Canarias, cinco razones de Estado (I)

 

Manuel Díaz Hernández *

La génesis del desgraciado pleito insular canario y su fenomenología interna consiste en inducir el agravio permanente entre las partes enfrentadas, en razón de los desequilibrios inducidos al pueblo sometido, Canarias, por el país dominante, España, que es el que ejerce el colonialismo histórico. Es fácil estimular la ambición y los hegemonismos de una parte sobre otra cuando el pueblo sometido, como nosotros, no hemos, lamentablemente, desarrollado aún la conciencia político-nacional necesaria para impedir la eficacia de estos maquiavélicos procedimientos recurrentes que han practicado los colonialistas mundiales. España tiene mucha experiencia en estas estrategias, porque tiene aún la colonia más vieja del mundo.

Es fácil tirar a la reclinada mendicidad de los canarios huesos dispares sin jamón alguno y observar las disputas con que sus limosnas confrontan a los canarios, sin que estos previamente acuerden una reivindicación conjunta de lo que realmente les corresponda sin reclinación alguna. Es insufrible imaginar la risa sardónica de estos embozados. El pleito insular no es sólo un asunto de dos, sino de tres, ese tercero "tira la piedra y esconde la mano". Esta conducta maximiza el adagio de "divide y vencerás". Sólo conociendo nuestra realidad crítica que significa conocer la realidad a través de la razón de este conflicto, podemos aplicar el antídoto para anular ese miserable pleito crónico que tanto daño nos hace. El antídoto se llama federalismo, que hace más iguales a los distintos, que por otra parte ya son semejantes para la patria común de los canarios. Este federalismo forma parte del nuevo orden jurídico-político territorial de la República Democrática Federal Canaria.

Pero los canarios que enfatizamos la razón para resolver nuestros conflictos históricos conocemos también los postulados de Euclides, o más concretamente la lógica de los axiomas y sus simetrías completas, y estos se siguen cumpliendo en otro adagio de "no hay dos sin tres". Realmente, el gran pleito histórico de los canarios y el de mayor trascendencia que tenemos que resolver a favor es con el colonialismo español. Este viejo colonialismo ha dejado una larga traza de asesinatos, cepo, grilletes, esclavitud y una devastadora trayectoria de explotación total de todos los recursos del territorio durante seis siglos.

Actualmente, España no puede dar lecciones de moral ni de ética en ninguna parte del mundo. Ha perpetuado su colonia en África desde el siglo XVI al XXI, cuando los demás imperialistas europeos han negociado la soberanía de los 54 Estados independientes del África actual. Este magno conflicto por resolver tiene la misma lógica racional que el anteriormente descrito, porque es el Comité de Descolonización de la ONU el que debe escindir este vejatorio vínculo con España de común acuerdo de todas las partes interesadas, y evidentemente, en este caso hay más de dos.

La conciencia política nacional canaria está dotada por un cuerpo de doctrina política que descansa en las leyes naturales, de donde procede el nacionalismo universal, el que ejercen todos los pueblos del mundo. De esta manera asumen el principio científico de las ciencias empíricas, es decir, el realismo crítico, conocer su realidad a la luz de la razón, y en coincidencia con los fundamentos humanísticos de las ciencias antropológicas, en una exquisita superposición de filosofía-ciencia, donde el hombre conoce su origen y su destino, ese trayecto teológico enlaza conjuntamente nuestra marcha inexorable hacia la libertad, cumpliendo así el "principio antrópico" común.

El sentimiento sublime de nuestro amor patrio está precedido por la fuerza de la razón y la razón de la fuerza misma, esta doble conmutación de superposición intrínseca, es exponencialmente creciente, es una función logarítmica con traza en espiral por donde transita siempre su libertad "ad infinitum".

La razón es la fuerza fundamental de las ciencias. Ella preside la cúspide del conocimiento. La razón define también la filogenia de la especie. Está en el centro de todas las diatribas y las discusiones que se producen en cualquier foro de diferentes rangos. Qué sería de la justicia sin su presencia. Es siempre ubicua y omnipresente extensivamente. Ella preside el orden jurídico-político internacional y ha estado y estará presente en todas las guerras del planeta, para defender la paz, porque ella es sosegada y serena, fría y neutra como los pronombres y el artículo "lo". Aquí orillamos la filosofía analítica, donde Noam Chomsky es el paladín de su estructuralismo.

¿Dónde se localiza la razón? Fue detectada en el racionalismo griego y deducida con la demostración, porque tiene una exigencia máxima, necesita ser demostrada, verificada, falseada o evidenciada según las corrientes filosóficas para la filosofía de la ciencia.

El fenómeno de la razón y su lógica intrínseca fue retomado en la filosofía moderna con la conjunción de tres corrientes filosóficas importantes: el racionalismo, la filosofía analítica y el positivismo. No obstante, su análisis crítico se hizo por primera vez por Descartes y Kant. Fue la razón enjuiciada y analizada lo que determinó el término de criticismo de la razón pura y la razón práctica y otras. La filosofía científica es el resultado final del sincretismo de las corrientes filosóficas anteriores y la filosofía científica precede hoy a las ciencias.

El gran conjunto multidimensional y totipotencial del polinomio formado por la naturaleza, la vida, el cerebro y la mente está vinculado por la razón. En un análisis retrospectivo sabemos que la razón se localiza en la mente y que ya forma parte de las ciencias cognitivas. El cerebro o sistema nervioso central es el soporte funcional de la mente, que se vehicula con la vida y la vida es el fenómeno más común de los seres vivos. El gran principio de la filosofía científica del hombre es el "principio antrópico". Él está también presente en el "border-line" de las ciencias antropológicas y la filosofía humanística de forma compartida. Desde la perspectiva de la filosofía científica, el "principio antrópico" es "ad-hoc" a la naturaleza misma. ¿Quién vulnera este principio humanístico y científico compartido en este límite? Respuesta: nadie, la razón es una entidad trascendental que se solapa ella misma en las leyes naturales de donde procede, está en sus grandes principios y en el cenáculo de las constantes naturales.

¿Qué más extensión racional tiene? Respuesta: su límite llega a donde se atisban los infinitos mentales. Estas abstracciones no son fenómenos baladíes, puesto que sin la razón no podríamos tener nociones de ellos, los infinitos son fenómenos dimensionales extremos. En la naturaleza trascendente de la razón abstracta intuimos el infinito multiversal de su cosmogonía.

Finalmente, la razón reúne propiedades intrínsecas de posición permanente con relatividad referencial nula, es invariante y constante en el espacio-tiempo y es de extensión limitada, se observa su presencia en todas las corrientes filosóficas, en todas las ciencias, en todas las conductas antropológicas del hombre, y se localiza en su mente y fuera de ella en toda la naturaleza.

La razón no sólo es la facultad central del conocimiento, sino que es también su función de estado.

Se abre aquí, en este breve ensayo filosófico, la posibilidad real de un nuevo criticismo de la razón desde la perspectiva de la filosofía científica en la época contemporánea del siglo XXI. Este neocriticismo se obtiene utilizando la lógica dimensional abstracta de las ciencias teórico-prácticas del conocimiento total.

La razón histórica está de nuestro lado y es nuestra, y su función de estado de la mente es común en los canarios nacionalistas, por eso ella es nuestra primera razón de Estado.

(*) Dr. en Medicina, ex profesor universitario

(Continuará la próxima semana)