Sobreponerse
al paro para trabajar en la tierra desde cero
Después
de perder sus puestos como servicio técnico y mecánico, Pedro Trujillo y
Ricard Mota arriendan casi
Buscarse la vida. Eso es lo que hacen Pedro Trujillo Baéz
y Ricard Mota Riva para desmarcarse del desempleo, después de trabajar durante
décadas en actividades muy diferentes a la agricultura. Y, antes que
"comerse la cabeza en un sofá de mi casa", como explica el lagunero
Pedro, han seguido con interés un proyecto impulsado por el Ayuntamiento de
Granadilla para posibilitar la formación de desempleados en diversas técnicas
relacionadas con el campo y, paralelamente, intermediar entre los dueños de
terrenos agrícolas abandonados y aquellos emprendedores dispuestos a iniciar
una etapa laboral de su vida en el sector primario. Pedro y Ricard proyectan
plantar cultivos ecológicos, una mezcla de innovación y tradición, y vender
su producción.
Pedro Trujillo Baéz es natural de Las Mercedes (La Laguna), pero
desde joven reside en Los Abrigos. Durante décadas trabajó como servicio técnico
en hoteles y otras entidades, hasta hace tres años. Y Ricard Mota nació en
Uruguay, vivió 15 años en Galicia y lleva otros tantos en Tenerife. Antes de
quedarse parado en 2010, ejerció como mecánico de carretillas eléctricas. Y,
además, se dedica a la apicultura e integra el colectivo que lucha por la
pervivencia de la abeja negra del Sur.
Trujillo Báez aclara que "todo empezó hace un año con el
programa de los huertos urbanos de Granadilla, que se desarrollan en la finca
municipal Las Crucitas".
Todavía hoy reciben formación y acuden a cursos dos veces por
semana, con cinco horas de clase en cada jornada.
Pedro comenta que, en su tierra natal, conoció la agricultura de
niño y hasta los 19 años, que se trasladó a vivir a Granadilla; "y
siempre nos ha gustado el campo, pero, por varias circunstancias, hemos estado
alejados del mismo".
Muestra su agradecimiento al apoyo recibido del área de
Desarrollo Local de Granadilla para poder enfrentarse a esta
"aventura".
Asegura que "con un empujoncito y algo de ayuda para
resolver los problemas económicos y burocráticos, se hacen virguerías".
Tanto Trujillo como Mota destacan la labor desempeñada por tres
técnicos de Las Crucitas. Ahora ellos han arrendado dos huertas, con derecho a
un tanque, de cerca de
La finca está en la zona de Las Hoyitas, en la parte alta de San
Isidro, cerca de la carretera de Chimiche. Su intención es plantar fresas,
verduras y hortalizas, así como algunas frutas tropicales de rápido
crecimiento, bubangos o el tomate manzano negro.
Prevén instalar un punto de venta de sus productos junto a las
huertas, donde también puedan ofrecer miel, huevos y otros complementos que se
produzcan en este espacio.
Para sus cultivos ecológicos han tenido suerte, porque el análisis
realizado al suelo de los antiguos invernaderos, dedicados en su día a tomates
y pimientos, permitió saber que no está contaminado con "veneno".
Ahora, además del esfuerzo de poner en cultivo la finca, el reto
pasa por asimilar bien los nuevos métodos de producción y comercialización,
como vía para intentar obtener éxito e ingresos para progresar.
Actualmente, con el apoyo de familiares, Pedro y Ricard afrontan
la limpieza de las huertas y, fundamentalmente, tratan de reconstruir uno de los
invernaderos, que ha sufrido el abandono y los robos de hierro durante los últimos
años.
Y uno de sus primeros objetivos, "sentirse útiles", ya
lo han logrado.
Fuente:
Publicado en el periódico El Día,
2014-05-12