil, “La Revelación”. El nombre viene del árabe “al-quran” (El recitado) porque Mahoma se lo recitaba a sus compañeros y discípulos para su transmisión oral, de ahí que el árabe sea por fuerza el idioma sagrado en el que le habló Dios. Uthman, el 2º Califa lo compiló y puso por escrito.

 

Comunes son también los lugares santos: la mezquita “Masjid al-Haram” (“Mezquita Sagrada”) de La Meca, la de Muhammad en Medina y la “Masjid Al-Aqsa” (“Mezquita Lejana”)en la explanada de las mezquitas en Jerusalen –construida probablemente sobre parte de las ruinas del antiguo templo de Salomón- donde, según la tradición musulmana, Mahoma en el 621, 10 años antes de su muerte, viajó en una noche (“Isrâ”) desde la Mezquita Sagrada de la Meca a lomos del caballo alado Buraq, y desde allí, de la mano del ángel Gabriel (Yibrîl) subió a los cielos (“Mi’râj”) y volvió a La Meca en la misma noche. Además de estas tres mezquitas los shiíes tienen como lugar santo de peregrinación el mausoleo del immam Hussein en Kerbala (Irak).

 

Los sunnitas representan más del 85% de los musulmanes y los chiítas el 13% predominando en Irán, Irak, Azerbaiyan, Bahrein donde el gobierno lo ostentan los sunnitas, Yemen y Líbano. En el resto predominan los sunnitas y solo Siria, de predominio sunnita, tiene un gobierno chiíta, parte de la raíz del actual problema, como al revés sucedía en el Irak de Sadam Hussein que mantenía, con el Baaz, un gobierno mayoritariamente sunnita en un país de población chiíta. La invasión gringa – y sus aliados, entre ellos la España de Aznar- en el Irak del 2003 permitió llegar al poder a la mayoría shiíta pero intensificó el conflicto milenario entre ambas confesiones del islam.

 

 Creo que con este bagaje estaremos en condiciones de abordar a “la madre del cordero”, que es el wahabismo, el DAESH y la especial posición de Arabia Saudí, que será lo próximo.

 

Gomera a 19 de noviembre de 2015  

 

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