La paralización del proyecto de prospecciones y explotación de petróleo en aguas próximas a Lanzarote y Fuerteventura anunciada por la compañía Repsol es, sin duda, motivo de alivio para la población canaria: el alivio de ver cómo se aleja del horizonte cercano este enorme peligro para la biodiversidad de nuestro mar, para sectores como la pesca y el turismo, para el abastecimiento de agua a gran parte de la población; en última instancia, para nuestra propia supervivencia.
Es también un momento de satisfacción, la de saber que, ante esta amenaza y el cuestionable uso del poder que la propició, los canarios y las canarias hemos plantado cara, respondiendo con coraje, perseverancia y creatividad, y con la fuerza que demostramos cuando nos unimos por un objetivo común.
No obstante, debemos mantener la cautela, pues nada garantiza que Repsol y su cómplice, el Partido Popular, no oculten, detrás de esta retirada, una estrategia orientada a suspender el proyecto temporalmente, para retomarlo una vez pasen tanto las citas electorales como la coyuntura internacional de bajos precios del petróleo. Intentando, además, que en ese período disminuya la oposición popular al proyecto petrolero. A la vista de su indecente rastro de mentiras y manipulaciones, no cabe fiarse ni de la multinacional ni del gobierno que la auspicia. Por otra parte, debemos movilizarnos también contra las plantas regasificadoras en marcha, las prospecciones que todavía continúa el gobierno marroquí en aguas saharauis y la nefasta política energética de los gobiernos autonómicos y español que impiden a Canarias terminar con la dependencia energética del petróleo y sus derivados.
En cualquier caso, también podemos permitirnos celebrar como un logro de la movilización popular y de su carácter plural el haber situado diversos temas clave al centro de los debates: la ausencia de soberanía de Canarias sobre las aguas que la rodean[1]; y en general el más que evidente déficit democrático, con unos gobiernos plegados a la voluntad de las corporaciones; la cara oculta del negocio petrolero, que se impone sobre múltiples territorios y pueblos del mundo; la urgencia de abandonar un modelo energético insostenible, dependiente e injustamente distribuido; la práctica imposibilidad de corregir todas estas realidades sin superar un modelo económico que antepone las exigencias del capital a las necesidades de las personas.
Por todo ello, los colectivos y asambleas participantes en la Coordinadora Canaria contra las Prospecciones felicitamos sin excepción a todas las personas involucradas en la experiencia de empoderamiento que ha supuesto la movilización antipetrolera, y consideramos que, lejos de abandonar la lucha y el trabajo, es tiempo de seguir organizados y profundizarlos abriendo el campo de mira: por la exigencia de un modelo de soberanía energética basado en fuentes limpias y orientado a satisfacer las necesidades de la población; por el derecho de nuestro pueblo a decidir sobre sus aguas y recursos naturales, como única alternativa para evitar a futuro proyectos de saqueo y expolio; por la creación, en definitiva, de las condiciones que hagan posible alcanzar estos objetivos, necesarios para el bienestar del pueblo canario.
Canarias 21 de enero de 2014
[1] zeemarruecossaharacanariasmadeira