LOS PREMIOS NOBEL QUE HACE TIEMPO
"NOS VISITARON"
V’ctor Ram’rez *
Anoche,
mientras esperaba el sue–o e ignoro por quŽ, se me vino al tino de repente: lo
del montaje ostentoso y oneroso de cuando nos visitaron los se–ores
"N—beles". Ya conoces mi sucinta idea sobre eso de los Premios N—bel,
amigo Ram’rez: sobre lo que parece entreverse en tales deslumbrantes
galardones.
Cuando
los due–os del mucho dinero son, śnicamente, quienes pueden alquilar o comprar
sus saberes, apropi‡ndoselos codiciosamente, de poco valen sus mŽritos -en
verdad y salvo raras excepciones- para el resto de los humanos. Queda patente,
para quienes aśn puedan ver reflexionando, que todos los llamados adelantos
tŽcnicos y cient’ficos son instrumentos de mayor e incontestable dominio al servicio
de los due–os del mundo -y, por consiguiente, para aherrojar aśn m‡s
implacablemente al comśn de los mortales humanos.
Casi
nada de esos inventos y descubrimientos, simples migajitas, caen del lado de
Žstos, de los humanos normales. No es casual ni es voluntad divina el
incremento de la miseria humana entre los habitantes del planeta para que cada
vez menos "privilegiados" puedan disfrutar. Y los afamados Premios
Nobel tienen su bastante que ver en eso, amigo Ram’rez -aunque se crean ellos
que de manera involuntaria.
Cuando
llegan a tus manos "biograf’as" de los tales premiados -y quiz‡s sin
excepciones- observas que tambiŽn son movidos casi exclusivamente por la
codicia y el narcisismo vanidoso. Al necesitar ellos -para sus
"avances" tŽcnicos o cient’ficos- de mucho dinero, no tienen m‡s
remedio que ponerse al servicio de los due–os de tales dineros; es lo normal.
Y
como los due–os del mucho dinero lo son a costa y en contra de la mayor’a
esclavizada de sus semejantes, los galardonados no podr‡n ser otra cosa que
instrumentos comerciales de dominio y sojuzgamiento: por muy benefactores que
nos lo quieran presentar.
Si
tras el tremend’simo avance tŽcnico-cient’fico que ha habido en este siglo -muy
superior en cantidad y calidad que en todo el resto de nuestra presencia sobre
el planeta-, no s—lo no ha aumentado lo m’nimo la justicia entre los habitantes
del Planeta, sino que dicha justicia se hace m‡s imposible, amigo m’o, yo en
concreto no tengo por quŽ admirar a esas personas.
(Al
contrario, al contrario: recelo de ellas).
16-agosto-1994
* Aunque
cueste creerlo, me veo en la obligaci—n moral -al tratarse de un evento
pśblico, y por tanto pol’tico, y por tanto con incidencia personal y social- de
recordar dos art’culos que hace tiempo escrib’ y me publicaron... Áhace
tant’simo!
[1]
Me ha costado decidirme a
volver a publicarlos.
Si no lo hago, quedo m‡s
triste que si los env’o. Yo guardo un magn’fico recuerdo personal de Mario y de
su esposa Patricia.
Pero pienso no verlo: pues
puede escap‡rseme -como suele ocurrir- lo que pienso sentidamente ahora de Žl y
no quiero amargarle el rato. Y, si me callo y le sonr’o, entonces s’ que me
fastidiŽ para siempre. En fin...
ÁAh! Por suerte para m’, no
le envidio nada...: ni sus modos de escribir, ni el Žxito comercial de sus
libros, ni sus premios... Ánada! Por fortuna mi capacidad intelectiva, mi
sensibilidad y mi escala de valores (conciencia) me protegen totalmente en
asuntos de estos tan ultracapitalistas y ultraimperialistas. Pero s’ le deseo
lo mejor: que, para m’, no es cuanto refleja y manifiesta.
Me veo obligado a hacer esto
-Ás’!- por la mercenaria utilizaci—n colonial miserabilizante que se hace de su
"figura" en nuestra Desmigajada Patria Prostituida. Si no lo hago
-insisto-, me quedar’a fastidiado de ‡nimo.