Falleció
a los 91 años el poeta y narrador tinerfeño,
Carlos
Pinto Grote
Canarias
ha perdido a otro grande de sus letras. El erudito Carlos Pinto Grote perdió la
vida ayer[03-06-2015] a mediodía, sobre las 15:00 horas, tras sufrir el martes
una hemorragia cerebral que lo dejó inconsciente. El Premio Canarias de
Literatura 1991 e hijo predilecto de La Laguna falleció a los 91 años en
perfecto estado de lucidez y, aunque según sus amigos estaba de buen humor y no
se quejaba de ningún dolor específico, en los últimos años había sido
ingresado en varias ocasiones pero sin largas estancias en el hospital.
En
la tarde de ayer el tanatorio de Santa Lastenia, en Santa Cruz de Tenerife,
acogió el velatorio del escritor y psiquiatra jubilado, que en octubre hubiera
cumplido 92 años. La numerosa familia y los amigos cercanos fueron los primeros
en llegar a la Sala 1 de la primera planta del centro funerario, donde
descansaba el poeta de cuerpo presente con una bandera republicana sobre el féretro.
Según
uno de sus amigos allegados, el poeta Alberto Pizarro, "se encontraba muy
bien: la semana pasada me estuve tomando unos whiskies con él y estaba genial,
muy guapo". "Decía que notaba los años, pero lo hacía mucho así
que ya no le hacíamos caso", explica Pizarro, quien añade que " se
quejaba pero en general, de nada en
particular". Otros de sus amigos, Antonio Álvarez de la Rosa y Daniel
Duque, acompañaron ayer a la familia junto a más personajes de la cultura
lagunera como el escultor José Abad.
El
alcalde en funciones de La Laguna, Fernando Clavijo Battle, declaró, refiriéndose
al ilustrado fallecido, que "ha muerto un lagunero universal; un gran poeta
y narrador; un hombre de mente lúcida, un intelectual independiente que nunca
puso su obra al servicio de nadie; mas al contrario usó como arma la
inteligencia para luchar contra el vasallaje moral". "Su ingente obra,
siempre reflexiva, lo sitúa como uno de los más importantes autores de la
literatura contemporánea en el Archipiélago", sentenció el nacionalista.
Carlos
Pinto Grote era un grande de las letras canarias. El poeta y psiquiatra
jubilado, publicó decenas de poemas y seis libros en prosa, y obtuvo en 1991 el
Premio Canarias de Literatura, además de ser nombrado hijo predilecto de La
Laguna. Daniel Duque, gran amigo del poeta, destacó que se trataba de "un
hombre muy honesto, un libre pensador alejado de las modas y de la prensa".
"Carlos no acababa de encajar en este sociedad, que no lo entendía y lo
desaprovechaba", comenta el escritor e intelectual, quien sentencia que
"era extraordinario, una persona de la cultura de verdad".
Pinto
Grote obtuvo en 2010 el título de hijo adoptivo de Santa Cruz de Tenerife,
donde vivió entre 1936 y 1956 y a la que le dedicó numerosos relatos en los
que describía sus olores y rincones más pintorescos, como la Plaza del Príncipe.
El poeta también recibió la Medalla de Honor de la Universidad Menéndez
Pelayo. Entre otros, ganó el Premio Pedro García Cabrera de Poesía y el
Premio Ciudad de La Laguna de Poesía. También fue presidente del Círculo de
Amistad XII de Enero y encabezó al sección de Literatura del Círculo de
Bellas Artes de Tenerife, ubicado en la capital.
Uno
de sus poemas más conocidos del prolijo autor es Llamarme guanche, que
escribió como desahogo y respuesta ante la actitud de ciertos peninsulares con
los que se topó, que miraban a los canarios como a inferiores. Tanto gustaron
estos versos que el grupo folclórico también lagunero Los Sabandeños lo
musicalizó.
Psiquiatra
Su
profesión era la de médico especialista en Psiquiatría, Anestesiología y
Reanimación, pero su devoción por la literatura lo convirtió en uno de los
autores más importantes de la cultura canaria.
Así,
publicó sus primeros poemas en la revista Mensaje, que dirigió su
padre, el también poeta Pedro Pinto de la Rosa. Actualmente estaba jubilado y
escribía de vez en cuando, siempre a mano y de pie.
Por
la casa de Pinto Grote pasaron cientos de personas, muchos de los cuales son
ahora grandes intelectuales y escritores. Allí se celebraban las Tertulias del
Horno, llamadas así por el poeta José Quintana. A su amigo Alberto Pizarro fue
a uno a los que le abrió esa puerta "hace ya más de 50 años",
recordó ayer el poeta durante el luto. Hace unos años volvió a aparecer otra
reunión similar en La Laguna, esta vez de la mano de Daniel Duque, que recuperó
la Tertulia de Nava siendo Pinto Grote uno de sus fervientes contertulios.
Este
amante de la cultura se confesaba republicano y así lo demuestra la anécdota
que contó ayer el escritor Agustín Díaz Pacheco. "Hace unos años, en el
Ateneo de La Laguna, le regalé un pin con la bandera republicana", cuenta
el lagunero. "A él le encantó y me pidió que se lo pusiera
enseguida", recuerda sonriente el escritor, que ayer acudió al velatorio.
Un
libre pensador
El
escritor era Premio Canarias de Literatura y Medalla de Honor de la Universidad
Menéndez Pelayo P 'Llamarme guanche' es uno de sus poemas más conocidos Su
casa nivariense acogió durante años las llamadas Tertulias del Horno
Carlos
Pinto Grote era un grande de las letras canarias y una figura clave en la
Cultura de La Laguna, así, con mayúscula, como a él le gustaba. El poeta y
psiquiatra jubilado, publicó decenas de poemas y seis libros en prosa, y obtuvo
en 1991 el Premio Canarias de Literatura, además de ser nombrado hijo
predilecto de La Laguna. Daniel Duque, uno de los grandes amigos del poeta,
destacó para este periódico que se trataba de "un hombre muy honesto, un
libre pensador alejado de las modas y de la prensa". "Carlos no
acababa de encajar en este sociedad, que no lo entendía y lo
desaprovechaba", comenta el escritor e intelectual, quien sentencia que
"era extraordinario, una persona de la cultura de verdad".
Pinto
Grote obtuvo en 2010 el título de hijo adoptivo de Santa Cruz de Tenerife,
donde vivió entre 1936 y 1956 y a la que le dedicó numerosos relatos en los
que describía sus olores y rincones más pintorescos, como la Plaza del Príncipe.
El poeta también recibió la Medalla de Honor de la Universidad Menéndez
Pelayo. Entre otros, ganó el Premio Pedro García Cabrera de Poesía y el
Premio Ciudad de La Laguna de Poesía. También fue presidente del Círculo de
Amistad XII de Enero y encabezó al sección de Literatura del Círculo de
Bellas Artes de Tenerife, ubicado en la capital.
Uno
de sus poemas más conocidos del prolijo autor es Llamarme guanche, que
escribió como desahogo y respuesta ante la actitud de ciertos peninsulares con
los que se topó, que miraban a los canarios como a inferiores. Tanto gustaron
estos versos que el grupo folclórico también lagunero Los Sabandeños lo
musicalizó.
Psiquiatra
Su
profesión era la de médico especialista en Psiquiatría, Anestesiología y
Reanimación, pero su devoción por la literatura lo convirtió en uno de los
autores más importantes de la cultura canaria.
Así,
publicó sus primeros poemas en la revista Mensaje, que dirigió su
padre, el también poeta Pedro Pinto de la Rosa. Actualmente estaba jubilado y
escribía de vez en cuando, siempre a mano y de pie.
Por
la casa de Pinto Grote pasaron cientos de personas, muchos de los cuales son
ahora grandes intelectuales y escritores. Allí se celebraban las Tertulias del
Horno, llamadas así por el poeta José Quintana. A su amigo Alberto Pizarro fue
a uno a los que le abrió esa puerta "hace ya más de 50 años",
recordó ayer el poeta durante el luto. Hace unos años volvió a aparecer otra
reunión similar en La Laguna, esta vez de la mano de Daniel Duque, que recuperó
la Tertulia de Nava siendo Pinto Grote uno de sus fervientes contertulios.
Este
amante de la cultura se confesaba republicano y así lo demuestra la anécdota
que contó ayer a este periódico el escritor Agustín Díaz Pacheco. "Hace
unos años, en el Ateneo de La Laguna, le regalé un pin con la bandera
republicana", cuenta el lagunero. "A él le encantó y me pidió que
se lo pusiera enseguida", recuerda sonriente el escritor, que ayer acudió
al velatorio.
Cuando recibió el título de hijo adoptivo de Santa Cruz lo hizo de una forma muy humilde y sentenció su discurso con una frase que conmovió a los presentes y reduce su labor en esta vida que ayer se le escapó: "Me he limitado a hacer lo bueno, decir lo justo y contemplar lo bello"
Uno de sus poemas más conocidos del prolijo autor es Llamarme guanche, que escribió como desahogo y respuesta ante la actitud de ciertos españoles con los que se topó, que miraban a los canarios como a inferiores. Tanto gustaron estos versos que el grupo folclórico también lagunero Los Sabandeños lo musicalizó.
Llamarme guanche. Hijo
de los volcanes y las lavas. Llevar
la frente alta. Tener
el corazón hecho de libertades. Llamarme
guanche, nada más. Mi
patria: un negro malpaís; mi
flor: una retama. Beber
agua de una fuente, descansar
bajo un pino, tener
la mar que me separa de
todo aquello que no quiero y
que me ata. Llamarme
guanche. Labrar
puntas de lanza, darle
vueltas al barro y
que el gánigo nazca. Caminar
sin caminos, subir
a la montaña, mirar
entre las nubes. San
Borondón lejana... Tallar
con la tabona en
una añepa larga. En
cada beñesmén recoger
de la tierra yrichen,
yayo, tano, beber
ahof de hara. |
Dar
gracias a Achamán. Labrar
una obsidiana para
mirar mi ostrote hombre libre cuando nace Magec, cada mañana. Llamarme guanche. Llamarme guanche, Hijo de los volcanes y las lavas. Carlos Pinto Grote
|
http://www.youtube.com/watch?v=NR-kJWFcAis
Fuente: