Valonia
se rinde sometiéndose al CETA
[...,cabría plantearse, si el voto del pueblo sirve más allá de elegir a representantes que terminan convirtiéndose en una oligarquía que se sitúa por encima de sus representados...]
Hace pocos días; en este mismo medio, escribía ensalzando el valor de la negativa de los representantes de los ciudadanos de Valonia (una de las tres regiones de Bélgica)[1]; personificando el acertado rechazo en la figura del presidente de dicha Región el Sr. Paul Magnette; todo ello, por haberse negado a aceptar la imposición de un Tratado de libre comercio a celebrar entre Canadá y la Unión Europea (por sus siglas en inglés CETA); lastimosamente, me veo obligado a retractarme, pues el pasado jueves, el mismo que antes decía NO, ha terminado por aceptar la impostura de dicho tratado diciendo SI; de tal manera, que, la deslealtad se materializará, oficialmente, el domingo 30 de octubre de 2016 tras estampar la firma, mostrando su acatamiento al CETA; en fin, hemos visto el poco aguante que ha tenido el “gallo” (símbolo de Valonia), es decir, se ha capitulado, en poco tiempo, ante las presiones y/o promesas realizadas por los lobbies de los “amos del mundo”; o, podría el NO inicial, formará parte de la puesta en escena de una cortina de humo, para salvaguardar las críticas, que supone la implementación de un tratado que recortará, sí o sí, los estándares de calidad de vida alcanzados, finalizada la II Guerra Mundial, por los ciudadanos europeos; por lo tanto, no queda por menos que aseverar que lo que pareció ser un honroso referente se ha quedado en simple espejismo; como reza la sabia paremia: “donde dije digo, digo Diego”.
A
partir de ahora, si existía alguna duda, tras la entrada en vigor del
gigantesco acuerdo comercial (CETA), punta de lanza de los, en puerta, TTIP
y TISA, etc., la soberanía de los países europeos pasará, más pronto que
tarde, a ser una cosa del pasado; en la praxis, quedará sometida al albur
de las grandes corporaciones transnacionales del capital.
Por
otra parte; este acontecimiento, nos ha de hacer reflexionar acerca de la
validez del sistema democrático, pues si estuviésemos viviendo en auténticas
democracias, ante cuestiones de tamaña importancia cual resulta la firma
del CETA, que afectará al conjunto de los ciudadanos europeos, lo razonable
y democrático hubiese sido la celebración de un referéndum o consulta al
pueblo soberano (sobrero). Ante tal situación; cabría plantearse, si el
voto del pueblo sirve más allá de elegir a representantes que terminan
convirtiéndose en una oligarquía que se sitúa por encima de sus
representados, tal como explica la “Ley
de Hierro” de Robert Michels, en su obra “Los partidos políticos”.
“Las
autoridades democráticas están más firmes en sus bancas que las
autoridades de los organismos aristocráticos.” (T.1, pág. 143)
Siguiendo
a Bakunin: El Estado no es más que la comisión ejecutiva de la clase
gobernante; es decir, un ente por y para supervivencia, en todos los ámbitos
de la vida, de las clases que dominan las fuentes de la riqueza y, por
tanto, del poder; el Estado está para satisfacer y asegurar la existencia o
pervivencia de la clase plutocrática, o, de las familias patricias,
utilizando el término de la Roma clásica.
En
definitiva; tras la consumación de la firma del CETA, y los que les siguen
(TTIP, TISA, etc.) los europeos, salvo milagros, retornarán, más pronto
que tarde, a la descripción que realizara de la sociedad, hace unos siglos,
el gran dramaturgo y político francés Víctor Hugo, en su obra “Los
Miserables”, publicada en 1862; en el mismo sentido, recomendaría la obra
de Miguel Delibes “Los Santos Inocentes” (1981).
Hace
al texto; la letra del tango argentino “Cambalache”
compuesto en 1934; letra y música de Enrique Santos Discépolo;
cantado por el inolvidable Carlos Gardel: “El
mundo fue y será una porquería..., pero que el siglo XX es un despliegue
de maldad insolente, ya no hay quien lo niegue…”
* Abogado, Analista Político e Investigador