Los jóvenes quieren recuperar el campo palmero
René Acosta *
Los jóvenes quieren
recuperar las tierras agrícolas, abandonadas por los mayores por no poder
atenderlas, por que ven el futuro en el campo, pero cuando llegan a gestionar la
documentación, el papeleo para estar legales, las leyes y los burócratas les
asustan, y algunos viran para atrás del miedo que cogen, porque en ocasiones la
administración utiliza la ley y la normativa como arma arrojadiza. Lo
congruente sería que las instituciones que tienen que ver con el sector
agropecuario y el propio Cabildo habilitaran una oficina donde se informara a
los agricultores y ganaderos, sin trampa ni cartón, sobre el papeleo necesario
para legalizar las explotaciones agropecuarias ayudándoles a tramitarlos
correctamente y, desde luego, sin tasas abusivas y con la mejor buena volutad de
ayudar, y no como ahora de emtorpecer y machacar con multas a diestro y siestro
por la más mínimo.
Por otra parte, cuando
llevan sus productos para venderlos se encuentran que se los pagan a pura
miseria, y cuando lo ven en el mercado, de venta al público 80 veces más caro.
Quien labra la tierra y corre el riesgo de las plagas, de vientos, tormentas y
otros factores, mientras que el intermediario, sin tocarlas siquiera, gane más
que estos jóvenes. Por eso prefieren cuando tienen que vender algo, venderlo
sobre la tierra y dejarse de intermediarios que parecen lobos devorando una
pieza.
Los políticos deberían
tomar cartas en esto poniendo a los intermediarios un beneficio máximo justo,
garantizando que cuando los agricultores vendan sus productos lo hagan con unos
precios adecuados, para que esta juventud se llene de ilusión y el campo
palmero, que tan abandonado está, recobre la vida que se merece. Y no solo la
agricultura si no también la ganadería.
Si en esta isla, con
el agua que tiene, controlaran a los aguamangantes, el agua estaría a precio
asequible para que la juventud pueda trabajar el campo. Se podrían cosechar
toda clases de granos, hortalizas, árboles frutales de todas clases,
verduras…, y en cuestiones de carnes, de todas variedades y a unos precios
asequibles, siempre que se le facilite el forraje para el ganado y se les
permita alimentarlo, como se venía haciendo antaño con el forraje propio
tradicional. Entonces habría trabajo, y La Palma sería un paraíso. Pero
estamos gobernados por gestores políticos que ellos mismo reconocen que son
incapaces de gobernar y de hacer algo para revalorizar el campo, porque una
parte de estos políticos llegaron a las puertas de la universidad y viraron
para atrás porque se dieron cuenta de que eran incapaces de hacer una carrera
con fundamento, y corrieron para la política para salvaguardarse y que el
pueblo los mantenga.
Ahí están las
denuncias publicadas en los medios de comunicación a gestores políticos parásitos,
que venían cobrando un sustancioso sueldo sin ejercer trabajo conocido alguno.
Como bien dice el profesor palmero afincado en Tenerife, Wladimiro Rodríguez
Brito[1], ‘menos regulaciones y leyes arbitrarias paridas en despachos
por políticos ignorantes de la cultura y de las necesidades del sector
agropecuario, que multan a troche y moche al sufrido agricultor por lo más mínimo,
y más facilidades para cosechar y para comerciar el producto de su trabajo’.
* Reportero del periódico
digital El
Canario
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