¿Cómo asciende el Populismo al poder?

«» Jorge Dorta Ancor

Las grandes empresas españolas -Endesa, Banco Santander, BBVA, ACS, FCC, Acciona, Telefónica, etc., se internacionalizaron y desembarcaron en Latinoamérica en la década de los 90. A día de hoy entre el 60 y el 70% de los beneficios del IBEX35 proceden de Latinoamérica.

 

La élite española, la casta, ha aprendido allí lo que es el populismo, y sobre todo a como aprovecharse de el para hacer más dinero y consolidar su poder. Esto significa que existe una asimetría entre la élite española y el ciudadano de a pie. La élite ha lidiado con el populismo en Venezuela, Argentina, Ecuador, Bolivia y nicaragua. En cambio, el votante de a pie, el español medio, no entiende lo que es el populismo ni sus consecuencias.

 

 

En América Latina, por ejemplo, existe una larga tradición de que los populistas se metan en la cama con una élite política corrupta, y los resultados incluyen invariablemente políticas macroeconómicas  irresponsables[1] y diversos tipos de desastre financiero (véase "La macroeconomía del populismo en América Latina", editado por Rudiger Dornbusch y Sebastián Edwards).

 

Si analizamos como ha surgido el populismo en Latinoamérica veremos enormes parecidos con lo ocurrido en España. Por ejemplo el ascenso al poder de Hugo Chávez en Venezuela fue una reacción de las masas de la sociedad venezolana en contra de unas élites que han mantenido un dominio absoluto sobre las instituciones y la economía del país desde la independencia - o, de hecho, incluso desde antes de la independencia. Venezuela estaba gobernada por un sistema de partidos oligárquicos denominado "sistema de Punto Fijo", llamado así por el pacto de 1958 entre los dos grandes partidos, AD (Acción Democrática) y COPEI (Comité de Organización Política Electoral Independiente) de reparto y alternancia en el poder.

 

Las élites de los dos grandes partidos políticos estaban sustentadas por un grupo de élites económicas venezolanas conocidas como los "doce apóstoles. Estos crearon una oligarquía venezolana, a menudo referida como "partidocracia". Como vemos la situación de partida venezolana es muy similar a la española, con unas élites políticas y económicas nacidas de la Transición y un sistema de dos grandes partidos, PP y PSOE, que se han alternado en el poder y se lo han repartido. Andalucía para mi, Valencia para ti, etc... o como en el caso de Canarias, un pacto a tres con la oligarquía local a través de la manipulación de la ley electoral.

 

Al sistema de alternancia hay que añadirle un sentimiento de "traición política", es decir nuevas caras que acceden al poder prometiendo un cambio o plataformas alternativa y luego, una vez, en el poder, cambiar de opinión y alinearse con las élites tradicionales. La sensación es que se había privatizado el estado, saqueado la riqueza de la nación y abusado de la gente. Que el pueblo ha sido traicionado por sus líderes y la democracia se ha convertido en una fachada detrás de la cual una élite ha utilizado el Estado en beneficio propio.

 

Por ejemplo la mayoría absoluta del PP fue la reacción a un nefasto gobierno de Rodríguez Zapatero, pero el resultado del nuevo gobierno no han sido las reformas institucionales prometidas durante la campaña electoral, sino un ataque sistemático a las libertades de todo tipo, sociales, económicas y políticas. Las promesas de reformas liberales se quedaron en el más sucio y rancio conservadurismo, traicionando de esta forma a gran parte de su masa de votantes. Pero nadie se hace el harakiri político por nada.

 

En Venezuela este proceso se manifestó en la presidencia de Carlos Andrés Pérez, quien implementó una serie de medidas después de haber sido elegido con un programa completamente diferente. Lo mismo ocurrió en Argentina con el gobierno de Carlos Menem, en lugar de reformas liberales y apertura de mercados se dedico a privatizar monopolios estatales a la élite a precio de ganga, incluyendo la venta fraudulenta de la petrolera pública argentina YPF a Repsol.

 

Generalmente el populismo lleva a lo que el sociólogo Robert Michels, denominó la Ley de Hierro de la Oligarquía. Las instituciones económicas y políticas extractivas siempre crean luchas por el control, y tienden a atraer a nuevas élites con la misma mentalidad extractiva de asalto a las arcas públicas que las anteriores. El que llega al poder se hace cargo de un sistema sin mecanismos de control ni limitación de su poder. El resultado es la recreación de instituciones extractivas solo que bajo una apariencia diferente como en Venezuela.

 

Un ejemplo interesante es Argentina. El ataque llevado a cabo por Perón en la década de 1940 a las élites tradicionales creó una maquinaria política, y una banda asociada a las élites políticas, que han dominado la política y gobernado el país desde entonces, con consecuencias económicas mucho más desastrosas que el anterior régimen argentino.

 

Podemos no es un movimiento espontáneo es un sofisticado producto de laboratorio, diseñado por especialistas en framing, en narratología (storytelling dirían en la escuela de negocios de al lado), en persuasión y en comunicación política. A mi no me extraña que a Podemos lo apoyen grupos mediáticos ni que la hija de Emilio Botin, Ana Patricia actual presidenta del Banco de Santander, les apoye..... la concentración de poder y el desmantelamiento institucional es un gran negocio, tal y como han tenido ocasión de aprender la casta española en su experiencia latinoamericana desde la década de los 90.

 

El ascenso del populismo al poder es en gran parte una reacción a unas élites que mantienen un dominio absoluto de las instituciones y un sistema político claramente capturado y que parece incapaz de reformarse a si mismo. La pregunta por tanto es como crear algo nuevo, como acabar con la corrupción, como romper con el pasado y superar una falsa democracia que solo responde a los intereses de sectores oligárquicos.

 

La respuesta a eso es en realidad el Republicanismo, es decir el rescate de las instituciones mediante el pluralismo, en lugar del populismo que generalmente significa el desmonte de las instituciones, las libertades y la concentración personalista del poder.

 

El populismo se basa en la concentración de poder y la ausencia de contrapoderes, como el legislativo o el judicial, o de organismos administrativos que controlen y fiscalicen, y lo hace con el argumento de que el país está en crisis y necesita de medidas extraordinarias, lo cual no deja de ser cierto, y para eso se necesita un superhombre, un Mesías de rectitud que nos defienda contra "la casta". Pero en realidad es un paso más hacia la concentración de poder y el freno al republicanismo que ya había iniciado la casta.

 

Cuando se colapsa un falso crecimiento económico - basado no en la innovación y en el incremento de la eficiencia sino en el consumo extractivo de recursos, el despilfarro, el pelotazo y el ladrillo -  hay dos caminos, pero sólo uno lleva a un crecimiento económico sostenible y a una sociedad justa y prospera. Se puede abrir el sistema político y tratar de avanzar hacia una sociedad más dinámica e inclusiva mediante el republicanismo, o se puede ir a la inversa, hacia el totalitarismo, frenando el cambio en las instituciones económicas y políticas y renunciando, de este modo, a la prosperidad por el poder. La élite española siempre ha elegido lo segundo.

 

Fuente: menceymacro/como-asciende-el-populismo-al-poder

 

[1] Políticas macroeconómicas irresponsables

 

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