´El FMI es la historia de las malas recomendaciones

en los últimos años´

 

"Que un economista diga que hay que bajar los salarios un 10%, me parece cuanto menos atrevido"

Ismael Alemán, en un momento de la entrevista, celebrada en la sede central de Toyota Canarias.A sus 43 años, Ismael Alemán es ya director general de Toyota Canarias y ocupa puesto en la Junta Nacional del Instituto de Analistas Financieros. Desde un punto de partida siempre económico, incluida la vertiente social de esta ciencia, no rehúsa verter su opinión sobre cualquier tema que se le plantee. Lo hace sin complejos ni cortapisas porque pone por delante que cualquier juicio que se emita es absolutamente respetable. Desde esa atalaya de libertad, no se casa con nadie.

 Ismael Alemán, director general de Toyota Canarias

–¿Estamos en el final de la crisis como apuntan algunos datos?

–Desde que empezó la crisis, siempre se hablaba de que el segundo semestre iba a ser mejor que el primero. Al final llevamos casi seis años con esta situación. Es cierto que ahora parece haber un cierto consenso sobre que hemos tocado fondo y habrá crecimientos lentos.

–Cambio sin creación de empleo. ¿Hay margen para seguir soportando estas tasas de paro?

–Una economía con cinco millones de parados puede ser sostenible si sigue habiendo gente que trabaja y la sostiene. El problema está en que a esa masa de parados se les van agotando las prestaciones y vamos a entrar en una emergencia social. Para afrontarla serán necesarios recursos económicos. Estamos viendo cierto crecimiento de empleo en los últimos meses, vamos a ver qué pasa tras el verano, cuando se podrá comprobar si la creación de empleo responde a una mejora de la economía o al tradicional comportamiento en verano. Otra cuestión es que todo este empleo que se crea es de carácter temporal, eso es otro matiz importante.

–¿Por qué se ha creado empleo si estamos en recesión?

–Los análisis económicos no aciertan. No hay una base real que determine, como se dice, que sea necesario que la economía crezca un 2% o un 3% para crear empleo. El mejor síntoma de la recuperación no va a ser el crecimiento del PIB, sino el del empleo.  

–¿No puede crear ahora un problema mayor apretar el paso contra la economía sumergida?

–El Instituto de Analistas Financieros expuso recientemente un informe que determinó que en España la economía sumergida representa el 20% del PIB. Alemania tiene un 8% y Francia está en el entorno del 10%; no nos equivoquemos, la economía sumergida existe en todas partes. En España debemos ir a unos niveles razonables. Si lo conseguimos, traeremos a un millón de personas a la economía real y unos 20.000 millones de euros de ingresos fiscales. No solucionaría todo el problema español, pero daría bastante aire.

–¿Cuántas de ese millón de personas pueden hacer esa transición?

–Ese es el problema. No se realiza porque podemos estar de acuerdo en que las cargas sociales en España son altas, lo que hace que mucha gente prefiera trabajar en la economía sumergida. Además, las cargas fiscales también son elevadas. De ahí viene el célebre "¿va a querer factura?". De todos modos, la transición debe hacerse, pero antes que contra el fraude del individuo, que existe, hay que luchar contra el fraude empresarial, que es una competencia desleal para las empresas que sí cumplen con todas sus obligaciones.

–Olli Rehn recomienda bajar un 10% los salarios en España. ¿Eso es posible?

–Solo ha fortalecido el argumento del Fondo Monetario Internacional (FMI), que fue el primero en sus brillantes recomendaciones.

–¿Lo de brillantes lo pongo en cursiva?

–Sí, por favor. Este organismo es la historia en los últimos años de las recomendaciones malas o erróneas. Y no hablemos de los análisis previos porque tendríamos que recordar que en 2007 decía que la economía europea había alcanzado un punto de madurez que le garantizaba un crecimiento sostenible en el tiempo. El FMI da ideas felices como esta de bajar los salarios un 10%. Si lo haces, recuperas competitividad, pero si esa bajada no se traslada a los precios, estás restando capacidad de compra a los ciudadanos, con lo que la demanda caerá. Esta continua carga sobre el individuo, que es el consumidor, me parece un error. Si vamos a políticas de reducción salarial, tenemos que reducir los precios. Que un economista se siente en un despacho y diga que en España hay que bajar los salarios un 10%, me parece cuanto menos atrevido, por no calificarlo de otra manera.

–¿Ayudarían algunas dimisiones de políticos a recuperar la confianza de los ciudadanos?

–La economía ayuda a todo, incluso hasta al amor. Hablando con un chino en Shanghái le preguntaba cómo se podía convivir con un aparato de un partido que lleva un tren de vida elevadísimo, mientras gran parte del pueblo pasa muchas dificultades. Me contestó que su padre le contó que tuvo que comer ratas. La economía individual marca mucho la actitud social. La parte buena es que al menos salen a la luz estas cosas salpiquen a quien salpiquen, ya sea la Casa Real o el presidente del Gobierno, y eso también implica cierta madurez democrática.

–Pero llegados a este punto. ¿Cómo se puede recuperar la confianza de la ciudadanía?

–Tienen que recuperarla quienes la han perdido, que son los políticos. Solo lo pueden hacer con actitud y trabajo: ayudando a salir de la crisis, porque si bien no toda la responsabilidad es suya sí lo es en gran parte porque son quienes toman las decisiones, y tener unos comportamientos éticos. Seguramente el sistema tampoco ayuda demasiado. No puede ser que el presidente de un país como España tenga el sueldo equivalente a un mando intermedio de una multinacional. Hay que dotar a los políticos de recursos suficientes para que no sientan la tentación de hacer las cosas que parece hacen una buena parte de ellos.

–¿Y carreras políticas de treinta o más años son síntomas de inmadurez democrática?

–La política se ha convertido en una profesión y todos conocemos personas de las que no sabemos su oficio. Los conocemos de políticos y los vemos jubilarse de políticos. Yo tengo 43 años y a la cabeza me vienen políticos a los que llevo viendo desde que tengo uso de razón, eso no creo que sea normal. Ese concepto de la política como profesión es donde está el problema. En España mucha gente acude a la política como una forma de vida y no siempre son los mejores, porque realmente en la empresa privada las remuneraciones son mucho más altas que en el sector público.

–¿Hay margen para adelgazar el sector público?

–No es tan grande como dicen. El peso en nuestra economía está en la media europea, incluso es menor que en otros países. El problema aquí no es el tamaño, sino lo que hace. Pongo un ejemplo de mi sector: no entiendo por qué el Cabildo tiene sus propios talleres de reparación de coches. Debería tener un funcionario que buscara el mejor y más eficiente de los talleres para la gestión de su parque móvil. El problema del sector público es que ha equivocado su función.

–¿Pero sobran médicos o policías, por ejemplo?

–Yo creo que faltan. Lo que sí sobra es una burocracia que hace muy ineficiente al sector público.

–Entonces, ¿mejor reorganizar que privatizar?

–Sí, y habrá elementos que haya que privatizar. Desde luego la Sanidad no, si queremos que sea como la que hemos conseguido, que es fantástica porque nos cubre a todos. Cuando tienes un problema de salud en otro país te das cuenta de lo importante que es una sanidad en la que lo primero que hacen es preguntarte cómo estás y no pedirte la tarjeta de crédito. Sí es cierto que hay otras cosas que el sector público no tiene por qué tener como es el caso de los talleres. No hay que privatizar todo ni tampoco oponerse a cualquier privatización, hay que mirar las cosas de cerca y de una en una.

–¿Cuál es su visión del fuego cruzado entre los gobiernos canario y central?

–Es una batalla política. Ha habido un desmán general a la hora de gastar, eso es real, pero en muchos casos las grandes inversiones que ahora nos causan estupefacción, como un aeropuerto que no funciona, son responsabilidad del Gobierno central. Se ha intentado demonizar a las autonomías con un fondo político y no tanto económico.

–¿Qué opinión tiene del reparto que se ha hecho de la relajación del objetivo de déficit?

–Otra vez política, desgraciadamente. Canarias ha sido, sin duda, de las que mejor ha hecho los deberes, independientemente de colores políticos, con los números en la mano. El esfuerzo que hemos hecho los canarios, no los políticos, ha sido muy grande y el trato recibido no es justo. A otras comunidades autónomas, por cuestiones políticas, se les ayuda más. Cataluña ha radicalizado su postura independentista al irrumpir la crisis. No es casualidad, es su forma de presionar para conseguir cosas.

–¿Se vacía ese concepto de la cultura del esfuerzo?

–Sí, porque ver cómo no se reconoce el esfuerzo hecho... Sucede como en las empresas cuando la promoción le viene al pelota en lugar de a quien da resultados.

–¿Ayudaría a rebajar el coste de la energía encontrar petróleo en el Archipiélago?

–El debate tiene dos elementos fundamentales: el económico, cortoplacista, y el medioambiental, en el medio plazo. No me gusta que se intente evitar que la gente tenga capacidad de opinión. Todas son respetables, incluso la que está en contra de la nuestra. Esto de demonizar a los que están en contra del petróleo llamándolos ecologistas o rojos o lo que sea, me parece que no es bueno. Si hay petróleo, no podemos negarnos a explotar un recurso fundamental, la clave está en cómo se haga. Sobre todo, debe tener un traslado económico a la región. Podría ser la misma Repsol la que lo explote, pero domiciliada y tributando en Canarias y, por supuesto, que la explotación cumpla estrictamente las leyes para garantizar la seguridad. Cuidado, cuando al otro lado de la mediana se pongan en explotación los supuestos yacimientos, se hará con las leyes africanas o de las multinacionales que lo hagan. Eso sí que entraña riesgo.

–Siguiendo con el petróleo, ¿se está tomando en serio el hecho de su agotamiento?

–Consumimos más de lo que extraemos, se usa para todo, pero es limitado. Hace 30 años que no se encuentra una bolsa de petróleo fácilmente extraíble. Cada vez será más caro, pero es muy necesario y no se está haciendo lo suficiente para sustituirlo ni se es consciente del problema medioambiental que se está generando.

–¿Qué razón encuentra para que la energía renovable tenga tan poco peso en Canarias?

–El problema de las renovables es que en un momento dado se convirtieron en una inversión de rentabilidades estratosféricas. No vale que los sectores subvencionados, regulados, tengan un beneficio muy superior al sector privado puro. Seguramente en Canarias las inversiones se hicieron en base a unas rentabilidades muy altas que, al corregirse, ya no las hacen tan interesantes.

–Nadie discute que es mucho más barata la energía de los aerogeneradores.

–No hay color y también el autoconsumo debería promoverse. Sin embargo, hacen lo contrario. Volvemos a mantener ocupado al sector público en cuestiones en las que no debería estarlo.

–¿Se subvierte a veces el interés general al de algunas empresas?

–En ocasiones, sí.

–¿Construir más planta alojativa o renovar la que tenemos?

–Dentro de la normativa y la sostenibilidad se puede construir, pero primero o a la vez, renovar.

–Toyota ha apostado por los vehículos híbridos. ¿Ha encontrado respuesta en el consumidor?
–Viendo la situación económica, sí. Es cierto que estos automóviles tienen una prima, cada vez menor, respecto al convencional, pero el cliente sí está dispuesto a asumirlo porque al final la recupera. La gran ventaja en emisiones no es el dióxido de carbono, que evidentemente causa el efecto invernadero, pero lo que más perjudica al ser humano es el óxido nitroso, las partículas de las que es campeón el coche diesel. La Organización Mundial de la Salud ya tiene en categoría 1 al motor diesel como elemento cancerígeno. Pues bien, el híbrido emite cero partículas. Esa es la gran ventaja en términos medioambientales. Pero además está el ahorro energético y de mantenimiento. La apuesta de Toyota es de hace 30 años. El último informe de la consultora KPMG claramente destaca el coche híbrido como la solución a medio plazo hasta que podamos disfrutar del coche no contaminante, que es el de pila de hidrógeno.

–¿Eso va a llegar?

–El coche de pila de hidrógeno existe, el problema es que la tecnología es muy cara. Si está al alcance de unos pocos está en fase de invento, para ser tecnología tiene que poderlo tener prácticamente todo el mundo.

–¿Contemplan un horizonte de recuperación en el sector?

–El segundo trimestre de este año, por el plan PIVE, no ha tenido variación con respecto al mismo periodo del año pasado. Estos planes ayudan a que la caída al menos se frene. El sector ha registrado descensos de ventas de hasta el 65%. A los cien mil coches que se vendieron en Canarias en 2007 no creo que regresemos jamás. Pero el problema del sector del automóvil no son solo las ventas, sino la renovación del parque. Hay informes que dicen que el 70% de los accidentes se producen en coches de más de diez años. La antigüedad del coche es muy importante a la hora de tener un accidente, porque las medidas de seguridad han mejorado. La estimación es que el 70% del parque español tenga más de diez años hacia 2018. Quizá este es el argumento social, además del económico, por el que continúa el plan PIVE.

julio gutiérrez 11.08.2013 | 00:14

Fuente: Publicado en ‘La Provioncia/La Opinión/ economia/2013/08/11