«» Jorge Dorta Ancor
Las
grandes empresas españolas -Endesa, Banco Santander, BBVA, ACS, FCC, Acciona,
Telefónica, etc., se internacionalizaron y desembarcaron en Latinoamérica en
la década de los
La
élite española, la casta, ha aprendido allí lo que es el populismo, y sobre
todo a como aprovecharse de el para hacer más dinero y consolidar su poder.
Esto significa que existe una asimetría entre la élite española y el
ciudadano de a pie. La élite ha lidiado con el populismo en Venezuela,
Argentina, Ecuador, Bolivia y nicaragua. En cambio, el votante de a pie, el español
medio, no entiende lo que es el populismo ni sus consecuencias.
En
América Latina, por ejemplo, existe una larga tradición de que los populistas
se metan en la cama con una élite política corrupta, y los resultados incluyen
invariablemente políticas macroeconómicas
irresponsables[1] y
diversos tipos de desastre financiero (véase "La macroeconomía del
populismo en América Latina", editado por Rudiger Dornbusch y Sebastián
Edwards).
Si
analizamos como ha surgido el populismo en Latinoamérica veremos enormes
parecidos con lo ocurrido en España. Por ejemplo el ascenso al poder de
Hugo Chávez en Venezuela fue una reacción de las masas de la sociedad
venezolana en contra de unas élites que han mantenido un dominio absoluto sobre
las instituciones y la economía del país desde la independencia - o, de hecho,
incluso desde antes de la independencia. Venezuela estaba gobernada por un
sistema de partidos oligárquicos denominado "sistema de Punto Fijo",
llamado así por el pacto de 1958 entre los dos grandes partidos, AD (Acción
Democrática) y COPEI (Comité de Organización Política Electoral
Independiente) de reparto y alternancia en el poder.
Las
élites de los dos grandes partidos políticos estaban sustentadas por un grupo
de élites económicas venezolanas conocidas como los "doce apóstoles.
Estos crearon una oligarquía venezolana, a menudo referida como
"partidocracia". Como vemos la situación de partida venezolana es muy
similar a la española, con unas élites políticas y económicas nacidas de la
Transición y un sistema de dos grandes partidos, PP y PSOE, que se han
alternado en el poder y se lo han repartido. Andalucía para mi, Valencia para
ti, etc... o como en el caso de Canarias, un pacto a tres con la oligarquía
local a través de la manipulación de la ley electoral.
Al
sistema de alternancia hay que añadirle un sentimiento de "traición política",
es decir nuevas caras que acceden al poder prometiendo un cambio o plataformas
alternativa y luego, una vez, en el poder, cambiar de opinión y alinearse con
las élites tradicionales. La sensación es que se había privatizado el estado,
saqueado la riqueza de la nación y abusado de la gente. Que el pueblo ha sido
traicionado por sus líderes y la democracia se ha convertido en una fachada
detrás de la cual una élite ha utilizado el Estado en beneficio propio.
Por
ejemplo la mayoría absoluta del PP fue la reacción a un nefasto gobierno de
Rodríguez Zapatero, pero el resultado del nuevo gobierno no han sido las
reformas institucionales prometidas durante la campaña electoral, sino un
ataque sistemático a las libertades de todo tipo, sociales, económicas y políticas.
Las promesas de reformas liberales se quedaron en el más sucio y rancio
conservadurismo, traicionando de esta forma a gran parte de su masa de votantes.
Pero nadie se hace el harakiri político por nada.
En
Venezuela este proceso se manifestó en la presidencia de Carlos Andrés Pérez,
quien implementó una serie de medidas después de haber sido elegido con un
programa completamente diferente. Lo mismo ocurrió en Argentina con el
gobierno de Carlos Menem, en lugar de reformas liberales y apertura de mercados
se dedico a privatizar monopolios estatales a la élite a precio de ganga,
incluyendo la venta fraudulenta de la petrolera pública argentina YPF a Repsol.
Generalmente
el populismo lleva a lo que el sociólogo Robert Michels, denominó la Ley
de Hierro de la Oligarquía. Las instituciones económicas y políticas
extractivas siempre crean luchas por el control, y tienden a atraer a nuevas élites
con la misma mentalidad extractiva de asalto a las arcas públicas que las
anteriores. El que llega al poder se hace cargo de un sistema sin mecanismos de
control ni limitación de su poder. El resultado es la recreación de
instituciones extractivas solo que bajo una apariencia diferente como
en Venezuela.
Un
ejemplo interesante es Argentina. El ataque llevado a cabo por Perón en la década
de
Podemos
no es un movimiento espontáneo es un sofisticado producto de laboratorio, diseñado
por especialistas en framing, en narratología (storytelling dirían en la
escuela de negocios de al lado), en persuasión y en comunicación política. A
mi no me extraña que a Podemos lo
apoyen grupos mediáticos ni que la hija de Emilio Botin, Ana
Patricia actual presidenta del Banco de Santander, les apoye..... la
concentración de poder y el desmantelamiento institucional es un gran negocio,
tal y como han tenido ocasión de aprender la casta española en su experiencia
latinoamericana desde la década de los 90.
El
ascenso del populismo al poder es en gran parte una reacción a unas élites que
mantienen un dominio absoluto de las instituciones y un sistema político
claramente capturado y que parece incapaz de reformarse a si mismo. La pregunta
por tanto es como crear algo nuevo, como acabar con la corrupción, como romper
con el pasado y superar una falsa democracia que solo responde a los intereses
de sectores oligárquicos.
La
respuesta a eso es en realidad el
Republicanismo, es decir el rescate de las instituciones mediante el
pluralismo, en lugar del populismo que generalmente significa el desmonte de las
instituciones, las libertades y la concentración personalista del poder.
El
populismo se basa en la concentración de poder y la ausencia de contrapoderes,
como el legislativo o el judicial, o de organismos administrativos que controlen
y fiscalicen, y lo hace con el argumento de que el país está en crisis y
necesita de medidas extraordinarias, lo cual no deja de ser cierto, y para eso
se necesita un superhombre, un Mesías de rectitud que nos defienda contra
"la casta". Pero en realidad es un paso más hacia la concentración
de poder y el freno al republicanismo que ya había iniciado la casta.
Cuando
se colapsa un falso crecimiento económico - basado no en la innovación y en el
incremento de la eficiencia sino en el consumo extractivo de recursos, el
despilfarro, el pelotazo y el ladrillo - hay dos caminos, pero sólo uno
lleva a un crecimiento económico sostenible y a una sociedad justa y prospera.
Se puede abrir el sistema político y tratar de avanzar hacia una sociedad más
dinámica e inclusiva mediante el republicanismo, o se puede ir a la inversa,
hacia el totalitarismo, frenando el cambio en las instituciones económicas y
políticas y renunciando, de este modo, a la prosperidad por el poder. La élite
española siempre ha elegido lo segundo.
Fuente: menceymacro/como-asciende-el-populismo-al-poder
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