Entrevista con José Francisco Falero ‘Guiniguada’

 

 

José Francisco Falero ‘Guiniguada’, el legendario locutor de La Voz de Canarias Libre

José Francisco Falero ‘Guiniguada’, el legendario locutor radiofónico e insurgente del MPAIAC (Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario) que acompañara a Antonio Cubillo en Argelia, el día en que dos sicarios del Estado español lo intentaron asesinar, se encuentra acogido en una residencia de ancianos de Las Palmas de Gran Canaria.

Localizarlo no es fácil, e incluso algunos viejos simpatizantes del MPAIAC vacilan y se preguntan si seguirá aún vivo, pero sí, José Francisco Falero, más conocido como ‘Guiniguada’, vive, y aún es capaz de recordar con lucidez los años de una lucha por la liberación nacional. «La desmemoria no es casualidad. Es un trabajo de borrado y colonización cultural que los españoles han llevado a cabo para que los canarios desconozcan su propia historia», denuncian Federico Nacher y Tosky Weller. 

«¿Buscan al señor José Francisco?», pregunta solícita la monja de recepción. «Pues solo puede estar en su habitación, el salón o el jardín», responde convencida, mientras el azar proyecta la imagen de una figura alta, huesuda y huidiza que se aleja de nosotros hacia el fondo de un largo y oscuro pasillo. «Creo que es él», advierte Federico, quien suele visitarle de cuando en cuando en esta enorme residencia de ancianos. «Primero es mejor que me acerque yo solo para ver si quiere hablarnos un rato», sugiere cauteloso, pues sabe que a ‘Guiniguada’ ya no le acompañan las fuerzas para ilusionarse con el relato de un tiempo en el que un buen número de canarios se rebelaron contra el Estado. 

El locutor de La Voz de Canarias Libre[1], la radio que entre 1975 y 1978, emitía furtivamente desde Argelia llamando a la insurrección contra el Estado español, se ha vuelto un ser taciturno pero no cínico. Herido por los avatares de la lucha independentista pero optimista sobre el futuro. Un personaje esquivo con aires de hereje que finalmente accede a compartir parte de sus memorias sentado bajo un gran árbol: «Para mí todo empezó cuando contraje paludismo haciendo el servicio militar obligatorio en Guinea Ecuatorial. Allí me quedó muy claro no solo lo que era colonialismo, sino que los canarios también somos una colonia. Yo luché contra ello con uñas y dientes, pero al final de las revoluciones solo se recuerdan uno o dos nombres». Franco pero sin la menor amargura, ‘Guiniguada’ hace alusión a la figura de Antonio Cubillo, el joven abogado de Tenerife que en 1964 fundó el MPAIAC, un movimiento político, que fue amparado y apoyado por Argelia, «el país referente de la época para todos los movimientos anticolonialistas del África de aquel entonces. Allí había hasta etarras, con los que hablé mucho sobre el poder que tenía entonces la banca vasca», recuerda.

Al principio las emisiones de La voz de Canarias Libre eran de media hora, pero conforme avanzaron los meses y su popularidad fue en aumento, alargaron la programación a una hora diaria, «útil para llamar al sabotaje, informar sobre nuestro proyecto de república canaria», y dado el clima de violencia estatal que se vivía tras la muerte de Franco, «denunciar todo aquello que dentro del archipiélago nos resultaba difícil sacar a la luz», cuenta ‘Guiniguada’ antes de pasar a algunos de los capítulos más amargos de su lucha: el de la violencia. «Aunque ahora nos recuerdan el único muerto indirecto de la lucha independentista canaria», señala en alusión a un TEDAX que murió manipulando un artefacto explosivo colocado por las Fuerzas Armadas Guanches (supuesto brazo armado del MPAIAC), «casi nadie se acuerda de los nueve compañeros que nos asesinaron. De la represión que sufrimos. Para nuestra gente no hay memoria». Y explica cómo «el pueblo canario se echó a la calle para protestar» cuando policías, posteriormente ascendidos y laureados, «asesinaron a sangre fría» al joven Bartolomé García Lorenzo en su propia casa. «Es que desde 1939 España vive en un permanente Estado de excepción. Todo aquel que se haya enfrentado al poder de la metrópoli lo sabe», lamenta. 

Historia del MPAIAC

La historia del MPAIAC, breve, exótica y no demasiado documentada, quizás tuvo una entidad algo sobredimensionada por Argelia, país que veía en el reconocimiento nacional de Canarias, uno, la posibilidad de establecer un país aliado en el Atlántico, y dos, una forma de presionar a marroquíes y españoles tras el abandono del Sáhara por parte de los segundos. Pero fuera cual fuese su músculo social en Canarias, en el resto de África, a militantes independentistas como Antonio Cubillo, el abogado Domingo Acosta o el propio ‘Guiniguada’ se les daba un trato que en algunas ocasiones ni siquiera recibían los diplomáticos del franquismo. «En gran medida, la historia de muchas embajadas españolas en África viene precedida del trabajo diplomático que hacíamos en el MPAIAC. Según los amigos africanistas nos iban recibiendo en sus países, el Estado español venía inquieto por detrás de nosotros, abriendo embajadas y queriendo mantener sus propias relaciones diplomáticas. Así sucedió en Etiopía, Libia o Senegal, gobiernos que nos apoyaron mucho», asegura con evidente satisfacción mientras prende un segundo cigarrillo.

Las demandas del movimiento canario al Gobierno de España, según rememora ‘Guiniguada’, eran fundamentalmente tres. La primera, el reconocimiento del MPAIAC como movimiento legítimo. La segunda, el establecimiento de una mesa de diálogo en un país de mutuo acuerdo. Y la tercera, desarrollar un calendario de descolonización acorde a Naciones Unidas. «Era lo mínimo razonable, porque la historia de los pueblos se olvida», advierte este hombre culto, de aspecto desaseado y mirada triste. «Al que le parezca mucho habría que explicarle: ¿Cómo se tomaron el archipiélago los conquistadores? Pues arrojando vacas muertas a los pozos de agua potable para que la población guanche enfermara. Eso no lo enseñan en los colegios». Pero amplía parte de lo sucedido en Canarias al hecho del propio Estado. «En términos militares, la misma España es una colonia de Estados Unidos que, por cierto, le sale muy barata».

En un frenético pero certero repaso a las conexiones existentes entre las diferentes «agencias de inteligencia de países que, sean franceses, españoles o británicos, mantienen una mentalidad totalmente colonialista», ‘Guiniguada’ llega a un hecho que fue crucial para el devenir del MPAIAC: El intento de asesinato de su líder, Antonio Cubillo. «En abril de 1978, días antes del atentado, le dije a Antonio que llegaba el momento de extremar la seguridad y tomar medidas. La presión era muy fuerte. Se sentía, y gente como Martín Villa, que no es un político, sino la cara más siniestra del Estado, nos la tenía jurada. A ese estilo en Canarias lo llamamos el puñal del Godo. El lugar del atentado fue muy estudiado. Por allí no andaba cualquiera, pues era un área segura, donde vivía gente importante, así que el que acuchilló, un pobre hombre al que utilizaron, fue con arma blanca para no hacer ruido. De la misma, un vecino encontró a Antonio en el suelo desangrándose y con un pronóstico fatal. Pero alertados, bajamos del piso a por auxilio, lo llevamos al hospital y sobrevivió, aunque con graves secuelas», y hace el gesto de impulsar una silla de ruedas como la que usó Antonio Cubillo hasta su muerte en diciembre del 2012.[2]

«No somos Europa sino África»

Para la fecha del crimen de Estado contra del entonces líder del MPAIAC, las emisiones de La voz de Canarias Libre ya se habían clausurado. No solo la presión diplomática de España hizo efecto, sino que también influyó la intervención de defensores de la unidad de España como Santiago Carrillo, quienes solicitaron al presidente argelino, Huari Bumedián, el fin de su apoyo al MPAIAC, y muy concretamente, el cese de la radio. Así, con La voz de Canarias Libre fuera del éter, con un movimiento, si no descabezado, seriamente golpeado, y con todo el peso del Estado y sus expresiones ultras sobre el movimiento independentista en las Islas Canarias. 

«Cuando todo aquello terminó en Argelia, yo aproveché que en Suecia me permitían residir sin el estatus de refugiado. Lo hice así porque para ser asilado te hacen muchas preguntas, y a mí nunca me ha gustado largar. Me casé con una sueca y viví en Estocolmo unos pocos años hasta que todo se calmó, Antonio firmó el acuerdo de Madrid en 1985 y finalmente todos pudimos regresar de nuestros respectivos refugios», los cuales eran diversos y lejanos, como por ejemplo, Venezuela, donde según recuerda, «siempre tuvimos una fuerte presencia de militantes del MPAIAC».

Sin embargo, y a pesar de los sinsabores vividos, ‘Guiniguada’, está convencido de que en Canarias no está todo dicho. «No somos Europa sino África. Tenemos otra franja horaria, aguas en disputa y votamos no a la OTAN. Son muchos los factores que indican una forma diferente de ser y ver las cosas. Además, fuimos conquistados, jamás hubo mutuo acuerdo. ¿Saben los españoles que gracias al apoyo de muchos estados africanos estuvimos a punto de abrir en la Asamblea General de Naciones Unidas un debate sobre la colonia canaria?». Y apurando la última calada de su enésimo cigarrillo, ‘Guiniguada’ se apaga, dice que llega la hora de marcharse, y rápida, pero educadamente, se despide de Federico y Tosky para regresar al largo y oscuro pasillo del que salió una hora antes.

* Unai Aranzadi|Las Palmas de Gran Canaria|2017/11/16

[1] La Voz de Canarias Libre

[2] Antonio Cubillo hasta su muerte el 10 de diciembre de 2012.

Fuente: http://www.naiz.eus/eu/actualidad/noticia/20171116/la-voz-de-canarias-libre-