¿Que qué es lo que pertenece a la idiosincrasia del filósofo?... Pues,
por ejemplo, su carencia de sentido histórico, su odio a la idea misma de
devenir, su afán de estaticismo egipcio. Los filósofos creen que honran
algo cuando lo sacan de la historia, cuando lo conciben desde la óptica de
lo eterno, cuando lo convierten en una momia.
Puestos a ser objetivos,
todo lo que han estado utilizando los trágicos en la colonia estas
últimas décadas no son más que momias conceptuales; nada concreto, coherente y
real, ha salido con vida de sus manos. Cuando esos idólatras de ideas ajenas
adoran algo, lo matan. ¡Qué mortalmente peligrosos resultan cuando adoran! Para
ellos, la democracia, las libertades sociales y de conciencia, el cambio, al
igual que la diversidad de creencias y el desarrollo constituyen objeciones, e
incluso refutaciones. Lo que es, no deviene; lo que deviene, no es...
pero, incluso todos ellos creen de forma desesperada, en lo que es.
El problema es el siguiente, como
no pueden apoderarse de lo que es, tratan de explicar por qué se les
resiste. ¿Qué sucede entonces? El trágico, que es ignorante funcional e
incapacitado cultural, propone soluciones continentales europeas a un problema
colonial archipielágico. La consecuencia directa es la colocación de un velo
ante el problema real, para intentar establecer lo que es de justicia
histórica y social, complican todo de una forma antinatural.
Si no percibimos lo que es, debe
tratarse de una ilusión, de un engaño... ¿Quién es el que engaña? ¡Ya
está!, exclaman alegres: ¡es la sensibilidad! Los sentidos, que son tan
inmorales también en otros aspectos, nos engañan respecto al mundo verdadero.
Moraleja: hay que librarse del engaño de los sentidos, del devenir, de la
historia, de la mentira. La historia no es más que dar un crédito a los
sentidos, a la mentira. Moraleja: hay que negar todo lo que da crédito a
los sentidos, a todo el resto de la humanidad; todo ello es «vulgo».
Si te has escandalizado por
lo expuesto, aún falta lo mejor. Lo que es, es el ideal de Kanaria, la
soberanía nacional, el equilibrio social, democracia, laicismo. Como no pueden
alcanzar lo que es, deciden mejor negarlo. Kanaria es un engaño
ilusorio. ¡La realidad nos engaña! Se lo dicen los muy hipócritas. La razón,
no se encuentra en la justicia histórica, en lo que debe ser, argumentan. Lo
mejor es despojarse de todo lo nacional, lo propio es un engaño. ¡Kanaria es
mentira! No se puede dar crédito a Kanaria, hay que negar el ideal de nación.
Hay que aceptar lo ajeno,
los ideales momios continentales y ajenos. Además, hay que rechazar esa
lamentable idea innata de superación individual e identitaria. La identidad
está sometida a todos los errores lógicos, cuya existencia no ha sido refutada
y además resulta imposible. Los canarios son tan insolentes que actúan como si
fuera real. ¿No son peligrosos éstos trágicos? Realmente piensan que
esto es así.
Los anti-canarios rechazan el
testimonio de identidad porque éstos perciben la realidad colonial tras un
tupido velo, que no es otro que toda la contaminación ideológica de la realidad
continental europea y extranjera en general. Creen, que representa
multiplicidad y cambio. ¡Tonterías! La identidad no miente en modo alguno.
Creyendo el testimonio de cualquier trágico introducimos la
mentira, por ejemplo, la mentira de la razón, la mentira de lo
perceptible y real, de la identidad nacional y el ideal de Kanaria.
La causa de que se falsee
el ideal de Kanaria no es sino la creencia en que incorporando soluciones
continentales lograremos avanzar. ¿Avanzar hacia dónde, sin arrancar nuestra
soberanía? La identidad no miente cuando nos muestra todo lo que parece ser, el
cambio... Bien es cierto que defender el ser de Kanaria dando la espalda a la
cuestión identitaria solo creará una ficción vacía. Entonces el ideal que
perseguimos sin esa clave será un absurdo.
¡Y qué delicados instrumentos de
observación son para nosotros los sentidos! Pensemos, por ejemplo, en la
nariz algo de lo que ningún filósofo ha hablado aún con veneración y
agradecimiento, pese a haber sido hasta hoy el más sensible de todos los
instrumentos que están a nuestro alcance. Puede captar unas diferencias tan pequeñas
de movimiento que ni un espectroscopio registraría.
Si hoy tenemos la certeza
de alcanzar lo que es, Kanaria, es en la medida en que nos decidimos a
aceptar que somos distintos, ni mejores ni peores, tan solo diferentes.
Aprendimos a ser canarios, el canario no solo es, sino que se hace. Hay
que aguzar y robustecer la identidad mediante un proceso nacional. Una hoja de
ruta. Pensar en Kanaria hasta el final. Lo demás es un aborto que no llega a la
categoría de la realidad, donde ésta no hace acto de presencia ni como
problema; ni siquiera se preguntan qué valor puede tener la realidad nacional
en sus planteamientos.
Ahondando en la
idiosincrasia del anti-canario, son propensos a confundir lo último con lo primero.
Posponen la cuestión nacional, el principio, a un segundo plano. Por desgracia
no debería venir nunca. Intento ser irónico. Es mucho más importante lo
externo, los segundos y terceros pasos, sus "conceptos supremos", los
más generales y vacíos en una colonia.
La realidad se les evapora. Esto solo es una nueva manifestación
de la forma que tienen de venerar. Lo superior no puede provenir de lo
inferior, lo mismo que no se puede negar la ciencia. Tras desconectarnos de la
Metrópoli tendremos nuestra Asamblea Nacional propia y allí se debatirán las
cuestiones políticas. Lo que no es, y nunca debemos permitir que sea una
cuestión política el hecho nacional canario. Si eso se permite, lo que pretende
cualquier trágico, se pondría en entredicho el valor de Kanaria.
Su valor, el único, es de primer orden, todos los demás valores
provienen de ahí y no al revés. Todos ellos van causados hacia lo que es.
Kanaria es el ente realísimo,
no está en contradicción consigo misma, como sí lo pueden estar los valores
ideológicos europeos en la colonia. Kanaria se encausa a si misma. ¡Qué triste
es que los canarios hayan tenido que tomar en serio los dolores de cabeza de
esos enfermos fabricantes de telarañas! ¡Y a qué precio lo han hecho!
Concluiré mi exposición a
la forma en que puedo entender el problema. Si en nuestras islas la gente en
general fuera coherente y realista, se consideraría que el devenir en general
del día a día constituye una prueba irrefutable de colonialismo. Estamos
sometidos a él. No es solo algo aparente, el colonialismo nos induce a error
porque no es compatible con el bienestar social. El colonialismo es el error,
el virus que desencadena la tragedia nacional canaria.
El prejuicio en la
realidad, la razón, nos impulsa a conceder licencias a los valores e idearios
europeos, y por ende extranjeros. Nos vemos atrapados en el error. Los canarios
necesitan el error; aunque, estén íntimamente convencidos de que ahí radica el
error..., el error tiene a sus ojos como constante defensa. Caemos en un
fetichismo grosero cuando tomamos conciencia de los supuestos básicos de los
Derechos Humanos, de que Kanaria es posible, o, por decirlo más claramente, de
la razón.
Intentaré condensar, para que se me
comprenda mejor, esta idea tan esencial en cuatro puntos:
-Las razones por las que se ha
considerado que en la colonia existen libertades y Derechos es el fundamento de
su realidad; cualquier otra forma de realidad no solo es lejana sino
indemostrable e inexistente.
-Las características que son atribuidas
a la falsa realidad, condición colonial, son precisamente los rasgos
distintivos de lo que no es, de la anti-natura. La supuesta autonomía
canaria ha sido concebida a base de contradecir el mundo real. Ese presunto
mundo verdadero es en realidad un mundo aparente e ilusorio sin moral ni
justicia.
-Para los trágicos, no tiene
sentido pensar en un ideal de Kanaria a base de potenciar las virtudes
identitarias de los canarios. Es absurdo plantar lucha contra la presunta
autonomía canaria concedida por la Metrópoli. Eso es calumnia, empequeñecer,
in-solidario, argumentan. La razón en Kanaria es una venganza, no se sabe
contra qué o quién.
-Hacer política a la manera de la
Metrópoli, o continental, no es más que la puesta en práctica de un índice de
vida descendente. El anti-canario no es un pesimista; afirma todo lo ajeno y
problemático; es un rebenque...
Aguere, 21 de enero de 2012
Re-interpretando a Nietzsche. Fragmentos de texto
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