Un
año después de librarse de la tutela de sus acreedores internacionales,
Portugal ha empezado a recuperarse a nivel macroeconómico, pero su población
sigue sufriendo los efectos de la austeridad aplicada en los últimos años.
Con
un déficit controlado, unas cifras récord en el sector del turismo, una
recuperación del mercado inmobiliario y el alza de las exportaciones y las
inversiones, las grandes cifras han mejorado claramente. Para este año, el
gobierno espera un crecimiento económico del 1, 6%.
La
oposición de izquierda acusa al gobierno conservador de aplicar con excesivo
celo la doctrina de la austeridad y de ser "más alemán que la canciller
Angela Merkel".
Pero
el ejecutivo insiste en seguir privilegiando la reducción del déficit
presupuestario y, a cinco meses de las elecciones legislativas, el primer
ministro, Pedro Passos Coelho, tiene clara su estrategia. "Más que nunca,
estoy convencido de que debemos continur por la vía que hemos tomado",
declaró el sabado[16-05-2015].
A pie de calle, la impresión es muy diferente de lo que dan a
creer las cifras macroeconómicas. "Desde que se fue la troika, no ha
cambiado nada para mí. Perdí mi trabajo al comienzo de la crisis, en 2009, y
tengo pocas esperanzas de volver a encontrar un empleo", cuenta Carlos
Navarro, un exjoyero de 48 años. Divorciado y padre de dos hijas, ya no tiene
derecho a recibir el subsidio por desempleo. Carlos Navarro sobrevive a base de
pequeños trabajos y recibe el ingreso mínimo de inserción, que se ha visto a
salvo de los recortes. "Gano 348 euros al mes, es decir, 40 menos que
antes", explica.
"Las
cifras son mejores, pero la vida de los portugueses ha cambiado muy poco. Un año
después de la era de la troika, el milagro económico es más bien un
espejismo", comenta a la AFP Domingos Amaral, profesor de la economía en
la Universidad Católica de Lisboa. "El desempleo sigue siendo alto, la
deuda pública también y los impuestos están en un máximo histórico. El
crecimiento es todavía tímido, y los portugueses continúan emigrando", añade
el profesor Amaral.
La partida de los inspectores de la troika de acreedores (Comisión
Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo), celebrada con
gran pompa el 17 de mayo de 2014, permitió a Portugal recuperar su soberanía,
aunque sin poner fin a los sacrificios.
Actualmente,
cerca de un portugués de cada cinco vive bajo el umbral de la pobreza, con
ingresos inferiores a 411 euros mensuales. El desempleo se ha reducido, aunque
sigue siendo alto (13, 7% de la población activa) y entre los jóvenes asciende
al 34, 4%. El déficit público fue reducido al 4, 5% del PIB en 2014, pero la
deuda ha seguido aumentando y alcanzó el 130% del PIB, un nivel muy superior al
de 2011.
Para
evitar la quiebra, el país cerró en 2011 un acuerdo para un plan de rescate de
78.000 millones de euros. A cambio, el gobierno tuvo que acometer un severo plan
de austeridad, que incluyó recortes de sueldos, pensiones y prestaciones
sociales y un aumento de la presión fiscal.
Gracias
al bajo nivel de los tipos de interés en los mercados de renta fija, el
gobierno ha podido desde hace un año financiarse sin problemas. Prueba de la
mejora de las cuentas, ya ha reembolsado con antelación al FMI casi una cuarta
parte de su deuda de 29.600 millones de euros.
No
obstante, "la recuperación sigue siendo muy frágil y se debe en parte a
factores externos como la bajada del precio del petróleo y del euro",
observa Joao Cesar das Neves, profesor de economía en la Universidad Católica
de Lisboa.
17/05/2015