Otra vez al borde del abismo

 

Septiembre no ha empezado bien ni para el euro ni para España. Las bolsas han sucumbido por horas al pánico y las autoridades de muchos países comienzan a buscar a quién echarle la culpa de volver a estar al borde del precipicio.

Lo intentaba explicar hace pocos días Alfredo Pérez Rubalcaba cuando decía que esos mercados a los que hay que cambiar son los que prestan dinero a los bancos españoles para que a su vez puedan prestárselo a las familias y las empresas. El candidato socialista añadía después que si no confían en la economía española el precio por dar dinero a España para comprar su deuda sube, la prima de riesgo se dispara y los bancos y las empresas que tienen préstamos concedidos en el exterior tienen que pagar más intereses y todo el sistema sufre las consecuencias.

Rubalcaba no dio el dato, pero el Banco de España sí lo tiene. La banca española tenía a 30 de junio pasado 546.000 millones de euros que le han sido prestados en el extranjero. Esos créditos, a los tipos actuales, les cuesta a las entidades financieras, en números redondos, unos 12.000 euros por minuto en intereses. La cantidad, con ser aparatosa, no es muy grande comparada con las dimensiones del sector. Supone pagar los créditos a una media ligeramente superior al 1,2% de interés anual que después compensan con creces cuando ellos destinan los fondos a prestarlos en el mercado español.

Ese es su negocio y hasta el estallido de la crisis financiera les ha ido todo rodado. Pero esos mercados, a los que Europa quiere calmar con medidas generalizadas de recorte y con compromisos también generalizados de que los Estados no gasten más de lo que ingresan, han decidido no fiarse mucho de las entidades financieras europeas, y entre ellas están las españolas. José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España, señala a este respecto: “Las entidades financieras siguen siendo las principales perjudicadas ante otra crisis no resuelta: la crisis de confianza. El debate público entre el Fondo Monetario Internacional pidiendo la recapitalización urgente de las entidades financieras europeas y el Banco Central Europeo, obviamente la Comisión y los Gobiernos del viejo continente, defendiendo su solidez es un buen ejemplo de lo mucho que se debe avanzar para coordinar los mensajes desde las autoridades económicas mundiales”.

Lunes negro.

¿Hubo también algo de eso en el enésimo lunes negro sufrido en Europa y en España el pasado día 5, cuando el abismo volvió a acercarse? También hay discrepancias entre los analistas. Unos piensan que las palabras de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, durante el fin de semana, cuando dijo que había peligro de una nueva recesión global, fue la mecha que avivó el fuego que ya había empezado el viernes inmediatamente anterior, cuando Grecia había roto temporalmente las conversaciones con el FMI para recibir el dinero de su segundo plan de rescate. Otros, sin embargo, creen que Lagarde solo se limitó a advertir que si todos siguen pensando únicamente en recortar y recortar, las economías de los países que tienen que tirar del carro (entre ellas las de EEUU y Alemania) y las de los países emergentes pueden pararse también y llevar a una recesión global.

 

Fuente: Tiempo

 

tiempo@grupozeta.es

 

La Europa de los mercaderes

El sueño de la europa unida y solidaria ha devenido en la pesadilla de una Europa de los mercaderes, de los reinos de taifas con sus entrañas en guerra y sus arcas vacías. La realidad ha hecho saltar por los aires los ideales de Adenauer, De Gasperi, Schuman y otros padres fundadores.

El extraño modelo de una convivencia basada en la buena fe entre naciones dispares resultó un fiasco. Una moneda única improvisada y prematura, sin una verdadera integración política y fiscal, no hizo más que agravar la situación y hacernos aún más vulnerables a los constipados de los gigantes. En ese contexto caótico afloran los egoísmos de los más fuertes, se pervierte la sana competitividad, se dictan normas abusivas que lastran la fluidez del comercio interior en el continente, y el déficit presupuestario de cada país es juzgado con distinta vara de medir.

Sin embargo, y en el fragor de una crisis brutal, solo nos salvará el convencimiento (y quizá la utopía) de que otra Europa es posible si se basa en criterios de verdadero compromiso entre los países miembros. Nadie se integra en un grupo para ser engañado, pero algunos se pueden asociar para engañar utilizando su posición de superioridad. Las turbulencias financieras se deben convertir en una oportunidad para llegar a conclusiones elementales que se habían evitado hasta ahora. Europa no es un asunto exclusivo de la canciller Merkel o del presidente Sarkozy, también se debe escuchar la voz de los países más débiles (España, entre ellos). Sobra improvisación y se necesita una reforma de la actual realidad europea a partir de normas que impidan la ley de la selva en que los tiburones hambrientos se nutren de las sardinas indefensas ante la mirada atenta del resto del Primer Mundo y de las economías emergentes. En Europa se echan de menos actitudes de grandeza y sobran trampas de mercaderes mafiosos.

 

Fuente: Tiempo 08 / 09 / 2011 Faustino F. Álvarez