De un síndrome a otro
Ramón
Moreno Castilla
Ya decía en mi artículo del pasado martes, "Navidades
colonizadas"[1], que tanto eco mediático ha tenido, a
tenor de los numerosos e-mail y sms recibidos, que a
pesar de lo entrañable de estas fiestas navideñas los patriotas canarios no dejábamos
de observar el continuo deterioro en todos los órdenes que sufre Canarias,
vilmente colonizada por España -¡¡se diga lo que se diga!!- desde el siglo XV,
¡¡que se dice pronto!!
Y todo, porque la narcosis de este pueblo ha llegado a tal grado
de paranoia colonial, que no sabe quién es, de dónde viene, ni a dónde va.
Absolutamente perdido en la vorágine de la impuesta "españolidad" de
Canarias; y cuyas señas de identidad, que España trata desesperadamente de
borrar del mapa, metiendo en Canarias cada vez más y más
"peninsulares", él mismo contribuye a diluir, en un mimetismo propio
de primates. Bien repitiendo como loros frases y modismos de fuera
("jolines", "venga", "¿perdón?" y otros), como
comportándose de forma diferente a su propia idiosincrasia y costumbres. Cuando
no "pronunciando" para hacerse más importantes. ¡¡Toletes!!
Un auténtico genocidio el que España está cometiendo con el
resignado pueblo canario, considerado crímenes de lesa humanidad, que son
imprescriptibles, y de los que España es culpable convicta y confesa, por todas
las atrocidades y fechorías cometidas en su sanguinaria y depredadora política
colonial. Ello ha producido en este pueblo una pandemia, socavando la salud
mental de los canarios que, desgraciadamente, puede ser irreversible. Ha sido y
es, una práctica deleznable del deleznable colonialismo español: borrar las
señas de identidad de los pueblos y las etnias, destruir su cultura,
sustituyéndola por la propia, totalmente diferente, y tener absolutamente
controlados y subyugados a los habitantes de los territorio que invadió por la
fuerza de las armas, como es el caso flagrante del Archipiélago canario.
España nos ha estado administrando desde siglos por vía
intravenosa una dosis mortal de polonio -en este caso de "godinio"- que ha sido absolutamente letal; y que si no
ha producido la muerte biológica, si ha dejado seriamente tocado el cerebro de
los canarios hasta límites insospechados. Es lo que en términos sociológicos y
psicológicos se llama el "síndrome del colonizado"; que no es otra
cosa que una falta de personalidad y autoestima (todo lo que viene de fuera es
mejor), y el deseo irrefrenable de copiar al colonizador.
Pero lo más grave de todo, es que el canario no solo es preso del
síndrome del colonizado, sino también del "síndrome de Estocolmo". O
sea, no solo se identifica con sus verdugos (colonizadores) sino que, además, los persona. Por esa razón, y al hurtarle su propia
historia, el canario se siente español, quiere ser como los españoles, y
disculpa y/o comprende su fechorías. Es como si este pueblo fuera masoquista y
le gustara que lo mandaran y dirigieran otros ajenos y distantes; de lo que se
aprovecha España, para seguir con su política exterminadora y saqueadora.
Una España colonialista, decrépita y decadente, reitero, que se
niega sistemáticamente a descolonizar Canarias tal como determina la Resolución
1514 (XV) de la ONU, de 14 de diciembre de 1960. Y que además, comete crímenes
de guerra por infracción del artículo VIII.8.2.b del Estatuto de Roma de la Corte
Penal Internacional (suscrito por España) que dice: "Traslado directa o
indirectamente, por la potencia ocupante de parte de su población civil al
territorio que ocupa o la deportación o el traslado de la totalidad o parte de
la población del territorio ocupado dentro o fuera de ese territorio". Que
sería la emigración a la que se han visto forzados los
canarios históricamente, por la falta de trabajo y expectativas de futuro en su
propia tierra.
Mediante estos ingentes desplazamientos España viola reiteradamente
el artículo 49.2 del IV Convenio de Ginebra de 1949 en sentido doble: por una
parte, introduce enormes contingentes de su población en Canarias, que actúan
como colonos; y por otra, ha desplazado de las Islas al exterior al menos 100 mil personas en los últimos 26 años. Hay que
señalar que los traslados en masa o individuales, de índole forzosa, así como
las deportaciones de personas protegidas del territorio ocupado (Canarias) al
territorio de la potencia ocupante (España) o a cualquier otro país, ocupado o
no, está prohibido por el Derecho Internacional, se cual sea el motivo.
Artículos de
Ramón Moreno Castilla publicados en El Guanche y en El Canario