Isidro Santana León
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Sobre el 25-S "Es una convocatoria cuanto menos
extraña..."[1] Lo suyo sí que no me resulta extraño porque
de tiempo le conozco y sé a quién le rinde obediencia. Su trayectoria ya venía
cojitranca, desde que se codeaba en el bodegón Txiki
con la heterogénea caterva independentista, antimilitarista, ácrata, comunista
etc., creo que para estar a la altura de la circunstancia y aparentar lo que no
es, siempre retraído, indeciso, tibio o dando bandazos, lógicamente como le
consignaban sus jefes ideológicos en aquella época, Melchor Núñez, Román
Rodríguez, Arcadio Díaz y otros, que ya vemos a qué islotes arribaron.
Ahora veo que, por fin, ha conseguido superar su crisis
existencial e ideológica, arraigándose y defendiendo un sistema político
caduco, podrido en toda su estructura, amedrentando desde su púlpito con que
hay una corriente política sin definir, a la que debiéramos combatir porque
hace peligrar la "democracia" y la constitución –afuncional–
que nos asiste –a unos sí y a otros no– y que tanto
costó alcanzar después de largos años de franquismo. Escúcheme, tengo cara,
quiero decir que me expongo públicamente ante este sistema mafioso –con miedo,
por su puesto–, para decirle que también yo
deslegitimo esta constitución porque es hija del franquismo y que, en mi caso,
tengo que acatar por imperativo colonial pero que, para nada, me representa: me
sojuzga con sus leyes y sus armas, igual que al resto de mi pueblo, hace más de
5 siglos. Lo sabe usted muy bien: en la elaboración de esa constitución
participaron los franquistas –igual que en toda la reforma política que se hizo
en su momento– y tales componendas fueron aprobadas
"democráticamente" bajo el ruido de las armas, matizando que el
porcentaje de personas que votó la transición, al mismo sitio, no es de
considerar mayoritaria, ni por cuantía ni por la coerción que se usó para ello.
Lo cierto es que el sistema no sirve para trasformar el estado de las cosas
–porque nació rancio y, ahora, donde quiera que lo toca salen gusanos– y por eso hay que cambiarlo..., por lo tanto, no
sea demagogo, vendiendo el cuento de que se puede usar la vía electoral como
mecanismo legal de saneamiento, cuando usted sabe a la perfección que ésta es
un fraude y una estafa a la voluntad popular: lo que propone es echar colonia
sobre la mierda. No manipule, por lo que yo entiendo el 25-S no excluye a
nadie; desea que la movilización no la patrimonialicen
los sindicatos del sistema, los partidos políticos oportunistas u otras
organizaciones apegadas al régimen, y hace llamamiento a toda la sociedad, a
todas las tendencias ideológicas –por su puesto que la derechona
no acudirá sino que la combate y difama, casualmente igual que usted, para
perpetuar este modelo fascistizante– donde se sugiere
que no concurran las siglas de aquellos. Por lo que veo, parece que usted
considera a la gente como patrimonio de los partidos políticos y que sin ellos
no se puede cambiar nada, o sea, que la sociedad está secuestrada y dominada
por estas castas que se han apoltronado a vivir del cuento y a cooperar en la
metástasis social. Puede, amigo de antaño, que el tiro colaboracionista le
salga por la culata porque lo que defiende ya lo abomina hasta el ser más necio
y despolitizado.
Quizá se crea un periodista imparcial y que sólo dice verdades o
que se debe a la corrección, cuando es evidente que silencia lo esencial, lo de
raíz, lo importante, aquello, al contrario del común, a lo que tiene acceso y
conocimiento..., usted me entiende. En sus años mozos, pasó de la izquierda
contestataria, o más bien de aquel nacionalismo light
llamado de izquierda, a la autocensura que, psicológicamente, le impone el sistema
que le da el plato de sopa caliente, aunque a veces es tanta el hambre moral
que con unos pocos fideos bastan para satisfacer los caprichos e intereses de
los jefes de los periódicos, radios o televisiones por donde, ingenioso, se
mueve con soltura, claros aparatos de propaganda del régimen que sirven para la
manipulación y la desorientación. Parece un hombre de orden pues, ejerce a la
perfección su cometido que es echar humo, mentir y confundir a los ignorantes
que puede, ahora desacreditando a los colectivos sociales que no tengan marca
oficial o "deposito legal", usando los pulpitos que tiene como
privilegio; no obstante, aunque me consta su rebeldía –a petít
comité–, aquí en las redes libres tenga cuidado con
lo que dice porque, por lo menos, en lo que a mí se refiere, no me soborna jefe
alguno sino lo que me dice la conciencia.
Si usted no tiene información –cosa que me parece rara– de quiénes son o qué se esconde detrás de esta
movilización del 25-S, se lo diré, es muy simple, aunque lamentable que un
pueblo en dicotomía con la clase política tenga que darles lecciones de
verdadera democracia a éstos: personas de todas las edades, unos que han
perdido sus casas por la usura de los bancos y el amparo que este sistema de
justicia a los usureros y corruptos le brinda; humanos que no tienen trabajo
sino desesperanza e incertidumbre; gente que no tienen qué comer, de las cuales
muchas recurren a los contenedores de este sistema tan perfecto que tanto
defiende; muchos que se han hartado de las promesas, las mentiras y de toda
esta farsa de los políticos y del sistema; trabajadores arrastrados a la
servidumbre de una clase empresarial rentista, depredadora, abusadora y
egoísta; PIMES, trabajadores y desempleados que ven cómo los grandes sindicatos
y sus jefes cobran sueldos insultantes y subvenciones o, mejor dicho, soborno
de este régimen; ancianos que ven como tienen que pasar sus últimos días de la
vida en el total desamparo y otros pensionistas que ya mantienen a dos
generaciones porque el estado es incapaz y está secuestrado por la banca; pero,
sobre todo, que es lo que usted teme, gente que toma conciencia de la realidad
y opta por eliminar este gran prostíbulo donde la sífilis no deja cuerpo
inmune, donde los proxenetas, desde el primer juez hasta el último político,
son los beneficiados de la pandémica gonorrea, caldo de cultivo donde lo
plumíferos, en columna, pasan al frente, como es su cometido en tiempos
tempestuosos.
¡Quién te ha visto y quién te ve!, amigo, Enrique Betencour...[2]
en su edad joven recuerdo que también se opuso al este mismo sistema, bien
porque no tenía trabajo ni vivienda, porque se colocaron en el parlamente
muchos políticos del régimen anterior, porque al rey no lo eligió nadie sino
que se consagró con el 23-F y, en definitiva, porque consideraba un fiasco todo
lo establecido; no obstante, ahora, acomodado y con tribuna de pago, le
recrimina el derecho que a manifestarse tiene aquella parte de la sociedad que
lo pasa puta, que han llevado a la desesperanza y hasta la inanición porque,
por lo visto, según usted, la solución nos es rodear el Parlamento sino acceder
a él a través del círculo vicioso que siempre llega al mismo sitio. Allá usted
con su conciencia, si es que la tiene, no escribo esto por nada relacionado con
su persona, de hecho le considero un culificista más
del sistema y no me sorprende que piense y hable así, porque desde tiempo le he
visto navegar de remolque. Escribo en apoyo a la gente y en honor a su
rebeldía, pues ésta es necesaria para que una sociedad no se corrompa. Además,
como de lo que se trata con estas movilizaciones es de alcanzar un sistema de
igualdad y de justicia para todos los seres humanos, donde la soberanía resida
verdaderamente en el pueblo, aprovechando que califica usted al reino de España
como uno de los Estados más descentralizados del mundo (Estado que le impide a
Canarias que "esté" en África o que cuando se quema nuestra tierra
haya que esperar por su benevolencia para que nos envíen los hidroaviones desde
la metrópoli), para descentralizarlo un poco más, yo, desde mi modesta tribuna
y sin que nadie me pague, hago llamamiento a los independentistas canarios para
concurrir a esta cita y exigir los derechos de nuestra nación –estoy hablando
del inalienable derecho de los pueblos a su soberanía e independencia–
ya que el destino de Canarias es zafarse de la dominación colonial del reino de
España y convertirnos en un estado más en el mundo.
Otros artículos de Isidro Santana León publicados en El
Guanche y en El Canario