[… La imagen que el gobierno intenta transmitir es completamente falsa… Se intenta mantener las apariencias "para que nadie se dé cuenta" de las privaciones que pasan… "Nos quieren hacer creer que el país va mejor, pero ¡yo no tengo ni siquiera qué dar de comer a nuestros hijos!",]
"En nuestra casa, la crisis continúa a diario. El país
no tiene nada que ofrecernos", denuncia Ana Paula. Muchas familias
portuguesas sufren, como ella, los efectos devastadores del desempleo y la
austeridad.
"La imagen que el gobierno intenta
transmitir es completamente falsa", asegura esta antigua peluquera de 48 años
residente en Oporto, en el norte de Portugal.
La coalición saliente de derecha, que
aspira a un segundo mandato en las legislativas del domingo, presume de haber
sacado al país del abismo financiero emancipándose de la tutela de la troika
Unión Europea-Banco Central Europeo-Fondo Monetario Internacional y volviendo
al crecimiento.
El índice de desempleo se sitúa alrededor
del 12%, pero se debe sobre todo a una oleada de emigración nunca vista desde
los años 1960.
Ana Paula ya estaba en el paro cuando, en
2011, su esposo, Belmiro Silva, cesó su actividad de agente inmobiliario debido
a la crisis de la deuda, que llevó a los bancos a "cerrar el grifo del crédito".
- "Cada euro cuenta" -
Esta familia, con un hijo de 16 años, vive con un subsidio social
que, después de los recortes del 25%, se quedó en 305 euros mensuales, a lo
que el matrimonio logra añadir otros cien encadenando las formaciones
remuneradas para desempleados.
"Nos
desvivimos por llegar a fin de mes, cada euro cuenta", lamenta Belmiro,
quien reconoce que intentan mantener las apariencias "para que nadie se dé
cuenta" de las privaciones que pasan.
Como eran
incapaces de hacer frente a su hipoteca, se vieron obligados a abandonar su
apartamento de 100 metros cuadrados por una vivienda social dos veces más pequeña.
"Afortunadamente, nunca nos ha faltado comida", se consuela Belmiro.
Según las últimas estadísticas, casi un portugués de cada cinco
vive por debajo del umbral de pobreza. Y uno de cada diez, es decir, alrededor
de un millón de personas, sufre "privaciones materiales graves".
-
"Hambre" -
La ONG portuguesa Asistencia Médica Internacional (AMI), presente
en todo el país, ha ayudado a unas 15.000 personas al año desde 2011, o sea el
doble de 2008.
Angelo
Monteiro, desempleado desde hace cuatro años, tuvo que pedir ayuda a esta
institución, que le proporciona alimentos y material escolar para su hija de 12
años. "Hemos pasado hambre", declara, con los ojos llenos de lágrimas,
este excomerciante de pescado congelado de 39 años. También devolvió la
llaves de su apartamento en la periferia de Oporto y aún así debe miles de
euros al banco. "Es muy duro cuando tienes que explicar a tu hija por qué
han cortado la electricidad y el agua, o no le puedes pagar una vacuna contra
sus alergias", cuenta.
Su esposa acaba
de encontrar un empleo de media jornada en un supermercado, pero esto ha
supuesto un nuevo recorte de los subsidios sociales y el presupuesto familiar
sigue sin llegar a los 500 euros por mes.
- Una situación
"desesperante" -
En la ciudad de
Lagarteiro, al este de Oporto, la crisis complicó aún más la vida de sus
habitantes. "La situación es desesperante", resume Antonio José
Pinto, que trabaja como asistente social. El impacto de la recesión y el rigor
"continúa agravándose" y "cada vez más gente del barrio acaba
en el tráfico de droga o la prostitución", asegura.
"Nos
quieren hacer creer que el país va mejor, pero ¡yo no tengo ni siquiera qué
dar de comer a nuestros hijos!", afirma enfurecida Susana Oliveira,
mientras abre la puerta del frigorífico, casi vacío. "Desde que nos han
cortado las ayudas sociales, no vemos el final del túnel", se queja esta
mujer de 41 años, que perdió su empleo de ayudante de cocina hace dos años.
"Lo que quiero", dice, "es un trabajo que me permita tener una
vida digna".
Fuente:
globedia.com/portugal-sigue-crisis