Los conquistadores
del Oeste Americano
Mucho antes de que
naciera Búfalo Bill y el general Custer, los conquistadores
del Oeste hablaban
castellano. El primer europeo
que venció a los comanches era de Hernani, y el
que descubrió el Cañón del Colorado, de Salamanca.
Los conquistadores del
salvaje Oeste nacieron en Extremadura, Andalucía, el País Vasco y en otros
muchos lugares de la Península Ibérica. De hecho, el primer hombre blanco que
recorrió parte de los territorios posteriormente conocidos como el Far West fue
Álvar Núñez Cabeza de Vaca, natural de Jerez.
Tras sobrevivir en
La ciudad de las
nubes
En 1540, el salmantino Vázquez
de Coronado partió de México con 400 hombres. Su misión era encontrar la mítica
Cibola. La expedición recorrió el sudoeste de EEUU y llegó hasta la actual
Kansas. En su largo viaje descubrieron el Cañón
del Colorado y fueron
los primeros hombres blancos que vieron
a los bisontes pastando en las praderas. Por supuesto, nunca encontraron Cibola,
lugar que solo existía en la imaginación de los conquistadores y
los indígenas, aunque
en su marcha tropezaron con otro lugar tan fabuloso que parecía irreal: Acoma,
la ciudad de las nubes.
Los hispanos escucharon a los
indios
hablar
de una ciudad situada a tal altura que llegaba hasta las estrellas.
Aunque
la descripción era exagerada, el lugar realmente
existía, y Coronado y
sus
hombres llegaron finalmente a Acoma,
-una ciudad de adobe construida en una
montaña a más de cincuenta metros de altura,
y
cuyos habitantes, indios navajos, se
pintaban el cuerpo de negro. El conquistador pasó de largo, ya que allí no había
ni oro ni riquezas, pero en aquella ciudad tendría lugar años después la
primera gran batalla entre los hispanoes y los pieles rojas.
En 1580, alarmados parla mayor presencia de europeos en su territorio,
los indios planearon una rebelión, con una alianza de las distintas tribus
(navajas, pueblo, zuni ... ). Para ello tendieron una trampa a los colonizadores
e invitaron al gobernador del territorio, Juan de Zaldívar, a visitar Acoma.
El hispano aceptó y se trasladó al lugar con treinta de sus hombres,
pero en plena visita fueron atacados por los indios y diezmados poco a poco en
las angostas callejuelas de la ciudadela. Acorralados y amenazados por una
muerte segura, los cinco únicos hombres que quedaban con vida se arrojaron por
uno de los abismos que rodeaban la ciudad saltando desde una altura de más de
cuarenta metros. Milagrosamente, solo uno de ellos murió en la caída.
Los supervivientes dieron la voz de alarma y un ejército al mando del
comandante Juan de Oñate se dirigió a Acoma y conquistó la ciudad tras varios
días de asedio, sofocando la rebelión. Tras aquel suceso, los hispanos
firmaron un tratado de paz con los indios. Un tratado que únicamente no fue
firmado por la tribu más montaraz: los apaches.
En 1778, el nuevo gobernador, Teodoro de Croix, escribió lo siguiente en
una carta enviada a España: Los apaches nunca dejarán de robar porque viven de
este ejercicio, merodean a toda clase de gentes, ni pueden sujetarse a vida
racional y cristiana porque son amantes de la libertad, acostumbrados a vivir
ferinamente. Son, en mi concepto, irreducibles". Y efectivamente, durante años
lo fueron, aunque un suceso inesperado les empujó a aliarse con los hispanoes.
Y es que, como escribió Martínez Laínez en el libro Banderas lejanas: la
exploración y conquista por España del territorio de los actuales EEUU: Todo
el mundo temía a los apaches. Pero hasta los apaches temían a los
comanches”.
LA
BATALLA DE CUERNO VERDE
Originalmente,
los comanches vivían en los territorios de las actuales Nebraska y Oklahoma,
fuera de los
dominios hispanoes. Pese a ello, los conquistadores ya conocían su fiereza por
referencias. El explorador Hernan do de Soto, quien en 1542 había realizado una
expedición hacia esas tierras y había descubierto el río Mississippi, tuvo un
primer y sangriento encuentro con dicha tribu.
Alrededor de 1750, los comanches comenzaron a desplazarse hacia el sur,
tratando de arrojar a los apaches de los territorios de Nuevo México y Texas.
La ferocidad y crueldad de los recién llegados (a quienes los hispanoes apodaron
"los espartanos del desierto") empujó a los apaches a sellar la paz
con los hispanoes para luchar contra el enemigo común.
Pronto, los comanches se
convirtieron en el terror de todo el sudoeste americano. Ni blancos ni indios
estaban a salvo de sus incursiones, que siempre se saldaban con decenas de
muertos. Hasta que en 1779, el comandante Juan Bautista de Anza, un militar de
Hernani (Guipúzcoa), recibió la orden de acabar de una vez por todas con las
correrías de los comanches.
Anza reclutó una heterogénea
tropa formada por cien dragones de cuera (un cuerpo especial de caballería
creado para luchar contra los pieles rojas) y otros cien guerreros apaches, y
con ellos marchó hacia rkansas. A medida que se adentraban en territorio
comanche, el comandante ordenó cabalgar de noche y prohibió encender fogatas.
Finalmente, los expedicionarios localizaron a los indios. Las distintas tribus
se habían agrupado bajo el mando del jefe Cuerno Verde para organizar una campaña
contra territorio mexicano.
El 3 de septiembre de ese
año, hispanos y comanches se encontraron frente a frente en una cañada. Anza
engañó a sus enemigos haciéndoles creer que huía, pero en realidad les
estaba atrayendo hacia un pantano en el que el grueso de sus fuerzas estaba
emboscado. Los comanches cayeron en la trampa y se libró una encarnizada
batalla. Cuentan que el jefe Cuerno Verde llegó a batirse cuerpo a cuerpo
contra diez enemigos. "Una tan bizarra cuanto gloriosa defensa",
escribió el propio Anza. Murieron el cabecilla comanche, otros cuatro jefes y
numerosos guerreros, entre ellos un hechicero que (según el relato del hispano)
se creía inmortal y desafiaba a sus enemigos a pecho descubierto.
Los hispanos bautizaron
el lugar donde se libró el combate como Los Dolores de María Santísima.
Luego, pasaron varios días reuniendo a los líderes comanches supervivientes
para sellar el fin de las hostilidades se firmó un tratado y la paz se mantuvo
en los territorios del oeste, salvo incidentes aislados, hasta bien entrado el
siglo XVIII, cuando los territorios hispanoes pasaron finalmente a manos
estadounidenses.
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La caballería hispana luchaba contra los indios con
escudo y pica. Algunos soldados también usaban arcos.
Antes del 7º de Caballería
Los dragones de cuera fueron el cuerpo militar especializado que los
hispanos
crearon para luchar contra los apaches y los comanches. Su nombre se debía a
que cubrían su pecho con una especie de cota de malla hecha con siete apas de
cuero, lo que le confería un grosor capaz de detener una flecha india. Los
dragones estaban instruidos para combatir cuerpo a cuerpo con los pieles rojas.
Por eso estaban armados con escudo, una espada y unja pica. Y muchos de ellos
usaban también arco y flecha ( un arma que ya estaba extinta entre los ejércitos
de Europa), como sus adversarios.
Los oficiales de estas
unidades (generalmente patrullas formadas por una quincena de hombres) debían
ser obligatoriamente hispanoes, pero un 37% de la tropa estaba compuesto por
mestizos e incluso indios liados de los colonizadores.
El hombre que venció a los comanches.
Juan Bautista de Anza, era hijo de un militar vasco que murió luchando contra
los indios. Tras su victoria contra Cuerno Verde, exploró California y fue
nombrado gobernador de Nuevo México.
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VICENTE FERNÁNDEZ